Diferencia entre revisiones de «Idioma judeoespañol»

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Contenido eliminado Contenido añadido
Thijs!bot (discusión · contribs.)
m robot Añadido: zh:拉迪諾語
m robot Añadido: an:Chodigoespañol
Línea 104: Línea 104:
[[af:Ladino]]
[[af:Ladino]]
[[als:Ladino]]
[[als:Ladino]]
[[an:Chodigoespañol]]
[[ast:Xudeoespañol]]
[[ast:Xudeoespañol]]
[[br:Ladinoeg]]
[[br:Ladinoeg]]

Revisión del 16:56 21 dic 2006

Idioma judeoespañol
Hablantes 150.000
Familia
  • Idioma judeoespañol
Escritura alfabeto latino, Hebrew script based alphabet y alfabeto cirílico

El ladino o judeoespañol (en ladino, djudeo-espanyol גודיאו-איספאנייול) es la variedad de español hablado durante siglos por los sefardíes, judíos expulsados de España en 1492. La denominación "judeoespañol", aunque reciente, es la más utilizada por los hablantes de esta lengua.

Historia

Los judíos fueron expulsados de España a través del decreto del 2 de agosto de 1492, que establecía la obligación de abandonar el territorio español para todos los judíos que no se convirtiesen al cristianismo.

La mayoría optó por el exilio, fundando comunidades en varios lugares de Europa y el Mediterráneo, principalmente Holanda, Italia, Marruecos, Turquía, la isla de Rodas y otras zonas del Mediterráneo oriental y el Norte de África.

Los judíos expulsados fueron muy bien acogidos en el Imperio Otomano (en el que se integraban los Balcanes), razón por la cual se formaron las comunidades más numerosas en esa región, a la que se llegó a llamar "Sefarad 2".

Orígenes

La lengua hablada por los judíos españoles antes de la expulsión no difería sustancialmente del castellano hablado por la mayoría de la población, aunque tuviera en ocasiones rasgos específicos, particularmente el empleo ocasional de léxico hebreo.

Durante varias décadas después de la salida de la península, los judíos exiliados mantuvieron contacto con ella a través de un flujo y reflujo de conversos entre España y las comunidades sefardíes.

El vínculo, sin embargo, se corta completamente a partir de determinado momento y el castellano de los expulsados se individualiza paulatinamente como sistema lingüístico autónomo, a la vez que crecen las diferencias entre las variedades empleadas en las distintas colonias sefardíes, muy alejadas entre sí. De todas maneras, por haberse separado del castellano cuando éste estaba ya casi completamente formado, en época renacentista, el ladino nunca ha perdido la inteligibilidad con el español peninsular, aun cuando tiene un aire arcaico en léxico y pronunciación y multitud de préstamos de otras lenguas.

En sus lugares de exilio, los judíos mantuvieron la lengua española porque ésta era signo de su pertenencia a la comunidad judía, y en los lugares donde los sefardíes compartían espacio con los ashkenazíes, también como modo de diferenciarse de éstos. Durante siglos, se produjo una abundante literatura oral en ladino, así como una importante cantidad de literatura escrita. En la ciudad de Salónica, primero otomana y más tarde griega, el peso cuantitativo y cualitativo de la comunidad sefardí era tal que el ladino era la lengua franca utilizada para el comercio por todos los habitantes de la ciudad, fueran judíos, cristianos o musulmanes.

Siglo XIX

El siglo XIX marca un punto de inflexión en el desarrollo del ladino, con un proceso simultáneo de auge y declive. El universo sefardí se seculariza, aumentan las migraciones y la formación académica en otras lenguas, principalmente el francés, con lo que muchos relegan el ladino al ámbito familiar o lo abandonan.

El auge de los nacionalismos y la consiguiente formación de nuevos Estados nacionales presionó a los sefardíes para que abandonasen su lengua en favor de la oficial del Estado. Paradójicamente, los años que van desde 1880 hasta los años 30 del siglo XX son los de mayor uso del ladino, pues es el momento histórico en que los sefardíes alcanzan su plenitud demográfica. Este mayor uso se refleja también en la producción escrita: se desarrolla la prensa en ladino al tiempo que se traducen multitud de obras literarias europeas o se crean otras a su semejanza.

El judeoespañol del siglo XIX es llamado por algunos autores neojudeoespañol, frente al judeoespañol clásico o castizo, pues se llena de préstamos franceses, a menudo con la intención de sustituir términos castizos de origen turco, lo que le da un carácter más romance.

A finales del siglo XIX, se producen también los primeros reencuentros con el castellano peninsular, sobre todo en Marruecos, donde la lengua de los sefardíes adquiere muchos rasgos del castellano moderno. Algunas comunidades sefardíes intentaron que el Estado español asumiera una tarea de reespañolización de los antiguos exiliados, abriendo escuelas y centros de enseñanza superior que contrarrestaran la influencia del francés. También se intentó que los sefardíes pudieran recuperar la ciudadanía española, sobre todo para ampararlos de los desórdenes y luchas que se estaban dando en los Balcanes con la progresiva pérdida territorial del Imperio Otomano. Como resultado, el 20 de noviembre de 1924 se aprobó un Decreto de Ley elaborado por Miguel Primo de Rivera según el cual los judíos sefardíes tenían derecho a obtener la nacionalidad española. Gracias a esta ley cerca de 40.000 judíos salvaron la vida durante la persecución sufrida en la Segunga Guerra Mundial, alegando ser ciudadanos españoles. El caso más notable se produjo en la ciudad de Budapest (Hungría), donde el cónsul Giorgio Perlasca ofreció cartas de residencia española a miles de judíos.

Siglo XX

En el siglo XX el ladino conoce un rápido declive. Por un lado, el holocausto nazi aniquiló físicamente a comunidades enteras, como la muy numerosa de Salónica, las de los Balcanes y otras comunidades de Holanda y el Mediterráneo norte. La aniquilación sistemática de la población judía en los campos de concentración y exterminio es el acontecimiento histórico más duro que sufren las comunidades sefardíes desde la expulsión de 1492. Por otro lado, las migraciones causadas por la propia guerra y posteriormente por la creación del Estado de Israel propiciaron el desmembramiento y aculturación de las comunidades. En apenas cinco años la lengua sefardí perdió al 90 por ciento de sus hablantes.Lo que esto significa para una lengua es imaginable: el judeo-español dejó de tener un punto de localización reconocible y perdió a quienes mejor hubieran podido abrir nuevos caminos hacia la normalización de una lengua: los escritores y creadores literarios.

El mantenimiento del ladino como signo de identidad judía tenía poco sentido en Israel, donde una lengua considerada más propia de los judíos, el hebreo, había sido resucitada como lengua viva. A Israel se trasladaron la mayor parte de los sefardíes de Marruecos, emigrados masivamente en los años 50. Los sefardíes emigrados a países de habla hispana abandonaron rápidamente su lengua en favor del español, y las comunidades en lugares como Francia o Estados Unidos lo mantuvieron durante un tiempo, aunque relegándolo cada vez más al ámbito doméstico o de la comunicación entre amigos.

Idioma actual

El número de hablantes de judeoespañol ronda hoy los 150.000. La mayor parte de ellos, unos 100.000, en Israel, en su inmensa mayoría personas mayores nacidas fuera del país, cuyos hijos y nietos ya no hablan judeoespañol.

En Israel se mantiene una revista en judeoespañol, Aki Yerushalayim ("aquí Jerusalén") y una emisión semanal de radio en la emisora Kol Israel. Otros medios de comunicación en ladino han ido desapareciendo a medida que menguaba el número de hablantes.

Las comunidades sefardíes más numerosas fuera de Israel están en Turquía, donde hay unos 15.000 hablantes. El problema al que se enfrenta el ladino, aparte del escaso número de hablantes, es la dispersión de los mismos, es decir, el hecho de que existan pocos grupos de hablantes numéricamente importantes.

Desde finales del siglo XX ha habido tímidos intentos de recuperación del judeoespañol, sobre todo en Israel. Este judeoespañol académico es un estándar creado a partir de las hablas de sefardíes de distintos orígenes. Está muy influido por el castellano estándar, del que se ha tomado numeroso vocabulario para sustituir los préstamos turcos, franceses y eslavos.

Como el yídish, el judeoespañol tradicionalmente se ha escrito con caracteres hebreos.

Ortografía

Hoy, el ladino se escribe lo más comúnmente con el alfabeto latino, especialmente en Turquía. Sin embargo, todavía se escribe a veces con el alfabeto hebreo (especialmente en los caracteres de Rashi), una práctica que era muy común, posiblemente casi universal, hasta el siglo XIX. Aunque los alfabetos griegos y cirílicos se han empleado en el pasado, hoy día están en desuso.

Después de la acción de diezmar las comunidades Sefarditas a través de Europa (particularmente en los Países Bajos y los Balcanes) durante la segunda guerra mundial, la proporción más grande de ladinohablantes restantes eran turcos de origen judío. Consecuentemente, la variante turca del alfabeto latino se utiliza extensamente para las publicaciones en ladino. La Autoridad Israelí Nacional del Ladino promueve la utilización de otro alfabeto. Hay también los que, con Iacob M Hassán, alegan que el ladino debe adoptar la ortografía de la lengua española estándar.

Otros, como es el caso de Pablo Carvajal Valdés, sugieren que el ladino adopte la ortografía usada durante la época de la expulsión judía de 1492 de España. La ortografía de ese tiempo se ha estandardizado y ha cambiado eventualmente por una serie de reformas. Finalmente, fue cambiada por una reforma ortográfica en el siglo XVIII. El ladino ha conservado algo de la pronunciación que a la hora de las reformas había llegado a ser arcaica en el castellano estándar.

Adoptar la ortografía del siglo XV para el ladino traería nuevamente dentro de existencia la /s/ (originalmente /ts/) - c (antes de e y de i) y ç/z ((cedilla): tales como en caça, que era una letra de origen español; la /s/ - ss: por ejemplo en passo y la [ʃ] - x: como en dixo. La pronunciación original de la [ʒ] - g (antes de e o de i) y de la j: como en mujer o gente, sería restablecido y la /z/ (originalmente /dz/) - z: permanecería en las palabras del ladino como en fazer y dezir. El /z/ - s: como en casa, recuperaría su pronunciación bajo esta ortografía también.

Se diferenciarían la b y la v, como en el caso del reflejo intervocálico - B -: eg el debe español latino de DEBET post-1800, volverá a su viejo deletreo castellano deve. El uso de los bigramas ch, pH y th (hoy /k /, /f/ y /t/ en español estándar respectivamente), reformado formalmente en 1803, sería utilizado en palabras como en orthographía o theología. La Q latina ante palabras como en quando, quanto y qual también sería utilizado.

Algunos entienden que al usar la vieja ortografía castellana solamente se distanciarán características no-hispánicas del ladino y crearán problemas que los sistemas fonéticos actualmente solucionan. Sin embargo, la literatura española de la edad clásica y de oro ganaría un renovado interés, un mejor aprecio y entendimiento si su ortografía se utilizara nuevamente.

Ejemplo

El djudeo-espanyol o ladino es la lingua avlada por los sefardim, djudios ekspulsados de Espanya en 1492. Es una lingua derivada del espanyol i avlado por 150.000 personas en komunitas en Israel, Turkia, antika Yugoslavia, Gresia, Maruecos, entre otros.

Referencias

Enlaces externos

Esta lengua tiene su propia Wikipedia. Puedes visitarla y contribuir en Wikipedia en idioma judeoespañol.