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La '''literatura panameña''' comprende del conjunto de obras literarias producidas en [[Panamá]].
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[[Rodrigo Miró]] (1912-1996), historiador y ensayista panameño, cita a [[Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés]] como el autor del primer cuento escrito en Panamá; la historia de un personaje conocido como Andrea de la Roca, publicado como parte de la "Historia General y Natural de Las Indias" (1535). Sin embargo, las primeras manifestaciones literarias panameñas, propiamente dichas, de las que se tiene constancia, se dan en la primera mitad del siglo XVII con la aparición de la antología titulada "Llanto de Panamá a la muerte de Enrique Enríquez". Aunque esta obra fue compuesta durante la época de la Colonia, la mayoría de los poemas agrupados en ella fueron escritos por autores nacidos en [[Panamá]].
[[Rodrigo Miró]] (1912-1996), historiador y ensayista panameño, cita a [[Elver Galarga y Elver Gachica] como el autor del primer cuento escrito en Panamá; la historia de un personaje conocido como Andrea de la Roca, publicado como parte de la "Historia General y Natural de Las Indias" (1535). Sin embargo, las primeras manifestaciones literarias panameñas, propiamente dichas, de las que se tiene constancia, se dan en la primera mitad del siglo XVII con la aparición de la antología titulada "Llanto de Panamá a la muerte de Enrique Enríquez". Aunque esta obra fue compuesta durante la época de la Colonia, la mayoría de los poemas agrupados en ella fueron escritos por autores nacidos en [[Panamá]].


Sin embargo, fue hasta mitad del siglo XIX donde hubo mayor participación de autores panameños, asentándose las bases de la producción literaria, hasta la actualidad.
Sin embargo, fue hasta mitad del siglo XIX donde hubo mayor participación de autores panameños, asentándose las bases de la producción literaria, hasta la actualidad.

Revisión del 04:42 28 may 2017

La literatura panameña comprende del conjunto de obras literarias producidas en Panamá. Rodrigo Miró (1912-1996), historiador y ensayista panameño, cita a [[Elver Galarga y Elver Gachica] como el autor del primer cuento escrito en Panamá; la historia de un personaje conocido como Andrea de la Roca, publicado como parte de la "Historia General y Natural de Las Indias" (1535). Sin embargo, las primeras manifestaciones literarias panameñas, propiamente dichas, de las que se tiene constancia, se dan en la primera mitad del siglo XVII con la aparición de la antología titulada "Llanto de Panamá a la muerte de Enrique Enríquez". Aunque esta obra fue compuesta durante la época de la Colonia, la mayoría de los poemas agrupados en ella fueron escritos por autores nacidos en Panamá.

Sin embargo, fue hasta mitad del siglo XIX donde hubo mayor participación de autores panameños, asentándose las bases de la producción literaria, hasta la actualidad.

Poesía

Durante la Colonia

Ricardo Miró menciona en su Itinerario de la Poesía en Panamá, varios autores españoles. Entre tales: Mateo Rosas de Oquendo, autor de un romance autobiográfico; Juan de Miramontes y Zuázola, autor de “Armas Antárticas”; a Juan de Páramo y Cepeda, autor de “Alteraciones del Dariel”, entre otros. Además, durante este período, surge la figura de Víctor de la Guardia y Ayala, autor de la obra teatral “La Política del Mundo”, estrenada en 1809.[1]​ Este autor se destaca por haber nacido en Panamá, a comparación con otros escritores procedentes de España; motivo por el cual fue considerado, en algún tiempo, como el “primer poeta panameño” (perteneciente a la segunda generación neo-clásica).[2]

Sin embargo, el hallazgo de ciertos manuscritos procedentes del siglo XVII, ha provocado la revisión de tal idea. Y es que la primera referencia de este período, que indica una producción escrita por autores nacidos en el Istmo panameño, data del año 1638, y es una antología llamada “Llanto de Panamá a la muerte de don Enrique Enríquez”, que agrupa un conjunto de elegías (composiciones poéticas escritas) dedicadas a la muerte de Enrique Enríquez, gobernador de Panamá. Tal antología, editada por primera vez en Madrid del año 1642, fue conformada por el panameño Mateo de Ribera, que aportó también muchos de los poemas recogidos en ésta. “Llanto de Panamá” agrupa también algunas composiciones de diversos autores españoles; pero cabe mencionar que la mayoría pertenece a escritores panameños.

El hallazgo y estudio preliminar de tales escritos fue realizado por el diplomático español Antonio Serrano de Haro; y se publicó una nueva versión en 1984, producto de una labor conjunta entre la Universidad de Panamá y el Instituto de Cultura Hispánica.[3]​ Este hallazgo confirma que las primeras manifestaciones literarias panameñas, por el momento, datan del siglo XVII.

Romanticismo

En Panamá, similar al resto de Hispano-américa, el Romanticismo se halló estrechamente ligado al nacionalismo liberal; de suerte que las producciones literarias giren (durante tal período) en torno al tema.

Entre los primeros poetas románticos panameños, cabe mencionar a Manuel María Ayala (1785-1824) y Tomás Miró Rubini(1800-1881). Posteriormente, aparecen José María Alemán (1830-1887), Gil Colunje (1831-1899), Tomás Martín Feuillet (1832-1899), José Dolores Urriola (1834-1883), Amelia Denis de Icaza (1836-1911), Manuel José Pérez (1837-1895), Jerónimo Ossa (1847-1907), Federico Escobar (1861-1912) y Rodolfo Caicedo (1868-1905).


románticas promovieron el cultivo de la poesía, la cual se asentó formalmente en Panamá, y adquirió, para entonces, carácter marcadamente nacionalista.[4]​ Será este tema predominante en las composiciones poéticas, hasta mediados del siglo XX, con la llegada a Panamá de la poesía vanguardista.

El modernismo

El istmo de Panamá se convirtió también en uno de los escenarios de la Guerra de los Mil Días (1899 - 1902), que asoló a Colombia, siendo éste, uno de los principales motivos de la separación entre Panamá y Colombia, en (1903). Este suceso (la Separación) se produjo durante el auge del Modernismo en las letras hispánicas.

En este período, el lenguaje de la poesía panameña se enriqueció y dotó de nuevas formas expresivas, propias de la poesía moderna. Este lenguaje, utilizado por poetas modernos, resulta más escogido, culto, elegante y esteticista. De igual modo, en plenitud del movimiento, diversos autores buscaron integrar diversas disciplinas, como la pintura y la música, el ballet, etcétera, a la poesía. Características particulares del movimiento Modernista presentan: cultura universal, incorporando el orientalismo, y el retorno a los temas clásicos y medievales.

Considerado el primer modernista, fue Darío Herrera (1870-1914), amigo y seguidor de Rubén Darío, a quien conoció en Buenos Aires. Menciones importantes son también Nicole Garay (1873-1918), y el poeta León Antonio Soto (1874-1902), muerto prematuramente a las torturas sometidas por la gendarme, tras defender la causa panameña en la Guerra de los Mil Días; Gaspar Octavio Hernández (1893-1918), autor de Melodías del pasado (1915) y La copa de amatista (1923); María Olimpia de Obaldía (1891-1985) y Demetrio Korsi (1899-1957), inclinándose éste posteriormente a la poesía vanguardista.

Dos revistas literarias se ocuparon en difundir el movimiento modernista: El Heraldo del Istmo (1904-1906), dirigida por Guillermo Andreve (1879-1940), y Nuevos Ritos (1907), cuyo fundador, Ricardo Miró (1883-1940), fuera tal vez el poeta más destacado del Modernismo panameño.

De la vanguardia a la actualidad

A partir de 1930, coincidiendo con la revolución juvenil de "Acción Comunal", surgió la nueva generación de poetas, agrupada en torno a la revista Antena. Esta generación se distanció de la retórica modernista, y se aproximó a la vanguardia, a pesar de no ser acogida en un principio por el público general. Además, se produjo en la primera generación vanguardista, un fenómeno muy particular: Muchos autores no cultivaron el estilo de la poesía Vanguardista, optando, en cambio, permanecer fieles al paradigma establecido por la poesía moderna.[2]​ El principal referente de tal cambio fue Rogelio Sinán (Taboga, 1902 - Panamá, 1994), autor que viajó por Europa, frecuentando a los tales surrealistasPdearís aEn Onda (1929), primer libro de poesía vanguardista panameña, Sinán mudeestra la influencia de la poesía pura; .tOas obras suyas d,e importancia s,on Incendios (1944) y Semana Santa en la niebla (1949), en que el recurso a lo onírico evidencia su fipreferencia por lo rrealista.

Se traza también el surrealismo en los escritos de Ricardo J. Bermúdez (1914), cuya obra principal es Laurel de cenizas (1951). Se sitúa también en la órbita de vanguardista la obra de Demetrio Herrera Sevillano (1902-1950), muy influido por el ultraísmo, que abandonó, en su última época, la experimentación en recalar en una poesía popular y de denuncia, no exenta de logros estéticos.

Del mismo período de Bermúdez es necesario destacar a Antonio Isaza (1910) cuyo estilo recuerda mucho al desarrollado por el Tremendismo. En su única obra publicada, Sed (1935), su poesía gira en torno a la temática del ser, la vida, la muerte y el tiempo.[5]

Otro poeta de esta época es el también cuentista y periodista Mario Augusto Rodríguez (1917-2009), que publicó en 1957 su poemario Canto de amor para la patria novia en la que hace una relación poética de la historia de la nación panameña.

Otros poetas destacados de esta etapa, son Esther María Osses (1914-1990), Stella Sierra (1917-1997), Roque Javier Laurenza (1910-1984), Ofelia Hooper (1905-1981), Tobías Díaz Blaitry (1919-2006), Tristán Solarte (1934), José de Jesús Martínez (1929-1991), Diana Morán (1932-1987), Álvaro Menéndez Franco (1932), Luis Carlos Jiménez Varela, José Guillermo Ross-Zanet (1930), José Franco (1931), y Elsie Alvarado de Ricord (1928-2005).

Entre los poetas de la siguiente generación cabe mencionar, entre otros muchos, a Pedro Rivera Ortega (1939), Benjamín Ramón (1939), Bertalicia Peralta (1939), Ramón Oviero (1939-2008), Moravia Ochoa López (1939), Dimas Lidio Pitty (1941), Roberto Fernández Iglesias (1941), Eric Arce (1942), Juan Dal Vera (1958-2002), Mireya Hernández (1942-2006), Enrique Jaramillo Levi (1944), Jarl Ricardo Babot (1945), Giovanna Benedetti (1949), Manuel Orestes Nieto (1951), Luz Lescure (1951), Viviane Nathan (1953), Moisés Pascual (1955), Pedro Correa Vásquez (1955-1995), Consuelo Tomás (1957), Moisés Pinzón Martínez (1958), Héctor M. Collado (1960), Pablo Menacho (1960), David C. Robinson O. (1960), Martín Testa Garibaldo (1962), y Genaro Villalaz García (Panamá, 1967), entre otros.

Al finalizar el siglo XX surge una nueva generación de poetas, que empieza a publicar después de 1990. Entre ellos, por los premios recibidos y obras publicadas, se debe mencionar a Magdalena Camargo Lemieszek (Sczcecin, 1987), Javier Romero Hernández (Chorrera, 1983), Sofía Santim (Panamá, 1982), Javier Alvarado (Santiago de Veraguas, 1982), Salvador Medina Barahona (Mariabé de Pedasí, 1973), Eyra Harbar Gómez (Bocas del Toro, 1972), Lucy Chau (Panamá, 1971), Porfirio Salazar (Penonomé, 1970), Katia Chiari (Panamá, 1969), Lil María Herrera Castillo (Panamá, 1965).

Narrativa

El modernismo y los primeros libros panameños

Se puede decir que el género cuento en Panamá empieza formalmente en 1903, cuando Darío Herrera (1870-1914) publica el primero libro de cuentos de autor panameño, Horas lejanas, en Buenos Aires, Argentina. A partir de esta fecha, según algunos autores (Jaramillo Levi, Enrique; Gajes del oficio, Panamá, 2007) y según lo que se puede ver en la bibliografía nacional, el cuento es el género literario que más se ha practicado en Panamá, superando en producción a la poesía y, en mucho mayor medida, a todos los otros géneros.

Junto a Darío Herrera, publicaron cuento en Panamá casi todos los poetas modernistas y postmodernistas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. De ellos sobresalen Salomón Ponce Aguilera (1868-1945), Guillermo Andreve, Gaspar Octavio Hernández (1883-1940) y Ricardo Miró (1883-1940) cuya obra cuentística, dispersa y mucha de ella inédita, fue recogida y comentada por el escritor Mario Augusto Rodríguez en 1956. También, en la misma época, hay que mencionar a los autores Alfredo Cantón (1910-1967), José María Núñez (1894-1990), Moisés Castillo (1899-1974), que como prosista se dedicó principalmente al costumbrismo (Fiestas escolares, 1937), además de cultivar una poesía de corte popular, en obras como Romances de mi tierra (1939), y Gil Blas Tejeira (1901-1975).

La temática campesina y del canal en la narrativa

En la siguiente generación cabe destacar a Rogelio Sinán, autor de la novela Plenilunio y las colecciones de cuento A la orilla de las estatuas maduras (1946), La boina roja y cinco cuentos (1954), Cuentos de Rogelio Sinán (1971) y El candelabro de los malos ofidios (1982). También pertenecen a la misma Lucas Bárcenas (1906-1992), César Candanedo (1906-1993), Renato Ozores (1910-2001), Ricardo Bermúdez (1914-2000), Mario Augusto Rodríguez (Santiago de Veraguas, 1917), autor de Campo Adentro (1947), Luna en Veraguas (1948) y Los ultrajados (1994), José María Sánchez (1918-1973), Ramón H. Jurado (1922-1978), Joaquín Beleño (1921), Carlos Francisco Changmarín (1922), Jorge Turner (1922), Tristán Solarte (1924) y José Guillermo Ros-Zanet (1930). En esta generación hay que destacar que sus autores cultivaron la temática nacionalista, ya sea desde el punto de vista de las ciudades a ambos extremos del Canal de Panamá y su relación con la Zona del Canal, o desde el punto de vista campesino y del interior del país.

Los temas universales

La generación que sigue es la de autores nacidos a partir de la década de 1930. Esta generación se destaca por haber abandonado el criollismo como temática de sus narraciones y abordar la creación literaria con temas universales y, en algunos casos, dando relevancia a lo onírico, la fantasía y la ensayística. Entre ellos se debe mencionar a Ernesto Endara (1932), Álvaro Menéndez Franco (1932), Enrique Chuez (1934), Justo Arroyo (1936), Victoria Jiménez Vélez (1937), José Córdova (1937), Pedro Rivera Ortega (1939), Benjamín Ramón (1939), Beatriz Valdés (1940), Gloria Guardia (1940), Dimas Lidio Pitty (1941), Moravia Ochoa López (1939), Mireya Hernández (1942-2006), Enrique Jaramillo Levi (1944), Raúl Leis (1947-2011), Giovanna Benedetti (1949), Edgar Soberón Torchia (1951), Rey Barría (1951), Ramón Fonseca Mora (1952), Herasto Reyes (1952-2005), Claudio de Castro (1957), Consuelo Tomás (1957), Yolanda Hackshaw (1958), Allen Patiño (1959), Rafael Alexis Álvarez (1959), Ariel Barría Alvarado (1959), Héctor Collado (1960), David C. Robinson O. (1960), Erika Harris (1963) y Rogelio Guerra Ávila (1963).

La narrativa del siglo XXI

Publicando por primera vez entre 1996 y 2011 surge la generación más reciente de narradores panameños, entre los que se debe mencionar a Carlos Fong (1967), Luigi Lescure (1968), Francisco J. Berguido (1969), Carlos Oriel Wynter Melo (1971), José Luis Rodríguez Pittí (1971), Melanie Taylor (1972), Roberto Pérez-Franco (1976), Gloria Melania Rodríguez (1981) y Annabel Miguelena (1984). Esta generación se caracteriza por el cultivo de la ficción breve, de lenguaje poético y plena de imaginación, pero de temática humana, en la que el individuo se destaca por encima de un entorno caótico, generalmente urbano.

Referencias

  1. Miró, Rodrigo (1999). Autoridad del Canal de Panamá, ed. Itinerario de la Poesía en Panamá Tomo I. Panamá. 
  2. a b Martínez Ortega, Aristides (1992). Las generaciones de Poetas panameños. Panamá. 
  3. Serrano de Haro, Antonio (1984). Universidad de Panamá: Editorial Universitaria, ed. Llanto de Panamá a la muerte de don Enrique Enríquez. p. 241. 
  4. Miró, Rodrigo (1999). Autoridad del Canal de Panamá, ed. Itinerario de la Poesía en Panamá Tomo I. Panamá. «Con los románticos arraiga definitivamente la poesía en nuestro suelo, y con ellos adquiere significado nacional. Sin aludir a la cuestión política, su obra conjunta contiene los antecedentes de casi toda la lírica posterior: la musa patriótica reconoce sus cultores en Miró, Rubini, Colunje, y Amelia Denis, y hay notas de afroindigenismo y nativismo en Martín Feuillet y Escobar.» 
  5. Martínez Ortega, Aristides (1992). Las generaciones de Poetas panameños. Panamá. «La poesía de Isaza muestra en el tratamiento de sus temas y en su estilo, novedades propias de la generación posterior a la de Sinán, poesía que se caracteriza por un acento trascendente, liberado de preocupaciones formales para expresar más plenamente los problemas del ser.» 

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