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Las legislaturas son una institución política importante. En la foto aparece el Parlamento de Finlandia.

La política es el conjunto de actividades que se asocian con la toma de decisiones en grupo, u otras formas de relaciones de poder entre individuos, como la distribución de recursos o el estatus. También es el arte, doctrina o práctica referente al gobierno de los Estados, promoviendo la participación ciudadana al poseer la capacidad de distribuir y ejecutar el poder según sea necesario para garantizar el bien común en la sociedad.

Puede usarse positivamente en el contexto de una "solución política" que sea comprometedora y no violenta, o descriptivamente como "el arte o la ciencia del gobierno", pero a menudo también tiene una connotación negativa. Por ejemplo, el abolicionista Wendell Phillips declaró que "no jugamos a la política; la lucha contra la esclavitud no es una broma para nosotros". El concepto se ha definido de diversas maneras, y los diferentes enfoques tienen puntos de vista fundamentalmente diferentes sobre si debe usarse de manera extensiva o limitada, empírica o normativa, y sobre si el conflicto o la cooperación son más esenciales para él. La política es la ciencia del poder y la capacidad de una persona o un grupo de personas de influir sobre la voluntad de los demás aun estando en contra de su propia voluntad.

En la política se implementan una variedad de métodos, que incluyen promover las propias opiniones políticas entre las personas, negociar con otros sujetos políticos, hacer leyes y ejercer la fuerza, incluida la guerra contra los adversarios. La política se ejerce en una amplia gama de niveles sociales, desde clanes y tribus de sociedades tradicionales, pasando por gobiernos locales, empresas, instituciones modernas y estados soberanos, hasta el nivel internacional. En los estados nacionales modernos, la gente a menudo forma partidos políticos para representar sus ideas. Los miembros de un partido acuerdan adoptar la misma posición en muchos temas y aceptan apoyar proyectos de ley y sus líderes. Una elección suele ser una competencia entre diferentes partidos. Un sistema político es el marco que define métodos políticos aceptables dentro de una sociedad.

La ciencia política constituye una rama de las ciencias sociales que se ocupa de la actividad en virtud de la cual una sociedad, compuesta por seres humanos libres, resuelve los problemas que le plantea su convivencia colectiva.

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La Organización de las Naciones Unidas es uno de los organismos interestatales más representativos de las relaciones internacionales en la actualidad

Relaciones internacionales o estudios internacionales es el estudio que trata los asuntos extranjeros y de las grandes cuestiones del sistema internacional en materia política, económica, jurídica y diplomática: el papel de los Estados, el de las organizaciones internacionales, el de las organizaciones no gubernamentales (ONG), y el de las empresas multinacionales, y cualquier otro actor internacional. Una teoría crítica desde la periferia sudamericana, "en la dimensión del ser, el estudio de las relaciones internacionales consiste –en sustancia y principal aunque no exclusivamente– en el estudio de las relaciones de subordinación e insubordinación entre las distintas Unidades Políticas con Asiento Territorial (UPCAT) que conforman el escenario internacional y el estudio de las relaciones de subordinación e insubordinación entre estas y las Unidades Políticas Sin Asiento Territorial (UPSAT)" Mientras que para Marcelo Gullo "en la dimensión del deber ser, el estudio de las relaciones internacionales consiste en el estudio del pensamiento y las acciones posibles para pasar de la confrontación a la solidaridad, es decir, en el estudio del pensamiento y las acciones posibles, para la construcción de una comunidad universal organizada de pueblos". Y es justamente en el plano del deber ser, afirma Gullo, "donde el estudio de las relaciones internacionales encuentra su razón práctica última, su misión trascendente, su razón metafísica."

Según Rafael Calduch, son "todas aquellas relaciones sociales, y los actores que las generan, que gozan de la cualidad de la internacionalidad por contribuir de modo eficaz y relevante a la formación, dinámica y desaparición de una sociedad internacional considerada como una sociedad diferenciada." Así, relaciones internacionales puede aplicarse tanto al objeto de estudio como a la disciplina académica. En español, por eso se asigna el nombre en minúsculas al conjunto de relaciones ya señaladas y en mayúsculas -Relaciones Internacionales- al corpus académico. Si bien la perspectiva inicial fue histórico-política, en la actualidad, se privilegian el resto de los componentes como los económicos, culturales, sociológicos, entre otros.

Aunque se le ha considerado una rama de las ciencias sociales, no tienden a resaltar esta disciplina como un campo de estudio interdisciplinario, ni multidisciplinario, ni transdisciplinario. Si bien las relaciones internacionales han sido estudiadas desde la época de Tucídides, su origen ontológico refiere a los estudios formales que dieron paso a la creación de una licenciatura universitaria, y con ello, en una disciplina definida, sucedió hasta el .

Artículo destacado

Benito Mussolini y Adolf Hitler

El fascismo es una ideología, un movimiento político y una forma de gobierno de carácter totalitario, antidemocrático, ultranacionalista y de extrema derecha.[1]​ El término proviene del italiano fascio (‘haz, fasces’), y este a su vez del latín fascēs (plural de fascis), que alude a los signos de la autoridad de los magistrados romanos. Entre sus rasgos definitorios se encuentran, por un lado, la exaltación de valores como la patria o la raza para mantener permanentemente movilizadas a las masas, lo que lo llevó con frecuencia a la opresión de minorías —especialmente en el caso alemán debido a su importante componente racista— y de la oposición política, y, por otro, un fuerte militarismo. Sin embargo, desde sus mismos orígenes, es uno de los movimientos más difíciles de definir con exactitud para las ciencias políticas, posiblemente porque no existe una ideología ni forma de gobierno «fascista» sistematizada y uniforme como sí tendrían otros sistemas políticos contemporáneos.

El fascismo se convirtió en un movimiento político importante e influyente a principios del siglo XX en Europa. Los primeros movimientos surgieron en Italia durante la Primera Guerra Mundial, para luego difundirse por el resto de Europa durante el periodo de entreguerras. La Gran Guerra fue decisiva en su gestación, al provocar cambios masivos en la concepción de la guerra, la sociedad, el Estado y la tecnología. El advenimiento de la guerra total y la completa movilización de la sociedad acabaron con la distinción entre civiles y militares. Dado que el fascismo se opone al pluralismo y a la igualdad social, así como a movimientos considerados de izquierdas como el liberalismo, el anarquismo, la socialdemocracia, el socialismo, el comunismo y el marxismo, una mayoría de especialistas coincide en situarlo en la extrema derecha del espectro político tradicional.

El fascismo se presenta como una «tercera vía» o «tercera posición» caracterizada por eliminar el disenso. El funcionamiento social se sustenta en una rígida disciplina y un apego total a las cadenas de mando; en sostener un fuerte aparato militar cuyo espíritu trascienda a la sociedad en su conjunto, junto a una sólida educación en los valores castrenses; y en un nacionalismo fuertemente identitario con componentes victimistas, que conduce a la violencia contra los que se definen como enemigos. Los fascistas consideran obsoleta la democracia liberal, una forma de gobierno que representaba a las «decadentes» potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial, y también que es necesaria la movilización completa de la sociedad en un Estado de partido único totalitario para preparar a una nación para un conflicto armado y para responder eficazmente a las dificultades económicas. Tal Estado es liderado por un líder fuerte, un dictador y un gobierno marcial compuesto por los miembros del partido fascista gobernante capaz de forjar la unidad nacional y mantener una sociedad estable y ordenada. El fascismo niega que la violencia sea automáticamente negativa en la naturaleza y ve la violencia política, la guerra y el imperialismo como medios para lograr una «regeneración», un rejuvenecimiento nacional.

Se propugna una economía mixta cuyo objetivo principal es lograr la autarquía mediante políticas económicas proteccionistas e intervencionistas. Los regímenes fascistas, en la práctica, no modificaron en profundidad el sistema económico capitalista; de hecho, en algunos casos incluso practicaron políticas de privatización y persiguieron de forma sistemática a ideologías del movimiento obrero tradicional en ascenso.

El concepto de «régimen fascista» puede aplicarse a algunos regímenes políticos totalitarios o autoritarios de la Europa de entreguerras y a prácticamente todos los que impusieron las potencias del Eje durante su ocupación del continente en la Segunda Guerra Mundial. En primer lugar estaría la Italia fascista de Benito Mussolini (1922) —que inaugura el modelo y acuña el término, aun cuando no hay consenso entre los especialistas en que este haya sido un régimen totalitario—, seguida por la Alemania del Tercer Reich de Adolf Hitler (1933) —que lo lleva a sus últimas consecuencias— y cerrando el ciclo, la España de Francisco Franco, cuyo régimen se prolongó mucho más tiempo —desde 1939 hasta 1975— y evolucionó ideológicamente desde una «dictadura fascistizada» —prácticamente ningún especialista considera al régimen de Franco como plenamente fascista, sin embargo, parece bastante claro que en el primer decenio del régimen de Franco existía un importante componente de tipo fascista, lo cual indica que el caso español es complicado—, hasta la ausencia de una ideología bien definida más allá del nacionalcatolicismo.

Después de su derrota en la Segunda Guerra Mundial, el fascismo dejó de ser un movimiento político importante a nivel internacional. Debido al masivo rechazo de la ideología y de los regímenes fascistas por el resto organizaciones políticas e ideologías, pocos partidos se han descrito abiertamente como fascistas, y el término es usualmente usado peyorativa y erróneamente por distintos grupos políticos. Así, los calificativos «neofascistas» o «neonazis» suelen aplicarse a partidos de extrema derecha con ideologías similares o enraizadas en los movimientos fascistas del siglo XX; en muchos países existen legislaciones que prohíben o limitan su existencia, el revisionismo o negación de sus acciones pasadas —como el Holocausto— y la exhibición de sus símbolos. El fascismo se ha considerado como «el mayor desafío que jamás haya existido a la democracia liberal y al sistema de valores que alumbrara la Ilustración».[2]

Pensadores

John Locke (Wrington, Somerset, 29 de agosto de 1632-Essex, 28 de octubre de 1704) fue un filósofo y médico inglés, considerado como uno de los más influyentes pensadores del empirismo inglés y conocido como el «Padre del Liberalismo Clásico».[3][4][5]​ Fue uno de los primeros empiristas británicos. Influido por las ideas de Francis Bacon, realizó una importante contribución a la teoría del contrato social. Su trabajo afectó en gran medida el desarrollo de la epistemología y la filosofía política. Sus escritos influyeron en Voltaire y Rousseau, pensadores de la Ilustración francesa, así como los revolucionarios estadounidenses. Sus contribuciones al republicanismo clásico y la teoría liberal se reflejan en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y la Declaración de Derechos de 1689.[6]

La teoría de la mente de Locke es frecuentemente citada como el origen de las concepciones modernas de la identidad y del yo, que figuran prominentemente en las obras de filósofos posteriores como Hume, Rousseau y Kant. Locke fue el primero en definir el yo como una continuidad de la conciencia. Postuló que, al nacer, la mente era una pizarra en blanco o tabula rasa. Al contrario que la filosofía cartesiana —basada en conceptos preexistentes—, sostuvo que nacemos sin ideas innatas, y que, en cambio, el conocimiento solamente lo determina la experiencia derivada de la percepción sensorial.[7]

Estudió gracias a una beca en la prestigiosa Christ Church de Oxford, que, como era habitual entonces, reducía los estudios a la filosofía escolástica e ignoraba la filosofía cartesiana y los avances de la nueva ciencia o de las matemáticas. Decepcionado, reorientó su carrera hacía los experimentos químicos (fue colaborador de Robert Boyle) y al estudio de la medicina. Profesor de griego clásico en Oxford, hasta los treinta y cuatro años no leyó la filosofía de Descartes, la cual le despertó «el gusto para los estudios filosóficos» y construyó una influencia decisiva en él (lo veía como una verdadera alternativa a la escolástica). También recibió la influencia de Pierre Gassendi (filósofo crítico con Descartes y seguidor del epicureísmo) y en la filosofía política, de los británicos Hobbes y Shaftesbury. Vivió en Londres, durante cuatro años en Francia y estuvo brevemente exiliado en los Países Bajos. Cuando volvió a Londres, después de la Revolución Gloriosa, se convirtió en asesor de los whigs (representantes del partido liberal).

Imagen seleccionada

Alegoría de la Paz y la felicidad del Estado. Los clásicos consideraban la paz de un Estado como la consecuencia lógica de la justícia y el buen gobierno. Obra conservada en la Biblioteca Museo Víctor Balaguer.

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«El político piensa en las próximas elecciones; es estadista, en las próximas generaciones».[8]Otto von Bismarck

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Referencias

  1. Rodríguez Jiménez, 1997, p. 134. "Los movimientos fascistas tenían puntos en común con el autoritarismo y las otras fuerzas de extrema derecha que les habían precedido, pero en lo referente a numerosas cuestiones... eran básicamente más extremistas en todos los sentidos: estridentes en su nacionalismo, más plebeyos en composición y estilo, menos respetuosos con la tradición y valores establecidos y más violentos en su comportamiento político. En algunos casos incorporaban, y les resultaría muy útil, sobre todo en el caso italiano y alemán, una retórica seudoizquierdista"
  2. Saz, 2004, p. 91.
  3. Locke, John (1991). «Introduction». En Horton, John; Mendus, Susan, eds. A Letter Concerning Toleration (en inglés). Nueva York: Routledge. p. 5. ISBN 978-0-415-02205-7. OCLC 613448161. 
  4. Delaney, Tim (2005). The march of unreason: science, democracy, and the new fundamentalism (en inglés). Nueva York: Oxford University Press. p. 18. ISBN 978-1-423-76771-8. OCLC 67229016. 
  5. Godwin, Kenneth; et al. (2002). School choice tradeoffs: liberty, equity, and diversity (en inglés). Austin: University of Texas Press. p. 12. ISBN 978-0-292-72842-4. OCLC 47825973. 
  6. Becker, Carl Lotus (1922). The Declaration of Independence: A Study in the History of Political Ideas (en inglés). Brace: Harcourt. p. 27. OCLC 1936659. 
  7. Baird, Forrest E.; Kaufmann, Walter (2008). From Plato to Derrida (en inglés). Upper Saddle River, NJ: Pearson Prentice Hall. pp. 527-529. ISBN 0-13-158591-6. OCLC 163567206. 
  8. Señor, Luis (1ª ed. 1997 / 2017). Diccionario de citas. Espasa Calpe. ISBN 8423992543.442-9