Usuaria:RaquelFlorez/Feminismo empotrado

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El feminismo empotrado (embedded feminism) es el intento de las autoridades estatales de legitimar una intervención en un conflicto mediante la cooptación de los discursos feministas y la instrumentalización de activistas y grupos feministas en la consecución de sus propios objetivos. Este término se introdujo en el análisis de la invasión de Afganistán liderada por Estados Unidos, pero también se puede aplicar a otros ejemplos históricos en los que los derechos de las mujeres se utilizaron como justificación y legitimación del intervencionismo occidental.[1]

Concepto[editar]

Originalmente, la investigadora de género canadiense Krista Hunt desarrolló el marco conceptual del feminismo empotrado para describir la justificación relativa al género de la invasión de Afganistán liderada por Estados Unidos en 2001 y la práctica del gobierno de Estados Unidos para justificar la Guerra contra el terrorismo ante los ojos del público. Hunt define el concepto como la "incorporación del discurso feminista y de activistas feministas a proyectos políticos que dicen servir a los intereses de las mujeres, pero que en última instancia subordinan y/o subvierten ese objetivo".[2]​ Hunt acuñó el término feminismo incrustado refiriéndose al enfoque de "periodismo empotrado" o "medios empotrados" del Departamento de Defensa de los EE. UU. que fue predominante durante la cobertura mediática de la invasión de Irak en 2003.[3]​ El gobierno de EE. UU. envió periodistas, fotógrafos y camarógrafos a las unidades militares y les otorgó un acceso sin precedentes al frente de batalla.[4]​ Aunque el " periodismo empotrado" permitía al público obtener una visión exclusiva de la situación en Irak, esta práctica se consideraba problemática, ya que podía socavar la independencia de la información y promover una preferencia a favor del gobierno. [5]

El "extendido proceso de apropiación y subversión del feminismo a través de apelaciones a los derechos de las mujeres" [6]​ que está tan arraigado en el feminismo es diferente de las simples prácticas de cooptación por parte de las autoridades estatales en la medida en que va más allá de la absorción "de los significados de la conceptos originales para encajarlo junto a las prioridades políticas predominantes".[7]

Implicaciones del feminismo incrustado en la lucha por los derechos de las mujeres[editar]

Ejemplos históricos[editar]

Krista Hunt sostiene que los llamamientos a la liberación de la mujer se han incrustado en proyectos políticos durante siglos para movilizar a las feministas y sus discursos.[8][9][10]​ Una gran cantidad de literatura feminista ha analizado las dimensiones relacionadas con el género de los proyectos (pos)coloniales [11][12][13][14]​ donde se convenció a las feministas del Norte a involucrarse para "salvar" a otras mujeres oprimidas. Tales narrativas de rescate generalmente presuponen una homogeneidad de todas las mujeres como grupo oprimido, como se muestra en el trabajo de Chandra Mohanty, [15]​ y ponen en juego la naturaleza orientalizada del aparentemente peligroso "hombre moreno".[16]​ Por lo tanto, se argumenta que el feminismo que se incorporó a los proyectos de modernización y civilización de los países imperiales ayudó a fortalecer el colonialismo y el patriarcado en lugar de promover los derechos de las mujeres. [17]​ Las feministas también afirman que las activistas feministas y sus discursos han sido instrumentalizados por proyectos nacionalistas. Durante la era de Nasser en Egipto, por ejemplo, se dice que las feministas jugaron un papel importante en ayudar a crear un sentido de cohesión y vínculo y, por lo tanto, contribuyeron directamente al surgimiento de una identidad nacional durante y después de la lucha por la independencia. [18]​ Sin embargo, las mujeres permanecieron en su mayoría ausentes de la esfera pública de la política una vez que el proyecto tuvo éxito. [19]

La guerra contra el terrorismo[editar]

La historia de la guerra contra el terrorismo en el área de las Relaciones Internacionales ha sido constantemente una disciplina fundamentalmente masculina y con una narrativa de héroe de guerra hipermasculina. En otras palabras, la historia ha sido narrada por esos hombres, que ocupaban altos cargos de poder y estaban obsesionados con mostrar sus cualidades heroicas para proteger a las mujeres frente a cualquier daño y enfrentarse a las dificultades del mundo. [20]​ Por ejemplo, según el ex presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, el objetivo central de los terroristas era la opresión brutal de las mujeres… “por eso esta gran nación (EE. UU.), con nuestros amigos y aliados, no descansará hasta que los traigamos a todos. a la justicia”.[20]​ Este grito de guerra de la administración Bush es un claro ejemplo de la narrativa que impera en esta cuestión. La tradición de los buenos derrotando a los malos y protegiendo a las mujeres racializadas sirve para reforzar el patriotismo y justificar la violencia tanto en el extranjero como en el ámbito doméstico. Sin embargo, ¿cómo ejemplifica uno a “los malos”? Al usar la perspectiva de género y mirar la guerra contra el terror a través de la misma, un simple grito de guerra resulta mucho más complejo. Por ejemplo, aquí está en juego una dinámica de poder que involucra a dos partes enfrentadas. Están los hombres y mujeres occidentales que se consideran los salvadores. Luego están las mujeres afganas que necesitan ser salvadas. ¿Cual es el resultado de todo esto? Se crea una construcción social sutil de que la guerra contra el terrorismo ha creado diferentes tipos de hombres y mujeres en función de la raza, la religión y la nacionalidad.[20]​ Sin perjuicio de lo anterior, la perspectiva de género ignora otros factores. Ignora la dinámica de poder de las mujeres occidentales blancas liberadas frente a las mujeres afganas oprimidas. Básicamente, en una guerra, tu raza y nacionalidad entran en juego cuando se trata de quién se considera más libre. Ignora la justificación colonial histórica de la invasión al proclamar que los hombres racializados son dañinos para las mujeres racializadas. Las feministas analizaron el grito de guerra de Bush y encontraron similitudes con la tradición del hombre blanco que sabe lo que es correcto y que salva a las mujeres racializadas por sus percepciones sobre los hombres racializados. Ignora la resistencia frente a los derechos de las mujeres, mientras que los hombres la ven como una imposición occidental. En una situación de guerra, cuando un país occidental trata de ayudar a una nación oprimida, se ve como una imposición occidental porque es como si "occidente supiera más", sin siquiera estar lejos o vivir en una nación oprimida y sobre la base de que cualquier cosa que haga Occidente (incluso empoderar a las mujeres) se trata como una imposición. Ignora el hecho de que las mujeres occidentales blancas siguen siendo oprimidas por los mismos poderes que pretenden liberar a las mujeres afganas. Finalmente, ignora el punto principal de todos estos factores, que es la creación de una situación de divide y vencerás para las mujeres al mismo tiempo que puede ser el punto de partida de la solidaridad de todas las mujeres.[20]​ En otras palabras, lo que implican todos estos factores es el examen de la raza, la clase, la nacionalidad, la religión y la sexualidad, factores que fueron avanzando en las agendas políticas tradicionales, del antiguo testamento y problemáticas al mismo tiempo tratando de jugar el papel del bueno silenciando otras cuestiones. En conclusión, el género se ha convertido en un tema muy escrutinizado pero también muy apreciado e incluso en los escenarios más tradicionales, se necesita mucho la perspectiva de género para abordar el problema real de las RI.

En 2001, la administración Bush comenzó a expresar su preocupación [21]​ por la situación de las mujeres bajo el régimen talibán. Según Hunt, invocabanla lucha por los derechos de la mujer y la liberación de la mujer como justificación para la invasión de Afganistán. Esta mayor conciencia de género puede interpretarse como parte de una estrategia de encuadre que combinaba la Guerra contra el Terror con la lucha por los derechos de las mujeres como parte de los derechos humanos universales. A los ojos de muchas feministas, el rescate de las mujeres oprimidas por los talibanes se convirtió en una poderosa legitimación de la invasión que obtuvo una amplia aprobación pública. [22]​ Más importante aún, esta estrategia podría alinearse con grupos feministas, que son tradicionalmente pacifistas, y podría obtener su aprobación, eliminando así una oposición crítica. Las dudas sobre el compromiso del gobierno para promover los derechos de las mujeres a través de la guerra surgieron debido a su falta de interés antes del 11 de septiembre. [23]​ Fue solo después de los ataques terroristas que los políticos en los EE. UU [24][25]​ y en Europa [26]​ comenzaron a apoyar la liberación de las mujeres frente a los talibanes. A pesar de su postura no violenta, la Fundación de la Mayoría Feminista (FMF) apoyó las políticas de la administración Bush y, es considerada como una de las organizaciones feministas más vocales a favor de la Guerra contra el Terror. [27]​ Aunque la FMF veía esta mayor conciencia de género del gobierno como un éxito de su campaña 'Alto al apartheid de género', su participación en el proyecto político de Bush fue muy criticada por otras ONGs y por la crítica al considerar que lo legitimó. [28][29]​ Hunt ve el feminismo empotrado como un concepto utilizado para promocionar la idea de la administración Bush de que la invasión de Afganistán podría liberar a las mujeres afganas. Ello generó además una división entre los grupos feministas que apoyaban la guerra y los grupos que se negaron a involucrarse en la usurpación del feminismo para la guerra. [30]​ También surgió una división entre las feministas "occidentales" que luchaban por salvar a las " otras " mujeres de un enemigo orientalizado [31]​ y las feministas afganas que criticaban la idea de que la guerra podría liberarlas.

Feminismo occidental hegemónico y crítica poscolonial[editar]

Hunt señala que existe una sorprendente similitud entre la lógica del feminismo empotrado en los proyectos colonialistas y la Guerra contra el Terrorismo. Ambos son inherentemente eurocéntricos y presentan a Occidente como cultural y normativamente superior a las sociedades orientales "no modernas".[31]​ Esta lógica le daría a Occidente la prerrogativa de intervenir y rescatar al "grupo monolítico" de Otras mujeres [32]​ que no tienen la capacidad de "rescatarse" a sí mismas. La famosa crítica poscolonial de Gayatri Spivak a la relación entre los colonizadores y los súbditos colonizados en "Can the Subaltern speak?" (¿Pueden hablar los subalternos?) condensa esta relación en la estrategia en la que "los hombres blancos salvan a las mujeres morenas de los hombres morenos". [33]​ Este análisis también se puede aplicar a la estrategia aparentemente neoimperialista que el gobierno de EE. UU. perseguía al encuadrar a los hombres talibanes en Afganistán como un peligro para las mujeres que se presentaban como víctimas que necesitaban la ayuda de Occidente. Una característica del feminismo hegemónico occidental fue el desprecio de los activistas occidentales por las opiniones de los grupos de mujeres afganas que argumentaban que una guerra sin duda tendría un impacto negativo en las mujeres y alimentaría los sentimientos fundamentalistas . [34][35][36]​ Posteriormente, la agenda de Bush se interpretó de hecho como un ataque a los valores islámicos y dio lugar a una violenta reacción de las fuerzas conservadoras. [37]​ El feminismo hegemónico también tiende a reproducir roles de género binarios, especialmente en la representación visual de mujeres y niños como víctimas de la guerra o la opresión en los medios. Cynthia Enloe ha llamado a esta combinación de mujeres y niños como sujetos victimizados "mujeres y niños", un tropo único que se invoca en las narrativas patriarcales para apoyar los intereses de seguridad del estado.[38]

Contextualización[editar]

La singularidad del feminismo empotrado como estrategia estatal no es sólo su argumentación basada en la representación de mujeres y niños como víctimas, sino también la conjunción de este discurso con la lucha por los derechos de las mujeres. El concepto de Hunt ha tenido un impacto en la investigación de conflictos relacionados con el género y se ha aplicado a las guerras de Irak,[39]​ de Kosovo y de Afganistán.[40]​ El feminismo empotrado también se puede utilizar en otros contextos, como la globalización neoliberal, y se puede aplicar a varios otros campos políticos donde los argumentos pseudofeministas y los grupos feministas son indebidamente utilizados para legitimar una acción dirigida por el estado o para construir una historia alternativa.

Referencias[editar]

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  5. Wells, Matt (2003). «Embedded Reporters 'Sanitised' Iraq War». The Guardian. Consultado el 30 October 2016. 
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Bibliografía[editar]

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