Anexo:Iruña-Veleia/Hallazgos2006/Supuestos jeroglíficos egipcios del siglo III de Álava

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Los supuestos jeroglíficos egipcios del siglo III de Álava son, en el contexto de la polémica sobre los hallazgos epigráficos de Iruña-Veleia en 2006, una serie de grabados semejantes a jeroglíficos egipcios encontrados en la localidad de Iruña-Veleia, País Vasco (España), que fueron datados inicialmente como del siglo III.[1][2][3]

Discusión[editar]

La mayor parte se los signos se encuentran sobre fragmentos de óstraca. Se trata de ideogramas sin traducción desde el egipcio y en el ámbito de la egiptología la atención a los mismos ha sido mínima o nula.

Entre los numerosos informes de los miembros de la Comisión Científica-Asesora sobre los grafitos de Iruña-Veleia se recoge que[4]​ en las conclusiones del informe de José Manuel Galán Allué,[5]​ respecto a los epígrafes con supuestos signos egipcios, afirma que las piezas del grupo A no pueden ser clasificados como “jeroglíficos egipcios” y resume que las piezas tanto las de caracteres de inspiración egipcia, como las supuestas transcripciones ”latinas” (grupo B), levantan tantas dudas de autenticidad que plantea que sean de factura y manipulación reciente.

En el ámbito de la egiptología, el silencio respecto a los hallazgos de Iruña-Veleia es absoluto. Ninguna de las publicaciones científicas o divulgativas consultadas en el Collège de France de París (la biblioteca egiptológica más completa y exhaustiva de Europa) realiza mención alguna. Tampoco los principales órganos de la epigrafía mundial, como la für Papyrologie und Epigraphik citan en sus publicaciones los “hallazgos”.

El origen de la escritura jeroglífica se data en el periodo arcaico, hacia 3200 antes de Cristo. Siglos más tarde la escritura jeroglífica se compagina con la hierática, de trazado más curvo y que facilitaba una forma de escribir mucho más rápida. Estas fórmulas coexisten hasta el periodo tardío, entre los años 664 y 332 antes de Cristo.

Con la llegada de Alejandro Magno y la posterior dominación ptolemaica en las orillas del Nilo empieza a imponerse la escritura demótica con trazos aún más curvos que la hierática, y se impone en la administración un idioma distinto: el griego. En la época bizantina, del siglo IV al VII después de Cristo, la población utiliza ya de forma generalizada el idioma copto; es decir, el lenguaje egipcio escrito con caracteres griegos.

En Iruña Veleia, a miles de kilómetros del Nilo, se han encontrado supuestos jeroglíficos de la época más antigua. Algunos caracteres habituales en las tumbas de los reyes de diferentes dinastías egipcias, aparecen trazados en piezas cerámicas encontradas en la ciudad de Iruña Veleia lejos de Egipto y también de urbes romanas en la Península ibérica mucho más populosas e importantes como Tarraco.

Las hipótesis que se esbozaron en su momento se basaban en que Veleia, una ciudad romana que pudo albergar en su época de máximo esplendor entre 5.000 y 10.000 habitantes, contaba con la relevancia suficiente para albergar residentes ilustres y con conocimientos de todo tipo. De hecho, según sostenía el equipo de arqueólogos del yacimiento, en la época flavia, Iruña Veleia vivió su momento de mayor auge. Algunas de las domus se rehicieron completamente y se edificaron con mayor porte; en ese momento los arqueólogos no descartaban nuevos hallazgos en el futuro ya que sólo se habían excavado zonas concretas del extenso yacimiento y aún quedaba mucho por descubrir, según manifestaba el entonces director; Eliseo Gil. Antes de la interrupción provocada por la polémica y posterior proceso legal se pretendían recuperar las zonas públicas (teatros, termas) que se elevaron en las inmediaciones de Víllodas.

Graffiti NIIFIIRTITI y NIIFERTARI[editar]

Han llamado la atención graffiti con los nombres Nefertiti y Nefertari que, según afirma el egiptólogo Juan Carlos Moreno,[6]​ son adaptaciones convencionales del siglo XX de los personajes históricos para facilitar la pronunciación de los nombres egipcios a un público occidental, de lengua románica o germánica, cuya fonética es muy diferente de la camito-semítica, familia a la que pertenecía el egipcio antiguo.

El egiptólogo José Manuel Galán Allué, miembro de la comisión de expertos, ha afirmado que las piezas que contienen estos graffiti no pueden ser clasificados como “jeroglíficos egipcios” y que tanto los de caracteres de inspiración egipcia, como las supuestas transcripciones ”latinas” plantean serias dudas sobre su autenticidad.[7]

Son particularmente significativas las siguientes apreciaciones de Joaquín Gorrochategui:[8]

Aun admitiendo la posibilidad de esta tradición egipcia alternativa, cuyas secuelas hayan llegado de algún modo extraordinario a esta zona alejada del imperio occidental, comprobamos que la grafía del nombre de la reina es Nefertiti, como por convención se dice en la mayoría de las lenguas modernas, aunque no así en alemán o húngaro donde la llaman Nofretiti. Esta variación moderna se debe a que se han seguido en la transcripción dos criterios diferentes: unos, los que usan Nefertiti, se han atenido a la convención erudita, según la cual se completa mediante E las secuencias consonánticas, únicas existentes en la escritura jeroglífica egipcia, convirtiendo nfr en Nefer-, mientras que los otros han tomado como base la palabra copta para “belleza”: nofre, que muy probablemente continúa la antigua palabra del egipcio.

Un elemento onomástico Nefer- se atestigua, sin embargo, en la documentación de Manetón, p. ej. Nefercheres, 3er. faraón de la dinastía V (solo por Africano), de igual nombre que el 3º de la dinastía XX y Neferites de la dinastía XXIX.

Es por lo tanto asombroso que los tres nombres existentes en los grafitos de Iruña (Ramses, Seti y Nefertiti) aparezcan en la grafía en la que estamos acostumbrados a verlos en época reciente, y no en alguna otra de las versiones más extendidas en la antigüedad.

La probabilidad de la propia mención de estos nombres en nuestro territorio y época, más el hecho de que lo hagan en el modo gráfico concreto en que lo hacen, no alcanza seguramente el 1%.
p.13

y Juan Carlos Moreno:[9]

Hay muchos ejemplos donde escribían, en efecto, /nefer/. El problema tiene que ver con su manera de transcribir el sonido /e/ de NFR cuando, como he señalado, va en sílaba no acentuada, átona. Insisto y subrayo que se trata de casos de sílaba no acentuada, como en Neforsati/Nefersaiti, Neforses/Neferses, Neforsuju/Nefersujin. A este respecto, es muy importante subrayar que, en estos casos, NFR forma parte de un nombre más largo y que el acento no recae en la raíz NFR. Nos hallamos, por tanto, en una situación completamente distinta a la de Nefertiti, donde el acento iba situado en la raíz NFR y, más concretamente, en la primera sílaba. Por eso las palabras egipcias en época grecorromana con NFR acentuado en su primera sílaba dan /nu/ si la sílaba era larga y /no/ si ésta era breve.(…) Escribir /nefertiti/ no se sostiene de ninguna manera basándose en la fonética egipcia, y obedece simplemente a una convención internacional aceptada por numerosos egiptólogos de finales del siglo XIX: como los egipcios antiguos no escribían las vocales, se decidió vocalizar arbitrariamente las palabras egipcias insertando una /e/ entre dos consonantes y convirtiendo yod en /i/, waw en /u/ y los sonidos alef y ain en /a/. Pero es una decisión arbitraria que nada tiene que ver con la fonética egipcia, simplemente con buscar una base de entendimiento común a los egiptólogos de esa época.

.

Asimismo, la aparición de estos graffiti ha sido motivo de múltiples comentarios en los foros: Celtiberia,[10][11]​ TerraeAntiqvae,[12][13]​ IesusIosheMariam.[14][15]

Referencias[editar]

Enlaces externos[editar]