Zona de protección: 4495 ha. Zona de respeto: 7605 ha.
Es una propiedad seriada que testimonia de la sedentarización humana en una región desértica con vestigios de muchas culturas protohistóricas. Entre los vestigios notables del sitio figuran tumbas circulares de piedra (de aproximadamente el 2.500 a. de C.), pozos y numerosas construcciones de adobe: edificios residenciales, torres, palacios y edificios administrativos. Hili es además uno de los ejemplos más antiguos del sofisticado sistema de riego aflaj, que data de la Edad de Hierro. El sitio contiene testimonios importantes de la transición de culturas de la región, desde la caza y recolección a la sedentarización. (UNESCO/BPI)[1]
La inscripción en esta lista es la primera etapa para cualquier futura candidatura. Emiratos Árabes Unidos, cuya lista indicativa fue revisada por última vez el 13 de noviembre de 2014,[2] ha presentado los siguientes sitios:
Mezquita Al Bidya
Bien cultural
Propuesto en 2012
Sitio de Ed-Dur
Bien cultural
Propuesto en 2012
Khor Dubai
Bien cultural
Propuesto en 2012
Asentamiento y cementerio de la isla de Umm an-Nar
Al Sadu es una forma tradicional de tejer practicada por las mujeres beduinas en las comunidades rurales de los Emiratos Árabes Unidos para producir tejidos y accesorios decorativos para los camellos y caballos. Los hombres beduinos esquilan ovejas, camellos y cabras, y la lana es limpiada y preparada por las mujeres. El hilo se hace girar sobre un huso, para, a continuación, teñir, y luego tejer en un telar usando una urdimbre de fibras de tafetán. Los colores tradicionales son el negro, el blanco, el marrón, el beige y el rojo, con diseños distintivos en forma de estrechas bandas que forman dibujos geométricos. Las tejedoras a menudo se reúnen en pequeños grupos para hilar y tejer, intercambiando noticias familiares y, ocasionalmente, cantando y recitando poesía. Tales reuniones son los medios tradicionales de transmisión: las niñas aprenden observando, y poco a poco se len dan tareas para hacer, por ejemplo, clasificar la lana, antes de aprender otras labores más complejas. Sin embargo, el rápido desarrollo económico y las transformaciones sociales provocados por la llegada del petróleo en los Emiratos han provocado una fuerte disminución de la práctica del Al Sadu. Las comunidades beduinas pastorales se han dispersado en los asentamientos urbanos y las mujeres jóvenes cada vez trabajan más fuera del hogar. Los transmisoras del Al Sadu son mujeres en su mayoría mayores, cuyo número está disminuyendo.(UNESCO/BPI)
En un principio, el hombre utilizó el arte de la cetrería para procurarse alimentos, pero su evolución posterior hizo que hoy en día esté vinculado principalmente a la conservación de la naturaleza, al patrimonio cultural y a las actividades sociales de las comunidades. De conformidad con sus tradiciones y principios éticos, los cetreros doman, alimentan y adiestran para el vuelo aves de presa –halcónidos, y también águilas y acipítridos–, creando un vínculo con ellas y convirtiéndose en sus principales protectores. Practicado en muchos países de todo el mundo, el arte de la cetrería puede presentar algunas variantes prácticas –por ejemplo, en los equipamientos utilizados– pero sus métodos son siempre análogos. Los cetreros se consideran un grupo específico. A veces viajan juntos durante semanas, cazando y contándose luego mutuamente las vicisitudes de cada jornada en las veladas que organizan. Consideran que la cetrería les une al pasado, especialmente cuando pertenecen a comunidades en las que este arte representa uno de sus últimos vínculos con el medio ambiente natural y su cultura tradicional. Las prácticas y conocimientos relacionados con este elemento del patrimonio cultural inmaterial se transmiten de generación en generación en el seno de las familias, así como mediante sistemas de tutoría formal y aprendizaje o cursos de formación impartidos en clubs y escuelas. En algunos países es preciso aprobar un examen de nivel nacional para ser cetrero. La celebración de encuentros y festivales permite a las comunidades de cetreros intercambiar conocimientos, fomentar la diversidad y sensibilizar más al público al valor de su arte. (UNESCO/BPI)[3]
Al-Taghrooda: poesía cantada tradicional de los beduinos de los Emiratos Árabes Unidos y del Sultanato de Omán
La poseía cantada tradicional de los beduinos –que recibe el nombre de al-taghrooda– es una composición recitada por los hombres que viajan a lomos de camello por las zonas desérticas de los Emiratos Árabes Unidos y Omán. Los beduinos estiman que esa poesía cantada ofrece una distracción a los jinetes y estimula a los animales para galopar al compás de ella. Los poemas son cortos –de siete versos o menos– y se improvisan y recitan repetidamente, con frecuencia a modo de una antífona, entre dos grupos de camelleros. En general, el cantor principal recita el primer verso y el segundo grupo le responde. Este arte poético se practica también en los campamentos, en torno a una hoguera, y en las bodas y otras festividades tribales y nacionales, especialmente con motivo de la celebración de carreras de camellos. Asimismo, algunas mujeres beduinas componen y recitan poemas cuando realizan faenas colectivas. El aspecto más importante de este elemento es el vínculo social que se establece entre los ejecutantes durante el intercambio oral de los versos. La temática de los poemas cantados comprende mensajes destinados a seres queridos, parientes, amigos y jefes tribales. Esta práctica cultural es también un medio para que los poetas comenten cuestiones de interés social. Cumple además otras funciones: resolver conflictos entre personas o tribus, poner de relieve logros históricos y abordar temas de actualidad, por ejemplo buenas prácticas de conducta y cuestiones relacionadas con la salud. También ofrece al público una oportunidad para conocer el pasado histórico de su comunidad y tener una visión de su modo de vida tradicional. El arte de componer y recitar los poemas se transmite por conducto de las familias y de los ancianos de la comunidad. (UNESCO/BPI)
Al-ayyala, arte escénico tradicional del Sultanato de Omán y los Emiratos Árabes Unidos
“Al-ayyala” es una práctica cultural, expresiva y popular, del noroeste Omán y del conjunto de los Emiratos Árabes Unidos. En esta práctica en la que la que se dan cita la danza, la poesía cantada y la música de tambores, se simula una batalla. Dos grupos de unos veinte hombres alineados en dos filas se afrontan agarrando en sus manos finas cañas de bambú que simbolizan lanzas o espadas. Entre las filas se colocan músicos que tocan tambores de muy diversos tamaños, así como címbalos de latón. Los hombres entonan cantos poéticos moviendo la cabeza y blandiendo sus cañas de bambú al compás de los tambores, mientras que otros se desplazan alrededor de las filas blandiendo espadas y fusiles que lanzan al aire de vez en cuando para atraparlos cuando caen. En los Emiratos Árabes Unidos, también participan jovencitas, ataviadas con indumentarias tradicionales, que ocupan el proscenio, imprimiendo a sus cabelleras un movimiento de vaivén. La melodía tocada comprende siete sonoridades que se repiten de forma irregular y la poesía cantada varía en función de las circunstancias. “Al-ayyala” se practica con motivo de la celebración de matrimonios y de otros tipos de festividades en el Sultanato de Omán y los Emiratos Árabes Unidos. Las personas que practican este elemento del patrimonio cultural son de edades y orígenes muy diversos. Suelen ser los jefes los que heredan las diferentes funciones y los que se encargan de formar a las demás personas que practican el elemento. “Al-ayyala” agrupa a gente de toda edad, sexo y condición social. (UNESCO/BPI)[4]
El majlis –que literalmente significa “lugar para sentarse”– es un sitio en el que se reúnen los miembros de las comunidades para discutir eventos y temas locales, intercambiar noticias, recibir invitados, entablar amistades y divertirse. Suele ser un vasto lugar de reunión comunitario, cubierto de alfombras y con cojines adosados a las paredes, donde se resuelven problemas, se presentan pésames y se celebran bodas. También suele tener un hornillo o cocina para preparar café u otras bebidas calientes. El majlis tiene sus puertas abiertas a todos y pueden acudir a él las familias, tribus y vecinos del mismo barrio, o incluso de otros barrios distantes. Se considera que los verdaderos depositarios de este elemento del patrimonio cultural inmaterial son las personas de más edad de la comunidad, especialmente los que poseen amplios conocimientos sobre la naturaleza, la genealogía y la historia tribal. Los jueces y jeques religiosos son personalidades de particular importancia en el majlis porque arbitran litigios y esclarecen las cuestiones relacionadas con los derechos y obligaciones de índole política, social y religiosa. Las mujeres tienen sus propios majlis, aunque hay mujeres importantes que acuden a otros que no están reservados a un público exclusivamente femenino y que tienen un carácter más intelectual y literario. Los majlis desempeñan un papel prominente en la transmisión del patrimonio cultural oral: cuentos, canciones populares, poemas nabateos, etc. Al estar abiertos estos espacios culturales y sociales a todos los grupos de edad, los conocimientos se transmiten principalmente de manera informal a los niños, cuando éstos acompañan a miembros adultos de la comunidad en sus visitas a los majlis. Los jóvenes, por su parte, adquieren los valores y la ética de la comunidad y aprenden a escuchar, dialogar y respetar las opiniones ajenas, observando el comportamiento de sus mayores en los majlis. (UNESCO/BPI)[5]
Servir un café árabe es un elemento importante de la hospitalidad en las sociedades arábigas y se considera un acto ritual de generosidad. El café se prepara tradicionalmente en presencia de los invitados. Los preparativos comienzan con la selección de los granos, que se tuestan ligeramente en una sartén plana antes de triturarlos en un mortero de cobre con un mazo del mismo metal. Luego se ponen los granos así molidos en una gran cafetera –también de cobre– que se llena de agua y se pone al fuego. Cuando la infusión está lista, se echa en una cafetera de dimensiones más reducidas y se sirve a los invitados en tazas pequeñas. El primer servido es el invitado más importante, o el más anciano. Las tazas de los invitados sólo se llenan hasta un cuarto de su capacidad, y así se puede volver a servir café varias veces más. La costumbre exige que cada invitado beba una taza por lo menos, pero no más de tres. El café árabe lo preparan hombres y mujeres de toda condición social, especialmente en el hogar familiar. Se considera que los principales depositarios de esta práctica cultural son los jeques y jefes tribales que sirven café en los sitios donde se reúnen, los hombres y mujeres de mayor edad de la comunidad beduina y los propietarios de negocios de café. La transmisión de los conocimientos y usos tradicionales vinculados al café árabe se efectúa en el seno de las familias, mediante la observación y la práctica. Los jóvenes acompañan a los mayores de sus familias al mercado para aprender a seleccionar los mejores granos. (UNESCO/BPI)[6]
El razfa es un arte escénico popular practicado en los Emiratos Árabes Unidos y en el Sultanato de Omán por hombres de todas las edades y clases sociales, con motivo de la celebración de eventos sociales como bodas y fiestas nacionales. Los intérpretes forman dos filas situadas frente a frente, dejando entre ellas un espacio que ocupan los bailarines. Conducidos por un maestro cantor, los intérpretes forman dos coros que cantan a modo de antífona al son de tambores y otros instrumentos musicales. Muchos de los cantos retoman versos de poemas tradicionales nabateos, cuidadosamente escogidos para el evento de que se trate. Los bailarines danzan al compás de la música enarbolando réplicas en madera de fusiles. En algunas representaciones actúan muchachas jóvenes que hacen oscilar sus cabelleras al son de la música. En sus orígenes este espectáculo era la celebración colectiva de una victoria, pero hoy en día ha llegado a ser una forma de diversión muy popular. Las personas que practican este arte escénico han adaptado los instrumentos musicales y han compuesto melodías susceptibles de interesar al público más joven, pero han mantenido las expresiones ancestrales y las tradiciones orales del espectáculo. Todo el mundo puede participar en él, desde los jefes de Estado hasta los ancianos y niños pequeños. En nuestros días se transmite directamente en el seno de las familias, mediante la observación y la participación activa en los eventos sociales en los que se representa. Los intérpretes individuales aprenden sus papeles mediante la práctica y las muchachas son aleccionadas por sus madres y hermanas mayores. (UNESCO/BPI)[7]