Usuario:Freddy eduardo/Taller5

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La literatura LGBT en Nicaragua, al igual que en la mayor parte de América Central, ha contado con una producción escasa en comparación con otros países del continente.[1]​ No obstante, referencias a la homosexualidad han estado presentes desde obras de la época colonial.[2]​ Durante el siglo XX, existió una tendencia en las obras nicaragüenses con personajes LGBT de disponer finales trágicos para los mismos, muchas veces a través del suicidio.[3][4]

Antecedentes[editar]

Representación de El Güegüense.

El Güegüense, obra anónima considerada precursora del teatro nacional y declarada patrimonio cultural por la Unesco, presenta a dos personajes pícaros, el Güegüense y su hijo Don Forsico, que aluden a experiencias sexuales que han tenido tanto con mujeres como con hombres. Aunque la picardía de los personajes ha sido explorada con amplitud por la crítica, su carácter bisexual fue tradicionalmente ignorado por no acoplarse a la visión conservadora sobre la identidad nacional existente en el país a lo largo de su historia.[2][5]​ Debido a sus referencias homoeróticas y al énfasis dada a ellas en una puesta en escena en 1978 en el Teatro Nacional Rubén Darío, las autoridades de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional suspendieron las funciones de la pieza al año siguiente y afirmaron que el gobierno no podía «promover la homosexualidad».[6]

Aunque no han surgido pruebas definitivas al respecto,[7]​ una conocida figura de las letras nicaragüenses de quien corrían rumores sobre su orientación sexual fue el poeta Rubén Darío, quien según estas conjeturas habría tenido un romance con el autor mexicano Amado Nervo.[8]​ Esta teoría sobre la sexualidad de Darío fue defendida en una obra ensayística publicada en 2002 por el crítico argentino Blas Matamoro, hecho que provocó el rechazo de la Academia Nicaragüense de la Lengua y llevó a que su secretario, Jorge Eduardo Arellano, afirmara durante un panel de forma peyorativa que en Nicaragua nunca había nacido «ningún intelectual homosexual».[9][10]

Siglo XX[editar]

En el siglo XX aparece la figura del poeta Enrique Fernández Morales (1918-1982), quien durante su vida escribió varias obras poéticas de corte homoerótico. De su juventud es por ejemplo el «Soneto para morir», considerado por el escritor Ernesto Cardenal como el mejor soneto nicaragüense y en el que Fernández habla sobre la penetración anal.[11][12]​ La temática también está presente en una colección de poemas que Fernández escribió sobre ángeles y que, aunque algunos autores interpretaron solo desde la perspectiva religiosa, académicos como Antonio Velasquez Villatoro han señalado como claramente inspirados por los deseos homoeróticos del propio poeta, por ejemplo en los versos: «Lo acomodé en mis brazos, dentro del hueco / siempre tibio y abierto, que conserva / la medida precisa de sus miembros».[11]​ Otra obra reconocida de Fernández es su monólogo poético Judas (1970), una reescritura de la historia de Jesús de Nazareth en que Judas está enamorado de él y lo traiciona a causa del despecho ante su indiferencia. La obra finaliza con el suicidio del protagonista, de este modo enmarcándose en la tendencia de obras LGBT con finales trágicos.[3]

En 1969, Lizandro Chávez Alfaro publicó la novela Trágame tierra,[13]​ que aunque no dio una mirada positiva de la diversidad sexual, presentó un reflejo de la homofobia existente en la época, además de una mirada más compleja de la orientación sexual y la identidad de género. En la novela, el personaje de Marcelo Barrantes se encuentra decepcionado del menor de sus ocho hijos, César, de quien sospecha que es homosexual. César entabla una amistad con Víctor, una travesti del pueblo conocida como Viqui a quien Marcelo empieza a despreciar por su cercanía con su hijo. Posteriormente, la novela revela los sentimientos de César por Viqui, su forma de ver la orientación sexual y su visión de ella como una mujer, en los siguientes términos:[14]

Ante su jurado personal e invisible replica que quizá a pesar suyo era maricón. Puede ser que las distintas mujeres que Víctor le sirviera en su cama –aunque inmediatamente cambiara las sábanas con apresurados mohínes de reprobación– lo hayan poseído y no él a ellas. Y se pregunta: ¿quien diablos sabe si lo posesivo es lo femenino, y que en ese caso yo haya sido más hombre, o menos mujer que ellas? ¿Por qué soportaba y quería, si quería sin resentimiento a aquel que no era afeminado sino mujer, una buena mujer con mucho esqueleto y poca carne, la que por pudor usaba pantalones y por vanidad prefería sandalias y se pulía las uñas?

El desenlace de la historia de César es otro ejemplo de un final trágico para un personaje LGBT, pues muere acuchillado tras intentar defender el honor de una mujer llamada Amanda. El carácter reprobatorio también se ve en la respuesta de su familia, quienes parecen sentir más alivio que tristeza, como deja ver su hermano al acercarse al ataúd «por la necesidad de comprobar que nunca más aquel oprobio podría levantarse y ser su hermano».[15]

Referencias[editar]

  1. Velásquez, 2015, p. 51.
  2. a b Mora Fernández, Gabriel (1 de enero de 2023). «El Güegüense: identidad y crítica». Letras (73): 63-90. ISSN 2215-4094. doi:10.15359/rl.2-73.3. Archivado desde el original el 4 de octubre de 2023. Consultado el 4 de octubre de 2023. 
  3. a b Blandón, 2015, pp. 2, 11-13.
  4. Velásquez, 2015, p. 63.
  5. Singer, Deborah. «El Güegüense: patrimonio cultural de Nicaragua». Herencias 21: 30. Archivado desde el original el 10 de septiembre de 2014. 
  6. Blandón, 2015, p. 17.
  7. «Prosas profanas». Página/12. 5 de febrero de 2016. Archivado desde el original el 15 de julio de 2023. Consultado el 5 de octubre de 2023. 
  8. «10 cosas que no sabías de Rubén Darío». La Prensa. 15 de enero de 2017. Archivado desde el original el 5 de octubre de 2023. Consultado el 5 de octubre de 2023. 
  9. Velásquez, 2015, pp. 54-55.
  10. «Supuesta homosexualidad de Rubén Darío irritó a Academia Nicaragüense». La Hora. 8 de julio de 2022. Archivado desde el original el 5 de octubre de 2023. Consultado el 5 de octubre de 2023. 
  11. a b Velásquez, 2015, pp. 54, 64.
  12. Blandón, 2015, pp. 3-4.
  13. «Lizandro Chávez Alfaro y el más célebre de sus libros: "Trágame tierra"». La Prensa. 23 de octubre de 2019. Archivado desde el original el 5 de octubre de 2023. Consultado el 5 de octubre de 2023. 
  14. Velásquez, 2015, pp. 57-59.
  15. Velásquez, 2015, pp. 59-63.

Bibliografía[editar]