Glosas Emilianenses

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Página 72 del Códice Emilianense 60. Se aprecia la glosa al margen.

Las Glosas Emilianenses son pequeñas anotaciones manuscritas, realizadas en varias lenguas (latín, romance y euskera medieval), entre líneas o en los márgenes de algunos pasajes del códice latino Aemilianensis 60 a finales del siglo X o con más probabilidad a principios del siglo XI. La intención del monje copista era probablemente la de aclarar el significado de algunos pasajes del texto latino. La importancia filológica de estas glosas, que no fue advertida hasta el siglo XX, se debe a que contenían el que durante un largo periodo se consideró como primer testimonio escrito del que se tenía noticia de un dialecto romance hispánico, es decir, la lengua que ya hablaba por entonces el pueblo llano. Las Glosas Emilianenses, en total más de mil de las cuales unas cien están en romance, contienen además dos de ellas escritas en lengua vasca que constituyen también uno de los primeros testimonios escritos conocidos, no epigráficos, en dicha lengua.

Su nombre se debe a que fueron compuestas en el Monasterio de San Millán de la Cogolla (Millán o Emiliano procede del latín Aemilianus), perteneciente a la región de La Rioja y por aquel entonces parte del Reino de Navarra. Su valor se descubrió en 1911, cuando Manuel Gómez Moreno, que estudiaba la arquitectura mozárabe del Monasterio de Suso, transcribió todas las glosas, alrededor de mil, y se las envió a Ramón Menéndez Pidal. Este hecho le mereció el sobrenombre de «cuna del castellano» para San Millán de la Cogolla (y para La Rioja por extensión). Si bien se conocen documentos anteriores con algunas referencias romances, como los Cartularios de Valpuesta,[1][2]​ o la Nodicia de Kesos.

La imagen lateral muestra la página 72 del Códice Emilianense 60 (que se encuentra hoy día en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia). En ella puede apreciarse el texto de una homilía en latín a la que el monje copista hizo sus propias anotaciones (glosas) en castellano entre líneas y al margen del texto.

Las Glosas

Detalle de la Glosa de la página 72, la más extensa del códice.

La frase más larga de todo el códice se encuentra en la página 72. Se trata de doce renglones en los que se lee lo siguiente:

(Escucharlo en pronunciación restituida)

Cono aiutorio de nuestro
dueno dueno Christo, dueno
salbatore, qual dueno
get ena honore et qual
duenno tienet ela
mandatione cono
patre cono spiritu sancto
enos sieculos delo siecu
los. Facanos Deus Omnipotes
tal serbitio fere ke
denante ela sua face
gaudioso segamus. Amen.
Con la ayuda de nuestro
Señor Don Cristo Don
Salvador, Señor
que está en el honor y
Señor que tiene el
mandato con el
Padre con el Espíritu Santo
en los siglos de los siglos.
Háganos Dios omnipotente
hacer tal servicio que
delante de su faz
gozosos seamos. Amén.

Dámaso Alonso denominó a esta oración «el primer vagido de la lengua española».[3]

La lengua de las Glosas

Monasterio de San Millán de Suso

Las glosas del códice Aemilianensis 60, en total más de mil, están escritas en tres lenguas: en latín, en romance y en euskera. Más de cien de esas anotaciones están escritas en romance y dos en vascuence. Las escritas en latín lo son en un latín coloquial, más comprensible que la lengua que glosan, y en muchos casos sólo es latín aparentemente, pues disfraza con escritura latina lo que se pronunciaba ya como romance.[4]

Ciertos rasgos éuscaros podrían delatar, a juicio de los especialistas, la condición bilingüe (vasco-románica) del glosador. Sobre las dudas que suelen surgir acerca del romance específico empleado en las Glosas, no hay ninguna certeza de que sean otra cosa que un protorromance riojano, o navarroaragonés o castellano-riojano según el filólogo César Hernández. Es decir, un «embrión o ingrediente básico del complejo dialectal que conformará el castellano», en palabras del investigador riojano Claudio García Turza. Junto a características específicamente riojanas, se encuentran rasgos presentes en las diversas variedades dialectales hispanas: navarro, aragonés, leonés y mozárabe. Los rasgos navarro-aragoneses se perciben en el uso de muito, feito, honore, (femenino y no masculino), plicare, lueco, cono, ena, etc.

Todo ello indujo a pensar a Menéndez Pidal (1950), Lapesa (1981), Alarcos (1982) y Alvar (1976, 1989) que, en realidad, se trata de una koiné lingüístico en el que se mezclan diversos rasgos pertenecientes al castellano[5]​ lo cual no resulta extraño si se tiene en cuenta que la zona de San Millán era una encrucijada de lenguas, los repobladores cristianos procedían de lugares diversos y esto producía un constante intercambio lingüístico.

Como germanismos hay dos glosas, la 20 y la 21, en las que se aclara:

desolabuntur - nafragarsan
dextruuntur - nafragatos

Estas glosas cuentan con una estructura gramatical, a diferencia de los Cartularios de Valpuesta, donde algunas palabras en romance castellano se entremezclan en textos en latín.

Tabla comparativa

Veamos, pues, una comparación de voces usadas en las glosas con las correspondientes actuales en lenguas aragonesa y castellana, junto con la forma latina:

En las glosas Aragonés Castellano Latín
de los (delo) de los, d’os de los < DE ILLOS
ela a, l’ la < ILLA
ena, enos en a, en os en la, en los < IN ILLAM, IN ILLOS
fere fer hacer[6] < FACERE
siéculo sieglo (sieglo >) siglo < SAECULU
yet ye es < EST


Por tanto, si bien en sentido estricto no es adecuado considerar simplemente «el primer texto en castellano» a la lengua usada en las Glosas, no carece de fundamento en un sentido amplio pues, como afirmó Manuel Alvar, «estas palabras transcritas por el amanuense de San Millán sólo podrían ser consideradas lengua castellana o española en cuanto que revelan la existencia de unos rasgos lingüísticos que son comunes al dialecto que, con el transcurso de varios siglos, se convertirá en la lengua nacional».

También sería conveniente tener en cuenta estudios más recientes, como el del lingüista suizo Heinz Jürgen Wolf de 1997,[7]​ que clasificaría el romance de las glosas, no dentro del grupo Ibero-romance al que pertenece el castellano, sino dentro del grupo de lenguas o dialectos romances Pirenaico-Mozárabes, al que pertenece el aragonés.

La técnica del copista

Monasterio de San Millán de Yuso

El monje copista no se limitó a utilizar los glosarios latinos que solían tener los monasterios para resolver sus dudas léxicas, sino que documenta en los márgenes el habla popular de las tierras altorriojanas. He aquí un ejemplo de cómo trabajaba el copista:

«Et ecce repente (luenco) unus de principibus ejus ueniens adorabit eum. Cui dixit diabolus ¿unde uenis? Et respondit: fui jn alia prouincia et suscitabi (lebantai) bellum (pugna) et effusiones (bertiziones) sanguinum...»

Como puede apreciarse, el copista fue aclarando las palabras latinas que le parecían menos conocidas, ayudándose probablemente de un diccionario: repente lo paso a luenco («luego»); suscitabi lo aclaró con lebantai («levanté») bellum con el actual cultismo pugna, effusiones con «bertiziones», etc.

Los rasgos navarroaragoneses se aprecian en palabras como: lueco (luego), get («es», actual aragonés ye), plicare, feito, muito, etc.

Las Glosas en euskera

En euskera aparecen dos apuntes: las glosa 31 y 42; a saber:

jzioqui dugu
guec ajutuezdugu
hemos encendido,
nosotros no nos arrojamos

De la segunda frase existe también glosa en romance: nos non kaigamus («nosotros no nos arrojamos»).[8]

Las dos breves glosas en lengua vasca son el testimonio escrito no epigráfico más antiguo del euskera del que se tiene noticia.

La aparición de restos en euskera y la abundante toponimia de la región en dicha lengua es considerada como una muestra de que estas glosas debieron ser escritas en zona de contacto lingüístico vasco-románico.[9]

Referencias

  1. Ortíz, C. (2008). «Paleógrafos y filólogos no ven el origen castellano en las glosas de San Millán». Miranda de Ebro, España: El Correo. Consultado el 2008.  Parámetro desconocido |Edición= ignorado (se sugiere |edición=) (ayuda)
  2. «Fijan el origen del castellano en el cartulario burgalés de Valpuesta». Burgos, España: ABC. 2008. Consultado el 2008.  Parámetro desconocido |Edición= ignorado (se sugiere |edición=) (ayuda)
  3. Dámaso Alonso: El primer vagido de nuestra lengua
  4. El nacimiento del castellano, J. Javier Mangado Martínez.
  5. Rafael Cano, Historia de la lengua española (2.a ed.), Ariel, Barcelona, 2005, pág. 304.
  6. En castellano antiguo también aparece en las formas far, fer y fazer (facer).
  7. 1 H.J.Wolf Revista de Filología Románica, nº 14, vol.I 1997, pp. 597-604. Servicio de Publicaciones. Universidad Complutense, Madrid
  8. Ramón Menendéz Pidal, Orígenes del español (3ª ed.), Madrid, 1950, págs. 3-9. Pueden leerse esas glosas online en: [1]
  9. "Las glosas debieron ser escritas en zona de contacto vasco-románico"[2]

Véase también

Bibliografía

  • E. Gancedo Ibarrondo, La Rioja, cuna del castellano, Barcelona, Jaime Libros, 1988.
  • César Hernández, Estudio lingüístico y notas a la edición de las Glosas Emilianenses y Silenses, Burgos, Ayuntamiento de Burgos, 1993.
  • C. García Turza y M.A. Muro, Introducción a las Glosas Emilianenses, Logroño, Gobierno de la Rioja, 1992.
  • Rafael Lapesa, Historia de la lengua española, Madrid, Gredos, 1981.
  • R. Menéndez Pidal, Orígenes del español, Madrid, Espasa Calpe, 1976.
  • Alonso Zamora Vicente, Dialectología Española, Madrid, Gredos, 1967.
  • NIETO, Juan Ángel. Glosas Emilianenses. Cuna de la Lengua Castellana. Editorial Edilesa, 2007. ISBN 978-84-8012-585-7

Enlaces externos