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Chiapas posrevolucionario, 1940-1994[editar]

Política[editar]

Entre 1940 y 1994, el estado de Chiapas tuvo 14 gobernadores, de los cuales nueve fueron electos mediante el voto en urnas y el resto fungieron como gobernadores interinos nombrados tras la renuncia de su antecesor. Todos ellos militaron en las filas de un mismo partido: el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) que en 1946 se convirtió en el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

           La selección de los personajes que ocuparon la gubernatura durante estos años se hizo con base en criterios que fueron cambiando a lo largo de los años. Así, entre 1940 y 1964, se optó por dar el cargo a jóvenes políticos chiapanecos egresados de alguna licenciatura en la Universidad Nacional Autónoma de México y vinculados a la dirigencia nacional del partido.

           Por otro lado, en la década de 1970, el PRI prefirió llevar a la gubernatura del estado a militantes que gozaran de buen prestigio entre la sociedad debido a sus actividades académicas o a su trayectoria en la administración pública. Esto se hizo con la finalidad de mejorar la imagen del gobierno ante la sociedad en el marco de la política populista del presidente Luis Echeverría.

           Durante los años ochenta, las guerras civiles que afectaban Centroamérica hicieron que el partido optara por llevar a la gubernatura del estado a un militar, con la finalidad de reforzar la seguridad en la frontera con Guatemala. Por último, a finales de esa década, se buscó que el gobierno estatal estuviera encabezado por políticos que simpatizaran con el nuevo modelo económico de tipo neoliberal que comenzaba a aplicarse en el país. 

          

El gobierno de Rafael Pascacio Gamboa (1940-1944)[editar]

Médico de profesión egresado de la UNAM y adscrito a los grupos políticos encabezados por Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán Valdez, Rafael Pascacio Gamboa fue designado candidato del PRM a la gubernatura de Chiapas por el periodo de 1940 a 1944 y posteriormente logró la victoria en los comicios realizados en 1940.[1]

           Durante su gobierno se inició un plan de renovación de la imagen urbana de Tuxtla Gutiérrez, que consistió en la construcción de edificios de gobierno, escuelas, hospitales, vialidades y parques públicos. Asimismo, llevó a cabo la edificación de obras en otros municipios del estado, especialmente en San Cristóbal de Las Casas y Tapachula.

Por otro lado, el gobierno de Rafael Pascacio Gamboa marcó el comienzo de la etapa más álgida del reparto agrario en Chiapas. Así, si bien entre 1930 y 1940, se entregaron 290 mil 354 hectáreas, de 1940 a 1949 se repartieron 468 mil 140 hectáreas.[2]

Los gobiernos de Juan María Esponda, César Augusto Lara Ramos y Francisco J. Grajales (1944-1952)[editar]

Juan María Esponda, quien también fue candidato del PRM, ganó los comicios para la gubernatura de Chiapas en 1940. Esponda pertenecía al grupo político del gobernador saliente Rafael Pascasio; sin embargo su gobierno únicamente duró dos años, pues una crisis política desatada por la baja votación que sus candidatos tuvieron en las elecciones intermedias de 1946, lo obligó a dejar el cargo.

           En su lugar fue nombrado César Augusto Lara Ramos como gobernador interino, quien no poseía una trayectoria política destacada. De hecho, la presión de los diversos grupos políticos que conformaban el PRI en Chiapas logró su remoción del cargo en 1950. De este forma, el ingeniero Francisco J. Grajales, militar de carrera y nieto del exgobernador Victórico Grajales, fue designado gobernador interino.            

El gobierno de Efraín Aranda Osorio (1952-1958)[editar]

Gracias a sus vínculos con el presidente Miguel Alemán Valdez, Efraín Aranda Osorio fue designado candidato del PRI al gobierno de Chiapas para el periodo de 1952-1958, obtenido el triunfo en las elecciones de 1952.

           Aunque su sexenio, a diferencia del de sus antecesores, transcurrió con calma, al final de éste se enfrentó a los grupos políticos del PRI nacional encabezados por Adolfo López Mateos, quien sería candidato a la presidencia, ya que le impidieron participar en la designación de su sucesor.[3]

El gobierno de Samuel León Brindis (1958-1964)          [editar]

Luego de un disputado proceso interno, Samuel León Brindis fue designado candidato del PRI al gobierno de Chiapas para el periodo de 1958 y 1964, obteniendo la victoria en los comicios de 1958. Los críticos a su gobierno indicaron que la administración de Samuel León Brindis transcurrió sin pena ni gloria, pues éste no atendió las necesidades básicas de la entidad pero tampoco se suscitaron conflictos sociales y políticos como había ocurrido en las administraciones anteriores.

El gobierno de José Castillo Tielemans (1964-1970)      [editar]

Postulado por el PRI, José Castillo Tielemans resultó ganador de las elecciones para la gubernatura del estado para el periodo 1964-1970. Al igual que la mayor parte de sus antecesores, Tielemans había egresado de la UNAM y hecho carrera en la administración pública federal aprovechando los vínculos que construyó con diversos dirigentes del PRI.

           A diferencia de su antecesor, Tielemans puso en marcha nuevos planes de infraestructura en las principales ciudades del estado, que consistieron en la construcción de edificios de gobierno, mercados, escuelas, vialidades y parques públicos. Asimismo, inició con los trabajos para la fundación de la Universidad de Chiapas, la cual se inauguró finalmente cuatro años después de la finalización de su gobierno.

El gobierno de Manuel Velasco Suárez (1970-1976)      [editar]

Médico de profesión y con una reconocida trayectoria como neurocirujano, Manuel Velasco Suárez fue nombrado candidato a gobernador por el PRI para contender en las elecciones de 1970.[4]

           La designación de Velasco obedeció a la nueva política que el PRI seguía para la selección de sus candidatos. Así, tras la crisis que había representado el movimiento estudiantil de 1968, buscaba a personajes que gozaran de gran prestigio social gracias a sus trayectorias personales o académicas, aunque estos tuvieran poca o nula experiencia en la administración pública.[5]

            Aunque la llegada de Velasco Suárez molestó a algunos miembros de la élite política chiapaneca, quienes hubieran preferido que el candidato hubiera sido Juan Sabines Gutiérrez, el nuevo gobernador logró conciliar los ánimos de sus detractores.

           Durante su gobierno se terminó la construcción de la presa La Angostura y se inició la construcción de la de Chicoasén, al tiempo que fue publicada una nueva constitución política del estado en 1973 y creó la Universidad de Chiapas en 1974.[6]

El gobierno de Jorge de la Vega Domínguez (1976-1977)         [editar]

En 1976, el priista Jorge de la Vega Domínguez ganó las elecciones para la gubernatura de Chiapas para el periodo de 1976-1982. Domínguez pertenecía a una nueva generación de políticos chiapanecos que había logrado establecer buenas relaciones con la dirigencia nacional del PRI y por ello fue designado candidato.

           Si bien su nombramiento molestó a algunos grupos locales del PRI en Chiapas, Domínguez rápidamente logró ganarse la confianza de políticos ligados al gobernador saliente, Manual Velasco, al tiempo que recibió un gran apoyo de los políticos de Comitán, su tierra natal, gracias a lo cual pudo armar un gobierno sólido.

           Sin embargo, su paso por la gubernatura de Chiapas fue efímero. En 1977 fue llamado por el presidente José López Portillo para ocupar un cargo en el gobierno federal. Como su sucesor, fue nombrado Salomón González Blanco.

El gobierno de Salomón González Blanco (1977-1979)  [editar]

Del Distrito Federal llegó Salomón González Blanco a ocupar la gubernatura interina de Chiapas. Sin embargo, su enemistad con los grupos políticos locales encabezados por el político tuxtleco Juan Sabines Gutiérrez hizo que su encargo como gobernador durara solamente un par de años.[7]

El gobierno de Juan Sabines Gutiérrez (1979-1982)      [editar]

Tras la salida de González Blanco, Juan Sabines Gutiérrez ocupó la gubernatura interina de Chiapas por un periodo de tres años. Sabines había pertenecido al PRI desde hacía varias décadas y llegó a ocupar diversos cargos al interior del partido, al tiempo que fue presidente municipal de Tuxtla Gutiérrez, diputado federal en dos ocasiones y senador.

           Si bien los grupos políticos que lideraba habían querido que Sabines ocupara la gubernatura de Chiapas desde inicios de la década de 1970, los miembros de la cúpula del partido en el Distrito Federal habían optado por dejar pasar a otros políticos más cercanos a ellos.

           Con todo, a Sabines tocó administrar las mieles que para Chiapas tuvo el auge petrolero de finales de la década de 1970, completó el plan de renovación urbana de Tuxtla Gutiérrez[8]​ y promulgó una nueva constitución política estatal que estuvo vigente hasta 2011.[9]

El gobierno de Absalón Castellanos Domínguez (1982-1988)   [editar]

Ante la llegada de miles de refugiados guatemaltecos a Chiapas, y ante las repetidas incursiones del ejército de ese país en el territorio chiapaneco con la finalidad de atacar los campamentos de refugiados, el gobierno del presidente Miguel de la Madrid inició con la aplicación de medidas para garantizar la seguridad en la región fronteriza con Guatemala.[10]

           En este sentido, la llegada del general Absalón Castellanos al gobierno de Chiapas obedeció al contexto que vivía la región centroamericana a inicios de los años ochenta. Ante la escalada de violencia producida en las guerras civiles que sacudían Guatemala, El Salvador y Nicaragua, el gobierno mexicano decidió instalar a un militar en la gubernatura de Chiapas, con la finalidad de evitar que el conflicto centroamericano pusiera en peligro la seguridad interna del país.

           Dada su nula experiencia política, el gobierno de Absalón Castellanos estuvo caracterizado por una alta conflictividad social que, en vez de ser atendida, fue duramente reprimida por el gobierno. Así, organizaciones de la sociedad civil denunciaron que durante su gobierno se cometieron numerosas violaciones a los derechos humanos en contra de opositores políticos, entre las que destacan asesinatos, desapariciones, torturas, encarcelamientos injustificados, desplazamiento de comunidades o represión de los cuerpos policiacos a mítines.[11]

           A pesar de las acusaciones de violaciones a los derechos humanos, de corrupción y de la gran desorganización que caracterizó a su gobierno (fue notable la continua salida y entrada de miembros a su gabinete), el general Castellanos logró cumplir con los seis años que duraba su encargo.

El gobierno de José Patrocinio González Blanco Garrido (1988-1993)[editar]

Hacia principios de los años noventa era claro en el panorama político nacional de México que al interior del PRI la corriente política encabezada por los tecnócratas, a la cual pertenecían en el expresidente Miguel de la Madrid y su sucesor Carlos Salinas de Gortari, se perfilaba como la que dominaría en los años siguientes la vida del partido y sería la encarga de designar al próximo candidato a la presidencia.

           En ese sentido, la designación del candidato a la gubernatura de Chiapas recayó sobre José Patrocinio González Blanco Garrido, un político chiapaneco que había trabajado en distintas dependencias del gobierno federal y que había sido ya diputado federal y senador y que tenía una buena relación con De la Madrid y Salinas.  

           Para conseguir el apoyo de los grupos políticos locales en Chiapas, González Blanco manifestó públicamente ser partidario de que se abriera una investigación judicial contra el general Castellanos por los abusos cometidos durante su gobierno. Si bien esta estrategia le granjeó la simpatía de algunos político, González Blanco obtuvo la menor votación que un candidato del PRI a la gubernatura hubiera tenido desde la creación de ese partido en 1946.[11]

           Para fortalecer su gobierno, González Blanco logró establecer alianzas con los grupos políticos encabezados por los exgobernadores Manuel Velasco y Jorge de la Vega y poco a poco fue tomando el control del estado, favoreciendo al mismo tiempo el surgimiento de una nueva clase política al interior del PRI de Chiapas identificada con las políticas económicas y sociales que implementaba el presidente Salinas.

           Sin embargo, los estragos de la crisis económica que Chiapas, al igual que todo México, padecía, complicaron la gestión de González Blanco, cuyas acciones de gobierno no fueron capaces de aminorar los graves problemas económicos que vivía la entidad.

           Con todo, González Blanco no logró terminar su periodo de seis años al frente del gobierno de Chiapas. A principios de 1993, fue llamado por el presidente Salinas para que ocupara el cargo de secretario de gobernación del gobierno federal. En su lugar, Elmar Setzer Marseille fue nombrado gobernador interino.[11]

El gobierno de Elmar Setzer Marseille (1993)[editar]

Durante su corto gobierno, Elmar Setzer Marseille enfrentó un panorama político y social complicado. En el mes de marzo se produjo un enfrentamiento entre miembros del ejército mexicano e integrantes de un grupo rebelde, y pocas semanas después se descubrió la existencia de bases de entrenamiento de una guerrilla en la Selva Lacandona. Estos sucesos, habrían de anunciar la aparición pública el 1° de enero de 1994 del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, cuya irrupción provocó la renuncia de Setzer Marseille y provocó una crisis que cimbró a la clase política chiapaneca.

Demografía[editar]

Entre 1930 y 2000, la población de Chiapas creció a un ritmo anual de 2.90 por ciento, pasando de 529 983 habitantes en 1930 a 3 920 892 en 2000. Al interior del estado, la población se hallaba concentrada principalmente en las áreas rurales de la región de Los Altos, Tuxtla y el Soconusco.

           Si bien el proceso de ladinización que se vivía en Chiapas desde finales del periodo colonial siguió su curso durante la década de 1940, en el decenio siguiente el porcentaje de hablantes de lenguas indígenas se estabilizó. Si en 1930, 32 por ciento de la población chiapaneca hablaba alguna lengua mesoamericana, para el año 2000 esta cifra se había reducido a un 25 por ciento.[12]

           En algunas regiones de Chiapas, el desplazamiento de las lenguas indígenas se debió a las campañas de castellanización que el gobierno emprendió con el fin de integrar a los indígenas a la sociedad mexicana. Este, por ejemplo, fue el caso de la zona de Motozintla, en donde los campesinos mames que habían llegado de Guatemala fueron obligados a abandonar su lengua y trajes tradicionales.[13]

           Sin embargo, en Los Altos de Chiapas, la presencia de indígenas aumentó significativamente, así para 1990 éstos representaban más del 70% de los habitantes de esta región.[12]​ Ello se debió a que los gobiernos emanados de la Revolución formaron nuevas élites indígenas que poco a poco desplazaron a los ladinos que habían controlado los municipios de esta región, por lo cual muchos ladinos decidieron migrar hacia otras localidades, huyendo del hostigamiento de los indígenas o en busca de mejores oportunidades de vida.[12]

           Hacia la década de 1970, las principales ciudades del estado comenzaron a crecer de forma más concisa. A Tuxtla, por ejemplo, llegaron miles de campesinos de las regiones aledañas que se emplearon en las obras de construcción de las presas del complejo hidroeléctrico del Grijalva.[8]​ En este sentido, esta urbe comenzó a vivir un proceso de crecimiento que se reflejó en la realización de diversas obras públicas que transformaron su fisonomía: el centro histórico se demolió y en su lugar se alzaron modernos edificios pensados para atender a la creciente población; sus calles y avenidas fueron remodeladas para dar paso a vialidades más amplias que facilitarían la conexión entre las zonas antiguas de la ciudad y las nuevas zonas habitacionales; y comenzaron a surgir nuevos comercios que abastecían la demanda de servicios.

           San Cristóbal de Las Casas también registró un repunte de su población debido a la llegada de miles de indígenas que habían sido expulsados de sus comunidades a causa de conflictos religiosos. Los nuevos habitantes de la ciudad se asentaron en las zonas ubicadas al norte de ésta, dando vida a nuevas colonias cuya población siguió creciendo en las décadas siguientes. Asimismo, a San Cristóbal arribaron familias ladinas que habían emigrado de los municipios indígenas de Los Altos.[8]

           Durante este periodo la población de la Selva Lacandona también creció debido a la llegada de miles de campesinos. Los nuevos pobladores de esta región habían sido peones acasillados que recientemente habían sido expulsados de las fincas de Ocosingo y Comitán; otros provenían de Los Altos de Chiapas y algunos más eran originarios de otros estados del país.[14]

           Como han señalado algunos autores, el gobierno mexicano utilizó esta región para dotar de tierras a campesinos que no habían sido beneficiados con el reparto agrario en sus municipios de origen. Al paso de los años, muchas de las comunidades instaladas en la Selva Lacandona se convertirían en las bases de operación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Economía[editar]

Hacia 1940, la integración de dos tipos de regiones permitía que la economía de Chiapas funcionara. Las primeras, entre las que se encontraban los Valles Centrales, el Soconusco y las llanuras del norte, se caracterizaban por sus prósperas fincas maiceras o cafetaleras, las cuales funcionaban como los motores de la economía estatal. Por otro lado, Los Altos y la Sierra Madre, las cuales estaban densamente pobladas pero ubicadas sobre tierras de pobre calidad, funcionaban como reserva de mano de obra para las plantaciones.

            Entre las décadas de 1950 y 1960, Chiapas vivió un periodo de auge económico motivado por la rápida expansión de la agricultura en los Valles Centrales y el Soconusco.[15]​ Así, el aumento en los cultivos de maíz y la buena salud que gozaba el cultivo del café generaron una oferta de empleo creciente que fue capaz de absorber la mano de obra de aquellas regiones del estado que se hallaban densamente pobladas.

           La disponibilidad de empleos en las fincas de los Valles Centrales y del Soconusco permitió disminuir la presión sobre la tierra en Los Altos en donde el número de pobladores indígenas crecía con rapidez. De esta forma, si bien las tierras devueltas a las comunidades de esta región tras el reparto agrario terminaron siendo insuficientes para satisfacer las necesidades de sus habitantes, éstos hallaron en las fincas el medio para poder complementar sus ingresos y mantener así a sus familias. Se calcula que para finales de la década de 1960, 50% de los hombres de San Juan Chamula trabajaban como jornaleros en las fincas del Soconusco y otro 25% laboraba en los Valles Centrales.[15]

           La prosperidad vivida en las décadas de 1950 y 1960 llegó a su fin durante el sexenio de Luis Echeverría. A partir de 1976, los precios del maíz, cuyo cultivo en los Valles Centrales daba trabajo a miles de indígenas de Los Altos y a campesinos ladinos de esa región, comenzaron a caer. Para minimizar los efectos del problema, los dueños de las fincas decidieron despedir a los peones que desde hacía años habían trabajado para ellos y sustituirlos por la maquinaria que habían comprado en los años de prosperidad.[15]

           Para colmo de males, el gobierno mexicano decidió apoyar con subsidios la ganadería extensiva. En consecuencia, muchos finqueros deseosos de aprovechar los altos precios del ganado y los apoyos gubernamentales decidieron terminar con sus cultivos de maíz y convertir sus propiedades en criaderos de ganado. Si en 1970 se criaban en Chiapas 2 000 000 de cabezas de ganado, para 1980 esta cifra había ascendido a más de 4 000 000.

           La crisis de los precios del maíz y la expansión de la ganadería en el campo chiapaneco dejaron sin empleo a miles de indígenas que dependían del trabajo estacional que realizaban en las fincas para poder sobrevivir.

           El auge petrolero que México vivió durante el sexenio de José López Portillo permitió que las autoridades invirtieran millones de pesos en la construcción de una serie de obras públicas (refinerías, caminos, puentes, mejoras urbanas) tanto en Chiapas como en Tabasco. La realización de estos programas de infraestructura requirió de la contratación de miles de trabajadores, gracias a lo cual muchos de los antiguos jornaleros que habían sido despedidos de las fincas pudieron conseguir un empleo. Además, algunos chiapanecos lograron emplearse en la construcción del megaproyecto turístico de Cancún en el estado de Quintana Roo.[16]

           La bocarada de aire fresco que significó para la economía de Chiapas el auge petrolero llegó a su fin tras el estallido de la crisis de la deuda externa a principios de los años ochenta. Para 1982, el gobierno mexicano suspendió sus proyectos de infraestructura en el sureste, dejando sin trabajo a miles de personas, quienes difícilmente encontraron acomodo en la agricultura y en los otros ramos de la economía.

           Las fincas cafetaleras del Soconusco y del norte de Chiapas no podían absorber la gran cantidad de mano de obra desempleada que comenzó a aparecer. A esto se sumó que con la llegada de miles de refugiados provenientes de Guatemala, quienes huían de las masacres que el ejército de aquel país llevaba a cabo en las comunidades indígenas como parte de su campaña de contrainsurgencia, los dueños de las fincas cafetaleras prefirieron contratar a los refugiados guatemaltecos, pues éstos estaban dispuestos a recibir salarios más bajos que los que se pagaban comúnmente a los campesinos de Chiapas.           

           Si bien el sector cafetalero había logrado resistir la crisis, la situación económica de los productores de café empeoró cuando los precios internacionales del grano cayeron a mediados de 1989. La crisis que ya vivía este sector se agudizó a principios del decenio siguiente cuando el gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari suspendió los subsidios que el Estado les había otorgado a través del Instituto Mexicano del Café.[17]

           Tras el hundimiento del cultivo del maíz y la crisis en el sector cafetalero, el mundo rural en Chiapas dejó de brindar oportunidades laborales para la población de la entidad. A estos problemas se sumaron los devastadores efectos del huracán Mitch en 1998 que afectó gravemente la economía del Soconusco que de por sí ya estaba bastante resentida por la crisis del café.

           En este sentido, los problemas económicos internos de Chiapas dieron como resultado que los flujos migratorios de chiapanecos hacia estados del norte de la república y, sobre todo, hacia los Estados Unidos comenzaran a crecer de forma notable hacia mediados de la década de 1990.[18]​ Entre 1995 y 2000, el número de migrantes chiapanecos con destino a la frontera norte de México o Estados Unidos pasó de 5 936 a 46 407, y esta tendencia continuó creciendo en los años siguientes ante la pervivencia de los factores estructurales que causan la grave crisis que Chiapas vive desde los años ochenta.[19]

La tierra[editar]

A partir de la década de 1940 comenzará en Chiapas la fase más álgida del reparto agrario. Así, entre 1940 y 1969 la cantidad de tierras entregadas a los campesinos ascendió aproximadamente a 1 600 000 hectáreas.[20]

           En el transcurso de las décadas de 1960 a 1980, el campo en Chiapas experimentará un proceso de minifundización, eso quiere decir que el número de unidades productivas pequeñas comenzó a crecer de forma notable tanto en el sector social, es decir, en la tierra de propiedad ejidal, como en el sector privado. De esta forma, los predios privados de hasta cinco hectáreas pasaron de 12 498 en 1960 a 24 792 en 1990.[21]

           En gran medida, el crecimiento poblacional vivido en el estado abonó mucho a la creciente fragmentación de la tierra en el sector social, pues en cada generación las parcelas al heredarse se dividían en unidades cada vez más pequeñas. De esta forma, si bien en el censo de 1970 no se registraron unidades menores a cinco hectáreas, veinte años después la situación había cambiado pues existían 127 678 predios de este tipo.[22]

           Otra transformación importante que vivió el campo chiapaneco en estos años fue el crecimiento de la ganadería extensiva. En efecto, durante la década de 1970, el gobierno mexicano decidió apoyar con subsidios a los productores de ganado, por lo cual muchos finqueros decidieron convertir sus cultivos de maíz, café o caña de azúcar —cuyos precios habían disminuido— en pastizales para la cría de ganado.[23]​ Como resultado, para 1994, en Chiapas la ganadería ocupaba unas 3 000 000 de hectáreas, tres veces más que las utilizadas para la siembra de maíz.[24]

           El crecimiento de la población, la minifundización y la extensión de la ganadería contribuyeron a que cientos de campesinos quedaran sin tierras suficientes para poder sobrevivir o sin empleo. Para inicios de la década de 1980, se calcula que unos 158 mil habitantes del campo chiapaneco carecían de tierras.[25]

           Esta situación provocó que la conflictividad social en el campo chiapaneco aumentara notablemente en las décadas de 1970 y 19806. En este sentido, con la llegada a diversas regiones de Chiapas de profesionistas, técnicos e intelectuales marxistas y maoístas, muchos de ellos invitados por la diócesis de San Cristóbal o por el Instituto Nacional Indigenista, comenzaron a trabajar con las comunidades campesinas a fin de organizarlas para exigir la entrega de nuevas tierras o agilizar los trámites de las que ya habían solicitado ante la Secretaría de la Reforma Agraria.

           Al cabo de algunos años, estos campesinos, organizados en uniones ejidales o agremiados ya a organizaciones campesinas, comenzaron a realizar las primeras invasiones de tierras. Así, estos se lanzaron sobre los predios que desde hacía años habían solicitado ante las autoridades o bien se posesionaron de las fincas en las cuales habían trabajado, como ocurrió en la región de Simojovel.[26]

           Para principios de los años ochenta, el gobierno chiapaneco hablaba de la existencia de 203 predios invadidos en diversas regiones del estado.[27]​ Antes esto, las autoridades decidieron echar a andar el Programa de Rehabilitación Agraria (PRA), a fin de regularizar la tenencia de la tierra en la entidad. Sin embargo, los resultados de estas medidas fueron insuficientes para resolver el problema de la falta de tierras y de las invasiones.

           Así, el gobierno adquirió y repartió unas 71 122 hectáreas, beneficiando con ello a 8 416 campesinos. Sin embargo, la mayoría de éstos pertenecían a la Confederación Nacional Campesina, una organización vinculada al PRI, mientras que el 20% restante se repartió en una serie de organizaciones campesinas como la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos, la Asociación Rural de Intereses Colectivos o la Unión de Uniones.[28]​ De esta forma, al favorecer principalmente a campesinos que simpatizaban con el gobierno, las autoridades no lograron resolver el descontento agrario. De hecho, tras el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional el 1 de enero de 1994, el conflicto agrario en Chiapas cobraría fuerza, pues numerosas invasiones se produjeron a manos de campesinos ladinos e indígenas que levantaron la bandera del zapatismo.


  1. María del Carmen García Aguilar. Chiapas político. p. 38. 
  2. María Eugenia Reyes Ramos. Conflicto agrario en Chiapas: 1934-1964. p. 89. 
  3. María del Carmen García Aguilar. Chiapas político. p. 36. 
  4. María del Carmen García Aguilar. Manuel Velasco Suárez: del gabinete científico al despacho político. p. 34. 
  5. María del Carmen García Aguilar. Chiapas político. p. 44. 
  6. José Luis Castro Aguilar. Historia de los textos de la Constitución política del estado de Chiapas, 1826-1982. p. 125. 
  7. María del Carmen García Aguilar. Chiapas político. p. 46. 
  8. a b c Juan Pedro Viqueira (2009). «“Cuando no florecen las ciudades. La urbanización tardía e insuficiente de Chiapas"». En C. Lira Vásquez y A. Rodríguez Kuri, ed. Ciudades mexicanas del siglo XX. Siete estudios históricos. El Colegio de México / Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco / Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. p. 60. 
  9. José Luis Castro Aguilar (2017). Historia de los textos de la Constitución política del estado de Chiapas, 1826-1982. Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Chiapas. p. 155. 
  10. María del Carmen Legorreta Díaz (1998). Religión, política y guerrilla en Las Cañadas de la Selva Lacandona. Cal y Arena. p. 167-169. 
  11. a b c María del Carmen García Aguilar (2002). Chiapas político. Gobierno del Estado de Chiapas. p. 51. 
  12. a b c Juan Pedro Viqueira (2008). «“Indios y ladinos, arraigados y migrantes en Chiapas: un esbozo de historia demográfica de larga duración”,». En D. Villafuerte Solís y M. del C. García Aguilar, ed. Migraciones en el sur de México y Centroamérica. Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas / Cámara de Diputados LX legislatura / Miguel Ángel Porrúa. p. 303. 
  13. Rosalva Aída Hernández Castillo (2001). La otra frontera. Identidades múltiples en el Chiapas poscolonial. CIESAS / Miguel Ángel Porrúa. 
  14. Xóchitl Leyva Solano y Gabriel Asencio Franco (1996). Fondo de Cultura Económica / CIESAS, ed. Lacandonia al filo del agua. p. 50-60. 
  15. a b c Jan Rus y George Collier. «“Una generación en crisis en Los Altos de Chiapas: los casos de Chamula y Zinacantán, 1974-2000”». En Shannan L. Mattiace, Rosalva Aída Hernández y Jan Rus, ed. Tierra, libertad y autonomía: impactos regionales del zapatismo en Chiapas. CIESAS/IWGIA. p. 163. 
  16. García Aguilar, María del Carmen; Villafuerte Solís, Daniel (00/2014). «Tres ciclos migratorios en Chiapas: interno, regional e internacional». Migración y desarrollo 12 (22): 03-37. ISSN 1870-7599. Consultado el 12 de agosto de 2019. 
  17. Daniel Villafuerte Solís, María del Carmen García y Salvador Meza Díaz. «“Café y neoliberalismo. Los impactos de la política cafetalera en el Soconusco, Chiapas”». Anuario 1992: 285-302. 
  18. García Aguilar, María del Carmen; Villafuerte Solís, Daniel (00/2014). «Tres ciclos migratorios en Chiapas: interno, regional e internacional». Migración y desarrollo 12 (22): 03-37. ISSN 1870-7599. Consultado el 12 de agosto de 2019. 
  19. Villafuerte-Solís, Daniel (2015-6). «Crisis rural, pobreza y hambre en Chiapas». LiminaR 13 (1): 13-28. ISSN 1665-8027. Consultado el 12 de agosto de 2019. 
  20. Reyes Ramos, María Eugenia. (2002). Conflicto agrario en Chiapas, 1934-1964. Gobierno del Estado de Chiapas. p. 89. ISBN 9706970620 |isbn= incorrecto (ayuda). OCLC 51861519. Consultado el 12 de agosto de 2019. 
  21. Villafuerte Solís, Daniel. (1999). La tierra en Chiapas, viejos problemas nuevos (1. ed edición). Universidad de Ciencias y Artes del Estado de Chiapas. p. 128. ISBN 9688567272. OCLC 43985209. Consultado el 12 de agosto de 2019. 
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