Diferencia entre revisiones de «Toxoplasmosis»

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Contenido eliminado Contenido añadido
Camilo (discusión · contribs.)
m Revertidos los cambios de 189.192.184.7 a la última edición de 190.75.136.181
Línea 51: Línea 51:


== Cuadro clínico ==
== Cuadro clínico ==
Más del 80% de las infecciones son asintomáticas. La toxoplasmosis puede ser aguda o crónica, sintomática o asintomática. La infección aguda recientemente adquirida suele ser asintomática en niños mayores y adultos; y en caso de presentar síntomas y signos (enfermedad aguda) estos suelen ser de corta duración y autolimitados, como una [[gripe]] o [[mononucleosis]], [[cefalea|dolor de cabeza]], [[mialgia|dolores musculares]], [[inflamación]] de los [[ganglio linfático|ganglios linfáticos]], etc. En la mayoría de los casos persiste como quistes en los tejidos pero la persona no suele tener manifestaciones en lel paco roto
Más del 80% de las infecciones son asintomáticas. La toxoplasmosis puede ser aguda o crónica, sintomática o asintomática. La infección aguda recientemente adquirida suele ser asintomática en niños mayores y adultos; y en caso de presentar síntomas y signos (enfermedad aguda) estos suelen ser de corta duración y autolimitados, como una [[gripe]] o [[mononucleosis]], [[cefalea|dolor de cabeza]], [[mialgia|dolores musculares]], [[inflamación]] de los [[ganglio linfático|ganglios linfáticos]], etc. En la mayoría de los casos persiste como quistes en los tejidos pero la persona no suele tener manifestaciones clínicas (infección crónica), pero en otros casos se presenta con formas clínicas persistentes o recurrentes (enfermedad crónica).
(infección crónica), pero en otros casos se presenta con formas clínicas persistentes o recurrentes (enfermedad crónica).


Se suelen diferenciar cuatro grandes categorías clínicas en el estudio de la toxoplasmosis:
Se suelen diferenciar cuatro grandes categorías clínicas en el estudio de la toxoplasmosis:

Revisión del 23:44 9 jun 2009


Toxoplasmosis

Taquizoítos (trofozoítos de T. gondii)
Especialidad infectología
obstetricia y ginecología
eMedicine med/2294


La toxoplasmosis es un término médico dado a una enfermedad infecciosa humana y de muchos otros animales, ocasionada por un parásito de distribución mundial, el Toxoplasma gondii, un protista del filo apicomplejos.Toxoplasma pertenece al supergrupo Chromalveolata, primer rango Alveolata y en el segundo rango a los Apicomplexa, que incluye a los géneros Eimeria, Isospora y Criptosporidium, un grupo de parásitos en los cuales la esquizogonia y la esporogonia tienen lugar exclusivamente en células epiteliales del intestino en un solo hospedero (coccidias homoxenos). El Toxoplasma se caracteriza por la esquizogonia y esporogonia que tienen lugar en el epitelio intestinal de un hospedero (los felinos) y por una reproducción asexuada que puede ocurrir en cualquier tejido y en un espectro amplio de hospederos (heteroxeno facultativo). Es un parásito intracelular obligado.[1]​ La toxoplasmosis puede causar infecciones leves y asintomáticas, así como infecciones mortales que afectan mayormente al feto, recién nacidos, ancianos y personas vulnerables por su condición de inmunosupresión. La enfermedad es considerada una zoonosis, es decir, existe normalmente en otros animales, pero puede ser transmitida a seres humanos. De hecho, los hospedadores definitivos son los miembros de la familia Felidae; y de ésta, sólo en 2 géneros que incluyen 7 especies, entre ellas el gato (Felis catus, Felis domestica).[2]

Aunque Toxoplasma tiene un ciclo sexuado en las células intestinales del gato, lo que le permite procesos de recombinación genética y teóricamente esto daría lugar a una gran diversidad, cuando se realizan análisis de polimorfismos de los fragmentos de restricción (RFLP) para el gen SAG2 se identifican sólo tres linajes: el linaje I que es virulento en ratón y predomina en América del Sur, el linaje II que es avirulento en ratón y se encuentra prácticamente ausente en América del Sur, pero es el más frecuente en Europa y el linaje III que predomina en varios sitios del mundo. Durante varios años se utilizó este método de tipificación, pero actualmente no se preconiza su uso, pues no permite analizar la real variabilidad genética de este parásito, no todas las cepas pueden ser genotipificadas con este método, ni tampoco tiene relación con el pronóstico clínico. Cuando se aplican otros marcadores genéticos en las cepas suramericanas se encuentran patrones mezclados de los linajes I y III con una baja frecuencia de cepas del tipo II. Su utilidad radicó en que fue el primer marcador que permitió vislumbrar la existencia de una divergencia geográfica en la distribución de la población parasitaria de Toxoplasma. Los análisis por microsatélites en un estudio global realizado en cuatro continentes, sugieren entonces ya no sólo la existencia de tres sino de cuatro poblaciones mayores, dos endémicas para Suramérica (SA1 y SA2), una endémica en Europa (RW) y otra ocupando una distribución global o cosmopolita, denominado WW. Al utilizar como marcadores el estudio de haplotipos, se encuentran 11 haplotipos, cuatro de ellos exclusivos de América del Sur y que confirman la divergencia geográfica norte-sur. De hecho se ha propuesto que el Toxoplasma en América del Sur es mucho más virulento, dado que su transmisión fue mucho más lenta a través de félidos silvestres, mientras que en Europa y Asia ocurrió una diseminación mucho más rápida a través del gato doméstico. Esto explicaría que en América del Sur existen cepas mucho más virulentas que en el resto del mundo, pues no lograron atenuarse, como sí ocurrió en el resto del mundo. También es claro que las cepas de Toxoplasma son diferentes entre Norteamérica y Suramérica pues de acuerdo a la teoría de deriva continental América del Sur permaneció como continente aislado durante 400 millones de años y sólo hace 3 millones de años hubo unión con Centro y Norteamérica, por lo tanto las cepas del parásito tuvieron oportunidad de evolucionar de manera diferente entre ambos continentes.[3]

Epidemiología

La toxoplasmosis está presente alrededor de todo el mundo, su prevalencia en humanos y gatos es muy variable. Por razón de la cantidad de adultos que presentan una seropositividad, es decir, que contienen anticuerpos sanguíneos que demuestran el contacto con el parásito, se ha encontrado una elevada prevalencia en América Latina: México, América Central y del Sur con la excepción de las áreas más meridionales y las islas caribeñas.[4]​ La gran incidencia en el África occidental es conocida por estudios epidemiológicos de inmigrantes de esa zona del continente.[5]​ Existe, incluso en estas grandes áreas geográficas, una considerable variación de seroprevalencia, dependiendo de la región, la edad, el sexo, el grupo étnico y las condiciones socioeconómicas y sanitarias, en especial el contacto con gatos y la tierra. Por ejemplo, en comunidades de baja salubridad pública en la región andina de Cuzco, Perú, criadores de camélidos, se encontró una seroprevalencia de Toxoplasma gondii en alpacas del 35%, cuando la enfermedad en humanos en esa región es escasa.[6]​ En Colombia según el Estudio Nacional de Salud realizado en 1982, la prevalencia en la población general es de 47%. La prevalencia aumenta con la edad y existen variaciones importantes entre las regiones. Así la prevalencia más alta fue encontrada en la región de la costa Atlántica con un 63% mientras que en la región central esta fue de 36%. En Brasil se han encontrado prevalencias en población general de 50 a 76%, y la frecuencia de toxoplasmosis congénita varia de 0,2 a 2%. En Colombia según estudios realizados en diferentes regiones, las frecuencias en el embarazo van de 0,6 a 3%. Actualmente, el Ministerio de Protección Social en Colombia no tiene reglamentación para la realización de pruebas durante el embarazo para la toxoplasmosis e igual situación ocurre en otros países de América Latina. En el estado Rio Grande Do Sul, en Brasil, existe un programa de tamizaje neonatal pero este se ofrece solo a población que pueda pagar por él. En la ciudad de Armenia (Quindío) se ha instaurado un programa de la Secretaria de Salud de Armenia para la población vinculada que cubre alrededor de 900 gestantes y se detectan entre dos a cinco casos cada año. En esta ciudad se ha encontrado que se presenta mortalidad neonatal en la población no cubierta por el programa pero no en los hijos de madres detectadas y tratadas. En el resto del país en ausencia de intervención terapéutica entre 800 a 3.000 recién nacidos nacen infectados cada año, así en Sincelejo (departamento de Sucre, Colombia) en 100 gestantes se encontraron dos seroconversiones y entre los hijos de estas madres se presentó un mortinato.[2]


Las formas más graves pueden llevar a la muerte intra-uterina o causar secuelas graves si la infección de la madre ocurre en la primera mitad de la gestación. Un estudio en una población en Brasil demostró una mayor cantidad (13,9%) de mujeres embarazadas con toxoplasmosis activa (por la presencia de anticuerpos IgM) que con sífilis y la enfermedad de Chagas.[7]

Fuentes de infección

Sólo el gato puede excretar ooquistes en sus heces. Aunque el parásito puede infectar prácticamente todos los animales de sangre caliente, en ellos no ocurre el ciclo definitivo, sólo lo albergan en sus tejidos y para poder contaminarse de estos animales se debe consumir la carne poco cocida. Las fuentes de infección más importantes son: el contacto con gatos (sobre todo los menores de seis meses, pues el gato más viejo adquiere inmunidad y luego no transmite la infección), el consumo de carne poco cocida (de pollo, res o cerdo, la importancia de cada una varía de una región a otra) y el consumo de agua no filtrada o sin hervir.[8]

Mecanismo de infección

Además de la fuente de infección primaria, que son las heces del gato como huésped definitivo, la infección en humanos puede provenir de la ingestión de carne cruda, mal cocida o la manipulación de estos alimentos (aunque luego se cocinen muy bien) por contaminación de las manos, utensilios de cocina, etc. Se sabe que el parásito cruza la placenta pudiendo transmitirse al feto, si la madre se infecta por primera vez durante el embarazo. Si la infección ocurrió antes de quedar embarazada, el nuevo bebé no puede ser infectado. El riesgo es menor si la infección ocurrió en las últimas semanas de gestación. Con muchísima menos frecuencia, el parásito puede ser transmitida por transfusión de sangre, o trasplante de órganos.

Ciclo de vida

La toxoplasmosis es una zoonosis de distribución mundial. Se infectan animales herbívoros, omnívoros o carnívoros, incluyendo casi todos los mamíferos. En la carne destinada a consumo humano es frecuente la presencia de quistes tisulares. Los invertebrados como moscas y cucarachas pueden contribuir a la difusión de los ooquistes, que acompañan a la defecación de los gatos. Los ooquistes que salen con las heces no son de inmediato infectantes, deben pasar por un proceso de diferenciación en la tierra que dura hasta tres semanas y pueden mantenerse infecciosos durante mucho tiempo en la tierra húmeda (aproximadamente un año).[9]

Ciclo vital de Toxoplasma gondii: el gato es el huésped definitivo (1) (donde el parásito se reproduce), el gato se infecta e infesta a otros animales por los ooquistes tisulares. El hombre se infecta consumiendo ooquistes liberados con las heces (3) o bien al ingerir carne contaminada con ooquistes tisulares (2).

El parásito se presenta bajo tres distintas formas: taquizoíto (un trofozoíto que puede encontrarse en casi cualquier órgano, principalmente el cerebro y músculos), quistes tisulares y ooquistes. Estos últimos sólo se producen en los intestinos de los huésped definitivos.

El ciclo vital de Toxoplasma tiene como huésped definitivo al gato o miembros de su familia, que tras ingerir alguna de las formas del parásito sufre en las células epiteliales de su intestino un ciclo asexual y luego un ciclo sexual, eliminándose en sus heces millones de ooquistes. Cuando estos esporulan se vuelven infecciosos pudiéndose infectar otros animales por su ingestión. Por debajo de 4 ºC, o por encima de 37 ºC, no se produce la esporulación y los quistes no son infecciosos.

Los humanos sufren la transmisión del parásito fundamentalmente por vía oral a través de la ingesta de carnes, verduras, el agua, huevos, leche, u otros alimentos contaminados por ooquistes o que contienen quistes tisulares. De hecho, hasta un 25% de las muestras de carnes de cordero y cerdo presentan ooquistes, siendo menos frecuentes en la carne de vaca. Los gatos, sobre todo si se manipulan sus excreciones, pueden infectar al ingerir los ooquistes por las manos contaminadas.

Se ha estudiado con cierto detalle el importante papel que juegan los gatos en la eliminación de los ooquistes en la tierra como parte de la transmisión de la enfermedad. En algunas islas del Pacífico, se ha demostrado que la ausencia de gatos está asociada a la ausencia de anticuerpos humanos en contra de Toxoplasma y, al contrario, en regiones con prevalencia de anticuerpos están en proporción directa con la población de gatos o el contacto con la tierra contaminada por heces felinas.[1]

Los gatos se infectan al consumir roedores y aves, que son huéspedes intermediarios que contienen los quistes (con bradizoítos) que mantienen una infección crónica en estos animales.[1]

La segunda vía de transmisión es la materno-fetal o congénita dando origen a la toxoplasmosis congénita. Más rara es la transmisión por transfusiones o por recepción de órganos. El contagio interhumano de toxoplasmosis solo se ve en casos de la transmisión trasplacentaria.[9]

Cuadro clínico

Más del 80% de las infecciones son asintomáticas. La toxoplasmosis puede ser aguda o crónica, sintomática o asintomática. La infección aguda recientemente adquirida suele ser asintomática en niños mayores y adultos; y en caso de presentar síntomas y signos (enfermedad aguda) estos suelen ser de corta duración y autolimitados, como una gripe o mononucleosis, dolor de cabeza, dolores musculares, inflamación de los ganglios linfáticos, etc. En la mayoría de los casos persiste como quistes en los tejidos pero la persona no suele tener manifestaciones clínicas (infección crónica), pero en otros casos se presenta con formas clínicas persistentes o recurrentes (enfermedad crónica).

Se suelen diferenciar cuatro grandes categorías clínicas en el estudio de la toxoplasmosis:

  1. Toxoplasmosis aguda adquirida en el paciente inmunocompetente, pudiendo cursar con un cuadro subclínico y por lo tanto sin síntomas, haciendo que el paciente no tenga conocimiento de la infección. Cuando aparecen síntomas son generales, confundiéndose con una gran gama de posibles infecciones benignas y de rápido curso, pudiendo provocar: linfadenopatía, fiebre, mialgia y malestar general.
  2. Toxoplasmosis aguda adquirida o reactivada en el paciente inmunodeficiente, las formas clínicas más severas, incluyendo leucemia, enfermedades del tejido conectivo, los cuales pueden manifestarse en un 40% de pacientes con SIDA, por ejemplo.[9]​ Los pacientes con terapias inmunosupresoras (glucocorticoides, por ejemplo) como para prevenir el rechazo de un órgano trasplantado o el tratamiento de una enfermedad autoinmune, pertenecen a este grupo de alto riesgo.
  3. Toxoplasmosis ocular, como resultado de una infección congénita (aunque los signos aparezcan al cabo de varios años) con retinitis necrotizante, uveítis y ocasionalmente retinocoroiditis.
  4. Toxoplasmosis congénita.

Recientemente se han identificado polimorfismos para el gen que codifica para una proteína transportadora de ATP, la ABCA4 subfamilia A, y mayor probabilidad de enfermedad ocular y cerebral y con polimorfismos en el gen COL2A1 que codifica para colágeno tipo II (predominante en tejido ocular) y mayor probabilidad de compromiso ocular en niños con infección congénita por Toxoplasma.[10]

Dentro de cualquiera de ellas las manifestaciones clínicas no son específicas y los métodos diagnósticos pueden prestarse a diferentes interpretaciones.

Diagnóstico

La toxoplasmosis puede ser diagnosticada al aislar el parásito por medio de inoculación de animales de laboratorio o cultivo celular o con un perfil serológico, el cual puede no ser confiable en inmunodeficientes y en el feto.[11]​ Existen sin embargo pruebas capaces de detectar los anticuerpos serológicos o en orina, creados por el sistema inmune para combatir el parásito, especialmente un incremento en los niveles de IgG y/o la presencia de anticuerpos específicos de IgM.[12]​ La evaluación clínica de recién nacidos durante el primer año de vida es, sin duda, necesaria en madres seropositivas o de alto riesgo.

Otros métodos indirectos incluyen reacciones de fijación de complemento, reacción con colorantes de Sabin y Feldman, pruebas de ELISA y la reacción de hemaglutinación indirecta. Es posible también demostrar la presencia del genoma del parásito con la técnica de PCR, un método importante debido a su alta sensibilidad y especificidad,[11]​ pues siempre que es positivo confirma el diagnostico pero si es negativo no siempre lo excluye. El método de detección por PCR se utiliza en el diagnóstico de toxoplasmosis en el líquido amniótico, en el humor acuoso en toxoplasmosis ocular y en inmunosuprimidos[13]​ La detección directa del parásito en tejidos infectados puede también resultar difícil, por ejemplo, de placenta o cerebro, incluyendo la fijación de anticuerpos fluorescentes.

Esto sumado a que la toxoplasmosis puede ser asintomática implica que un análisis puede indicar únicamente que el individuo nunca ha sido infectado por el parásito, o bien que el individuo ha tenido o está presentemente infectado con el parásito (sin distinción de uno u otro caso).

Una vez que un organismo tiene anticuerpos de toxoplasmosis queda inmunizado contra la enfermedad. Por ello se recomienda a las mujeres que estén planeando quedarse embarazadas que se hagan con anterioridad una prueba de anticuerpos de toxoplasmosis.

Diagnóstico diferencial

De importancia en los casos más severos donde se ven los síntomas más notables, la toxoplasmosis puede confundirse con la leptospirosis,[14]enfermedad de Hodgkin y otros linfomas,[15]encefalitis, mononucleosis, miocarditis, pulmonía (tuberculosis) en inmunocomprometidos y sarcoidosis.[9]

fármacos Pirimetamina y las Sulfamidas, las que se usan en combinación para el tratamiento de la toxoplasmosis incrementando más de 6 veces el efecto de ellos individualmente.[16]​ Debido a que la Pirimetamina bloquea el uso del ácido fólico, se debe añadir al tratamiento el ácido folínico, el cual puede ser usado por la médula ósea del paciente, más no por el parásito. Los corticosteroides están contraindicados excepto en casos de toxoplasmosis con sintomatología ocular, en cuyo caso se usan en concentraciones bajas.[2]​ Aquellos pacientes alérgicos o que no toleran las sulfamidas deben consultar con sus profesionales de salud en busca de otras opciones como la Clindamicina.[17]​ Las madres embarazadas deben ser también tratadas al ser diagnosticadas con certeza y, a través de ellas, al feto, balanceando los posibles efectos secundarios del tratamiento sobre el feto y su madre.[18]​ Una de las secuelas de hipersensibilidad asociado a medicamentos durante el tratamiento de la toxoplasmosis es el síndrome de Stevens-Johnson, el cual es una reacción febril con lesiones en la piel y conjuntivitis purulenta, potencialmente letal.[19]

Para pacientes inmunosuprimidos, en especial pacientes con SIDA, el tratamiento debe continuarse de por vida para evitar la seria y frecuente posibilidad de reinfecciones o reactivación de una enfermedad latente.[16]​,[20]​ Otra alternativa es la Atovaquona, un antibiótico del grupo de las naftoquinolonas, pero que tiene el inconveniente del costo. En personas con toxoplasmosis latente, los quistes son inmunes a estos tratamientos, debido a que los antibióticos no llegan a los bradizoítos en suficiente concentración.

Profilaxis

La transmisión de la toxoplasmosis se puede prevenir evitando: comer carne sin cocerla bien (la carne se debe cocinar hasta que cambie de color), manipular o tener contacto con las heces de gato que interactúen con ratones o ratas u otros animales infectados (es decir, no todos los gatos son sujetos de riesgo), contaminación de cuchillos, y otros utensilios al preparar carne infectada, beber agua contaminada, ingerir la leche no pasteurizada; especialmente de cabra, aceptar la donación de órganos infectados (caso que es muy poco frecuente fuera del mercado negro). Un brote epidémico en marzo de 1995 en Vancouver, Canadá, fue relacionado con la contaminación del reservorio de agua de la ciudad por un félido salvaje. En Brasil en 2004 una encuesta epidemiológica relacionó también el consumo de agua no filtrada con infección en estratos socioeconómicos desfavorecidos. Es posible que, como en el caso de Giardia o Cryptosporidium, la cloración no sea suficiente para eliminar el Toxoplasma en aguas tratadas y se requiera la filtración para reducir la transmisión. Estos nuevos datos colocan a la toxoplasmosis como enfermedad de transmisión hídrica lo que puede explicar su gran diseminación y la gran cantidad de casos que no se pueden relacionar con factores de riesgo conocidos. En un estudio en Colombia[[21]] se encontró que en las gestantes del Quindío el 25% de los casos con toxoplasmosis en el embarazo se atribuyó a tener gatos menores de 6 meses en la casa, 25% a consumo de carne poco cocida y el tomar agua de bolsa o botella redujo el riesgo en un 50%. Es decir esto sugiere que hasta el 50% de los casos pueden ser debidos a consumo de agua de la llave. Estos datos indican que la toxoplasmosis transmitida por agua puede estar provocando la mayoría de casos, y por consiguiente, se requieren sistemas de monitoreo para la misma. Las mujeres embarazadas deben evitar consumir carne cruda o mal cocida, lo que incluye embutidos, jamón serrano, chorizo, sushi, entre otras y lavar adecuadamente las verduras y hortalizas así como tener especial cuidado e higiene de los animales domésticos.

Referencias

  1. a b c Dubey JP, Lindsay DS, Speer CA. Structures of Toxoplasma gondii tachyzoites, bradyzoites, and sporozoites and biology and development of tissue cysts. Clin Microbiol Rev. 1998; 11:267-299 Disponible en la World Wide Web: [1]. ISSN 0893-8512.
  2. a b c Gómez Marín JE, Castaño JC, Montoya MT. Toxoplasmosis congénita en Colombia: Un problema subestimado de salud pública. Colombia Médica 26: 66-70, 1995 Disponible en la World Wide Web: [2]ISSN 1657-9534.
  3. Lehmann T, Marcet PL, Graham DH, Dahl ER, Dubey JP. Globalization and the population structure of Toxoplasma gondii. Proc Natl Acad Sci U S A. 2006; 103:11423-11428. Disponible en la World Wide Web: [3]]ISSN 0028-0836.
  4. CHACIN-BONILLA, Leonor, SANCHEZ-CHAVEZ, Yulaicy, ESTEVEZ, Jesús et al. Prevalence of human toxoplasmosis in san carlos island, venezuela. INCI. [online]. ago. 2003, vol.28, no.8 [citado 26 Octubre 2007], p.457-462. Disponible en la World Wide Web: [4]. ISSN 0378-1844.
  5. J. R. Chesterton and E. S. Perkins. Ocular toxoplasmosis among Negro immigrants in London. Br J Ophthalmol. 1967 September; 51(9): 617–621. [5]
  6. RAMIREZ R., Julia, CHAVEZ V., Amanda, CASAS A., Eva et al. Seroprevalencia de Toxoplasma gondii en alpacas de comunidades de la provincia de Canchis, Cusco. Rev. investig. vet. Perú. [online]. jul./dic 2005, vol.16, no.2 [citado 26 Outubro 2007], p.169-174. Disponível na World Wide Web: [6]. ISSN 1609-9117.
  7. VAZ, Adelaide José, GUERRA, Elvira Maria, FERRATTO, Luzia Cristina Contim et al. Positive sorology of syphilis, toxoplasmosis and Chagas' disease in pregnant women on their first visit to State Health Centes in a metropolitan area, Brazil. Rev. Saúde Pública [online]. 1990, vol. 24, no. 5 [citado 2007-10-26], pp. 373-379. Disponible en la World Wide Web: [7]. ISSN 0034-8910.
  8. Lora F, Aricada H, Pérez JE; Arias LE, Idarraga SE, Mier D, Gómez Marín JE. Detección de Toxoplasma gondii en carnes de consumo humano por la técnica de Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR) en tres ciudades del eje cafetero. Infectio 2007; 11: 117-123. Disponible en la World Wide Web: [8]. ISSN: 0123-9392.
  9. a b c d eMedicine.com - Enfermedades infecciosas: Toxoplasmosis. [9] Último acceso: 26 oct 2007.
  10. Jamieson SE, de Roubaix LA, Cortina-Borja M et al. Genetic and epigenetic factors at COL2A1 and ABCA4 influence clinical outcome in congenital toxoplasmosis. PLoS ONE. 2008; 3(6):e2285. Disponible en la World Wide Web: [10]]ISSN 1932-6203.
  11. a b VIDIGAL, Paula Vieira Teixeira, SANTOS, Daniel Vítor Vasconcelos, CASTRO, Flávia Cipriano et al. Prenatal toxoplasmosis diagnosis from amniotic fluid by PCR. Rev. Soc. Bras. Med. Trop. [online]. 2002, vol. 35, no. 1 [cited 2007-10-31], pp. 1-6. Available from: [11]. ISSN 0037-8682.
  12. FACHADO, Alberto, FONTE, Luis, ALBERTI, Esteban et al. Usefulness of the detection of Toxoplasma gondii antigens in AIDS patients. Rev. Inst. Med. trop. S. Paulo [online]. 1994, vol. 36, no. 6 [cited 2007-10-26], pp. 525-529. Available from: [12]. ISSN 0036-4665.
  13. Ponce N, Gomez JE. Estandarización y validación clínica de la prueba de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para diagnostico de toxoplasmosis cerebral en pacientes infectados por el VIH. Infectio 2003; 7: 8-14. Disponible en: [13].
  14. Oscar Velasco-Castrejón, Guadalupe Tenorio y Beatriz Rivas-Sánchez. Diagnóstico diferencial entre toxoplasmosis y leptospirosis de 26 casos mexicanos de uveitis posterior. REV CUBANA MED TROP 2005;57(1):77-8. [14]
  15. Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica. [15]
  16. a b Gómez JE, Ruiz B, Silva P, Beltrán S, Cortés J, Montoya J, Agudelo A. Guía de práctica clínica para toxoplasmosis durante el embarazo y toxoplasmosis congénita en Colombia. Infectio 2007; 11: 129-141. Disponible en la World Wide Web: [16]. ISSN 0123-9392.
  17. aidsMeds.com - Toxoplasmosis. [17] Último acceso 26 oct 2007.
  18. guiaInfantil.com - Diagnóstico y tratamiento de la toxoplasmosis. [18] Último acceso 26 oct 2007.
  19. RAMOS CASTRILLO, AI y TEJADA DE PALACIOS. Síndrome de Stevens-Johnson tras tratamiento por toxoplasmosis ocular. Arch Soc Esp Oftalmol. [online]. 2004, vol. 79, no. 11 [citado 2007-10-27], pp. 569-572. Disponible en: [19]. ISSN 0365-6691.
  20. Gómez JE, Alvarado F, Hernandez C, Cuervo S, Saravia J. Tratamiento de la fase aguda de la toxoplasmosis cerebral con Clindamicina-Falcidar (pirimetamina-sulfadoxina) en pacientes infectados por VIH. Infectio 5 (3): 163-169; 2001. Disponible en la World Wide Web: [20]. ISSN 0123-9392.

Enlaces externos