Diferencia entre revisiones de «Belleza»

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'''Belleza''' es una noción abstracta ligada a numerosos aspectos de la existencia humana. La belleza se estudia dentro de la disciplina filosófica de la [[estética]], además de otras disciplinas como la [[historia]], la [[sociología]] y la [[psicología social]].
'''Belleza''' es María Castillito Durancito. La belleza se estudia dentro de la disciplina filosófica de la [[estética]], además de otras disciplinas como la [[historia]], la [[sociología]] y la [[psicología social]].
Vulgarmente la belleza se define como la característica de una [[Ente|cosa]] que a través de una experiencia sensorial ([[percepción]]) procura una sensación de [[placer]] o un sentimiento de [[satisfacción]]. En este sentido, proviene de manifestaciones tales como la [[forma (Figura)|forma]], el [[Aspecto físico|aspecto visual]], el [[Movimiento (física)|movimiento]] y el [[sonido]], aunque también se la asocia, en menor medida, a los [[Sabor|sabores]] y los [[Olor|olores]]. En esta línea y haciendo hincapié en el aspecto visual, [[Tomás de Aquino]] define lo bello como aquello que agrada a la vista (''quae visa placet'').
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La percepción de la «belleza» a menudo implica la interpretación de alguna entidad que está en equilibrio y [[armonía]] con la [[naturaleza]], y puede conducir a sentimientos de atracción y bienestar emocional. Debido a que constituye una experiencia subjetiva, a menudo se dice que «la belleza está en el ojo del observador».<ref>{{cita web |nombre=Gary |apellido=Martin |título=Beauty is in the eye of the beholder |url=http://www.phrases.org.uk/meanings/59100.html |año=2007 |fechaacceso=4 de diciembre de 2007 |editorial=The Phrase Finder |idioma=inglés}}</ref>
La percepción de la «belleza» a menudo implica la interpretación de alguna entidad que está en equilibrio y [[armonía]] con la [[naturaleza]], y puede conducir a sentimientos de atracción y bienestar emocional. Debido a que constituye una experiencia subjetiva, a menudo se dice que «la belleza está en el ojo del observador».<ref>{{cita web |nombre=Gary |apellido=Martin |título=Beauty is in the eye of the beholder |url=http://www.phrases.org.uk/meanings/59100.html |año=2007 |fechaacceso=4 de diciembre de 2007 |editorial=The Phrase Finder |idioma=inglés}}</ref>

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Belleza es María Castillito Durancito. La belleza se estudia dentro de la disciplina filosófica de la estética, además de otras disciplinas como la historia, la sociología y la psicología social. Vulgarmente la belleza se define como la característica de una cosa que a través de una experiencia sensorial (percepción) procura una sensación de placer o un sentimiento de satisfacción. En este sentido, proviene de manifestaciones tales como la forma, el aspecto visual, el movimiento y el sonido, aunque también se la asocia, en menor medida, a los sabores y los olores. En esta línea y haciendo hincapié en el aspecto visual, Tomás de Aquino define lo bello como aquello que agrada a la vista (quae visa placet). La percepción de la «belleza» a menudo implica la interpretación de alguna entidad que está en equilibrio y armonía con la naturaleza, y puede conducir a sentimientos de atracción y bienestar emocional. Debido a que constituye una experiencia subjetiva, a menudo se dice que «la belleza está en el ojo del observador».[1]

Historia de la belleza

Rosetón estilo Gótico radiante de la Catedral de Notre Dame (París). En la Arquitectura gótica, la luz es considerada la más bella revelación de Dios.
El Taj Mahal es un ejemplo de la simetría en la arquitectura.

Podría remontarse a la propia existencia de la humanidad como una de sus cualidades mentales. La escuela pitagórica vio una importante conexión entre las matemáticas y la belleza. En particular, notaron que los objetos que poseen simetría son más llamativos. La arquitectura griega clásica está basada en esta imagen de simetría y proporción. Platón realizó una abstracción del concepto y consideró la belleza una idea, de existencia independiente a la de las cosas bellas. Según la concepción platónica, la belleza en el mundo es visible por todos; no obstante, dicha belleza es tan solo una manifestación de la belleza verdadera, que reside en el alma y a la que solo podremos acceder si nos adentramos en su conocimiento. Consecuentemente, la belleza terrenal es la materialización de la belleza como idea, y toda idea puede convertirse en belleza terrenal por medio de su representación.[2]

La belleza, generalmente, se ha asociado con el bien. De la misma manera, lo contrario de la belleza, que es la fealdad, a menudo se ha relacionado con el mal. A las brujas, por ejemplo, con frecuencia se les atribuyen rasgos físicos desagradables y personalidades repulsivas. Este contraste aparece representado en cuentos como La bella durmiente, de Charles Perrault.[3]​ En su obra Las afinidades electivas, Goethe declara que la belleza humana actúa con mucha mayor fuerza sobre sentidos interiores que sobre los externos, de modo que lo que él contempla está exento del mal y sienta en armonía con él y con el mundo.[4]

La simetría es importante porque da la impresión de que la persona creció con salud, sin defectos visibles. Algunos investigadores han sugerido que rasgos neonatales son intrínsecamente atractivos. La juventud en general se asocia con la belleza.

Hay pruebas que hacen intuir un rostro hermoso en el desarrollo infantil, y que las normas de atractivo son similares en culturas diferentes. El promedio, la simetría y el dimorfismo sexual para determinar la belleza pueden tener una base evolutiva. Los metaanálisis de la investigación empírica indican que las tres características producen atracción tanto en caras masculinas como en femeninas y a través de diferentes culturas. El atractivo facial puede ser una adaptación para la opción de compañero, posiblemente porque la simetría y la ausencia de defectos señalan aspectos importantes de la calidad física del compañero, como la salud. Es probable que estas preferencias sean simplemente instintos.

Los artistas griegos y romanos también tenían el estándar de belleza masculina en la civilización occidental. El romano ideal fue definido como un jefe alto, musculado, de piernas largas, con un pecho lleno de pelo grueso, una alta y amplia frente -un signo de inteligencia-, grandes ojos, una nariz fuerte y perfil perfecto, boca pequeña, y una mandíbula poderosa. Esta combinación de factores produciría una mirada impresionante de hermosa masculinidad. Con las excepciones notables del peso corporal y los estilos de moda, las normas de belleza han sido bastante constantes en el tiempo y el lugar.

En el chino antiguo se escribe un signo que significa "hermoso", pero hoy se combina con otros dos signos que significan "grande" y "oveja". Posiblemente, la oveja grande era representativa de belleza.

La cultura maya consideraba que tener estrabismo era bello, y para conseguirlo, las madres ponían jarras delante de los niños para que crecieran con este defecto; el concepto de belleza puede variar entre culturas.

Belleza humana

Proporciones ideales del cuerpo humano esquematizadas en el Hombre de Vitruvio, de Leonardo da Vinci.

La caracterización de una persona como «bella», ya sea de forma individual o por consenso de la comunidad, a menudo se basa en una combinación de belleza interior, que incluye los factores psicológicos —tales como congruencia, elegancia, encanto, gracia, integridad, inteligencia y personalidad —, y belleza exterior, es decir, atractivo físico, que incluye factores físicos —tales como juventud, medianidad, salud corporal, sensualidad y simetría —.

Comúnmente se mide la belleza externa con base en la opinión general o el consenso de un grupo de personas. Un ejemplo de ello son los concursos de belleza, como el de Miss Universo. La belleza interna, sin embargo, es más difícil de cuantificar. Un importante indicador de la belleza física es la «medianía». Cuando las imágenes de rostros humanos se promedian para formar una imagen compuesta, esta se acerca progresivamente cada vez más a la imagen «ideal» y se percibe como más atractiva. Este fenómeno se notó por primera vez en 1883, cuando Francis Galton, primo de Charles Darwin, construyó imágenes compuestas por superposición de fotografías de vegetarianos y delincuentes en búsqueda de una apariencia característica para cada uno de ellos. Al hacerlo, se percató de que las imágenes compuestas resultantes eran más atractivas en comparación con cualquiera de las fotografías individuales.

La investigación moderna sugiere también que las personas cuyos rasgos faciales son simétricos y poseen la proporción perfecta son más atractivas.

Fealdad

La fealdad es una propiedad de una persona o cosa que no es agradable de mirar En muchas sociedades el juicio de ser considerado "feo" equivale a ser poco estético, repulsivo u ofensivo. Al igual que su opuesto, la belleza, la fealdad implica un juicio subjetivo y esta por lo menos en parte, en el "ojo del observador", tampoco se debe olvidar la influencia ejercida por la cultura del "observador". Así, la percepción de la fealdad puede ser errónea o miope, como en el cuento de El patito feo de Hans Christian Andersen.

A pesar de que la fealdad es normalmente considerada como una característica visible, también puede ser un atributo interno. Por ejemplo, una persona se puede considerar atractiva por fuera pero por dentro irreflexiva y cruel. También es posible estar de "mal humor", que es un estado interno de desagrado temporal.

La fealdad tiene su origen en la consideración del "ojo observador" y de la autoestima que se desarrolla en las personas al ver los estereotipos de hombres y mujeres agradables a nuestros sentidos de percepción.

Belleza en el arte

En la Grecia clásica, uno de los temas principales de la primera mitad de la obra Fedro de Platón es la Belleza.[5]

Véase también

Referencias

  1. Martin, Gary (2007). «Beauty is in the eye of the beholder» (en inglés). The Phrase Finder. Consultado el 4 de diciembre de 2007. 
  2. Platón. El Banquete. 
  3. Perrault, Charles. La bella durmiente. 
  4. von Goethe, Johann Wolfgang (14 de mayo de 2016). Las afinidades electivas. ISBN 9786050438321. 
  5. Garrido, Manuel (2013). «La filosofía platónica del amor». En Sacristán, Manuel; García Bacca, David, eds. Los diálogos eróticos: Banquete y Fedro (Manuel Sacristán y David García Bacca, trads.). Madrid: Tecnos. p. 11. ISBN 9788430958207. 

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