Diferencia entre revisiones de «Panthera leo melanochaitus»

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León del Cabo

Un león del Cabo dibujado por Rembrandt.
Estado de conservación
Taxonomía
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Clase: Mammalia
Orden: Carnivora
Familia: Felidae
Género: Panthera
Especie: P. leo
Subespecie: P. l. melanochaitus
Ch. H. Smith, 1842

El león del Cabo (Panthera leo melanochaitus) es una subespecie de león, ya extinta, que vivía en las llanuras herbáceas del Karoo, al suroeste de Sudáfrica. Suele culparse de su extinción a los colonizadores holandeses (bóers). Sin embargo, los verdaderos responsables de su exterminio fueron los ingleses; cuando a principios del siglo XIX se apoderaron definitivamente de la colonia holandesa; y comenzaron a cazarlo indiscriminadamente por deporte y en represalia a sus ataques al ganado, hasta exterminarlo a mediados de la década de 1860.

La subespecie de El Cabo era la más grande de las que habitaban originalmente el actual territorio sudafricano (la otra, el león sudafricano, sobrevive en la actualidad). Los machos más grandes pesaban hasta 250 kg. Las hembras eran algo más pequeñas, pero igual corpulentas, alcanzando hasta 182 kg de peso. Debido al clima más frío y seco, los leones de la provincia de El Cabo disponían de menos presas que los de otros lugares, por lo que eran menos abundantes y no formaban manadas, sino que llevaban una vida solitaria como depredadores oportunistas. Los machos tenían una densa melena negra que se prolongaba parcialmente por el vientre, de forma parecida a las de la subespecie asiática y sobre todo a la del Atlas o bereber. Sin embargo, podía diferenciarse fácilmente de ésta por sus patas proporcionalmente más cortas y su melena más lisa. Al igual que los pequeños de otros leones, las crías de esta subespecie nacían cubiertas de manchas que desaparecían con el desarrollo del animal. Éste era más rápido de lo normal entre los leones, por lo que la melena comenzaba a crecer cuando los machos eran todavía muy jóvenes.

Pintura de 1927

A la llegada de los primeros colonos en el siglo XVII, los leones atacaban prácticamente a cualquier cosa, fuese una cebra, un antílope o incluso una foca que estuviese descansando en la playa. Pronto vieron a los animales domésticos, y a sus dueños, como presas fáciles, sobre todo si se les atacaba de noche. Los relatos de esta época abundan en testimonios sobre grandes leones que llegaban a intentar escalar las empalizadas de los asentamientos europeos. Jan van Riebeeck, quien fundó Ciudad de El Cabo en 1652, tuvo que construir el Castillo de Buena Esperanza precisamente para evitar sus ataques. Hacia 1666, la primitiva estructura de madera comenzó a ser sustituida por otra de piedra que hiciese su defensa más eficaz.

La caza, tanto por deporte como para proteger los asentamientos y rebaños de los europeos fueron reduciendo la distribución de esta subespecie. El último león de la provincia de El Cabo fue abatido en 1858, extinguiéndose definitivamente la subespecie cuando un tal general Bisset le dio caza en 1865 al último ejemplar del que se tiene registro, en Natal.

Recientemente, el sudafricano John Spence emprendió una campaña con el fin de buscar posibles descendientes de leones del Cabo que hubiesen sido llevados a Europa y mantenidos en cautividad antes de que se extinguieran en la naturaleza. En 2001 creyó encontrarlos en una pequeña familia de leones que viven en el jardín zoológico de Novosibirsk, en plena Siberia. Nadie sabe cuál es el origen exacto de estos leones, pues llegaron al zoo tras ser abandonados por un circo. Gracias a las gestiones de Spence, dos cachorros de este grupo (inusualmente grandes para su edad, incluso comparándolos con otros del mismo zoo) fueron enviados al Tygerberg Zoo de Ciudad de El Cabo. Futuros estudios de ADN determinarán si se tratan efectivamente de los últimos leones de El Cabo sobre la tierra, o al menos unos descendientes suyos parcialmente hibridados con otras subespecies de leones.

Enlaces Externos (en inglés)