Castilla la Vieja

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Las regiones españolas en 1770.
Provincias adscritas a Castilla la Vieja dentro de la división provincial España de 1833.

Castilla la Vieja es el nombre de una región histórica española ubicada en la zona norte del antiguo Reino de Castilla, al norte del Sistema Central. En su forma más definida estaría constituida por las provincias de Santander (desde 1982, Cantabria), Burgos, Logroño (desde 1980, La Rioja), Palencia, Valladolid, Soria, Segovia y Ávila. Estas provincias fueron clasificadas como pertenecientes a la región de Castilla la Vieja en la división territorial de España en provincias de 1833, si bien las regiones definidas en dicha organización carecían de cualquier función jurisdiccional o administrativa, no existiendo ningún nivel administrativo superior al provincial.

Sus orígenes están en la Castilla histórica que se formó en el siglo IX en el norte de lo que actualmente es la provincia de Burgos. En el siglo XVIII, Carlos III asignaba al llamado reino de Castilla la Vieja las provincias de Burgos, Soria, Segovia, Ávila, Valladolid y Palencia (cuyos límites no coinciden con los actuales, ya que además en aquel entonces no existían ni la provincia de Santander (dividida entre Asturias, Burgos y el Señorío de Vizcaya) ni la provincia de Logroño (integrada casi por completo en las provincias de Soria y Burgos).

La Constitución española de 1812 reconoce la región:[1]

El territorio español comprende en la Península con sus posesiones e islas adyacentes: Aragón, Asturias, Castilla la Vieja, Castilla la Nueva, Cataluña, Córdoba, Extremadura, Galicia, Granada, Jaén, León, Molina, Murcia, Navarra, Provincias Vascongadas, Sevilla y Valencia, las islas Baleares y las Canarias con las demás posesiones de África...

El real decreto del 30 de noviembre de 1833, reforma de Javier de Burgos, puso las bases de la división en provincias que con algunas modificaciones ha llegado hasta nuestros días; en ese decreto, aparte de las citadas (con sus límites actuales), las de Logroño y Santander eran atribuidas también a la región de Castilla la Vieja.

Otro real decreto de 30 de noviembre de 1855, que dividía España en 49 provincias, clasificaba las provincias de Valladolid y Palencia como pertenecientes a la región denominada Reino de León, quedando en Castilla la Vieja únicamente las de Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia y Ávila. Esta agrupación, sin carácter administrativo, que sufrió otros intentos de reforma durante el XIX, es la que ha perdurado en los libros y enciclopedias desde mediados del siglo XIX hasta superada la segunda mitad del siglo XX. Por ejemplo las primeras ediciones del Espasa, las primeras de la Enciclopedia Británica y la popular enciclopedia escolar Álvarez establecían esta división de provincias entre Castilla la Vieja y León.

Durante la Primera República, los republicanos federales proyectaron crear un estado federado llamado Castilla la Vieja, que comprendería once provincias: Ávila, Burgos, León, Logroño, Palencia, Salamanca, Santander, Segovia, Soria, Valladolid y Zamora.[2]

Con el Estatuto de Autonomía de Castilla y León en 1983, Castilla la Vieja perdió buena parte de su identidad, por una parte al integrarse políticamente junto con las provincias que se agrupaban en la región de León en un ente superior, y por otra al perder en favor de autonomías provinciales dos de sus componentes: Santander y Logroño, que pasaron a constituir las comunidades autónomas de Cantabria y La Rioja, respectivamente.

Véase también

Referencias

  1. Art. 10.de la Constitución Española de 1.812
  2. Artículo 1, Proyecto Constitución Federal de la I República Española, 17 de julio de 1873.

Enlaces externos