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Diferencia entre revisiones de «Ohaguro»

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=== Origen ===
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El ''ohaguro'' existió en Japón bajo una forma u otra durante cientos de años y entre los japoneses fue un símbolo de belleza hasta la era Meiji. Objetos con un color negro profundo como aquellos que recibían lacados que daban aspecto brillante se consideraban especialmente hermosos. Entre las razones de su origen, aún no aclarado,<ref name=Garis /> se ha propuesto el simple cuidado dental; la diferenciación entre humanos y demonios representados con grandes colmillos blancos, igual que en otras culturas del Sudeste Asiático; el hecho de que los dientes son la única parte visible del esqueleto, lo que los relaciona con la muerte y los vuelve [[tabú]]; y la preferencia japonesa y de otras culturas de [[Extremo Oriente]] por ocultar la demostración pública de sentimientos: la combinación del típico maquillaje blanco puro, la depilación completa de las cejas y el teñido de dientes creaban una máscara casi inexpresiva.<ref name=DeMello /> La costumbre actual femenina japonesa de cubrirse la boca al sonreír en mayor o menor grado deriva de esta consideración y de la preferencia hasta el siglo XIX por las bocas de dientes negros en vez de blancos.
El ''ohaguro'' existió en Japón bajo una forma u otra durante cientos de años y entre los japoneses fue un símbolo de belleza hasta la era Meiji. Objetos con un color negro profundo como aquellos que recibían lacados que daban aspecto brillante se consideraban especialmente hermosos. Entre las razones de su origen, aún no aclarado,<ref name=Garis /> se ha propuesto el simple cuidado dental; la diferenciación entre humanos y demonios representados con grandes colmillos blancos, igual que en otras culturas del Sudeste Asiático; el hecho de que los dientes son la única parte visible del esqueleto, lo que los relaciona con la muerte y los vuelve [[tabú]];<ref>{{cita libro |apellido=Stevenson |nombre=John |título=Yoshitoshi's Women: The Woodblock-print Series Fūzoku Sanjūnisō |url=https://books.google.es/books?id=pSzrAAAAMAAJ&q=ohaguro+skeleton&dq=ohaguro+skeleton&hl=es&sa=X&ei=Z4-HVMzGOMj8UpSCgzg&ved=0CCMQ6AEwAA |fechaacceso=9 de diciembre de 2014 |idioma=inglés |año=1995 |editorial=University of Washington Press |isbn=0295974311 |capítulo= |página=26 |cita=The teeth that bite the cloth have been blackened with a dye called ohaguro, made from iron filings. Blackened teeth were considered attractive, possibly because teeth are a visible part of the skeleton which as a symbol of death was regarded }}</ref> y la preferencia japonesa y de otras culturas de [[Extremo Oriente]] por ocultar la demostración pública de sentimientos: la combinación del típico maquillaje blanco puro, la depilación completa de las cejas y el teñido de dientes creaban una máscara casi inexpresiva.<ref name=DeMello /> La costumbre actual femenina japonesa de cubrirse la boca al sonreír en mayor o menor grado deriva de esta consideración y de la preferencia hasta el siglo XIX por las bocas de dientes negros en vez de blancos.


=== Historia ===
=== Historia ===

Revisión del 00:16 10 dic 2014

Ennegrecido de dientes, nishiki-e de Utagawa Kunisada, de la serie Espejos de los aposentos modernos, ca. 1820.
Geisha ennegreciéndose los dientes a la 1 de la madrugada, ukiyo-e de Tsukioka Yoshitoshi, número 13 de la serie 24 horas en Shinbashi y Yanagibashi.

Ohaguro (お歯黒?) es el nombre que recibe en Japón la costumbre de ennegrecerse los dientes, especialmente popular entre los periodos Heian y Edo, desde el siglo X[1][2]​ hasta mediados del siglo XIX. Teñirse los dientes era una práctica conocida y extendida también por el sudeste de China y el Sudeste Asiático. Era una tradición llevada a cabo sobre todo por mujeres casadas, aunque los hombres también se la aplicaban en ocasiones, casi siempre entre los miembros de la aristocracia. Además se consideraba beneficioso pues prevenía el deterioro de los dientes al actuar como un antiguo sellador dental.[3]

Japón

Etimología

La palabra ohaguro era un término aristocrático japonés compuesta por los kanjis o (?) indicador de respeto o nobleza, ha ( diente?), y kuro ( negro?). La palabra japonesa kuro está relacionada con la idea de la noche tras la puesta de sol y su contraste con el día. Al igual que la noche se somete al día y es inseparable de este, y debido a la imposibilidad de teñir el negro con otros colores, dicho color se asociaba con la sumisión y la lealtad,[4]​ además de con la solidez y la dignidad por su gran presencia visual, motivo por el que era el color preponderante entre los samuráis.[5]​ La escritura formal de ohaguro se representaba con los kanji お歯黒, aunque existía una representación y lectura alternativa, tesshō (鉄漿 bebida o pasta de hierro?), que aludía al líquido usado en el proceso. En el antiguo Palacio Imperial de Kioto recibía el nombre de fushimizu (五倍子水 agua de agalla?) mientras que entre los civiles se usaban términos como kanetsuke (鉄漿付け unión con pasta de hierro?),[6]tsukegane (つけがね pasta de hierro unida?) y hagurome (歯黒め diente negro?).[6]

Origen

El ohaguro existió en Japón bajo una forma u otra durante cientos de años y entre los japoneses fue un símbolo de belleza hasta la era Meiji. Objetos con un color negro profundo como aquellos que recibían lacados que daban aspecto brillante se consideraban especialmente hermosos. Entre las razones de su origen, aún no aclarado,[1]​ se ha propuesto el simple cuidado dental; la diferenciación entre humanos y demonios representados con grandes colmillos blancos, igual que en otras culturas del Sudeste Asiático; el hecho de que los dientes son la única parte visible del esqueleto, lo que los relaciona con la muerte y los vuelve tabú;[7]​ y la preferencia japonesa y de otras culturas de Extremo Oriente por ocultar la demostración pública de sentimientos: la combinación del típico maquillaje blanco puro, la depilación completa de las cejas y el teñido de dientes creaban una máscara casi inexpresiva.[8]​ La costumbre actual femenina japonesa de cubrirse la boca al sonreír en mayor o menor grado deriva de esta consideración y de la preferencia hasta el siglo XIX por las bocas de dientes negros en vez de blancos.

Historia

Ukiyo-e de Yama-uba cuidando a Kintarō en el que se distinguen sus dientes oscuros.

Las primeras referencias escritas en Japón sobre el ohaguro aparecen en el Genji Monogatari del siglo XI[9]​ y en el cuento Mushi mezuru himegimi del siglo XII, incluido en el Tsutsumi Chūnagon Monogatari, en el que se considera que el excéntrico comportamiento de la protagonista es menos reprobable que su repugnante aspecto natural y en el que una doncella describe sus cejas sin depilar por completo como «orugas peludas» y sus dientes sin teñir como «orugas sin piel»,[10]​ mientras que un capitán de la guardia que muestra atracción por ella se ve repelido por su falta de maquillaje y, sobre todo, por sus dientes que «brillaban horriblemente cuando sonreía».[10]

La tradición apareció por primera vez entre los hombres de la aristocracia del periodo Heian durante el siglo X,[2]​ pero pronto los siguieron mujeres de todas las clases sociales.[6]​ A finales de este periodo, cuando los hombres y mujeres de la aristocracia alcanzaban la pubertad y celebraban su genpuku o mogi, los Taira y otros samuráis, los sirvientes de grandes templos y los nobles se teñían los dientes.[5]​ En particular la familia imperial y otros aristócratas de alto nivel que habían participado en su hakamaza, la ceremonia en la que a un niño se le ponía una hakama, se ennegrecían los dientes y se pintaban las cejas, tradición conocida como hikimayu (引眉?). Así se siguió haciendo en la casa imperial hasta el final del periodo Edo. Aunque en poco tiempo se fue diluyendo su uso específico por parte de las elites y llegó a considerarse aceptable entre las mujeres plebeyas, sobre todo entre las casadas y las geishas, era una práctica prohibida entre los marginados o burakumin, los vagabundos y los más pobres.[8]

Durante la era Muromachi, el ohaguro era común entre adultos, aunque cuando llegó el periodo Sengoku, y sobre todo para preparar matrimonios políticos de conveniencia, se convirtió también en una muestra del paso por la adolescencia y se hacía en niñas que entraban en esa etapa,[8]​ sobre los 13 años.[6]​ Durante los matrimonios aquellas parientes de la novia que se encargaban de ayudarla en el proceso y de presentarla a los demás recibían el nombre de kaneoya (鉄漿親) o kanetsuke-oya, literalmente madrina del kanetsuke o ennegrecimiento de dientes.[11]​ En la época de mayor extensión de su uso y coincidiendo con épocas de grandes guerras, los samuráis se cobraban las cabezas de sus enemigos y las recogían como trofeos tras la batalla para ganar honor a los ojos del señor. Las cabezas se identificaban y en muchos casos recibían el ohaguro tras la decapitación para aumentar así la gloria del combatiente al derrotar a un enemigo notable. En el Oan monogatari, la hija de un servidor de Ishida Mitsunari narra este proceso con posterioridad a la Batalla de Sekigahara, en 1600:

Las cabezas cortadas obtenidas por nuestros aliados se apilaron en esta parte del castillo. Le colocamos una etiqueta a cada una de las cabezas para poder identificarlas adecuadamente. A continuación les teñimos de negro los dientes repetidamente. ¿Por qué lo hacíamos? Hace tiempo se admiraba los dientes ennegrecidos como símbolo de un hombre distinguido. Así que se nos pedía que le aplicáramos una generosa capa de ohaguro a cualquier cabeza con dientes blancos.[12]
Eiko Ikegami

Fue tras este periodo cuando su uso entre hombres pasó a ser minoritario con el tiempo.[5]

Después del periodo Edo, solo los hombres que formaban parte de la familia imperial y de la aristocracia se ennegrecían los dientes. Debido al fuerte olor y al esfuerzo necesario para el proceso,[13]​ además de la impresión entre las jóvenes de que hacía parecer mayor, solo se realizaban el ohaguro aquellas mujeres que estaban casadas, las solteras de más de 18 años, las prostitutas y las geishas. La gente del campo solo se aplicaba el ohaguro durante las ceremonias de importancia, como en matsuri, bodas y funerales. También existen representaciones del ohaguro en cuantos de hadas, como Gon, el zorro.[14]

En 1870 el gobierno prohibió la práctica del ohaguro en hombres,[15]​ y la tradición se fue quedando obsoleta progresivamente, especialmente a partir de 1873 entre las mujeres casadas, cuando la Emperatriz Shōken decidió aparecer en público con los dientes blancos.[13]​ Tras la era Meiji recuperó popularidad temporalmente, pero en la era Taishō prácticamente desapareció.

En la actualidad los únicos lugares donde se puede observar el ohaguro son obras de teatro, hanamachi (distritos de geishas), algunos matsuri y en películas.

Consideración y función social

Nishiki-e de Utagawa Kunisada, de la serie Tres bellas mujeres maquillándose la cara, 1815. Se observa a una geisha haciendo uso del conjunto completo de elementos tradicionales para el ennegrecimiento, entre los que destaca el mimidarai y el watashigane como soporte para los demás.

Gran número de occidentales, entre ellos Engelbert Kaempfer, Philipp Franz von Siebold y Rutherford Alcock, que visitaron el Japón del periodo Edo, describieron el ohaguro como una aborrecible costumbre japonesa que desfiguraba a sus mujeres,[16]​ a las que, de hecho, muchos de ellos consideraban de gran belleza hasta que llegaba el momento en que sonreían.[17]​ Alcock conjeturó que su propósito sería el de la castidad al hacer a las mujeres poco atractivas de manera intencionada, lo que evitaría potenciales relaciones extramaritales[18]​ y su visión de esta costumbre apenas cambió durante su estancia de tres años en Japón:

Una vez han renovado el barniz negro de sus dientes y arrancado hasta el último pelo de sus cejas, las casadas japonesas podrían afirmar su preeminencia sin igual en cuanto a fealdad artificial sobre el resto de su sexo. Sus bocas así desfiguradas son como sepulcros abiertos...[19]
Rutherford Alcock

El sociólogo japonés Kyouji Watanabe no está de acuerdo con esta teoría. Teniendo en cuenta que a las chicas japonesas se les permitía un alto grado de libertad social y sexual hasta el momento de recibir el ohaguro, cuando aceptaban su responsabilidad como esposa y madre, Watanabe plantea que se trataba de un ritual social mediante el cual tanto la sociedad como la joven afirmaban la determinación de la mujer que había madurado.[16]

Tinte

El ingrediente principal era una solución de color marrón oscuro de acetato de hierro llamada kanemizu (かねみず), creada al disolver limaduras de hierro en vinagre.[13]​ Cuando la solución se combinaba con taninos vegetales de fuentes como polvo de agallas del rhus chinensis, que recibía el nombre de fushi,[13]​ o de té, se volvía negra y dejaba de ser soluble en agua, el mismo método con el que se produce la tinta ferrogálica. Cubrir los dientes con este líquido prevenía el deterioro de los dientes y del esmalte[3]​ y también se decía que calmaba el dolor de las afecciones dentales de manera casi inmediata.[2]​ El tinte se desvanecía con rapidez y debía aplicarse una vez al día o cada pocos días para mantener el tono oscuro uniforme.[13]

Entre los extranjeros que conocieron la costumbre se extendió el rumor, nunca probado, de que entre los ingredientes se contaba también la orina.[20]Algernon Freeman-Mitford transcribió en sus Cuentos del Antiguo Japón una receta que según él le había descrito un reputado boticario de Yedo:

Tome tres pintas de agua y, tras haberla calentado, añada media taza de vino (sake). Ponga en esta mezcla cierta cantidad de hierro al rojo vivo; déjela reposar de cinco a seis días, después de lo cual habrá un residuo en la superficie de la mezcla que debe verter entonces en una pequeña taza de té y colocarlo junto al fuego. Cuando esté caliente, debe añadir polvo de agallas y limadura de hierro, y tiene que calentar el conjunto de nuevo. Después se pintan los dientes con el líquido mediante una brocha suave de plumas con más hierro y polvo de agallas y, tras unas cuantas aplicaciones, se obtendrá el color deseado.[2]
Algernon Freeman-Mitford

En las obras teatrales se usaba tinta mezclada con trementina, aunque hoy en día se utiliza tinta mezclada con cera para dientes.

Aplicación

Ohaguro-bettari del Ehon Hyaku monogatari (Libro de imágenes de un centenar de historias), 1841.

Para el tratamiento, conservación y la aplicación del tinte se usaban diversos recipientes y herramientas. Entre ellos estaban el mimidarai, un amplio cuenco con asas sobre el que se colocaba la watashigane, una fina bandeja sobre la que se ponían los elementos con los que se aplicaba el tinte.[13][21]​ El conjunto de los elementos más pequeños se guardaba dentro de un estuche más grande, el haguro-bako, en el que se guardaban el fushi-bako o cajita donde se conservaba el polvo de agallas, el haguro-tsugi con el que se administraba el tinte, y el ugai-chawan, pequeño cuenco de porcelana para realizar gárgaras después del proceso.[22]

En cada ocasión en la que se repetía el procedimiento se frotaban los dientes cuidadosamente con la cáscara de una granada para formar una superficie adhesiva para el tinte.[13]​ Según Freeman-Mitford el tinte debía aplicarse como mucho cada dos días pues ya desde el primer día pasado sin volver a dar otra capa los dientes perdían el brillo lacado y se mezclaban trozos de tonalidad gris con los que mantenían el color negro buscado, lo que daba lugar a un aspecto repulsivo.[2]

Supersticiones y leyendas

  • Durante el periodo Meiji se extendió una leyenda urbana que contaba que el alquitrán de hulla utilizado al principio del uso de los tendidos de alta tensión como aislante eléctrico estaba en realidad compuesto en parte por sangre de vírgenes, idea que se asoció a los occidentales que se encargaban de instalar las líneas originalmente.[23]​ Para evitar ser atacadas con el objetivo de extraer su sangre muchas jóvenes decidieron cambiar su apariencia para parecer mujeres casadas: se teñían de negro los dientes, se pintaban las cejas, llevaban kimonos sencillos y se peinaban según el estilo marumage.[24]
  • En el libro de Yamada Norio Tohoku Kaidan no Tabi, en español Viaje por los cuentos de fantasmas de Tohoku, aparece una historia sobre la prefectura de Fukushima llamada ohaguro bettari (お歯黒べったり lit. lleno de dientes ennegrecidos?).[25]​ Se trata de una yokai, más concretamentente de un tipo de noppera-bō, ataviada y maquillada a la antigua usanza de las mujeres japonesas, pero en su cara maquillada solo aparece una gran boca repleta de dientes negros.[25]
  • Una leyenda de la isla de Himeshima cuenta que, cuando Himegami (姫神 Princesa divina?) huyó del príncipe Tsunuga Arashito de la Confederación Gaya, se detuvo un momento en su viaje para aplicarse el ohaguro. Cuando después quiso enjuagarse la boca no encontró agua en ningún lugar cercano, así que dio una palmada y el agua comenzó a brotar de la tierra. Esa es la razón de que el manantial de Hyoshimizu, en el santuario de Himekoso, reciba también el nombre de Ohaguro mizu o Agua de Ohaguro.[26]

Otras partes de Extremo Oriente

Anciana vietnamita vendiendo chicles. Sus dientes tienen el tono rojo oscuro de los mascadores de betel.
Joven de Tonkín con dientes pintados de negro (ca. 1905).

En China ha existido conocimiento de esta costumbre a lo largo de la historia y ya en el Shan Hai Jing del siglo IV d. C. aparece la descripción de un "país de dientes negros" (黒歯国), que algunas opiniones asocian con el mismo Japón[3]​ y otras con el área del Sudeste Asiático debido a su extensión en la región.[8]

En épocas más modernas se puede observar ennegrecimiento de los dientes entre muchos grupos minoritarios del Sudeste Asiático.[27][28]​ Se encuentra preferentemente entre mujeres mayores, aunque la práctica aún existe entre algunas jóvenes. En ocasiones se utilizaban dientes artificiales para obtener dientes negros[3]​ aunque también es muy común que fuera de Japón se logre este resultado al masticar continuamente nuez de betel,[27]​ que da un tono más rojo oscuro que negro,[29]​ además de toda clase de plantas recogidas sobre principalmente en la selva.[27]

La práctica del teñido de dientes es muy antigua en Vietnam, donde se consideraba una demostración de madurez y disponibilidad para el matrimonio tras la pubertad.[8]​ También era una demostración de civilización, pues existía la idea de que los dientes blancos eran propios de los animales, los salvajes y los espíritus malignos,[8]​ sobre todo por la presencia en todos ellos de grandes caninos protuberantes.[27]​ La etnia mayoritaria en Vietnam, la etnia kinh, practicaba esta costumbre, así como diversos pueblos minoritarios. Los hombres si la se pintaban los dientes de rojo, mientras que las mujeres lo hacían de negro.[8]​ Estas tradiciones han ido declinando desde hace décadas con cada nueva generación,[29]​ aunque informes médicos coloniales de la década de 1930 establecían que el 80% de los campesinos de Tonkín tenía los dientes oscurecidos.[29]

En Tailandia era un asentado símbolo de belleza, conseguido durante siglos con una pasta llamada misi,[30]​ y los poemas de amor solían comparar los dientes teñidos de las amadas con el ébano y otras valiosas maderas.[8]​ Cuando el rey tailandés Mongkut del siglo XIX perdió su dentadura, la sustituyó con una dentadura artificial tallada en madera de sappan de color rojo oscuro.[8]​ También se uso el misi en la India entre algunas practicantes del hinduismo, principalmente para ennegrecer las encías y en ocasiones los dientes; el poeta del siglo XVI Malik Muhammad Jayasi le dedicó unos versos en su poema épico Padmavat a la sonrisa de la princesa Rani Padmini, que gobernó Chittorgarh en el siglo XIII, en los que compara sus dientes con diamantes sobre negros pedestales:

Con misi oscurecidos sus blancos dientes
Como diamantes en un pedestal centellean
Como en la noche otoñal un destello reluciente
Los treinta y dos refulgen en una hilera.[30]
Jayasi

Entre los pueblos que practicaban algún tipo de ennegrecimiento de dientes fuera de Japón se incluyen:

Referencias

  1. a b De Garis, Frederic; Sakai, Atsuharu (2013). We Japanese (en inglés). Routledge. p. 33. ISBN 1136183671. Consultado el 8 de diciembre de 2014. 
  2. a b c d e Freeman-Mitford, Algernon (2010) [1871]. Tales of Old Japan (en inglés). Digireads.com Publishing. p. 203. ISBN 1420937529. Consultado el 7 de diciembre de 2014. 
  3. a b c d Lewis, Arthur H (2003). «12». Medical Botany: Plants Affecting Human Health (en inglés). John Wiley & Sons. p. 448. ISBN 0471628824. Consultado el 8 de diciembre de 2014. 
  4. Hara, 1984, pp. 97-98.
  5. a b c Fukagawa, Masahiko. «Teeth color as a cultural form» (en inglés). Consultado el 7 de diciembre de 2014. 
  6. a b c d Nussbaum, Louis-Frédéric (2002) [1996]. Japan Encyclopedia (en inglés). Harvard University Press. pp. 152-153. ISBN 0674017536. Consultado el 8 de diciembre de 2014. 
  7. Stevenson, John (1995). Yoshitoshi's Women: The Woodblock-print Series Fūzoku Sanjūnisō (en inglés). University of Washington Press. p. 26. ISBN 0295974311. Consultado el 9 de diciembre de 2014. «The teeth that bite the cloth have been blackened with a dye called ohaguro, made from iron filings. Blackened teeth were considered attractive, possibly because teeth are a visible part of the skeleton which as a symbol of death was regarded». 
  8. a b c d e f g h i j k l DeMello, Margo (2012). «Teeth Painting». Faces Around the World: A Cultural Encyclopedia of the Human Face (en inglés). ABC-CLIO. pp. 288-289. ISBN 1598846175. Consultado el 8 de diciembre de 2014. 
  9. Shikibu, Murasaki (2001). «6». The Tale of Genji (en inglés). Penguin Classics. p. 130. ISBN 0-14-243714-X. «Como la abuela de la niña era una mujer muy conservadora, no le depiló las cejas ni le tiñó los dientes de negro...» 
  10. a b Morris, Ivan (2013) [1964]. The World of the Shining Prince: Court Life in Ancient Japan (en inglés). Knopf Doubleday Publishing Group. ISBN 0345803914. Consultado el 8 de diciembre de 2014. 
  11. Sugiyama Lebra, Takie (1984). Japanese Women: Constraint and Fulfillment. University of Hawaii Press. p. 109. ISBN 0824810252. Consultado el 8 de diciembre de 2014. 
  12. Ikegami, Eiko (1995). «Early Medieval Warfare». The Taming of the Samurai: Honorific Individualism and the Making of Modern Japan (en inglés). Harvard University Press. pp. 100-102. ISBN 0674868080. Consultado el 9 de diciembre de 2014. 
  13. a b c d e f g Collia-Suzuki, Gina. «Beautiful Blackened Smiles» (en inglés). Archivado desde el original el 13 de mayo de 2013. Consultado el 7 de diciembre de 2014. 
  14. «Lonely Fox (The Former Part)» (en inglés). 1 de noviembre de 2014. Consultado el 9 de diciembre de 2014. «[...] the fox saw the farmer's wife, applying tooth black to her teeth.» 
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  18. Alcock, 1863, p. 193.
  19. Alcock, 1863, p. 192.
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Bibliografía

Enlaces externos