Sinfonía n.º 1 (Rajmáninov)

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El fracaso de la Sinfonía n.º 1 preocupó mucho al joven Rajmáninov.

Serguéi Rajmáninov compuso la Sinfonía n.º 1 en re menor, Op. 13, en Ivanovka, una finca cerca de Tambov, Rusia, entre enero y octubre de 1895. Esta obra fue en realidad el segundo intento de Rajmáninov dentro del género sinfónico, dado que durante su último año en el Conservatorio de Moscú (1891) produjo un movimiento sinfónico titulado «Sinfonía Juvenil en re menor».

La sinfonía se interpretó por primera vez en San Petersburgo el 28 de marzo de 1897, sin que fuera interpretada nuevamente durante la vida del compositor. El estreno fue un rotundo fracaso debido a varios motivos: el director, Aleksandr Glazunov, dirigió pésimamente; hizo cortes en la partitura y varios cambios en la orquestación; incluso varios asistentes al concierto sugirieron al acabar la obra que Glazunov parecía estar borracho. Además al ser una obra escrita en un estilo moderno para la época, no fue del gusto de los asistentes, especialmente los miembros del Círculo Beliáyev; que la consideraron ofensiva debido al uso progresista de la forma sinfónica y por no seguir el preferido estilo académico del círculo de San Petersburgo liderado por Rimsky-Korsakov, el cual los compositores jóvenes debían seguir si esperaban tener alguna oportunidad en su carrera.[1]

Rajmáninov, que confiaba que su obra sería un éxito sin precedentes, recibió un duro golpe a causa de estas hostiles críticas. Sufrió una crisis nerviosa y fue incapaz de componer hasta 1899, cuando sus familiares y amigos le convencieron de que se sometiera a un tratamiento de hipnoterapia con el Dr. Nikolai Dahl. El resultado del exitoso tratamiento fue el popular Concierto para piano nº 2, estrenado en 1900. A pesar de la hostil acogida, y al contrario de lo que se cree, Rajmáninov no destruyó o repudió la partitura de la Primera Sinfonía; de hecho, incluso consideró revisarla.[2]​ Sin embargo, la partitura se perdió, debido a que al marcharse al exilio, dejó la partitura en su apartamento de Moscú.[3]​ En 1944 fueron descubiertas las partes instrumentales de la sinfonía, así como varios bocetos. La partitura fue reconstruida completamente, y el segundo estreno tuvo lugar en el Conservatorio de Moscú el 17 de octubre de 1945, dirigida por Aleksandr Gauk.

La sinfonía es considerada actualmente como una representación dinámica de la tradición sinfónica rusa, en las palabras del compositor inglés Robert Simpson «una obra poderosa por derecho propio, que tiene sus raíces en las obras de Borodin y Chaikovsky, pero convincente, individual, finamente construida y alcanzando una trágica y heroica expresión permanece por encima del pathos de su música posterior».[4]​ Con el redescubrimiento de la música de Rajmáninov en los últimos años, la Primera Sinfonía se ha convertido en parte del repertorio orquestal habitual, se escucha en los conciertos, se suele emitir en los medios y ha sido grabada en numerosas ocasiones.[5]

Forma

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Conservatorio de Moscú, donde Rajmáninov se graduó con honores en la primavera de 1891.

Como composición sinfónica, la Sinfonía n.º 1 de Rajmáninov es en general, según el compositor Robert Simpson, superior a las dos que le siguieron puesto que fue creada «con naturalidad y sin presión»[6]​ y con los cuatro movimientos «integrados temáticamente con originalidad».[7]​ Simpson también señala que evita lo que consideraba un abuso del lirismo y de los clímax forzados presentes en la Sinfonía nº 2 y los conciertos para piano.[6]​ De hecho, si se siguiera con detenimiento el progreso de Rajmáninov como compositor orquestal desde que se graduó en el Conservatorio de Moscú, en otras palabras, desde el Príncipe Rostislav, hasta La Roca, y desde esta última hasta la sinfonía, puede observarse un aumento en la brevedad y concisión a la hora de presentar las ideas musicales.[8]

En esencia, Simpson está de acuerdo respecto de esta economía musical, y comenta que la estructura de la sinfonía en conjunto no tiene defectos. Aunque Rajmáninov suele reducir el tempo del segundo tema del primer movimiento (una costumbre que, según Simpson, se agravaría hasta el final de su carrera), mantiene un rígido control en la música, sin dejar que nada se le vaya de las manos. Además, destaca en especial el clímax del último movimiento como abrumadoramente poderoso y extremadamente económico en el uso de su material musical.[6]

El elemento más original de esta obra proviene de la red de relaciones motívicas. Rajmáninov, que ya había empleado este recurso en el Caprice Bohémien, lo lleva aquí aún más lejos. El resultado es que, mientras que la sinfonía es una obra completamente cíclica, la integración temática con la propia música es mucho más exhaustiva y completa que en la mayoría de sinfonías rusas. Los temas y fragmentos temáticos de los primeros movimientos se transforman, a veces con profundidad, para ayudar a darle forma al material o generar uno nuevo.[9]​ Al hacer esto, Rajmáninov emplea relativamente poco material musical para una composición de tal envergadura, combinando los cuatro movimientos con muchas metamorfosis temáticas y reminiscencias más evidentes. César Cui pudo haber aludido a esta característica en su crítica de 1897 cuando se quejaba de «la repetición sin sentido de los mismos trucos baratos». Otros han considerado estos «trucos» como una fortaleza de la obra y no una debilidad.[10]

La partitura ha sido estudiada por analistas motívicos y prueba que Rajmáninov realmente era capaz de escribir música sinfónica, en comparación con la música de ballet, metida con calzador en una forma sonata, escrita por muchos otros compositores rusos. Esto sugiere que el tratamiento que hacía Rajmáninov de la forma sinfónica se le debería más a Alexander Borodin que a Piotr Ilich Chaikovski, un aspecto del que los críticos de San Petersburgo de alguna manera no se dieron cuenta en el estreno de la obra. La sinfonía es la primera de una serie de obras que probarían que Rajmáninov sabía componer obras de gran escala, a la vez que detalladas y bien enfocadas.[11]

Otra idea original de Rajmáninov fue el uso de los cantos знамени (znamenny) como fuente de material para sus ideas temáticas. Si bien nunca transcribe estos cantos literalmente, el material que el compositor crea a partir de ellos tiende a darle un aire religioso a algunas páginas de la sinfonía. En cuanto a esto, se parece a lo que Béla Bartók denominaría «música popular imaginaria», que viene del hecho de que Bartók estaba tan imbuido por el espíritu y vocabulario de las canciones y danzas populares de Europa oriental, que a veces componía en este estilo sin citar ninguna fuente del material.[12]

No obstante, la sinfonía no carece de problemas. Mientras que la impresión general da una sensación de tensión, tanto el scherzo como el movimiento lento presentan varios pasajes aburridos y carentes de brillo. Estos surgen en el movimiento lento a partir de uno central, estático, con referencias quejumbrosas al tema principal de las cuerdas graves, y al repetir incoherentemente el mismo tema en el scherzo, quitándole a la música su dinamismo rítmico. La orquestación resulta en ocasiones demasiado estridente y suena obstruida, haciendo que la pieza suene portentosa. Sin embargo, una interpretación atenta puede ayudar a minimizar los posibles errores que haya en la orquestación y clarificarla, haciendo de la sinfonía la declaración musical más oscura, vigorosa y entusiasta que Rajmáninov nunca hubiera podido pretender en un principio.[13]

Descripción

La sinfonía está orquestada para 2 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagotes, 4 trompas, 2 trompetas, 3 trombones, tuba, timbales, percusión y cuerdas. Una interpretación habitual suele tener una duración aproximada de 45 minutos.

Grave—Allegro non troppo

Archivo:Symphony No. 1, I intro (Rachmaninoff).png
El inicio de la obra viene marcado por el motivo de la célula-grupetto en los vientos y un motivo derivado del Dies Irae medieval en las cuerdas.


Una cortísima introducción (siete compases), da el tono de la obra: sombrío, feroz, al mismo tiempo que no desprovisto de solemnidad. En ella son expuestos dos elementos temáticos que constituirán su material cíclico: una célula de una nota precedida por un grupetto y un motivo derivado del Dies Irae medieval. Este último será el tema dominante del Allegro, desarrollado y enriquecido por unas figuras orquestales que deben mucho a Chaikovski. El segundo tema (Moderato), en los violines, es interesante por su estructura melódica, que es la de la escala zíngara (con dos segundas aumentadas). Repetido por toda la orquesta en un fortissimo repentino y grandioso, que conduce al primer tema hasta una apoteosis bajo la forma de un coral de los instrumentos de metal. Al comienzo de la repetición, la célula-grupetto reaparece repetida con insistencia.[14]

Allegro animato

Es un scherzo de clima fantástico que comienza también con la célula-grupetto, pasan reminiscencias del Dies Irae, o al menos de sus primeras notas. El tema principal de este movimiento es una corta melodía, un poco anhelante, que oímos alternativamente bajo la forma original y su inversión, pero ésta sólo aparece breve y episódicamente, espaciado por señales de llamada y estremecimientos de la orquesta que constituyen un expresivo fondo sonoro. En la parte central, la célula-grupetto vuelve, dando nacimiento a un nuevo tema que repite un violín solo durante algunos compases, confiriéndole un aire zíngaro.[14]

Larghetto

En la lírica calma de este movimiento, incluso el grupetto parece haber perdido su crispación amenazante. El clarinete canta una melodía sencilla y dulce, pero en medio reaparecen algunas nubes con las sombrías armonías de las trompas con sordina. La repetición del tema está ornamentada por apoyaturas repetitivas y contracantos.[14]

Allegro con fuoco

Es de nuevo la célula-grupetto la que lanza el movimiento con una violencia entrecortada. Toques de los instrumentos de metal y ritmo de marcha arrastran un motivo basado, una vez más, en el comienzo del Dies Irae. Una primera calma (con anima) responde con una melodía de los violines que se eleva rápidamente hasta el extremo agudo, en una orquestación en la que intervienen cada vez más los metales y sobreviene un nuevo cambio de clima en la parte central (Allegro mosso), introducido por las notas repetidas de la cuerda grave. El ritmo es especialmente interesante, con sus suaves síncopas (equívoco de un ritmo binario en un compás de tres tiempos): fórmulas de acompañamiento repetidas del scherzo aparecen en la segunda parte y el retorno del grupetto relanza el movimiento, cuya violencia dinámica y orquestal no cesa de exacerbarse. Un golpe del tam-tam da paso a la coda, al término de la cual el grupetto, en la cuerda, con un ritmo más lento, se repite con una fatídica insistencia, reforzado por los instrumentos de metal y de percusión.[14]

A despecho de las desigualdades, esta Primera Sinfonía tiene una indudable potencia dramática y se ve en ella la influencia de las últimas sinfonías de Chaikovski, aunque solamente sea en el sentimiento de angustia ante la implacable fatalidad.[14]

Visión general

Concepción

Archivo:Rahmanyinov 1897.jpg
Rajmáninov en 1897, el año en que fue estrenada su Sinfonía n.º 1.

La Sinfonía n.º 1 fue en realidad el segundo intento de Rajmáninov dentro de este género. Durante su último año en el Conservatorio de Moscú (1891) produjo un movimiento sinfónico en re menor, de aproximadamente 12 minutos de duración, que fue publicado póstumamente en 1947 bajo el título de "Sinfonía Juvenil en re menor". Dicha obra está escrita en la forma sonata tradicional y toma como modelo la Sinfonía nº 4 de Chaikovsky, siguiendo muy de cerca la estela del compositor. La falta de originalidad puede deberse a la falta de entusiasmo por parte de los profesores de composición y contrapunto de Rajmáninov, Antón Arensky y Serguéi Tanéyev.[15]​ Su Concierto para piano nº 1, que escribiría a finales de aquel año, es un indicador mejor de lo que sería su potencial con el manejo de las formas musicales de gran envergadura.[16]​ Tras su graduación, en 1894, transcribió la Sinfonía Manfredo de Chaikovsky para dos pianos, lo que le acercó todavía más al género sinfónico.[17]

Además, a pesar de la carestía de dinero, Rajmáninov había disfrutado desde el punto de vista musical de una vida fácil hasta este punto. Era muy inteligente y había adquirido una amplia variedad de habilidades como compositor. Era también un pianista consumado y brillante que aparecía mayormente tocando sus propias composiciones. El reconocimiento oficial vino con la Gran Medalla de Oro del Conservatorio de Moscú, un premio concedido en raras ocasiones. Encontró un editor bastante pronto al comenzar su carrera; aquellas obras que quería presentar ante el público eran rápidamente publicadas y así como interpretadas con prontitud. Logró el apoyo y activo entusiasmo de Chaikovsky, la figura de más renombre en el mundo de la música clásica de Rusia. Teniendo en cuenta estos detalles, con toda razón Rajmáninov confiaba que el estreno de la obra más importante jamás escrita hasta la fecha sería un rotundo éxito. Sin embargo, se encontraría con lo que sería literalmente la mayor conmoción de su vida.[18]

Composición

Rajmáninov empezó a hacer un bosquejo de lo que sería la Sinfonía n.º 1 al acabar de orquestar su Capricho Bohemio en septiembre de 1894.[19]​ Compuso la sinfonía entre enero y octubre de 1895. Éste fue un periodo de gestación considerablemente largo para el compositor y no exento de dificultades. Estuvo componiendo en Ivanovka, su residencia de verano, desde el 29 de julio, y a pesar de trabajar siete horas al día encontraba la composición de la sinfonía extremadamente difícil. A partir de septiembre incrementó su ritmo de trabajo hasta diez horas al día. Pero el esfuerzo se vio recompensado: al abandonar Ivanovka el 7 de octubre, no solo había acabado la composición y orquestación, sino que había realizado una transcripción de la obra para dos pianos.[20]

El tiempo que Rajmáninov empleó para componer la obra fue mayor de lo habitual, por lo que también tardó en conseguir su estreno. En 1895 conoció al filántropo musical Mitrofan Beliáyev; gracias al interés de éste en programar una pieza de Rajmáninov, el poema sinfónico La Roca pudo interpretarse en la serie de Conciertos Sinfónicos Rusos en San Petersburgo.[21]​ Otra muestra de amistad fue que Beliáyev le encargó la transcripción de la Sinfonía nº 6 de Aleksandr Glazunov para dos pianos.[22]​ A lo largo de 1896, debido en gran parte a la influencia de Tanéyev y Glazunov, Beliáyev aceptó que tuviera lugar el estreno.[23]​ Finalmente, su interpretación fue programada para el año siguiente.[22]

La impresión inicial de Tanéyev acerca de la obra no fue muy prometedora. Rajamáninov le llevó el manuscrito y lo tocó en el piano. Tanéyev se quejó, señalando lo siguiente: «estas melodías son flojas, sin color: no es posible hacer nada con ellas». Rajmáninov realizó cambios considerables a la partitura[18]​ y Tanéyev le aseguró a Beliáyev que pronto podría enviar el manuscrito al comité de los Conciertos Sinfónicos Rusos para su revisión.[24]​ De todas maneras, Rajmáninov tuvo nuevas ideas para algunas partes de su sinfonía, visitó a Tanéyev por segunda vez y realizó nuevas modificaciones, como por ejemplo, la ampliación del movimiento lento.[22]

Glazunov

Las palabras de Nikolái Rimski-Kórsakov, cuyas propias preferencias musicales en los últimos años de su carrera no eran demasiado progresistas,[25]​ fueron como una advertencia previa a lo que iba a venir. Tras escuchar la sinfonía en los ensayos, le dijo a Rajmáninov, «Perdóname, pero no estoy del todo conforme con esta música».[26]​ Considerado como el representante de más edad de la música rusa tras la muerte de Chaikovsky, Rimski-Kórsakov pudo tener justificación al decirle algo así, pero se lo dijo debido a un motivo distinto. El ensayo que él escuchó, dirigido por su amigo y protegé musical Aleksandr Glazunov, fue un desastre; muchas personas que estuvieron presentes coinciden en que fue una atroz parodia de la partitura.[18]​ Aunque a Glazunov le gustaba dirigir, nunca llegó a adquirir la suficiente destreza,[27]​ a pesar de que Rimsky-Korsakov alegara justo lo contrario en sus memorias. [28]​ Los comentarios de Rimski sobre las primeras apariciones del Glazunov se habrían ajustado también a esta ocasión: «Lento por naturaleza, torpe y de patosos movimientos, el maestro, hablando lentamente y con voz baja, manifestó tener poca habilidad tanto durante los ensayos o para influir en la orquesta durante los conciertos».[28]​ No solo Glazunov dirigió mal durante los ensayos de la primera sinfonía, sino que también hizo cortes en la partitura y varios cambios en la orquestación.[29]​ Los cortes que hizo en los dos primeros movimientos tenían poco sentido musical[30]​ y el escaso aprovechamiento de los ensayos se complicaron por el hecho de que dos obras más tuvieron su estreno en el mismo concierto.[31]

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Aleksandr Glazunov dirigió pésimamente la sinfonía de Rajmáninov en el día de su estreno.

Glazunov estrenó la sinfonía el 28 de marzo, 1897. La interpretación fue un completo fracaso; Rajmáninov estaba completamente angustiado cuando acabó. El director Aleksandr Khessin, quien asistió al estreno, dijo al recordarlo: «La sinfonía no fue ensayada lo suficiente, la orquesta estaba descompensada, faltaba estabilidad en los tempos, algunos errores en las partes orquestales no fueron corregidos; pero lo que más contribuyó a arruinar la obra fue la interpretación flemática, carente de vida, superficial y floja, sin pasión, entusiasmo o brillantez en el sonido orquestal».[32]

Además, Natalia Satina, la futura mujer de Rajmáninov y otros testigos, sugerirían tiempo después, que al acabar la obra, Glazunov parecía estar borracho en el podio. Una persona en particular escribió que en el ensayo estaba «de pie con el rostro inmóvil, moviendo la batuta sin interés alguno. Rajmáninov estaba obviamente muy preocupado y en las pausas se acercó a Glazunov y le dijo algo, pero no consiguió despertar en él nada más que un completo estado de indiferencia».[33]​ A pesar de que Rajmáninov nunca lo indicara expresamente y no ha podido ser confirmado, no es del todo inverosímil en un hombre que, de acuerdo con su alumno Dmitri Shostakóvich, guardaba una botella de alcohol escondida debajo de su escritorio y sorbía de ella a través de una pajita durante las clases.[34]

Bebido o no, puede que ni Glazunov entendiera ni que estuviera del todo entregado a la sinfonía, una obra escrita en un idioma moderno para la época y de mayor longitud (aproximadamente 45 minutos) de la que él esperaba.[35]​ Él opinó en otra ocasión sobre su música que ésta «tiene mucho sentimiento... pero nada de sentido en absoluto».[36]​ El comentario en sí mismo es extraño considerando que el propio Glazunov se anticiparía al idioma musical de Rajmáninov en su Sinfonía nº 2, escrita en 1886[37]​ (Glazunov demostró su baja estima hacia la música de Rajmáninov al dejarse olvidada la copia de la partitura del Concierto para piano nº 4 en un taxi de París en 1930. La partitura había sido un regalo del propio compositor).[38]​ Considerando lo dicho anteriormente, fue quizás una auténtica sorpresa que Glazunov hubiera dirigido el año anterior una interpretación competente de la fantasía orquestal de Rajmáninov La Roca.[31]​ Aunque tuvo una acogida favorable en general, César Cui expuso, en un anticipo de sus comentarios sobre la sinfonía, que «toda la composición muestra que el compositor está más preocupado por el sonido que por la música».[39]

Reacciones de la época

Debido a sus éxitos pasados, Rajmáninov esperaba otro triunfo con su sinfonía. En su lugar, recibió literalmente la conmoción de su vida. En realidad no tenía porqué haberle afectado tanto; debería haber advertido que tardó demasiado tiempo, incluso para una de sus obras, en obtener una interpretación. Además debería haberse dado cuenta de que en los ensayos, los cuales presenció, las cosas iban de mal en peor.[18]

El anciano Rimski-Kórsakov.

El Círculo Beliáyev

A pesar de todas las buenas intenciones de Beliáyev de intentar fomentar el talento de Rajmáninov con el estreno de la sinfonía, no era buena señal hacer que la obra se interpretara en San Petersburgo, con el comentario de Rimski-Kórsakov como un presagio de todo lo que iba a llegar. El panorama musical existente en la ciudad estaba dominado por el grupo de jóvenes compositores llamado el Círculo Beliáyev, liderado por Rimski-Kórsakov debido a que el mismo enseñó a muchos de ellos en el conservatorio de San Petersburgo. Los compositores que quisieran formar parte del círculo, que además deseaban el mecenazgo de Beliáyev, tenían que escribir en un estilo musical aprobado por Glazunov, Lyadov y Rimski-Kórsakov. Debido a esto, el estilo de Rimski-Kórsakov se convirtió en el estilo académico preferido, el cual los compositores jóvenes debían seguir si esperaban tener alguna especie de carrera. Aquellos que se oponían al Círculo Beliáyev no tardaron en darse cuenta de esta tendencia.[1]

Mientras que Rimski-Kórsakov denominaba al grupo como «progresista» en su autobiografía,[40]​ «moderadamente académico» habría encajado mejor, dado que la mayoría de sus componentes buscaban la complejidad técnica y virtuosística como un fin en sí mismo, una actitud que siempre caracterizó el Conservatorio.[41]​ A pesar del rechazo de Rimski-Kórsakov a que el Círculo Beliáyev se pareciera al Grupo de los cinco bajo Balakirev, las dos facciones compartían un rasgo. Como el Grupo de los cinco, el grupo de Beliáyev miraba con recelo aquellas composiciones que no seguían su canon.[42]

Cesar Cui lideró las críticas contra la sinfonía.

Reacciones de la crítica

Uno de los motivos sobre lo que se escribió tanto sobre la obra, se debe a que el debate fue avivado por el antagonismo imperante desde hace mucho tiempo entre San Petersburgo y Moscú, que iba más allá de cuestiones musicales. Estaba también el hecho de que la forma musical de la obra era la sinfonía, una forma puesta en cuestión en esta época por los críticos de San Petersburgo y muchos otros miembros del Circulo Beliáyev. En realidad le dieron buenas críticas a La Roca cuando Glazunov la dirigió. Que empleara la forma sinfónica era otro cantar.

La obra de Rajmáninov fue considerada como ofensiva debido a su uso relativamente progresista de la forma sinfónica, algo que iba en contra de las sensibilidades de los críticos los preceptos enseñados por Rimski-Kórsakov en el Conservatorio.[31]​ Alexandr Gauk, quien dirigiría el triunfal renacimiento de la sinfonía en 1945, reflexionó mucho sobre el suceso, sugiriendo que la obra falló desde el principio «porque era una composición moderna, alejada de las de su época, por ello no satisfizo los gustos de los críticos coetáneos».[43]​ Los críticos más partidistas siguieron con el ataque, con Cui liderando la carga:

«Si existiera un conservatorio en el Infierno y uno de sus talentosos estudiantes fuera a componer una sinfonía programática basada en la historia de las diez plagas de Egipto, y si fuera a componer una sinfonía como la del señor Rajmáninov, entonces habría cumplido su tarea brillantemente y sería del deleite de los habitantes del Infierno. Para nosotros esta música nos deja una impresión maligna con sus ritmos rotos, forma oscura e imprecisa, repeticiones sin sentido de los mismos trucos baratos, el sonido gangoso de la orquesta, el forzado estrépito de los metales y por encima de todo la empalagosa y perversa armonización de sus contornos cuasi-melódicos, la total ausencia de simplicidad y naturalidad y la falta por completo de temas motívicos».[44]

Cui le comentó a regañadientes a Rajmáninov lo más cercano a un cumplido, escribiendo, «el señor Rajmáninov evita lo banal y probablemente se siente fuerte y profundo e intenta expresar estos sentimientos mediante nuevas formas». Este comentario pronto fue ocultado por los escritos de los demás críticos y nadie tuviera tiempo para considerarla . Además, la antipatía de Cui hacia los compositores moscovitas estaba muy arraigada. En una carta dirigida a M.S. Kerzina fechada el día 19 de diciembre de 1904, los comparó con Richard Strauss, «cuyas absurdas cacofonías no serán música nunca incluso en el siglo XXX».[45]

Una consideración más equilibrada sobre la obra, desafortunadamente demasiado tarde para deshacer el entuerto causado por Cui, vino del crítico Nikolai Findeisen en el número de abril de la Russkaya Muzykalnaya Gazeta:

«El clímax del concierto, la sinfonía en re menor de Rajmáninov, no fue interpretado con mucho éxito y por lo tanto fue en gran parte malentendida y desestimada por la audiencia. Esta obra muestra nuevos impulsos, búsquedas de nuevos colores, nuevos temas, nuevas imágenes y todavía le impresiona a uno como algo que no estuviera del todo dicho o resuelto. Sin embargo, debo abstenerme de expresar mi opinión final, porque sería demasiado fácil repetir la historia de la Quinta Sinfonía de Chaikovsky , recientemente [gracias a Nikisch] "descubierta" por nosotros y que ahora todo el mundo la admira como una creación nueva, maravillosa y hermosa. Para ser sincero, pude que la primera sinfonía de Rajmáninov no sea del todo hermosa, íntegra y definida, pero algunas de sus páginas son algo más que mediocres. El primer movimiento, y especialmente el furioso final con su concluyente Largo, contienen mucha belleza, novedad e incluso inspiración...»[45]

Reacción del compositor

Rajmáninov escribió al compositor Alexander Zatayevich el 6 de mayo «sobre mis impresiones de la interpretación de la sinfonía, [...] aunque sea algo difícil para mí». Esta carta ha sido citada con frecuencia sobre la opinión del compositor sobre la falta de habilidad de Glazunov dirigiendo. Sin embargo, Rajmáninov también comparte exhaustivamente su propia impresión de la sinfonía:

«No estoy del todo afectado por la falta de éxito, ni me siento molesto por el abuso de los periódicos; pero estoy profundamente afligido y deprimido por el hecho de que mi Sinfonía, aunque la amé mucho y sigo amando ahora, no me complació del todo tras el primer ensayo. Esto significa, dirías tú, que está mal orquestada. Pero estoy convencido, repito, que la buena música puede brillar incluso con una mala instrumentación, ni considero que la instrumentación fuera un fracaso del todo. Por lo tanto quedan dos hipótesis. O, como algunos compositores, le tengo demasiada debilidad a esta composición, o esta composición fue mal interpretada. Y esto es lo que realmente ocurrió. Estoy sorprendido—¿cómo un hombre de tan gran talento como Glazunov puede dirigir tan mal? No hablo simplemente de su técnica de dirección (no tiene sentido cuestionar esto de él), pero sí de su musicalidad. No siente nada cuando dirige—¡como si no entendiera absolutamente nada!... Por ello supongo que la interpretación haya sido la causa del fracaso (No lo afirmo—Lo supongo). Si el público hubiese estado familiarizado con la sinfonía, culparían al director (sigo «suponiendo»), pero cuando la composición es desconocida y además mal interpretada, el público tiende a culpar al compositor. Este parecer parece ser plausible, particularmente con esta sinfonía, si bien no decadente, en el sentido actual de la palabra, es en verdad ligeramente «nueva». Esto significa que debe ser tocada siguiendo las más precisas indicaciones del compositor, quién por lo tanto puede de alguna forma mediar con el público y él mismo, y entre el público y la obra (para hacer entonces la composición más inteligible al público).... Como puedes ver, ahora mismo me siento inclinado a culpar la interpretación. Mañana, probablemente, esta opinión, también cambie. De todas formas no pienso abandonar esta Sinfonía, y tras dejarla durante seis meses, le echaré un vistazo, quizás corrija algo, y a lo mejor la publique, pero puede que por entonces mi consideración positiva hacia ella haya pasado. En ese caso, la romperé en pedazos».[46]

Mucho después del suceso, Rajmáninov le contó a su biógrafo Oskar von Riesemann, «volví a Moscú siendo un hombre totalmente distinto. La confianza en mí mismo había recibido un duro golpe. Pasé horas angustiosas dubitativo, pensando profundamente, y llegué a la conclusión que debería dejar de componer».[47]​ Sin embargo, los comentarios del compositor dirigidos a Zatayevich parecen considerablemente más racionales, incluso lógicos. Tampoco la prensa se había mostrado desfavorable del todo hacía la sinfonía (véase supra). Puede que fuera de subsiguientes reflexiones que Rajmáninov sufriera una crisis nerviosa.[48]

Este retraso en mostrarse la crisis en Rajmáninov nunca se ha explicado, y puede que nunca llegue a serlo.[48]​ Una duda que muchos eruditos se han planteado es si la sinfonía tuvo una dimensión autobiográfica que hizo que el fracaso fuera algo más personal. De acuerdo con muchas fuentes, el manuscrito original, ahora perdido, llevaba una dedicatoria a «A. L.» más el epígrafe de la novela de León Tolstói Anna Karenina, «Es a mí a quien pertenece la venganza».[49]​ A. L. era Anna Lodïzhenskaya, una bella gitana, esposa de su amigo Peter Lodïzhensky, a quien también le dedicó el Caprice Bohémien. Si Rajmáninov la consideraba como un capricho o algo más serio no se puede saber, ni la conexión entre ellos dos y Anna Karanina, o entre la cita bíblica y los cantos religiosos que proporcionan la base para el material temático de la sinfonía.[48]

Cuando empezaron a manifestarse los primeros síntomas del colapso nervioso, Rajmáninov quedó totalmente destrozado. Abandonó los esbozos de otra sinfonía[50]​ y no fue capaz de componer nada hasta 1899, cuando familiares y amigos le convencieron de que se sometiera a un tratamiento de hipnoterapia con el Dr. Nikolai Dahl. El resultado de estas citas fue el popular Concierto para piano nº 2, estrenado en 1900. Aunque durante ese periodo se centró más en la dirección e interpretación, por lo que el tiempo no se perdió del todo, dio varias giras de conciertos actuando a veces como solista o director.

Abandono y desaparición

La sinfonía no fue interpretada de nuevo durante la vida de Rajmáninov.[51]​ Aunque a veces se menciona que rompió la partitura, en realidad no lo hizo, pero tenía sentimientos encontrados respecto a la obra.[3]​ De hecho, en abril de 1908, tres meses después del estreno de su Segunda Sinfonía, consideró revisarla. Escribió a su colega del Conservatorio Nikita Morozov que la sinfonía era una de sus primeras tres obras compuestas que le gustaría ver en una «forma corregida y decente» (Las otras dos eran el Concierto para piano nº 1 y el Capricho Bohemio).[52]​ Escribió en 1910 al crítico Grigory Prokofiev, «La sinfonía contiene muchos pasajes exitosos en lo que concierne a su música, pero la orquestación es peor que floja, un motivo que causó su fracaso en la interpretación de San Petersburgo».[53]​ En 1917, en una carta dirigida a Boris Asafiev, escribió que no se la enseñaría a nadie y se aseguraría de poner en su testamento que nadie la viera.[3]

Tras abandonar Rusia, Rajmáninov le entregó la llave del escritorio de su piso de Moscú a su prima Sofiya Satina; donde guardaba bajo llave la partitura manuscrita de la Primera Sinfonía. Le enseñó el manuscrito y le pidió que lo cuidara por él.[54]​ Satina trasladó el escritorio a su propio piso, en el mismo edificio. Permaneció allí hasta que Satina emigró de Rusia en 1921. Durante ese tiempo, el manuscrito pasó bajo el cuidado de la ama de llaves de la familia, Mariya Shatalina (de soltera Ivanova). Shatalina murió en 1925 y el manuscrito desapareció. El resto de los manuscritos del apartamento de Rajmáninov fueron trasladados por el Estado a los archivos del Museo Glinka de Moscú, entre ellos el manuscrito de la versión para dos pianos de la sinfonía así como algunos bocetos de la obra. La misteriosa desaparición de la partitura hace suponer que se debió a la apropiación indebida de un oportunista. A pesar de no conocer las circunstancias exactas, el manuscrito de la obra continúa perdido.[55]

Archivo:Eugeneormandy.jpg
Eugene Ormandy dirigió la primera interpretación en Estados Unidos de la Sinfonía n.º 1 en 1948. Además, formó parte del primer concierto televisado en dicho país.

Segunda vida

A pesar de que Rajmáninov guardó a buen recaudo la partitura de la Primera Sinfonía en su piso de Moscú hasta la Revolución de Octubre, no llegó a conseguir reunir las partitura completa en su apresurada huida de San Petersburgo en 1897. Por ello, resultó ser un golpe de suerte que la sinfonía llegara a un nuevo destino.[56]​ Poco después de la muerte del compositor, en 1944, las partes instrumentales (particellas) de la sinfonía fueron descubiertas. Usando estas partes y el arreglo para dos pianos, un grupo de eruditos dirigidos por el destacado director ruso Aleksandr Gauk reconstruyeron la partitura completa. El segundo estreno de la obra tuvo lugar en el Conservatorio de Moscú el 17 de octubre de 1945. Fue dirigido por Aleksandr Gauk y tuvo un gran éxito.

La sinfonía es considerada actualmente como una representación dinámica de la tradición sinfónica rusa. Con el redescubrimiento de la música de Rajmáninov en los últimos años, la Primera Sinfonía se ha convertido en parte del repertorio orquestal habitual, se escucha en los conciertos, se suele emitir en los medios de comunicación y ha sido grabada en numerosas ocasiones.[5]

El estreno en Estados Unidos tuvo lugar el 19 de marzo de 1948 en la Philadelphia Academy of Music, con la Orquesta de Filadelfia dirigida por Eugene Ormandy. Formó parte además del primer concierto en ser televisado en dicho país. Una segunda interpretación fue emitida en la radio al día siguiente. Cabe decir que, comparado con lo que sucedió en el estreno de 1897, hicieron falta siete ensayos para preparar la obra para la audición inicial en América, aún cuando tanto Ormandy como la Orquesta de Filadelfia estaban familiarizados con el estilo del compositor. Con el póstumo aumento de la reputación de Rajmáninov como compositor, la sinfonía formaría parte del repertorio orquestal habitual.[5]

En cambio, la primera interpretación de la sinfonía en el Reino Unido no se llevó a cabo hasta el 2 de enero de 1964, con la Polyphonia Symphony Orchestra dirigida por Brian Fairfax. Esto sucedió en un periodo en el que la música de Rajmáninov no era muy apreciada en el Reino Unido.[57]

Grabaciones destacadas

Referencias

  1. a b Maes, 173.
  2. Bertenssohn y Leyva, 144-145; Norris, Rachnmaninoff, 97.
  3. a b c Norris, Rachmaninoff, 23.
  4. Simpson, The Symphony, 2:129-30.
  5. a b c Harrison, 82.
  6. a b c Simpson, 129.
  7. Simpson, 130.
  8. Walker, 31.
  9. Brown, David, ed. Robert Layton, Russia Before the Revolution (1993), 285-286.
  10. Norris, Rachmaninoff, 97.
  11. Harrison, 80-81.
  12. Harrison, 79.
  13. Norris, Rachmaninoff, 99.
  14. a b c d e Tranchefort, 919.
  15. Harrison, 34.
  16. Harrison, 36.
  17. Harrison, 63.
  18. a b c d Harrison, 76.
  19. Norris, Rachmaninoff, 20.
  20. Harrison, 67.
  21. Harrison, 67-68.
  22. a b c Harrison, 68.
  23. Norris, Rachmaninoff, 21.
  24. Bertenssohn y Leyva, 70.
  25. Maes, 180—181.
  26. Bertenssohn y Leyva, 71.
  27. Schwarz, New Grove (1980), 7:428.
  28. a b Rimsky-Korsakov, My Musical Life, 299.
  29. Walker, 37.
  30. Harrison, 82 cita al pie de página núm. 4.
  31. a b c Harrison, 77.
  32. Martyn, 97.
  33. Elena Yulyevna Kreutzer, citado en Martyn, 96.
  34. Norris, New Grove, 709.
  35. Walker, 37.
  36. Seroff, 57.
  37. Harrison, cita al pie de página núm. 5.
  38. Woolridge, 266.
  39. Bertenssohn y Leyva, 68.
  40. Rimski-Kórsakov, My Musical Life, 286-287.
  41. Volkov, Solomon, St. Petersburg: A Cultural History (Nueva York: The Free Press, 1995), 349.
  42. Volkov, St. Petersburg, 350.
  43. Gronowicz, Antoni, Sergei Rachmaninoff (Nueva York: E.P. Dutton, 1946), 67.
  44. Kyui, Ts., "Tretiy russkiy simfonicheskiy kontsert," Novosti i birzhevaya gazeta (17 de marzo, 1897), 3.
  45. a b Bertenssohn y Leyva, 72.
  46. Bertenssohn y Leyva, 73-74.
  47. Riesemann, 102.
  48. a b c Harrison, 78.
  49. Romanos 12:19
  50. Norris, New Grove, 15:551-552.
  51. Bertenssohn y Leyva, 74.
  52. Bertenssohn and Leyva, 144-145; Norris, Rachmaninoff, 97.
  53. Yasser (1951).
  54. Conversación de Satina con Martyn, citado en Martyn, 103.
  55. Martyn, 103.
  56. Harrison, 81-2.
  57. Harrison, 83 cita al pie de página núm. 21.

Bibliografía

  • Bertensson, Sergei y Jay Leyda, con la ayuda de Sophia Satina, Sergei Rachmaninoff—A Lifetime in Music (Washington Square, Nueva York: New York University Press, 1956)). ISBN n/d.
  • Harrison, Max, Rachmaninoff: Life, Works, Recordings (Londres y Nueva York: Continnum, 2005). ISBN 0-8264-5344-9.
  • Maes, Francis, tr. Pomerans, Arnold J. y Pomerans, Erica; A History of Russian Music: From Kamarinskaya to Babi Yar (Berkeley, Los Ángeles y Londres: University of California Press, 2002). ISBN 0-520-21815-9.
  • Martyn, Barrie, Rachmaninoff: Composer, Pianist, Conductor (Aldershot, Inglaterra: Scolar Press, 1990). ISBN 0-85967-809-1.
  • Norris, Gregory, Rachmaninoff (Nueva York: Schirmer Books, 1993). ISBN 0-02-870685-4.
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  • Rimsky-Korsakof, Nicolai, tr. J. A. Joffe, My Musical Life (Londres: Faber, 1989) ISBN 0-84430-024-1.
  • Schwarz, Boris, ed. Stanley Sadie, "Glazunov, Alexander Konstantinovich," The New Grove Dictionary of Music and Musicians (Londres: Macmillian, 1980), 20 vols. ISBN 0-333-23111-2.
  • Simpson, Robert, ed. Robert Simpson, The Symphony: Volume 2, Mahler to the Present Day (Nueva York: Drake Publishers, Inc., 1972). ISBN 87749-245-X.
  • Steinberg, Michael, The Concerto (Oxford y Nueva York: Oxford University Press, 1998). ISBN 0-19-510330-0.
  • Tranchefort, François René, Guía de la música sinfónica (Madrid: Alianza Editorial, 1989). ISBN 84-206-5232-6.
  • Volkov, Solomon, tr. Bouis, Antonina W., St. Petersburg: A Cultural History (Nueva York: The Free Press, una división de Simon & Schuster, Inc., 1995). ISBN 0-02-874052-1.
  • Walker, Robert, Rachmaninoff (Londres y Nueva York: Omnibus Press, 1980). ISBN 0-89524-208-7.
  • Wooldridge, David, Conductor's World (Londres: Barrie and Rackliff, 1970) ISBN 0-21466-733-2.
  • Yasser, Joseph, Progressive tendencies in Rachmaninoff's music (Tempo (New Ser.), Invierno, 1951-2)

Enlaces externos