Usuario:RoyFocker/Fatti del 31

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En historiografía católica se llaman i fatti del 31 («los hechos del 31») a las desavenencias que el régimen de Mussolini tuvo con la Santa Sede a raíz de la supresión de la Azione Cattolica.

El intento progresivo de control de la educación y de las organizaciones juveniles por parte del fascismo llevó al choque del gobierno del Duce con la Iglesia católica. El problema llegó al clímax cuando en enero de 1931 la Azione Cattolica fue disuelta por decreto. A esta acción siguió un período de discusiones del Papa Pío XI (por medio de un intermediario) y Mussolini. Finalmente se llegó a un acuerdo no sin pasar por momentos de tensión en los que el Papa amenazó al Duce con hacer una condena formal del fascismo.

Antecedentes[editar]

La fundación y carrera del Partido Popular Italiano fueron la expresión de la nueva actitud que la jerarquía católica tenía en relación con la política italiana. Se daba una aplicación más bien laxa de la indicación conocida como «Non expedit». Sin embargo, la presencia de este partido, de clara inspiración católica y la actividad continua de la Azione Cattolica llevaron a diferencias e incomprensiones entre estas dos organizaciones.[1]Pío XI promovía, ya desde su puesto como arzobispo de Milán, a la Azione Cattolica como una plataforma para la preparación y el lanzamiento de líderes católicos que pudieran influir en la política y en la sociedad para imbuirlas de espíritu cristiano. Esto implicaba que debían apostar también en la educación, otro tema que el Papa consideraba fundamental. Pío XI afrontó los temas de ética y la participación de los católicos en el mundo social y político en diversas intervenciones entre los años 1922 y 1925. En esos años promovió también una reforma de la Azione Cattolica de manera que esta pudiera cumplir las metas que le había prefijado en continua dependencia de la autoridad eclesiástica: el principal cambio fue la introducción de una dirección nacional de la institución. En el año 1925 se permitió a los miembros de la Azione Cattolica que dieran sus nombres a agrupaciones fascistas.

Sin embargo, el gobierno de Mussolini buscaba no solo terminar la batalla que había elevado contra el Partido Popular Italiano (logrando su disolución) sino también neutralizar a quienes fueran sus dirigentes y tomar el control de todas las organizaciones juveniles y por ende de la educación. Así, por decreto de 1928 se disolvieron las asociaciones juveniles, especialmente los «scouts» que debían ser asumidas por sus homólogas fascistas. Los obispos italianos prefirieron la disolución total a que los miembros de los grupos de scouts o de los oratorios terminaran en organizaciones gubernamentales.

En 1929 continuaba la preocupación del gobierno en relación con las actividades de la Azione Cattolica que no solo promovía todo tipo de actividades con jóvenes y chicas sino que además había organizado secciones de adultos por profesiones, lo que era visto como una interferencia política que competía con los sindicatos. Así en el Concordato firmado en los llamados «Pactos Lateranenses», el número 43 subraya la naturaleza netamente religiosa de la Azione Cattolica y su no adscripción a ningún partido político.[2]​ Los dirigentes de la Azione Cattolica interpretaron tal «independencia» como no participación en partidos políticos pero que podían actuar a título personal en ámbito político.

A los «pactos lateranenses» del 29 siguieron meses de interpretaciones: Mussolini lo llevaba al ámbito político afirmando que cuanto Cavour no había logrado lo había hecho el fascismo. El Papa, según él mismo afirmaba, buscaba asegurar el campo de acción propio de la Iglesia en Italia y el incremento de la vida religiosa así como la necesaria independencia de la Santa Sede para desarrollar su labor con los demás países. Pío XI subrayaba, ante el intento de Mussolini de mantener a la Iglesia en los solos aspectos cultuales, el derecho de la Iglesia a participar en la educación de la juventud. Así, el centro de la disputa se trasladó, en el año 1931 hacia el tema de la Azione Cattolica, con fuertes intervenciones por parte de la prensa fascista primero (críticas y acusaciones de todo tipo) y luego la acción violenta de grupos filogubernamentales. Giovanni Giuriati, presidente de la Cámara, dio un discurso crítico contra la Azione Cattolica. El Papa respondió con una carta dirigida al Card. Schuster de Milán (23 de abril de 1931) donde subrayaba la competencia en materia de educación de la Iglesia católica y reconocía el carácter totalitario del régimen de Mussolini.

Disolución y crisis[editar]

La disolución formal de la Azione Cattolica vino el 31 de mayo de 1931: las sedes fueron confiscadas con todos sus archivos. La respuesta del Papa fue la encíclica Non abbiamo bisogno que dedicó a hacer una apología de la actividad de la Azione Cattolica a partir de una lista de las críticas que el gobierno o los medios de prensa filofascistas habían elevado. El motivo de fondo, indica el Papa, de toda esa campaña contra la Azione Cattolica es alejar a la juventud de la Iglesia. Y es un derecho inviolable, añade, que las personas puedan procurarse la mejor formación y el mayor bien espiritual que consideren oportuno, y esto a través de lo que la Iglesia ofrece en materia de educación y formación de la juventud. Un partido o un régimen que además está al servicio de una ideología que promueve la «estado-latría» pagana está en contradicción con los derechos naturales de la familia y los «sobrenaturales» de la Iglesia al intentar monopolizar la educación de los jóvenes. Resume la condena:

Una concepción que hace pertenecer al Estado las generaciones juveniles enteramente y sin excepción, desde la edad primera hasta la edad adulta, es inconciliable para un católico con la verdadera doctrina católica; y no es menos inconciliable con el derecho natural de la familia; para un católico es inconciliable con la doctrina católica el pretender que la Iglesia, el Papa, deban limitarse a las prácticas exteriores de la religión (la Misa y los Sacramentos) y todo lo restante de la educación pertenezca al Estado

El grado de tensión llegó al extremo. Entonces el Papa decidió enviar al embajador ante Italia, De Vecchi para llegar a un acuerdo con Mussolini e indicando a este que estaba en juego una posible condena formal del fascismo por medio de otra intervención papal.[3]​ Tras varios días de intercambio de pareceres, el 2 de septiembre de 1931 se llegó a un acuerdo que implicaba:

  • La dirección solo diocesana de la Azione Cattolica (ya no habrá dirección nacional).
  • No se podrá elegir a dirigentes que sean hostiles al régimen.
  • No participación política ni uso de signos externos (banderas propias, insignias, etc.) por parte de la Azione Cattolica.

El 30 de septiembre la oficina de prensa del Partito nazionale fascista emitió un comunicado por el que se retiraba la incompatibilidad de la pertenencia a la Azione Cattolica y al Partido fascista. Los bienes confiscados fueron devueltos no a la Azione Cattolica en cuanto tal ni públicamente (para evitar que pareciera una derrota del régimen) sino en secreto y a los obispos de las localidades respectivas.

Notas[editar]

  1. «Il rapporto tra Azione Cattolica e Partito popolare si trasformò in un braccio di ferro, in una specie di duello per affermare la propria preminenza»,VECCHIO, I cattolici milanesi, pág. 326.
  2. El día anterior de la «Marcha sobre Roma», es decir, el 2 de octubre de 1922 el Cardenal Gasparri escribe sobre la naturaleza de la Azione Cattolica a todos los obispos de Italia: «Se trata de una forma específica de apostolado que implica una participación de los laicos en la misión propia de la Iglesia, cuya función era ejecutiva en el orden práctico aunque ordenada no a fines materiales y terrenos, sino espirituales y celestes, y por tanto, totalmente dependiente de la autoridad eclesiástica».
  3. Los detalles de la «embajada» de De Vecchi y de la redacción del acuerdo final se encuentran en A. MARTINI, «Gli accordi per l'Azione Cattolica del 2 settembre 1931» en Civiltà Cattolica 111-1 (1960), pp. 574-591.

Bibliografía[editar]

  • UGO BELLOCCHI (ed), Tutte le encicliche e i principali documenti pontifici emanati dal 1740, vol. IX (Pio XI), Libreria editrice vaticana, Ciudad del Vaticano 2002, ISBN 88-209-7266-2
  • EUCARDIO MOMIGLIANO - GABRIELE CASOLARI (ed), Tutte le encicliche dei sommi pontifici, Dal oglio editore, Milán 1959
  • DOMENICO BERTETTO, Discorsi di Pio XI, vol. II, Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano 1985, ISBN 88-209-1511-1
  • FRANCESCO TRANIELLO, «L'Italia cattolica nell'era fascista» en: GABRIELE DE ROSA, Storia dell'Italia Religiosa, vol III: Edad contemporánea. Editori Laterza, Bari 1995, ISBN 88-420-4774-0, pp. 256-299
  • GREGORIO PENCO, Storia della Chiesa in Italia nell'età contemporanea 1919-1945, Jaca Book, Milán 1986, ISBN 88-16-30135-X
  • A. MARTINI, «Il conflitto per l'Azione Cattolica nel 1931» en Civiltà Cattolica 111-1 (1960) 449-458
  • A. MARTINI, «Gli accordi per l'Azione Cattolica del 2 settembre 1931» en Civiltà Cattolica 111-1 (1960), pp. 574-591
  • A.C. JEMOLO, Chiesa e Stato in Italia negli ultimi cento anni, Einaudi Editore, Turín 19523