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El Cerro de San Cristóbal[editar]

El Cerro de San Cristóbal es un batolito que se encuentra situado en Logrosán, en el extremo suroriental de la provincia de Cáceres (39°20'14"N 5°29'32"W), en la puerta del conjunto de montañas denominado "Las Villuercas" pertenecientes a la cordillera Montes de Toledo.

Se trata de una imponente elevación alargada, de orientación Este-Oeste, con dos cotas máximas de 679 y 684 m. separadas por un falso llano. Sobresale en el paisaje alomado y adehesado dominante desde el sur-suroeste de la Sierra de las Villuercas hasta el valle del Guadiana. En días claros, desde su cima se divisan amplias panorámicas del entorno en todas direcciones, salvo hacia el Norte y Nordeste, donde la vista choca contra las sierras de Guadalupe, Poyales y Pimpollar, en las que despuntan picos con alturas superiores a las de San Cristóbal. Se origina por magmas que ocasionaron grandes fracturas a medida que iban ascendiendo lentamente entre las rocas preexistentes en el Neoproterozoico (hace más de 600 millones de años). Es un relieve residual no eliminado por la erosión, de un paisaje modelado durante el Mesozoico (el periodo de los dinosaurios) por estar conformado por un gran stock granítico. El llamado Cerro o Sierra de San Cristóbal tiene poco más de 2 km² y mide 2,6 km por 1 km, con su cúpula granítica constituye un monte aislado de 684 m. de altitud máxima (unos 200 sobre la altitud media de los alrededores), que se encuentra al suroeste del casco urbano y también se le conoce como el batolito de Logrosán. Está formado por una gran variedad de rocas graníticas geológicamente clasificadas entre las rocas plutónicas, es decir, aquellas rocas magmáticas que petrificaron en el interior de la corteza terrestre por el lento enfriamiento del magma fundido y que sometido a grandes presiones, iba perdiendo temperatura y así sus minerales integrantes (fundamentalmente silicatos) adquirieron el estado sólido cristalino.

Historia[editar]

El Cerro de San Cristóbal hoy en día nos muestra restos de un poblado (del que se desconocen sus características por falta de excavaciones suficientes) en el punto más alto de la zona noreste del cerro, el que mira hacia la actual ermita del Consuelo. Su emplazamiento es coincidente en parecido con las características de otras poblaciones de la época, situando las viviendas en las partes altas de los cerros, dotados de más fácil visibilidad del campo circundante y de mayores ventajas defensivas. En nuestro caso, además, el poblado está muy cerca de un manantial de agua potable que fluye de la roca granítica y que llaman la "Fuente del Moro". En este emplazamiento existe la presencia en gran abundancia del mineral que revolucionará la humanidad en aquel tiempo: el estaño.

Este poblado se especializa en la explotación minera.  Es muy posible que la actividad minera más primitiva fuera dedicada a la obtención del oro y que después surgiera la obtención del estaño.

La Edad del Bronce en Logrosán surge al iniciarse la explotación del estaño (casiterita), entre el 2000 y 1500 a.C, sin poder determinarlo con mayor exactitud por la falta de excavaciones suficientes a fecha de hoy.

Situamos este poblado en la plena Edad de Bronce, por los importantes hallazgos catalogados por Sos Baynat (Sos Baynat, 1977) que incluían escorias y moldes de fundición, objetos de bronce, flechas y el "tesorillo de oro" (Piezas de oro macizo, sin labrar, algunas con huellas de haber sido cortadas con buril), todos localizados en el Cerro de San Cristóbal.

El poblado continuaba en este cerro, hacia el 1000 a.C., por otros objetos hallados allí y también catalogados por Vicente Sos, como una hoja de flecha con base tubular y una hoja de bronce pedunculado.

Edad del Hierro (800 al 218 a.C)[editar]

Existía una buena situación económica y ello está respaldado por la aparición del “Tesorillo de oro” y el collar de ámbar. También los idolillos en pizarra, en bronces y los grabados incisos en piedra, nos hace pensar en la existencia de una población que unía a su riqueza natural y a su cultura, preocupaciones complejas de tipo religioso de ámbito colectivo y también poder, clases sociales y lujo.

El hallazgo del collar de ámbar nos indica que los moradores del cerro pudieron estar relacionados con pueblos y con culturas lejanas. Se sabe que las civilizaciones orientales, egipcios, cretenses, fenicios, asirios, etcétera, necesitaban de plata, de cobre, de plomo, de estaño, etcétera, para la preparación de sus metalurgias y buscaron adquirir estos productos muy lejos de sus fronteras.

En nuestro caso, Tartessos aparece como un enlace clave para ese intercambio de nuestro estaño y cultura. Ellos crean las rutas comerciales a este poblado para ser enviado ya por otros medios desde allí hacia el Mediterráneo. El periodo de mayor interacción y auge se produce durante 4 siglos, hasta el 600 a.C., que coincide con la hecatombe de Turuñuelo. El Turuñuelo es el mayor centro político-religioso que conocemos de esa época en la cercanía del Cerro de San Cristóbal.

En este tiempo se produce la llegada al Cerro de San Cristóbal de los vettones, un pueblo de ascendencia celta, procedente del norte de la península ibérica, de características guerreras y dedicados a la ganadería, de los que también conocemos sus conocimientos metalúrgicos y mineros.

Se establecieron en el alto del Cerro de San Cristóbal, en la zona nororiental (la que asoma al Barrio de la Virgen), en la cercanía del mayor manantial de agua de la zona, fortaleciendo con murallas el asentamiento anterior y dándole rasgos de mayor poder defensivo.

AS partir de ese tiempo se empieza a tener más referencias históricas (cerámicas, piedras grabadas, estelas, ruinas, objetos, etc.) que nos permiten empezar a describir los hechos, los lugares y los personajes con mucha mayor precisión y cercanía a la realidad.

De este tiempo son muchos de los objetos más antiguos que fueron encontrados, en la mayoría de los casos, de forma casual.

Con la llegada de nuestros antepasados vettones se producen un cambio profundo en práctica de nuevas tecnologías agrícolas (proceso de deforestación, conversión de zonas de bosque en pastos y campos para el cultivo) y esto provocó que el asentamiento se hiciese más grande y pensado para una ocupación más prolongada (sedentarización), además de un crecimiento demográfico y una mayor jerarquización social.

El cambio de las prácticas agrícolas, el aumento de la producción ganadera y mineral, repercutió en las redes de intercambio consiguiendo mayor acúmulo de riqueza y con ello la aparición de posibles invasores-ladrones hace que se empiecen a construir murallas y torres defensivas, este poblado fortificado se denomina hoy como el Castro del Cerro de San Cristóbal.

La riqueza mineral[editar]

La riqueza mineral del Cerro de San Cristóbal es enorme. Destaca la casiterita (compuesta por un 80% de estaño), tanto por la belleza de este mineral cristalizado, como por su valor económico. La casiterita se presenta en filones en dirección N35 (35 grados norte). La parte central es de cuarzo y con casiterita en los bordes. La materia que une la roca improductiva y los filones suele ser de poco espesor y está constituida por turmalina, mica y tanto moscovita blanca como moscovita dorada. Este mineral puede ir acompañado de wolframita, aunque ésta es muy escasa en el cerro. Asímismo, se ha identificado en este tipo de filones un hidróxido de estaño denominado natanita y también se ha detectado la presencia de bismuto nativo, bismutina, pirrotina y galena, matildita y molibdenita. También hay presencia de oxihidróxidos de hierro, calcosina, covellina y varlamorfita.

El estaño fue la base de la primera gran revolución tecnológica del hombre, este metal que es relativamente abundante fue uno de los primeros en ser fundido poniendo una roca en el fuego.

Los metalúrgicos de hace más de 5.000 años descubrieron que la mezcla de estaño y cobre hacía un metal mucho más duro y durable que mantenían el filo cortante de las herramientas. Habían descubierto la primera aleación del mundo. Le añadieron pequeñas cantidades de cobre, antimonio, bismuto o plomo y obtuvieron el peltre, que por su belleza y precio es una alternativa más barata al oro y la plata (las estatuillas de los “Oscar” de Hollywood son de peltre).

El Cerro de San Cristóbal contiene en su interior mineralizaciones de estaño asociadas a filones de cuarzo de hasta 0,70 m de anchura. Dichos filones largos y estrechos, más o menos próximos entre sí, separados por espacios completamente estériles, se agrupan en cuatro conjuntos de 20 a 50 m de anchura y entre 100 y 500 m de longitud. La mayor parte están concentrados en la mitad occidental del cerro, la misma donde se localiza la mayor densidad de restos de la prehistoria recientes (incluida de Tartessos) si bien se reconocen también filones de menor entidad en la zona oriental del cerro, la que asoma al Barrio de la Virgen.

Minería[editar]

En el Cerro de San Cristóbal se han encontrado restos arqueológicos de la Edad del Bronce[1]​ que indican que la explotación de estaño en esa época debió de ser muy activa. Sin embargo, es notable la ausencia de documentación acerca de la minería del estaño en Logrosán, lo que contrasta con la amplia bibliografía referente a sus yacimientos de fosforita, que durante el s. XIX fueron considerados los más importantes de Europa.

La presencia de estaño en el Cerro de San Cristóbal se redescubrió de manera fortuita por unos buscadores de oro en 1949. Rápidamente, alentados por las altas cotizaciones del metal en el mercado, se establecieron pequeñas explotaciones artesanales, llevadas a cabo por hombres y mujeres de la comarca, que trabajaban por kilos extraídos (kileo). Desde el año 1950 hasta 1962, las labores mineras incluían la minería subterránea mediante la extracción del mineral en galerías que siguen la dirección principal de los filones (N35) y el bateo de mineral en los arroyos del Cerro de San Cristóbal[2]​. En 1950 se produjeron 65 toneladas de estaño. El cese de las actividades mineras controladas se realizó en 1962 y posteriormente se saquearon por completo las instalaciones metalúrgicas.

Hoy en día los restos visibles de la minería del estaño en el Cerro de San Cristóbal son principalmente las trincheras excavadas para la extracción mineral. Estas hendiduras tienen unas dimensiones aproximadas de 1 metro de anchura, hasta 2 metros de altura y pueden alcanzar hasta el centenar de metros de longitud. La anchura de las zanjas (1 metro aprox.) es bastante más grande que los filones (10 cm. aprox.), por lo que es posible que las zanjas se excavasen en las zonas donde existía un conjunto de filones próximos entre sí. En torno a estas zanjas existen numerosos bloques de roca movilizados, principalmente de cuarzo y de la parte del material que separa la roca estéril del filón, con turmalina y moscovita.

Éstas estaban dirigidas por José Fernández López[3]​, industrial gallego de gran éxito empresarial durante los 40 años que se instaló en Mérida (desde 1935) para hacerse cargo del Matadero Provincial. Este empresario se hizo cargo de la concesión minera y puso al frente de la misma a Vicente Sos Baynat[4]​.

Los vestigios de las instalaciones mineras actualmente son escasos. Las estructuras metálicas (molinos, mesas vibratorias, mesas de secado, etc.) fueron desmontadas y vendidas. Las instalaciones que aún se conservan en el Cerro de San Cristóbal son un lavadero mineral y los cobertizos de la mina Santa María. En los cobertizos de la mina Santa María se acumulaba el mineral de estaño extraído y separado para su almacenamiento y venta. Asimismo, también es posible observar las escombreras de la mina Santa María y algunos pozos mineros. Gran parte de los minerales accesibles sin trabajos de maquinaria extractiva fue recolectada para su venta por los habitantes del pueblo y de sus alrededores, posteriormente al cierre de las minas.

Actualidad[editar]

Actualmente es propiedad del Ayuntamiento de Logrosán.

Se han desarrollado algunas campañas de estudio de los asentamientos prehistóricos con la intención de poner en valor el pasado del Cerro de San Cristóbal y su patrimonio arqueo-minero sobre todo bajo el paraguas del proyecto LOGROTIN[5]​ con Mark A. Hunt Ortiz[6]​ como director del equipo de trabajo.

  1. Vázquez Varela, J. M.; Cano Pan, J. A. (30 de diciembre de 1988). «Una nueva perspectiva de la Edad del Bronce». Trabajos de Prehistoria 45 (0): 281-287. ISSN 1988-3218. doi:10.3989/tp.1988.v45.i0.616. Consultado el 21 de junio de 2021. 
  2. 1960-, Rodríguez Díaz, Alonso, (2001). El Cerro de San Cristobal, Logrosan, Extremadura, Spain : the archaeometallurgical excavation of a late bronze age tin-mining and metalworking site, first excavation season 1998. Archaeopress. ISBN 1-84171-220-5. OCLC 803207909. Consultado el 21 de junio de 2021. 
  3. «José Fernández López, industrial y mecenas en Logrosán». 
  4. Sos Paradinas, Alejandro (2014). Biografía del profesor Dr. Don Vicente Sos Baynat. doi:10.6035/biblio.aulas.maior.2013.6. Consultado el 21 de junio de 2021. 
  5. «Logrotin - La explotación tartésica del estaño en San Cristobal de Logrosán». www.logrotin.com. Consultado el 21 de junio de 2021. 
  6. «Mark Hunt Ortiz - Grupo de investigación ATLAS». Consultado el 21 de junio de 2021.