Diferencia entre revisiones de «Imperio romano de Occidente»

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Reducido a la Galia, Italia y parte de Hispania, el decadente Imperio vivió una nueva amenaza, peor todavía que las de los pueblos germánicos. Con la llegada de los [[huno]]s de [[Atila]] en [[451]], los romanos conocieron la destrucción total, los saqueos sistemáticos y el genocidio de poblaciones enteras. El ejército huno sólo pudo ser expulsado de la Galia gracias al genio militar del último gran general romano, [[Aecio]], que aliado con los visigodos de [[Teodorico I|Teodorico]], los francos y los alanos, logró derrotar en la [[Batalla de los Campos Cataláunicos]] a los hunos y sus vasallos [[ostrogodo]]s. Sin embargo, Atila se recuperó e invadió Italia en [[452]], deteniéndose sólo ante las puertas de Roma cuando el [[papa]] San [[León I Magno]] se entrevistó con él. Dos años más tarde, la envidia y los celos movieron al emperador [[Valentiniano III]] a deshacerse de su mejor general, Aecio, condenando al Imperio para nunca jamas. ua ja ja ja ja ja... ji ji
Reducido a la Galia, Italia y parte de Hispania, el decadente Imperio vivió una nueva amenaza, peor todavía que las de los pueblos germánicos. Con la llegada de los [[huno]]s de [[Atila]] en [[451]], los romanos conocieron la destrucción total, los saqueos sistemáticos y el genocidio de poblaciones enteras. El ejército huno sólo pudo ser expulsado de la Galia gracias al genio militar del último gran general romano, [[Aecio]], que aliado con los visigodos de [[Teodorico I|Teodorico]], los francos y los alanos, logró derrotar en la [[Batalla de los Campos Cataláunicos]] a los hunos y sus vasallos [[ostrogodo]]s. Sin embargo, Atila se recuperó e invadió Italia en [[452]], deteniéndose sólo ante las puertas de Roma cuando el [[papa]] San [[León I Magno]] se entrevistó con él. Dos años más tarde, la envidia y los celos movieron al emperador [[Valentiniano III]] a deshacerse de su mejor general, Aecio, condenando al Imperio para siempre.



== Véase también ==
== Véase también ==

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IMPERIVM·ROMANVM·PARS·OCCIDENTALIS
Imperio Romano Occidental

División del Imperio Romano


285-476








Bandera de {{{nombre_común}}}

Ubicación de {{{nombre_común}}}
Ubicación de {{{nombre_común}}}
En azul, extensión del Imperio Romano de Occidente
Capital Milán (395-402)
Rávena (402-476)
Idioma oficial Latín
Otros idiomas Griego y otros idiomas barbaros
Gobierno Monarquía
Emperador
 • 395 - 423
 • 423 - 425
 • 425 - 455
 • 455 - 455
 • 455 - 456
 • 456 - 461
 • 461 - 465
 • 465 - 472
 • 472 - 472
 • 472 - 474
 • 474 - 475
 • 475 - 476
Historia
 • Diocleciano divide el poder por primera vez en la historia. Pasa a controlar la parte Oriental del Imperio,con capital en Nicomedia, dándole a Maximino la parte Occidental, con capital en Milán 285 de 285
 • División definitiva del Imperio Romano en Oriente y Occidente 395
 • Caída de la resistencia romana ante las invasiones de pueblos bárbaros y guerras civiles 4 de septiembre de 476 de 476

Se denomina Imperio Romano de Occidente a la parte occidental del Imperio Romano, durante su periodo de división.

Siendo ya notoria la decadencia en el Imperio Romano (395), el emperador Teodosio decidió dividir el imperio entre sus dos hijos, Arcadio recibió el Imperio de Oriente y Honorio recibió el de Occidente, para facilitar el manejo de tan vastas tierras.

Decadencia occidental, prosperidad oriental

Después de la división del Imperio Romano en Occidente y Oriente, la mitad Occidental quedo conformada con la península Itálica y la península Ibérica, las Galias, la isla de Gran Bretaña, el Magreb y las costas de Libia, mientras que la parte oriental quedó conformada con los Balcanes, Anatolia, Oriente Próximo y Egipto, convirtiéndose con el tiempo en el Imperio Bizantino nombre tomado de Bizancio, denominación griega de su capital, Constantinopla.

Honorio situó su capital en Milán. Ya desde hacía tiempo, la mitad occidental del Imperio Romano había estado sumida en continuas guerras civiles por el poder, con generales que se rebelaban cada pocos meses y se autocoronaban emperadores alternativos, especialmente en Britania y las Galias. A este complicado cuadro que hacía tremendamente difícil mantener el gobierno sobre el Imperio de Occidente se unían las continuas injerencias de los pueblos bárbaros, que se oponían alternativamente a las órdenes de unos u otros contendientes o rompían con todos entregándose al saqueo según les convenía. Por todo ello, Occidente sufrió de forma mucho más contundente las consecuencias de la crisis del siglo III, mientras que Oriente lograba recuperarse poco a poco, a los godos y los persas, gracias a los ingresos que los ricos campos de Anatolia y sobre todo Egipto le proporcionaban, su mayor cohesión interna y su población más abundante y menos golpeada por las guerras civiles, la corrupción y las pestes como ocurría en Occidente.

Invasiones bárbaras

Las invasiones germánicas

La crisis se apoderó de forma irreversible de Occidente cuando los visigodos bajo el mando de Alarico I se dirigieron hacia Italia en el año 402. En un primer momento, el general romano de origen vándalo Estilicón, una de las últimas grandes figuras militares de Occidente, logró pararle los pies en la Batalla de Pollentia. Para desgracia de los romanos, las tropas ya no abundaban tanto como antes y Estilicón sólo pudo reunir hombres suficientes retirando buena parte de los que vigilaban la frontera del río Rin. A resultas de ello, en las navidades del 406 los vándalos, suevos, francos y en menor medida los gépidos, alanos, sármatas y hérulos, cruzaron de forma masiva el río helado y se extendieron como una plaga por toda la Galia y luego por Hispania, saqueando todas las ciudades a su paso. Poco después Alarico volvió a amenazar a Roma exigiendo el pago de importantes tributos, mientras en Britania un nuevo usurpador se coronaba a sí mismo como Constancio III. Estilicón se había mostrado incapaz de atajar la crisis y fue ejecutado en 408.

Las tropas romanas abandonaron Britania mientras era invadida por nuevos contingentes bárbaros con el fin de apaciguar la situación en la Galia, pero poco pudieron hacer. En todo el Imperio la autoridad romana se desmoronaba, y sólo las sucesivas capitales de Milán y Rávena contaban con fuerzas suficientes. Con este cuadro, a Alarico le fue fácil chantajear a la abandonada ciudad de Roma asediándola sucesivamente en 408 y 409, retirándose cuando obtenía el oro convenido con el Senado. Pero el último año no se le pudieron entregar las 4000 piezas exigidas y ordenó saquear la ciudad en 410. Tal hecho fue visto por los propios romanos como el fin de una Era y un ultraje inimaginable, pues la ciudad que había conquistado el mundo caía ahora presa de los bárbaros. Alarico se dirigió luego a Nápoles con intención de embarcar y saquear África, pero murió por el camino. Sorprendentemente, Gala Placidia, hermana del emperador Honorio (refugiado en Ravena) que había sido capturada en Roma, consiguió convencer a los visigodos para que firmasen la paz y se aliaran con los romanos. Selló esta alianza casándose con el nuevo rey visigodo, Ataúlfo, al cual se le cedió la Aquitania en 412 con el fin de que restableciera la autoridad romana sobre la Galia, y lo consiguió tras largas guerras con otros pueblos bárbaros. Posteriormente, los godos recibirían también el encargo de restablecer el orden sobre Hispania, lo que consiguieron con una pequeña consecuencia: al expulsar a los vándalos de Hispania en 429, éstos se dirigieron a África y la arrasaron, tomando Cartago. Allí se apoderaron de lo que quedaba de la flota romana y aprendieron el arte de navegar, extendiendo su nuevo imperio marítimo sin problemas por Córcega, Cerdeña, parte de Sicilia y las Baleares. Saquearon también muchas ciudades, incluida de nuevo Roma en 455. Los romanos perdían el dominio de los mares y su principal reserva de cereales, la del Norte de África.

Los hunos

Reducido a la Galia, Italia y parte de Hispania, el decadente Imperio vivió una nueva amenaza, peor todavía que las de los pueblos germánicos. Con la llegada de los hunos de Atila en 451, los romanos conocieron la destrucción total, los saqueos sistemáticos y el genocidio de poblaciones enteras. El ejército huno sólo pudo ser expulsado de la Galia gracias al genio militar del último gran general romano, Aecio, que aliado con los visigodos de Teodorico, los francos y los alanos, logró derrotar en la Batalla de los Campos Cataláunicos a los hunos y sus vasallos ostrogodos. Sin embargo, Atila se recuperó e invadió Italia en 452, deteniéndose sólo ante las puertas de Roma cuando el papa San León I Magno se entrevistó con él. Dos años más tarde, la envidia y los celos movieron al emperador Valentiniano III a deshacerse de su mejor general, Aecio, condenando al Imperio para siempre.

Véase también

guilmar