Vulgata de Alejandro Magno
La Vulgata de Alejandro Magno (del latín vulgata, ‘vulgar’ en el sentido ‘común’) es la expresión que califica desde el siglo XIX a una tradición histórica que presenta una visión apologética del reinado de Alejandro Magno.[1] Esta tradición que mezcla hechos tangibles y leyendas, procede de Clitarco, contemporáneo de la conquista de Asia, cuya Historia de Alejandro es la fuente común de los historiógrafos antiguos: Diodoro Sículo, Pompeyo Trogo y Quinto Curcio Rufo. Se distingue, pero sin representar una discrepancia absoluta, de la procedente de Arriano y Plutarco, que se inspiraron en las Memorias de Aristóbulo y Ptolomeo.
Fuentes de la Vulgata
[editar]La Vulgata de Alejandro procede directamente de la obra, actualmente perdida, de Clitarco de Alejandría.[2] Tras el reinado de Alejandro, Clitarco comienza a recoger numerosos testimonios en Grecia, donde reside hasta el 308 a. C. La larga estancia que pasa en Egipto, donde la popularidad de Alejandro es sabiamente mantenida por Ptolomeo, consolida definitivamente una representación panegírica de la conquista. Clitarco nutre su relato de una tradición oral y popular, y también de documentos oficiales e informes (más o menos objetivos) de los contemporáneos de la conquista. Consulta, en particular, para la última parte de su obra, los escritos de Onesicritos, Nearco y Aristóbulo. Esta tradición oral, que no se había devaluado, fue por ejemplo ignorada por Arriano en la Anábasis, cuya exposición se interesa más por los sucesos militares.
La Historia de Alejandro de Clitarco inspiró (directa o indirectamente mediante un posible, pero poco probable, abreviador) a Diodoro Sículo, Pompeyo Trogo y Quinto Curcio Rufo, que continuaron por su cuenta algunas de las fábulas y anécdotas que forjan aún hoy día una parte del mito de Alejandro.[3] De esta forma, Diodoro Sículo hace de Alejandro a lo largo del libro XVII el representante del soberano ideal, pero es necesario observar que Diodoro se basa en sus propios criterios morales y que la figura de Alejandro es muy popular en tiempos de la República romana. Pompeyo Trogo representa también a Alejandro como un héroe, aunque poco a poco pervertido por la conquista y la fascinación por el Este.[4] En cuanto a Quinto Curcio Rufo, se basa en Clitarco en numerosos de sus pasages elogiosos hacia Alejandro.
La Vulgata se separa, sin por ello contradecirla en los hechos esenciales, de la tradición histórica originada por Arriano y Plutarco,[5] que toman sus fuentes de las Memorias de Aristóbulo y Ptolomeo, juzgadas desde la Antigüedad como más fiables que la obra de Clitarco. Los historiadores modernos intentaron probar sin embargo que estas dos tradiciones se acercan. Se discuten en efecto numerosos cruces entre las fuentes de la Vulgata y las de Arriano; debe destacarse también la falta de imparcialidad de los relatos de Aristóbulo y Ptolomeo, a quienes no puede darse una confianza total. Al final, no sería necesario considerar las divergencias entre las dos tradiciones como la prueba sistemática de una conspiración de Clitarco.
Mitos de la Vulgata
[editar]La tradición panegírica nacida de Clitarco inspira aún hoy una parte del mito de Alejandro a través de los relatos de Diodoro Sículo, Pompeyo Trogo (resumido por Marco Juniano Justino) y Quinto Curcio Rufo, o de los algunos raros fragmentos de la Historia de Alejandro. Algunas de estas leyendas, la mayor parte del tiempo definidas como tales por Arriano y Plutarco, son:
- Presentar a Alejandro como émulo de Dioniso y heredero de Heracles;
- Sisigambis, la madre de Darío III, confunde a Hefestión con Alejandro, que contesta: «Él también es Alejandro»;[6]
- Alejandro declara a un hetairos que «a Crátero, ciertamente, le gustaba su rey, pero a Hefestión le gustaba Alejandro»;[7]
- Clitarco adopta una versión mitológica de la visita al oráculo de Amón en Siwa, en detrimento de los peregrinajes a Delfos y a Gordio que olvida ostensiblemente;
- Alejandro se entrevistó con la reina de las Amazonas en las campañas contra los escitas;[8]
- Según Clitarco, Ptolomeo habría salvado la vida a Alejandro en el asalto de una fortaleza en el Panyab. Ptolomeo establece la verdad en sus Memorias admitiendo que se encontraba a otra parte en operación;[9]
- Clitarco se hace eco de un rumor propagado por Olimpia que acusa a los hijos de Antípatro, Yolas y Casandro, de envenenar a Alejandro;[10]
- Alejandro, a su muerte, confía el anillo real a Pérdicas.[11]
Notas
[editar]- ↑ Este concepto del Vulgata está basado en el trabajo pionero del historiador C. Raun en De Clitarcho Diodori, Curtii, Justini auctore (1868), ampliado después por Ed. Schwartz, «Curtius», RE, 4–5 (1901–1903) y F. Jaboby, «Kleitarch», RE, 11, (1931).
- ↑ No se conservan más que algunos raros fragmentos compilados por Felix Jacoby, Fragmente der griechischen Historiker, 137 (1923–1930) y más recientemente por Auberger (2001).
- ↑ Diodoro Sículo, Biblioteca histórica xvii; Marco Juniano Justino, Resumen de las historias filípicas de Pompeyo Trogo; Quinto Curcio Rufo, Historia de Alejandro.
- ↑ Marco Juniano Justino, Resumen de las historias filípicas: en efecto, Pompeyo Trogo condena, según su propia ética, el gusto de Alejandro por el fasto oriental (xi.10.2; xii.3.8–12), su pretensión de hacerse adorar como un dios (xi.11.6; xii.7.1) y su homosexualidad (xii.12.11).
- ↑ Arriano, Anábasis; Plutarco, Vidas paralelas: Alejandro.
- ↑ Diodoro Sículo xvii.37.6, 114.2; Plutarco 21.1–3; Quinto Curcio Rufo iii.12.15–17.
- ↑ Diodoro Sículo xvii.114.2
- ↑ Diodoro Sículo xvii.77.1–3; Quinto Curcio Rufo vi.5.24–34; Marco Juniano Justino xii.3.
- ↑ Para Quinto Curcio Rufo (ix.5.21), que a veces sabe manejar la crítica, esta pretendida presencia de Ptolomeo es un ejemplo de la credulidad de Clitarco.
- ↑ Diodoro Sículo xvii.118.1–2; Quinto Curcio Rufo x.10.14–18; Marco Juniano Justino xii.13. Los autores de la Vulgata comunican este rumor sin garantías de veracidad.
- ↑ Diodoro Sículo xvii.117.3; Quinto Curcio Rufo x.6.16 ; y también Cornelio Nepote, Eumenes 2.2.
Bibliografía
[editar]- Auberger, Janick (2001). Les historiens d'Alexandre. París: Les Belles Lettres. ISBN 9782251742007.
- Bosworth, Brian (1976). «Arrian and the Alexander Vulgate». Alexandre le Grand: Image et réalité. Entretiens sur l'Antiquité classique XXII. Ginebra: Fondation Hardt. pp. 1-46. OCLC 638230059.
- Goukowsky, Paul (1976). Bibliothèque historique, Livre XVI. Les Belles Lettres. pp. 9-31; notas complementarias, pp. 165-277, passim. OCLC 3761886.
- Hammond, Nicholas G. L. (1985). Three Historians of Alexander the Great: the so-called Vulgate Authors, Diodorus, Justin and Curtius. Cambridge University Press. ISBN 9780521254519.
- Mossé, Claude. Alexandre, la destinée d'un mythe. 2001: Payot. ISBN 9782228894760.
- Pearson, Lionel (1960). The Lost Histories of Alexander the Great. Philological monographs 20. Nueva York: American Philological Association. pp. 212-242. OCLC 470420415.
- Thérasse, J. (1968). «Vulgate d'Alexandre». L'Antiquité classique (37): 551 y 85-88.