Ekeko

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Un equeco cargado de bienes.

El equeco[1]​ o ekeko (del aimara iqiqu o del quechua ekjakjo; nombre del dios de la abundancia)[2]​ es un símbolo andino de la abundancia, fecundidad y alegría.

Asimismo, es una manifestación cultural característica del altiplano andino y que se origina en Perú y que fue copiado en Bolivia también se manifiesta en el norte de Chile y la Argentina.

Es un ídolo que se cree provee de abundancia al hogar donde se le tributa ofrendas de cigarrillos. Toma la forma de un hombre de corta estatura, sonriente, ligeramente grueso, vestido con ropas típicas del altiplano o también ropa de ejecutivo u hombre de negocio e incluso ropa de mendigo. Suele cargar gran cantidad de bultos de alimentos y otros bienes de primera necesidad que cuelgan de sus ropas, en un pie, le falta una sandalia.

Actualmente, la estatuilla que lo representa, dispone de un orificio apropiado en su boca para poder introducirle un tabaco o puro encendido.

Etimología[editar]

La palabra «equeco» o «ekeko» proviene de la alteración del término original ekjako o eqaqo, popularizado como ekjekjo, que era el antiguo dios de la fortuna y la prosperidad en el Collasuyo.[3]​ El equeco era invocado a menudo cuando una desgracia perturbaba sus hogares.

Historia[editar]

Referencias precolombinas[editar]

Se piensa que se originó entre los habitantes de las culturas prehispánicas sudamericanas. La tradición de adoración al ídolo illa del equeco se remonta a tiempo prehispánico de las culturas pucará[4]​ y tiahuanaco[5]​ en el actual Altiplano peruano y boliviano. En el 2014, el expresidente boliviano Evo Morales, apoyado en datos históricos, sostuvo que el equeco existió 200 a. C., inicialmente, como parte de la cultura tiahuanacota.[6]

Asimismo, tras hallazgos encontrados por el arqueólogo boliviano Carlos Ponce Sanginés de cerámica y escultura en la capital tiahuanacota, según el mismo historiador las representaciones del dios del equeco, habrían aparecido entre la etapa IV-V del período imperial de Tiahuanaco, como una representación del rayo y de la felicidad, lo habrían adaptado los aimaras, quienes lo adaptaran a una deidad del agua, y luego los incas, quienes lo convirtieron en símbolo de la fertilidad y la buena suerte.[7]

  • Ecaco, I. Thunnupa. Nombre de uno de quien los indios antiguos cuentan muchas fábulas y muchos aún en estos tiempos las tienen por verdaderas y así sería bien procurar deshacer esta persuasión que tienen, por embuste del demonio.
    *Dios fue tenido destos indios vno a quien llamauan Tunuupa, de quien cuentan infinitas cosas, dellas muy indignas no solo de Dios, sino de qualquier hombre de razón, otras tiran algo a los misterios de nuestra fe...
Ludovico Bertonio (1612)[8]

El arqueólogo boliviano Carlos Ponce Sanginés opinaba que las antiquísimas figuras antropomorfas (con joroba prominente y apéndice fálico), serían de la época del Imperio inca, y antecesoras del equeco de la época de la colonia.[9]Manuel Rigoberto Paredes Iturri escribió que estas diminutas estatuillas fálicas serían remanentes de remotas fiestas sagradas del solsticio de verano.[10]

En sus inicios, el equeco era de piedra, jorobado, tenía rasgos indígenas y no llevaba ningún tipo de vestimenta: su desnudez era el símbolo de la fertilidad.

En la colonia el culto a la deidad tomó nueva fuerza en La Paz (actual sede de gobierno de Bolivia) durante el cerco que esta ciudad soportó durante el alzamiento indígena de Túpac Katari contra el control español. Incluso el aspecto blancoide que tomó el rostro del equeco, según los estudiosos bolivianos, tiene relación con la autoridad española don Sebastián de Segurola quien instauró la famosa fiesta de las Alasitas.

La Iglesia católica intentó erradicar su culto en tiempos de la colonia, sin mayor éxito, aunque la imagen llegó a sufrir ciertos cambios: fue vestida y sus rasgos cambiaron a los de un mestizo.

Los equecos son amuletos para atraer prosperidad y abundancia, según una creencia del Altiplano (meseta alrededor del lago Titicaca que comparten Perú y Bolivia). Así que cuanto más cargado el equeco, mayor es la promesa de riqueza para su dueño. Muchas familias peruanas tienen un equeco en casa y su imagen suele aparecer en boletos de lotería.[11]

Representación del neoequeco en Puno, Perú.

Hoy en día, existe especialmente en regiones de Bolivia, la creencia de que el equeco es capaz de conceder los deseos de sus seguidores si estos le ofrecen una copia de ellos en miniatura, y muchos tienen en casa una imagen para que les resuelva los problemas, dejando dinero a su lado y manteniendo un cigarro encendido en su boca, que si se consume hasta la mitad es señal de mal augurio, pero si se llega a consumir totalmente le puede conceder el deseo al ofrendante. Las figuras que le ofrecen son de cerámica, metal o piedra reproducciones exactas del objeto de sus peticiones: automóviles, electrodomésticos y alimentos. Cuando se desea amor, se le entregan miniaturas de gallos y gallinas. La deidad es conocida en los diferentes lugares del mundo, donde colonias de emigrantes bolivianos han extendido su culto.

La figura del equeco tomó gran popularidad en la provincia de Buenos Aires (Argentina) durante el período de la hiperinflación de los años ochenta. Allí sus adeptos lo toman como una especie de patrono de la fortuna.

En Argentina y Chile, el nombre equeco se utiliza como apelativo coloquial para referirse a alguien que carga muchos objetos, como la deidad. Así mismo, es común que una persona que llegue a un lugar cargando muchas cosas durante su camino afirme que «parecía un equeco» respecto a los demás.

Véase también[editar]

Bibliografía[editar]

  • CAVOUR, Ernesto: Alasitas. La Paz (Bolivia): Maquev, 1996.
  • DÍAZ VILLAMIL, Antonio: Leyendas de mi tierra. La Paz: Urquizo, 1989.
  • PORTELA, Juan B.: Compendio de las tradiciones pampeanas (1143 pág.). Buenos Aires: Editorial Argentina, 1909.
  • POSNASKY, Arthur: «El ekeko y la fiesta de Alasitas». En Revista de Antropología de Bolivia. La Paz, 1942.

Referencias[editar]

  1. «equeco». 
  2. La actual ortografía usual en castellano es una versión fosilizada de la ortografía usual en quechua y aimara a inicios del siglo XX. Dicha ortografía, hoy abandonada, era pentavocálica y escribía el fonema oclusivo uvular /q/ con la letra <k>.
  3. Manuel Rigoberto Paredes Iturri: El ekhakho (editado por Antonio Paredes-Candia, hijo del autor; ilustraciones de Lalo Flores), 15 pág. La Paz: Isla, 1975.
  4. «La Illa vs. el Ekeko: ¿una imagen que busca desplazar a la otra?». Diario Pagina Siete. 31 de enero de 2015. Consultado el 24 de enero de 2019. 
  5. «Bolivia recupera illa del Ekeko que hace 156 años estaba en poder de un museo en Suiza». 2015. Consultado el 24 de enero de 2019. 
  6. «Presidente Morales informa la recuperación y retorno de la Illa del Ekeko». Diario Pagina Siete. 17 de noviembre de 2014. 
  7. «TRES ARTÍCULOS ACERCA DEL ORIGEN DEL EKEKO | Historias de Bolivia». TRES ARTÍCULOS ACERCA DEL ORIGEN DEL EKEKO | Historias de Bolivia. Consultado el 4 de mayo de 2020. 
  8. Ludovico Bertonio (1557-1625): Vocabulario de la lengua aymara. Chucuito (Perú): Impr. en la Compañía de Jesús por Francisco del Canto, 1612.
  9. Carlos PONCE SANGINÉS (1925-2005): Tunupa y Ekako. La Paz: Burillo, 1969. Citado en Adaptación y cambio cultural en la Feria de Alasitas.
  10. Manuel Rigoberto PAREDES ITURRI: Mitos, supersticiones y supervivencias populares de Bolivia. La Paz: Atenea, 1936. Citado en Adaptación y cambio cultural en la Feria de Alasitas
  11. Pierina Pighi Bel (9 de noviembre de 2018). «Ekeko: de dónde viene el hombrecito cargado de bienes que muchas familias peruanas (y sudamericanas) tienen en casa». BBC Mundo. 

Notas[editar]

Enlaces externos[editar]