Cañón de madera

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El cañón de madera es un cañón improvisado, hecho con el tronco de un árbol y reforzado con diversos materiales (sogas, zunchos de metal) para retrasar su explosión.

Construcción y características[editar]

El uso de madera para construir cañones puede ser el resultado de la escasez de metal, o la falta de técnicas y conocimientos para producir cañones de metal. Los cañones de madera eran sumamente débiles, apenas capaces de efectuar unos cuantos disparos, a veces uno solo, antes de explotar.[1]​ Las bolas de cañón que disparaban podían estar hechas de diversos materiales, tales como madera, piedra, cerámica o hierro.

A veces su ánima podía estar forrada con hojalata y su exterior estaba reforzado con 8 o 10 zunchos de hierro. El mecanismo de disparo podía ser un sencillo agujero (oído) al que se aplicaba directamente una mecha lenta encendida, o utilizar una llave de chispa.

Los cañones de madera podían disparar una variedad de proyectiles, desde bolas de cañón hechas de diversos materiales hasta materiales incendiarios y un tipo de racimo de metralla (una carga de piedras menudas con bordes afilados para incrementar el daño a las compactas formaciones de infantería). También podían ser empleados como un arma sicológica, solo detonando la pólvora y haciendo ruido, lo cual era suficiente para inducir el pánico en las filas enemigas, haciéndoles creer que eran atacados con artillería verdadera. En las montañas, el sonido era reverberado por las laderas, amplificándose y creando un eco.

Uso en combate[editar]

Los cañones de madera han sido empleados en varias épocas. Aurangzeb los empleó para fines defensivos en el Decán, debido a que no tenía cañones metálicos pero si abundantes árboles disponibles.[1]

Durante los siglos XVII y XVIII, los pueblos indígenas de América del Sur emplearon cañones de madera contra los españoles y portugueses.[2]​ Los pueblos indígenas de América del Norte emplearon cañones de madera contra las fortificaciones inglesas y francesas.[3]Squire Boone también construyó un cañón de madera y lo empleó en la defensa de Boonesborough, Kentucky, durante el asedio de Boonesborough en 1778. Los vietnamitas emplearon cañones de madera contra los franceses durante la Campaña de Cochinchina de 1862.

Los cañones de madera fueron empleados en Europa en varias ocasiones. El zar Pedro el Grande construyó varios cañones de madera en su infancia.[4]

Los rumanos (moți) de los montes Apuseni construyeron cañones de madera y los emplearon contra el Ejército húngaro en 1848-1849. Los cañones de madera tenían diversos calibres, hasta 120 mm-150 mm, siendo hechos de troncos de abeto, cerezo o haya. Los troncos eran perforados con taladros manuales para obtener el calibre deseado. En batalla, los cañones de mayor calibre eran empleados desde posiciones fijas, mientras que los cañones de menor calibre podían ser desplegados en el campo de batalla, remolcados por hombres o carruajes, o transportados a lomos de mula.

Durante la sublevación de abril de 1876, los búlgaros emplearon 52 cañones de cerezo. Su ánima estaba forrada con tubos de cobre. Después de unos cuantos disparos, los cañones empezaron a rajarse y fueron reforzados con sogas empapadas en alquitrán. Durante la revuelta de Ilinden en 1903, los partisanos búlgaros en Macedonia también emplearon cañones de cerezo.

Durante la Primera Guerra Mundial, los alemanes desarrollaron una serie de morteros pesados hechos de madera, llamados mortero Albrecht.

Táctica de decepción[editar]

En algunas guerras se emplearon cañones falsos, hechos a partir de un tronco y a veces pintados de negro, para confundir al enemigo. El hacerle creer que se posee una mayor potencia artillera era una eficaz táctica de demora. Durante la Guerra de Secesión, ambos bandos emplearon estas armas falsas, llamadas cañones cuáqueros. Su nombre deriva de la religión cuáquera, que tiene como uno de sus principios fundamentales oponerse a todo tipo de violencia y de guerra en lo que se conoce como el Testimonio de paz.

Galería[editar]

Véase también[editar]

Notas[editar]

  1. a b W. Y. Carman (2004). A History of Firearms: From Earliest Times to 1914. Dover Publications. p. 64. ISBN 9780486433905. 
  2. R. B. Cunninghame Graham (2005). A Vanished Arcadia Being Some Account of the Jesuits in Paraguay 1607 to 1767. Kessinger Publishing. p. 255. ISBN 9781417906529. 
  3. Eggleston, Edward (2008). Stories of American Life and Adventure. Sumner Press. p. 132. ISBN 9781409788065. 
  4. Hastings, Max (1986). The Oxford Book of Military Anecdotes. Oxford University Press. p. 138. ISBN 9780195205282.