México Posrevolucionario

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La Plaza de la Constitución el 2 de enero de 1937.
Historia de México
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México revolucionario (1910-c. 1917-21)
México posrevolucionario (ut supra-1940)
México contemporáneo (desde 1940)

El México posrevolucionario hace referencia al periodo comprendido entre 1917 y 1940 en la historia del país.[1]

1917-1921[editar]

Después de terminados los enfrentamientos armados de la Revolución mexicana, se emprendió el proceso de formación del «estado mexicano moderno», que buscó legitimarse en el conflicto armado y en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917.[1]​ En ese periodo se desarrollaron diversos conflictos y luchas por el poder, especialmente entre los grupos surgidos del conflicto: zapatistas, carrancistas y villistas, que se disputaban la hegemonía política.[2]

1921-1928[editar]

Entre 1917 y 1928 la reconstrucción nacional fue la prioridad,[3]​ inicialmente encabezada por Venustiano Carranza y, luego de su asesinato, por Álvaro Obregón.[2]​ A partir de esto se cimentó la soberanía del grupo de sonorenses, integrado por Obregón, Adolfo de la Huerta y Plutarco Elías Calles. De acuerdo con Soler Durán (2013), a este último se remontan las raíces del presidencialismo mexicano y su gobierno se caracterizó por buscar «unir los intereses de la burguesía y de los latifundistas, así como por una campaña anticlerical» que desató enfrentamientos entre el gobierno y la iglesia, y degeneró en la Guerra Cristera.[4]​ En este periodo también se establecieron las bases doctrinarias de una ideología nacionalista caracterizada por una postura hostil hacia todo aquello considerado no nacional.[5]

Según Garrido (1985), la Constitución estableció y reestableció «"instituciones" sociales», pero dejó el «reparto de la tierra, las nacionalizaciones, las relaciones del gobierno con el clero y la política económica» en manos de los gobernantes, que también buscaban «someter a las masas populares a la política gubernamental».[1]​ En este sentido, a partir de la carta magna y sus reformas se estableció la Secretaría de Educación Pública, el Banco de México, la Comisión Nacional de Caminos y la Secretaría de Asistencia Pública, entre otras instituciones.[6]

REFORMA AGRARIA

A partir del malestar social originado en los últimos años del Porfiriato, cuando la tierra estaba distribuida entre grandes terratenientes y las áreas de mayor potencial para la agricultura no se habían puesto en cultivo. Estas zonas requerían inversiones considerables y una planificación a nivel regional, aspectos que el gobierno no llevó a cabo, debido al régimen de propiedad de la tierra existente que dejaba estas iniciativas en manos del sector privado según las ideas liberales a preponderantes a finales del siglo XIX. La naciente clase media emprendedora se encontró con obstáculos en sus intentos comerciales agrícolas y reclamó un cambio a las estructuras de las haciendas y posesión de tierras aptas para el cultivo. La Revolución, hacia 1914, adquirió un carácter social generalizado y estaba liderada en parte por campesinos que demandaban principalmente reivindicaciones de carácter agrario. En 1915, con la ley de 6 de enero de ese año, expedida en Veracruz en plena lucha armada, surgen en la jurisprudencia mexicana lo conceptos fundamentales que habrían de servir de bases al mecanismo de la reforma. La indicada ley se incorporó posteriormente a la Constitución de 1917.[1]

En ese contexto, se delinearon las características fundamentales de las nuevas formas de propiedad de la tierra que servirían como base para la reforma agraria. En resumen, estas características incluyen el derecho de la Nación Mexicana para imponer modalidades a la propiedad privada de la tierra de acuerdo con el interés público, así como regular el aprovechamiento de los recursos naturales con el fin de lograr una distribución equitativa de la riqueza pública y velar por su conservación. También se estableció la limitación al derecho de propiedad, la prohibición de los latifundios y el reconocimiento del derecho de los campesinos a la propiedad de la tierra. Se introdujo la facultad del Estado para expropiar tierras con una indemnización fijada de acuerdo con el valor declarado y aceptado como base para el pago de impuestos prediales. Sin embargo, la aplicación intensa de esta medida legal ha llevado a que la reforma agraria mexicana sea etiquetada como confiscatoria, ya que, a diferencia de otros países donde la indemnización suele ser previa, en México se realiza después de la expropiación. Como resultado, se ha establecido un sistema dual de propiedad de tierras, donde las dos ramas, los ejidos y las propiedades no ejidales de superficie limitada, han reemplazado a la mayoría de los antiguos latifundios.[2]

Desde principios de la década de 1920, y de manera más enfática durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, los ejidos transitorios se convirtieron en un modelo nacional exclusivo para la distribución de la tierra en el campo. En cambio, la idea de la pequeña propiedad en tan prometedor proyecto revolucionario de rehabilitación nacional desapareció casi por completo. [3]

Con el presidente Lázaro Cárdenas, se delineó una visión política y social para el campo que destacaba la necesidad de dividir los extensos latifundios en manos de pocas familias y redistribuir la tierra mediante los esquemas de ejidos y pequeñas propiedades. Con el fin de llevar a cabo esta iniciativa, se establecieron el Departamento Agrario, la Comisión Nacional Agraria y una Comisión Agraria Mixta en cada entidad federativa (CAM). En colaboración con las organizaciones campesinas, se impulsaron reformas legales para permitir que los peones y jornaleros sin tierra adquirieran tierras y derechos de agua. Sin embargo, este proceso se vio desbordado por la cantidad de campesinos libres que buscaban organizarse y por el gran número de solicitudes. A pesar de estos desafíos, el Plan sostenía la importancia de respetar la pequeña propiedad.  El crecimiento del sector ejidal no solo implicó una redistribución de tierras en ejidos, sino también la reubicación de poblaciones y la creación de nuevos asentamientos, extendiéndose hacia regiones económicamente más viables. Por ejemplo, entre 1930 y 1940, el reparto agrario en Martínez de la Torre atrajo mano de obra migrante de Guerrero y Oaxaca debido a la puesta en marcha del ingenio Independencia. A pesar de los intentos de financiamiento social, estos no fueron exitosos entre los ejidatarios con tierras escasas y pobres, ya que a menudo caían en cartera vencida. Por el contrario, el financiamiento bancario agrícola benefició principalmente a pequeños productores y sociedades anónimas regionales, que pudieron saldar sus deudas y obtener capital financiero para inversiones futuras[4].

A partir de 1940, los gobiernos posteriores al cardenista tomaron un rumbo diferente en la política agraria. Aunque Lázaro Cárdenas distribuyó más de veinte millones de hectáreas en ejidos beneficiando a más de ochocientas mil familias, los gobiernos siguientes en los cuarenta años siguientes redujeron considerablemente el reparto ejidal y priorizaron la consolidación de la pequeña y gran propiedad. Durante el gobierno de Manuel Ávila Camacho, se implementó el programa "Marcha hacia el mar" para repartir tierras en la costa veracruzana y el sureste mexicano, frenando así el reparto agrario. Después de 1940, muchos campesinos se vieron obligados a migrar a la ciudad o convertirse en jornaleros, ya que el promedio distribuido apenas alcanzó para repartir hasta la segunda generación, pulverizando las parcelas ejidales. La reforma agraria tuvo un impacto limitado en la desarticulación de la grande y mediana propiedad, ya que varios grandes latifundios quedaron protegidos por el decreto de inafectabilidad agraria promulgado por Lázaro Cárdenas y ratificado en 1947 por el gobierno de Miguel Alemán. Esto permitió que las mejores tierras y regiones agrícolas quedaran protegidas por esta ley, dejando en desventaja a las unidades ejidales para impulsar una economía con orientación mercantil. En resumen, la reforma agraria no logró desmantelar de manera significativa la propiedad territorial grande y mediana.[5]

El panorama internacional

En 1937 la Segunda Guerra Mundial estalló, pero no por la inflexibilidad de las potencias aliadas, sino ante la agresividad de sus oponentes. Francia e Inglaterra tenían una política anticomunista por lo cual le cedieron los frentes a Alemania; en el caso de Estados Unidos, este no enfrentó a Japón directamente pues todavía tenía el pensamiento de que el país nipón tenía esa misión divina para convertirse en el líder de Asia.[1]En 1938 Hitler absorbió Austria y por la omisión de un acuerdo con Gran Bretaña, también Checoslovaquia en 1939.[2]

Este panorama preocupó mucho a los soviéticos porque los alemanes se convirtieron en el poder dominante de Europa.[3] Stalin decidió cambiar su política ante la indecisión de Francia para unírsele y detener a Alemania, entonces “si no puedes con el enemigo, únetele… o en este caso, alíate”, es así que a costa de Polonia se llegó a un acuerdo. Fue una estrategia bien pensada porque en vez de dirigir sus energías en la Unión Soviética lo apuntó al más débil: el sistema de alianzas formales que estaban formando las potencias occidentales en la Europa central. Para 1940 se derrotó a Francia, Dinamarca, Noruega, Holanda y Bélgica, este panorama cambió drásticamente el escenario internacional y México, no era un lugar seguro.

Esto porque se declaró en contra de los nazis fascistas europeos y militaristas japoneses, es decir contra los que tenían el poder.

Cárdenas tenía muy en claro que este choque inhibiría a Estados Unidos y Gran Bretaña de detener a México en su decisión sobre la expropiación. Para Cárdenas no era raro el avance alemán pues mencionaba que, en vez de unirse a un frente unido con los soviéticos, al ceder ante las demandas solo aumentaban las tendencias agresivas de las dos naciones.

La opinión sobre la guerra era dividida. El presidente era simpatizante de los enemigos del Eje, pero una buena parte no, al contrario; sin embargo, cuando se llegó al pacto germano-soviético la CTM, el Partido Comunista Mexicano y otros, adoptaron una posición de indiferencia al catalogarlo como un conflicto Inter imperialista y, por tanto, ajeno al país. La propaganda alemana en México tuvo un éxito inicial innegable, pero en 1940 tras la caída de Francia, México volvió a ser antinazi y antifascista por lo que, para dar una advertencia, clausuró la revista semanal Timón de Vasconcelos. Ya al acabar su periodo empezó a tomar medidas para que el servicio militar sea obligatorio y crear un consejo de defensa para las fronteras en caso de una invasión.

Las fuerzas profundas “el aspecto económico”

Anteriormente se intentó nacionalizar el petróleo por la vía de crear una empresa -Petromex-

; sin embargo, Cárdenas optó por una que se alineaba a su naturaleza: movilizar a los trabajadores contra las empresas.5 Estos estaban organizados por sindicatos en función de su actividad por empresas y regiones. En agosto de 1935 se llevó a cabo el Primer Gran Congreso de las Organizaciones de Trabajadores Petroleros del cual surgió el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana -STPRM-, en 1936 todos los sindicatos se incorporaron al proyecto de contrato colectivo, a excepción de la Mexican Gulf, y así los 18000 afiliados se unieron a la CTM.

Las empresas no habían puesto objeción ante la situación, pero cuando la STPRM les presento un documento en donde pretendían que destinaran 65 millones de pesos anuales para salarios y prestaciones se negaron, en cambio les ofrecían 14 millones. Los trabajadores no aceptaron[4] y se fueron a huelga en 1937. Pero Cárdenas intervino, lo que provocó que los trabajadores regresaran a cambio de un arbitraje de la autoridad, se consideró un conflicto de orden económico en donde las autoridades podían decidir si las empresas eran capaces de satisfacer las demandas de sus empleados y hasta qué punto. Al mismo tiempo, se trabajaba en un proyecto de Ley Petrolera en donde se ofrecía una nueva forma de relaciones cuyo objetivo consistía en asociar al capital extranjero con el Estado en la creación de empresas mixtas. El caso de El Águila, en donde ellos explotarían 3000 hectáreas de zonas federales a cambio del 35% de la producción de ciertos pozos.

Para diciembre de 1937 el Grupo Número Siete de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje -JFCA- dio a conocer el resultado del estudio sobre el conflicto de orden económico en donde las empresas podían aumentar el dinero hasta 26 millones de pesos. El STPRM aceptó esto, pero las empresas no, lo que los llevó a poner un amparo. Para 1938 la disputa ya era entre las autoridades mexicanas por medio de las autoridades laborales y las empresas, en ese contexto el fallo se dio a favor de la STPRM, obviamente lo rechazo las empresas.

Panorama internacional

El ministro británico temía que, ante la meta de México de lograr el control de la industria petrolera para poder disponer de los recursos generados, ni Gran Bretaña u Holanda pudieran impedirla a menos que sea por presión económica, pero como Estados Unidos era uno de los gruesos comerciales les afectaría más a ellos que a los mexicanos.[5] A los norteamericanos solo les interesaba consolidar un sistema de seguridad continental basado en la política de Buena Vecindad.

Aspecto económico

Ante su postura inamovible el 18 de marzo de 1938 a las 10 p. m. se anunció por radio en todo México y el mundo la expropiación petrolera. El tomar los bienes de las 16 empresas fue una medida para efectuar un cambio en la estructura económica del país y en la naturaleza del mismo con el mundo externo en función del interés cardenista. Esta decisión tomó por sorpresa a los directivos de las empresas pues confiaban que se daría un acuerdo en el último minuto.

Los petroleros no peleaban por la compensación valuada entre 500 y 600 millones de sus propiedades sino en la devolución de las mismas, pues consideraban este acto expropiatorio inaceptable porque sentaría precedente a que “si México se saliera con la suya, los otros líderes nacionalistas podrían concebir la idea de controlar directamente la producción y comercialización del petróleo”.

Para impedir esto recurrieron a algunos medios: presión económica mediante el cierre de mercados extranjeros junto con un boicot en la venta de materiales (buscó apoyo con un petrolero independiente William Davis y la Eastern States Corporation que refinaron el petróleo y se lo entregaron a alemanes, italianos, japoneses, etc. El pago fue mediante bienes para establecimientos petroleros; el tetraetilo de plomo le fue negado a México por lo que rápidamente montó su planta y Estados Unidos vio que no le convenía y así volvieron a vender para evitar un resquebrajamiento de su monopolio) y equipo a Pemex; demanda a sus gobiernos en contra de México; campaña mundial de propaganda; posibilidad de constituir una empresa mixta siempre que los encargados sean los socios extranjeros y México sospechó uno más, alentar a fuerzas anti cardenistas para derrocar al gobierno.

Los británicos hicieron una serie de notas diplomáticas en donde cuestionaban las capacidades de México para compensar a las empresas, y México les calló el hocico al entregarles un cheque con los 371000 pesos que se le debía, no sin antes recordarle que hay países más desarrollados que el nuestro, pero no pueden estar orgullosos de pagar puntual -haciendo alusión a la deuda de Gran Bretaña a Estados Unidos- y con esto rompió relaciones.

En el caso de Estados Unidos se concluyó con la aceptación de un avaluó y luego un pago a plazos en efectivo y otra en petróleo con una de las empresas, Sinclair, que representaba el 40% de las norteamericanas expropiadas. Unos días después firmó con la City Services posicionando así la idea de que se podía llegar a un acuerdo aceptable sin necesidad de recurrir al arbitraje internacional. Muy a su pesar el principal grupo norteamericano Standard Oil también aceptaría en condiciones similares y a causa de la alianza México-Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Con los angloholandeses también sería algo parecido, pero hasta acabar la guerra.

La economía mexicana resintió los efectos de la expropiación: el valor de las exportaciones bajó, el peso se devaluó, aumentó el gasto y bajó a recaudación. Sin embargo, el PIB y el producto per cápita aumentaron en términos reales, de ahí que el ciudadano promedio no se vio afectado en su nivel de vida. También al haber aceptado a los refugiados españoles en la guerra civil española ayudó innegablemente en la contribución de capital económico y humano al proceso de desarrollo de México.


MÉXICO EN LA GUERRA FRÍA, 1945-1964

La diferencia en los elementos de poder entre los actores del sistema internacional acaba por determinar los resultados de su interacción, pero no siempre.

Existen ejemplos de coyunturas donde el actor objetivamente más débil puede acumular recursos y su actuar es de manera fuerte, pero con la agenda complicada y eso implica que su poder quedar disperso. El caso entre México y Estados Unidos

¿Qué es el carácter relativo de la soberanía?

Hay una gran disparidad entre México y Estados Unidos sobre sistema de gobierno, económico y fuerza militar, la posición de México frente al vecino siempre es defensivo y se convierte en un medio central de su política exterior y eso influyó de manera directa en su proceso político interno.[6]

México presenta resistencia a veces claras, otras regulares y por último nulas; con resultados negativos y otros exitosos. La Guerra Fría en México dejó algunas marcas en sus efectos locales en el conflicto global, la base del autoritarismo priista fue la herencia nacionalista revolucionario, mostraba una independencia hacia los intereses norteamericanos y la ausencia de una democracia no marcada.

Durante el fin de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se posicionó como la gran superpotencia y México sólo tuvo que aceptar las reglas de un acuerdo no escrito pero que ambas capitales sabían. [7] 1945, fue un año bueno para México, quedó del lado de los vencedores de la guerra, su economía iba en crecimiento y su relación con Norteamérica era mejor que en el pasado.

Estados Unidos y la URSS estaban condicionadas a un choque directo debido al armamento nuclear que podría traer la destrucción de las potencias o hasta del mismo planeta. La Guerra Fría trajo consigo enfrentamientos internacionales indirectos en Asia, África, América Latina e incluso en zonas de Europa.[8]

En la década de los 40’s, México y Latinoamérica intentan crear un nuevo sistema internacional con el objetivo de institucionalizar la relación política con Norteamérica con base a la cooperación económica entre la América desarrollada y subdesarrollada que abriera el camino hacia la industrialización. Y es que Estados Unidos quitó los ojos con los que vio a Hispanoamérica en todo el siglo XIX para a mediados del siglo XX enfocar su mirada en Europa.

Desde la perspectiva norteamericana, había que aprovechar la existencia de una gran disputa en el interior del gobierno mexicano sobre el modelo económico a seguir y apoyar a la facción librecambista.

La repercusión de la Guerra Fría en México fue en la sucesión presidencial mexicana entre 1946-1952, desde Washington reprobaban que alguien de izquierda tome la fuerza necesaria para alentar el comunismo en México; una nación democrática, pero carecía de las instituciones qué legitimaba el mismo

Los diplomáticos estaban al pendiente de las elecciones internas entre Miguel Alemán y Ezequiel Padilla, aunque EUA se intentaba mantener al margen era inevitable negar que no querían a Alemán. Al final Padilla pierde las elecciones internas y se postula para el Partido Democrático Mexicano.

El embajador de Estados Unidos en México, y otros diplomáticos norteamericanos describían a Alemán de carácter débil y temían del retorno al movimiento cardenista.

La llegada de Alemán su proyecto económico fue acelerar la industrialización, empezó la lucha contra el ala cardenista y la izquierda; el PRM pasó a ser el PRI, y atacó al Partido Comunista Mexicano, tuvo la primera visita del primer presidente norteamericano Harry Truman a Ciudad de México en el que anunciaría su Doctrina Truman que resume ¡Libre o Comunista![9]

La Guerra Fría quedó instalada de manera permanente en el Caribe, es decir, en la frontera marítima oriental de México. El gaviero mexicano se vio obligado a involucrarse más que en 1954 en una problemática internacional que hasta entonces había rehuido con éxito.

En 1961 Cuba y Estados Unidos romperían relaciones diplomáticas y se inició un choque abierto entre los dos países que hasta el presente sigue sin resolverse. La consecuencia inmediata fue el intento norteamericano de repetir lo logrado en Guatemala -apoyar una invasión de contrarrevolucionarios cubanos para derrocar al régimen-, pero finalmente falló y dejó al nuevo régimen cubano más fuerte que antes.


¿Dónde se sitúa el poder político mexicano?

El PRI carecía del compromiso ideológico, su objetivo es mantener el poder y los privilegios

El presidente era el centro del poder donde el ejecutivo podría actuar sin contrapesos, la presidencia era la llave que permitía el enriquecimiento sin límite.

Desde la perspectiva de la embajada norteamericana, la estructura política mexicana de la época ya enfrentaba varios retos o problemas que, si no se atendían, podrían derivar en problemas para la política anticomunista de Estados Unidos. Entre ellos destacaban: el malestar y las movilizaciones de sectores campesinos y obreros que demandan un mejor trato; una agricultura sin dinamismo y atrasada; una estructura impositiva disfuncional; y, sobre todo, una gran corrupción pública que bajo la administración de Miguel Alemán (1946-1952) había superado los niveles del pasado. Mal manejados, estos problemas podían favorecer a la izquierda.


La Dictadura Perfecta concepto de Vargas Llosa


"México es la dictadura perfecta”, una frase que desarrolla en el debate; El siglo XX: la experiencia de la libertad, "México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México", dijo Vargas.

Es aquí donde podemos hacer una reflexión de los sistemas políticos en América Latina, este análisis que hemos tenido a lo largo del semestre, podemos comprender que en la historia contemporánea de las naciones independientes se ha presentado en las sociedades un pasado violento y doloroso, con entradas de dictaduras militares, o porque son países con presencia de movimientos armados que provocaron una mortalidad muy alta.

Cuando volvemos a retomar la frase icónica de Vargas Llosa, el mencionaba una referencia al Partido Revolucionario Institucional (PRI), este partido político mexicano llevaba 60 años en el poder, aunque no pareciera una dictadura a cargo de un individuo, estuvo sostenida por un grupo de dominación hegemónica que no soltaba el poder por más de siete décadas.

Ahora es importante situarnos en la política mexicana a cargo del PRI, porque gran parte de la historia del partido es la historia de la democracia en México, esta historia marcada por una política militar oculta, los medios de comunicación controlados por el estado, una democracia nula y la violencia que estaba presente en diferentes ámbitos sociales.

Durante más de treinta siglos años, las cárceles clandestinas fueron el escenario de torturas y asesinatos en ese escenario trasladaba a la gente que había sido aprehendida en cualquier tipo de movimiento en contra del gobierno, el campo militar N.º 1 fue el centro militar más grande del país, en dicha zona pasaron cientos de estudiantes, campesinos, ferrocarrileros, maestros, entre otros. Una de las situaciones más decepcionantes ocurre en el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz en el cual se presenta la masacre a un grupo de estudiantes el 2 de octubre de 1968 y así podemos estar hablando de una serie de acontecimientos en abusos del estado contra la sociedad civil.


[1] Así justificaba la acción imperialista de Japón.

[2] El ministro Neville Chamberlain convenció a los checos de ceder los Sudetes a Alemania.

[3] Es interesante ver este cambio de poder porque en las clases pasadas veíamos como España, Francia e Inglaterra siempre se mantenían como los líderes europeos

[4] Debido al principio cardenista de que los sueldos no necesitan corresponder necesariamente a las condiciones de oferta y demanda en el mercado de trabajo, sino a la capacidad de cada empresa de satisfacerlos.

[5] El ministro pensaba que solo EE. UU. podía detener a México.


[6] La influencia que ejercen las grandes potencias sobre los procesos internos sobre otras naciones.

[7] México optó por no confrontar a Estados Unidos para sostener la legitimidad.

[8] La estrategia de Estados Unidos es tener el control de Latinoamérica por el tema de un posible ataque desde un punto estratégico-geográfico


[9] Alemán buscaba a los medios de comunicación para mantener informada a la embajada Norteamérica sus intenciones y dejaba en claro que luchaba en contra de la izquierda.


[1] Fernández, 1957, pp. 144-149.

[2] Durant, 1975, p. 241.

[3] Ginzberg, 2019, p.553.

[4] Rodríguez, 2010, p. 193.

[5] Rodríguez, 2010, p. 194.

Maximato[editar]

La influencia de Calles degeneró en un periodo conocido como Maximato, luego del asesinato de Obregón, en el que se creó una nueva institución: el Partido Nacional Revolucionario, el partido del Estado, que se acompañó del «proceso de pérdida de independencia de las cámaras legislativas federales». No obstante, se produjo una ruptura con Lázaro Cárdenas del Río, en cuya presidencia se buscó impulsar el reparto de tierras y la política nacionalista, que permitió la nacionalización del petróleo.[1]

Véase también[editar]

Referencias[editar]

  1. a b c d Garrido, Luis Javier (1985). «La revolución, la posrevolución y la contrarrevolución». Historias. Revista de la Dirección de Estudios Históricos (Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia) (8-9): 151-158. Consultado el 13 de marzo de 2021. 
  2. a b Martínez Montesinos, Delia Rocío. «la formación del Partido Nacional Revolucionario, factor determinante para la conformación de las organizaciones modernas en México». congreso.investiga.fca.unam.mx/. Universidad Nacional Autónoma de México. Consultado el 13 de marzo de 2021. 
  3. Casas, Elsa Aguilar; Álvarez, Pablo Serrano (2012). Posrevolución y estabilidad: cronología (1917-1967). Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México. p. 5. ISBN 978-607-7916-60-4. Consultado el 13 de marzo de 2021. 
  4. Soler Durán, Alcira (2013). «Caudillos, conflictos y partidos en el México posrevolucionarios». Inventio, la génesis de la cultura universitaria en Morelos 9 (17): 17-22. Consultado el 13 de marzo de 2021. 
  5. Rebolledo Kloques, Octavio Bernardo (2017). «México: posrevolución, nacionalismo y política inmigratoria». Diálogos Revista Electrónica de Historia 18 (2): 84-103. Consultado el 13 de marzo de 2021. 
  6. Uhthoff López, Luz María (2019). «La construcción del estado posrevolucionario en México. Una aproximación desde la administración pública». Diálogos Revista Electrónica de Historia 20 (2): 115-147. doi:10.15517/dre.v20i2.36772. 


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