Escuela neoclásica (criminología)

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En criminología, la escuela neo-clásica continúa la tradición de la escuela clásica en el marco del realismo de derecha. Para esta corriente, el utilitarismo de Jeremy Bentham y de Cesare Beccaria continúan siendo una filosofía social relevante en términos de política, y el uso del castigo un elemento de disuasión a través de la aplicación de la ley, los tribunales y la cárcel.

Cuando el delito y la reincidencia son percibidos como un problema, la primera reacción política es el aumento de la vigilancia, penas más duras y el seguimiento de los liberados en libertad condicional. Intuitivamente, los políticos ven una correlación entre la gravedad de la pena y la posibilidad de cometer un delito. La intención práctica ha sido siempre la de disuadir y, en caso de que no sea posible, mantener a la sociedad más segura por el mayor tiempo posible mediante el encierro de los delincuentes en las prisiones (ver Wilson). Desde los primeros teóricos, sus argumentos se basan en la moralidad y utilidad social. No fue hasta hace relativamente poco tiempo que ha habido una investigación empírica para determinar si el castigo es un medio eficaz de disuasión.

Teorías[editar]

Teoría del control social[editar]

Como se presenta en la obra de Travis Hirschi, la teoría del control social propone, de acuerdo con las teorías del proceso de socialización y la teoría del aprendizaje social, que el autocontrol se construye y reduce la inclinación hacia el comportamiento reconocido como antisocial.[1]​ El planteo se basa en teorías funcionalistas de la delincuencia y propone que hay tres tipos de control:

  • Directo: por el cual el castigo se aplica como amenaza al mal comportamiento, y el cumplimiento es recompensado por padres, la familia y las figuras de autoridad.
  • Indirecta: por la que un joven se abstiene del comportamiento delictivo porque estos actos podrían causar dolor y decepción de los padres u otras personas con las cuales él o ella tiene relaciones cercanas.
  • Interna: por el cual la conciencia o el sentimiento de culpa le impiden a una persona participar en actos delincuenciales.[1]

La teoría de la deriva[editar]

Aunque no es uno de los referentes de las teorías del control social, David Matza (1964) también adoptó los conceptos de frustración y rebeldía en contra de los valores sociales por los jóvenes delincuentes. Matza no identificó restricciones o controles que pudieran mantener a la juventud fuera de la desviación, pero quienes incursionaban en ella eran presentados como jóvenes que quedan a la deriva en la delincuencia. Como con Hirschi, Matza era escéptico de que la desviación pudiera ser explicada en términos de diferencias subculturales o contraculturales en los sistemas de valores. Los jóvenes delincuentes no eran ni obligados ni comprometidos a cometer hechos delictivos, sino que simplemente eran menos receptivos a los regímenes convencionales más tradicionales (1964:28). Por lo tanto, los jóvenes delincuentes iban "a la deriva" entre comportamientos criminales y no criminales, y estaban relativamente libres de elegir si participar en la delincuencia.[2]

Teoría de la elección racional[editar]

Esta surge del principio de la utilidad esperada en la teoría económica. Es decir, la gente va a tomar decisiones racionales basadas en sus expectativas de maximización de utilidad. En esa medida, se ajusta al modelo del utilitarismo propuesto por la Escuela Clásica, pero sus implicaciones son puestas en duda por la escuela neoclásica.[3]

Investigación reciente[editar]

Estudios iniciales compararon las estadísticas de homicidio entre estados en los que se utilizaba o no la pena capital, y no encontraron ninguna evidencia de disuasión por esta causa.[4]​ Estudios posteriores pusieron a prueba la influencia de la gravedad de las penas.[5]​ Las metodologías de investigación utilizadas fueron el análisis de las estadísticas oficiales e indicadores de correlaciones, así como entrevistas y cuestionarios para obtener indicadores subjetivos.

La investigación encuentra que la mayoría de las personas que se ajusta a la ley, suscriben a los valores sociales y morales representados por tales normas (es decir, el proceso de socialización es eficaz). Por lo tanto, en el mejor de los casos, la amenaza de la pena poseería un efecto estadísticamente no insignificante sobre la delincuencia. La evidencia empírica en apoyo de la disuasión es muy limitada.

En su lugar, algunas consecuencias sociales negativas, tales como la desaprobación de la familia, la pérdida de reputación, la posible pérdida de empleo, entre otras, son factores más significativos. También hay una fuerte evidencia de que el aumento de las recompensas por la conformidad a las normas, mediante la prestación de mejores oportunidades de empleo o mejores retribuciones, pueden lograr un efecto disuasorio, otorgando a los comportamientos delictivos costes más altos (Tierney:1996, 277).

Referencias[editar]

  1. a b Hirschi, Travis (28 de julio de 2017). Causes of Delinquency (en inglés). Routledge. ISBN 9781351529716. Consultado el 30 de abril de 2019. 
  2. Matza, David (2014). Delincuencia y deriva: cómo y por qué algunos jóvenes llegan a quebrantar la ley. Siglo Veintiuno Editores. ISBN 9789876294331. Consultado el 14 de abril de 2019. 
  3. Akers, Ronald (1 de enero de 1990). «Rational Choice, Deterrence, and Social Learning Theory in Criminology: The Path Not Taken». Journal of Criminal Law and Criminology 81 (3): 653. Consultado el 30 de abril de 2019. 
  4. dwardmac.pitzer.edu http://dwardmac.pitzer.edu/dward/classes/compoliss/copyrightedarticles/Bailey&Peterson.html |url= sin título (ayuda). Consultado el 30 de abril de 2019. 
  5. Erickson, Maynard L.; Gibbs, Jack P.; Jensen, Gary F. (1977). «The Deterrence Doctrine and the Perceived Certainty of Legal Punishments». American Sociological Review 42 (2): 305-317. ISSN 0003-1224. doi:10.2307/2094607. Consultado el 30 de abril de 2019. 

Bibliografía (en inglés)[editar]

  • Akers, Ronald L. (1990). "Rational Choice, Deterrence, and Social Learning Theory: The Path Not Taken". Journal of Criminal Law and Criminology. 81(3), 653-676.
  • Akers, Ronald L. (1991). "Self-control as a General Theory of Crime". Journal of Quantitive Criminology, 7, 201-211.
  • Bailey, William C. & Peterson, Ruth D. Murder, Capital Punishment, and Deterrence: A Review of the Evidence and an Examination of Police Killings.
  • Clarke, Ronald V. & Felson, Marcus. (1993). Routine Activity and Rational Choice. Vol. 5, Advances in Criminology Theory. New Brunswick: Transaction Publishers, Inc.
  • Evans, David. T.; Cullen, Francis. S.; Burton, Velmer. S. Jr.; Dunaway, Gregory. R. & Benson, Michael. L. (1997). "The Social Consequences of Self-Control: Testing the General Theory of Crime". Criminology, 35. 475-504.
  • Erickson, Maynard; Gibbs, Jack P. & Jenson, Garry F. (1977). "The Deterrence Doctrine and the Perceived Certainty of Legal Punishment", American Sociological Review, 42: 305-317.
  • Gottfredson, Michael R. & Hirschi, Travis. (1990). A General Theory of Crime. CA: Stanford University Press.
  • Hirschi, Travis. (1969). Causes of Delinquency. Berkeley: University of California Press. (Transaction Publishers reprint edition). ISBN 0-7658-0900-1
  • Hirschi, Travis. & Gottfredson, M. (1993). Commentary: Testing the General Theory of Crime". Journal of Research in Crime and Delinquency, 30. 47-54.
  • LaGrange, T. C. & Silverman, R. A. (1999). "Low Self-control and Opportunity: Testing the General Theory of Crime as an Explanation for Gender Differences in Delinquency". Criminology, 37, 41-72.
  • Keel, R. O. (1997). Rational Choice and Deterrence Theory.
  • Livesey, Chris. Deviance and Social Control: New Right Realism.
  • Matza, David. (1964). Delinquency and Drift. Transaction Publishers (reprint edition). ISBN 0-88738-804-3
  • Tierney, John. (1996). Criminology: Theory and Context. Prentice Hall. ISBN 0-13-380155-1
  • Wilson, James Q. (1983) Thinking About Crime. New York: Vintage (revised ed.). ISBN 0-394-72917-X
  • Wilson, James Q. & Herrnstein, Richard. (1985). Crime and Human Nature, New York: Simon and Schuster.