Usuario:Elancha98/Taller

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Vida Familiar[editar]

Cosme García, con 15 años, tuvo que ejercer de cabeza de familia y mantener a su madre y a su hermano menor debido a la prematura muerte de su padre. El 30 de Octubre 1837, ocurría un acto inesperado, la boda de Cosme García que se celebraba en Santiago el Real de Logroño, cuando acababa de cumplir los 19 años con Úrsula Parres, la hija de un curtidor. Y decimos inesperado porque el nacimiento del primer hijo, Vicente Benito, tuvo lugar el 12 de Enero de 1838, es decir, a los dos meses y pocos días de la boda.

El hijo, llamado Vicente por el suegro como primer nombre, aunque después apenas lo utilizó, firmando siempre como Benito García Parres, fue bautizado en la misma iglesia el 13 de enero de 1838. Año y medio después el 13 de Julio de 1839, nacía Juana, siendo su padrino Manuel Pérez, escribiente, y testigos el hermano menor, Nicolás García, y el mismo Bernabé Gurruchaga, que ahora figura como sirviente de la iglesia. Así, antes de cumplir los 21 años, Cosme García se encontraba casado y padre de una creciente familia, a la que no tardó en añadirse un tercer hijo, Sotero, nacido algún tiempo después y cuya partida de nacimiento no se ha podido encontrar. En las partidas de nacimiento de sus dos primeros hijos, la profesión de Cosme García sigue siendo la de guitarrero, sin otra indicación. En la de su cuarto hijo, Enrique, bautizado el 16 de julio de 1845 en Santa María la Redonda no figura la profesión del padre. Desconocemos por tanto el vital período de formación que hizo de él el eminente inventor que conocemos. Pero no parece probable que siguiera estudios superiores. Lo único que sabemos con seguridad es que su servicio en la Milicia Nacional Urbana se prolongó durante estos años, al menos hasta el 29 de Enero de 1843, y siempre como simple soldado de la compañía de granaderos.

Poco sabemos de los últimos años del inventor, época en la que su crisis personal y familiar pareció tener un sorprendente paralelismo con la vivida por España durante el llamado "Sexenio Democrático", de 1868 a 1874. Y nos referimos a una crisis familiar, porque éste fue uno de los resultados del efecto acumulativo de tantas esperanzas defraudadas: cambios de domicilio, continuos viajes, gastos e inversiones sin la compensación adecuada, por no hablar del trabajo, de las largas horas ideando y probando artefactos a menudo peligrosos, arriesgando la propia vida y la de los hijos, colaboradores del padre ... Todo ello tuvo como consecuencia una ruptura conyugal, que se resumió en que el inventor abandonó a su mujer e hijos, ya todos mayores de edad excepto Juan, para irse a vivir con la sirvienta de la casa, María Egaña, de la que tuvo aún dos hijos, Juan y Vicente, y del que el primero emigró pronto a América, mientras que el segundo formó la otra rama de los descendientes del inventor, al menos en España. Vicente se trasladó a Tolosa, y allí pudo conocer al tercero de los hijos varones de Cosme García, Enrique. Gracias a ese contacto han llegado hasta hoy los escasos pero fundamentales papeles que conservan los descendientes del genial inventor. Cosme García no regularizó nunca su situación, posiblemente porque su mujer, Úrsula Parres, le sobrevivió con lo que sus dos últimos hijos no heredaron el apellido de su padre. No sabemos a qué se dedicó en estos últimos años de su vida. Pero su salud, ni física ni psicológica, debía ser buena, y según referencias de sus hijos, su situación económica llegó a ser tan precaria como para necesitar de la caridad de un poderoso mecenas, nada menos que D. José de Salamanca y Mayal, marqués de Salamanca.

Su hijo Enrique, había participado con él en la prueba oficial del submarino, y le había acompañado a la fábrica de Oviedo cuando se hacían allí los fusiles, era el más identificado con su padre, incluyendo el parecido físico.

Muere en 1874, a los 55 años, desilusionado y sumido en la pobreza hasta el punto de que alguno de sus hijos llegó a pedir por las calles de Madrid. El caso de Cosme García es uno más que hay que sumar al de los grandes inventores españoles borrados de nuestra memoria colectiva, y que sufrieron las consecuencias de la ignorancia y la ingratitud de sus contemporáneos. El desprecio hacia el trabajo científico es una constante en la historia institucional de España. No olvidemos que cuando Isaac Peral ofreció al gobierno y a la marina española su nuevo submarino eléctrico, fue también rechazado, como lo fue el submarino de Cosme García muchos años antes. Sus hijos varones ya por entonces debían de haber formado a su vez sus respectivas familias, Enrique sabemos que fue el que más destacó.