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== Biografía ==
== Biografía ==
San Juan Crisóstomo o Juan de Antioquia (Antioquía, Siria; 347 – 14 de septiembre de 407) fue un religioso cristiano, patriarca de Constantinopla, es considerado por la Iglesia católica uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia del Oriente. En la iglesia ortodoxa Griega es uno de los más grandes teólogos y uno de los tres Pilares de la Iglesia, juntamente con Basilio y Gregorio.
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Revisión del 19:31 7 jun 2012

San Gregorio Magno

Doctor de la Iglesia


Papa de la Iglesia católica
590-12 de marzo de 604
Predecesor Pelagio II
Sucesor Sabiniano
Culto público
Festividad 12 de marzo Vetus Ordo
3 de septiembre Novus Ordo
Información personal
Nombre San Gregorio Magno
Nacimiento ca. 540
Roma
Fallecimiento 12 de marzo de 604
Roma
Padres Gordianus y Silvia de Roma
Obras notables Diálogos

San Gregorio Magno (ca. 540 en Roma12 de marzo de 604), Gregorio I o también San Gregorio fue el sexagésimo cuarto Papa de la Iglesia Católica. Es uno de los cuatro Padres de la Iglesia latina junto con San Jerónimo de Estridón, San Agustín de Hipona y San Ambrosio de Milán. Fue proclamado Doctor de la Iglesia el 20 de septiembre de 1295 por Bonifacio VIII. También fue el primer monje en alcanzar la dignidad pontificia, y probablemente la figura definitoria de la posición medieval del papado como poder separado del Imperio romano.

Biografía

San Juan Crisóstomo o Juan de Antioquia (Antioquía, Siria; 347 – 14 de septiembre de 407) fue un religioso cristiano, patriarca de Constantinopla, es considerado por la Iglesia católica uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia del Oriente. En la iglesia ortodoxa Griega es uno de los más grandes teólogos y uno de los tres Pilares de la Iglesia, juntamente con Basilio y Gregorio. Fue un excelso predicador que por sus discursos públicos y por su denuncia de los abusos de las autoridades imperiales y de la vida licenciosa del clero recibió el sobrenombre de «Crisóstomo» que proviene del griego chrysóstomos (χρυσόστομος) y significa ‘boca de oro’ (chrysós, ‘oro’, stomos, ‘boca’) name="Dutour 2003" />[1]

Tras la muerte de su padre,[2]​ en 575[3]​ transformó su residencia familiar en el Monte Celio en un [[monaster

Pontificado (590–604)

Goya, San Gregorio Magno.

Al acceder al papado en el año 590 se ve obligado a enfrentar las arduas responsabilidades que pesan sobre todo obispo del siglo VI, pues no pudiendo contar con ayuda efectiva bizantina los ingresos económicos que reportan las posesiones de la Iglesia hacen que el papa sea la única autoridad de la cual los ciudadanos de Roma pueden esperar algo. No está claro si para esta época existía aún el Senado romano, pero en todo caso no interviene en el gobierno, y la correspondencia de Gregorio nunca menciona a las grandes familias senatoriales, emigradas a Constantinopla, desaparecidas o venidas a menos.[2]

Solo él poseía los recursos necesarios para asegurar la provisión de alimentos de la ciudad y distribuir limosnas para socorrer a los pobres. Para esto emplea los vastos dominios administrados por la Iglesia, y también escribe al pretor de Sicilia solicitándole el envío de grano y de bienes eclesiásticos.[2]

Intenta infructuosamente que las autoridades imperiales de Rávena reparen los acueductos de Roma,[2]​ destruidos por el rey ostrogodo Vitiges en el año 537.[4]

En el año 592 la ciudad es atacada por el rey lombardo Agilulfo. En vano se espera la ayuda imperial; ni siquiera los soldados griegos de la guarnición reciben su paga. Es Gregorio quien debe negociar con los lombardos, logrando que levanten el asedio a cambio de un tributo anual de 500 libras de oro (probablemente entregadas por la Iglesia de Roma). Así, negocia una tregua y luego un acuerdo para delimitar la Tuscia Romana (la parte del ducado romano situada al norte del Tíber) y la Tuscia propiamente dicha (la futura Toscana), que a partir de ahora será lombarda. Este acuerdo es ratificado en 593 por el exarca de Rávena, representante del Imperio bizantino en Italia.[2]

En una oportunidad, en Roma, Gregorio puso su atención en un grupo de cautivos que estaba en el mercado público para ser vendidos como esclavos. Los cautivos eran altos, bellos de rostro y lo que le atrajo en particular a Gregorio, todos ellos eran rubios. Movido por la piedad y la curiosidad pregunta de dónde provienen. "Son Anglos" responde alguien. "Non Angli sed Angeli", ("No son Anglos sino Ángeles"), respondió Gregorio, tal vez, una interpretación no literal sería: "no son esclavos, son almas".

Este episodio motivó a Gregorio a enviar misioneros al norte y el trabajo estuvo a cargo del obispo Agustín de Canterbury.

Cuando Agustín llegó a Inglaterra escribió una carta a Gregorio, preguntándole que debía hacer con los santuarios paganos, en donde se practicaban sacrificios humanos. La respuesta de Gregorio (preservada en el libro de Beda) decía: "No destruyan los santuarios, límpienlos", en referencia a que los santuarios paganos debían ser re-dedicados a Dios.

Gregorio trabó alianzas con las órdenes monásticas y con los reyes de los francos en la confrontación con los ducados lombardos, adoptando la posición de un poder temporal separado del Imperio.[5]

También organizó las tareas administrativas y litúrgicas eclesiásticas.[6]

Gregorio falleció el 12 de marzo del año 604. Fue declarado Doctor de la Iglesia por Bonifacio VIII, el 20 de septiembre de 1295, aunque el título aparece hacia 800. Es uno de los cuatro Grandes Padres de la Iglesia occidental junto con Jerónimo de Estridón, Agustín de Hipona y Ambrosio de Milán.[7]

Obras

Gregorio es autor de una Regula pastoralis, manual de moral y de predicación destinado a los obispos. Recopiló y contribuyó a la evolución del canto gregoriano, llamado en su honor el Antifonario de los cantos gregorianos. En el año 600 d. C. ordenó que se recopilaran los escritos de los cánticos o himnos cristianos primitivos (conocidos también como Antífonas, Salmos o Himnos); dichas liturgias de alabanza a Dios eran celebradas en las antiguas catacumbas de Roma ya en el año 52 d. C., iniciadas por Simón Pedro al margen del gobierno romano que, por supuesto, celebraba sólo fiestas paganas.

Estas antífonas fueron perdidas debido al cisma o diáspora de los ciudadanos romanos por las constantes guerras romano-bárbaras al tratar de catequizarlas (Edicto de Tesalónica). También contribuyeron los cambios de estructura de los cantos por personas que decidieron crear sus obras propias y gustos a la desaparición de estos documentos.

El antifonario de los cantos gregorianos permaneció atado al altar de San Pedro, pero estos desaparecieron. El papa Pío X encomendó a los monjes benedictinos de la abadía de Solesmes la reproducción fiel de estas melodías cristianas tras una búsqueda infructuosa de estas obras por parte de Francia en el siglo XIX.

La nueva recopilación de estas melodías fue llamada Edición Vaticana del Canto Gregoriano, haciéndose esta edición oficial el 22 de noviembre de 1903, cuando el canto gregoriano quedó plenamente reconocido por la iglesia como el canto oficial de la Iglesia católica.

Entre sus obras conocidas encontramos el libro De Vita et Miraculis Patrum Italicorum et de aeternitate animarum conocido comúnmente con el nombre abreviado de Libro de Los Diálogos, que narra la vida y milagros de diversos santos italianos del siglo IV, destacando en su segundo capítulo a San Benito de Nursia.[8]

Desarrolló la doctrina del Purgatorio en el 593, a poco tiempo de asumir la cátedra de San Pedro.

Se conservan 866 cartas de Gregorio en su Regestum o Archivo de correspondencia, el 63% de las cuales son rescriptos (respuestas a solucitudes de normativa en asuntos eclesiásticos o administrativos). Se estima que durante su pontificado se enviaron desde Roma unas veinte mil cartas; el mismo Gregorio seleccionaba cuáles de ellas debían ser copiadas en el Regestum.[9]

Véase también

Notas y referencias

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  2. a b c d e Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; no se ha definido el contenido de las referencias llamadas Dutour 2003
  3. Guías Visuales: Roma. – El País/Aguilar, Madrid, 1997, p. 192. ISBN 84-03-59431-3
  4. Dutour, Thierry (2003), pp. 43-44.
  5. José Orlandis (1999). Historia de la Iglesia. La Iglesia Antigua y Medieval. Ediciones Palabra. ISBN 9788482392561. 
  6. Carmen Castillo, San Gregorio I Magno, Gran Enciclopedia Rialp
  7. Jean Danielou; Henri-Irénée Marrou (1982). Nueva historia de la Iglesia. Desde los orígenes a san Gregorio Magno. Ediciones Cristiandad. ISBN 9788470570384. 
  8. San Gregorio Magno (1989). San Benito de Nursia. Lumen. ISBN 950550019X.  Parámetro desconocido |Versión, introducción y notas= ignorado (ayuda)
  9. Brown, Peter (1996), p. 130.

Enlaces externos


Predecesor:
Pelagio II
Papa

590 – 604
Sucesor:
Sabiniano