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Teatro del siglo XIX

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Gran Teatro Nacional de México óleo vista desde el escenario

El teatro en el siglo XIX se destaca por obras teatrales y representaciones artísticas, fruto de las transformaciones, sociales, culturales y políticas del tiempo-espacio en Europa. Al mismo tiempo, es un periodo en el cual es posible reconocer diversos movimientos artísticos que incluso eran radicalmente opuestos entre sí, el romanticismo y el naturalismo y realismo.

La importancia del quiebre del romanticismo es fundamental para una nueva visión acerca del mundo, y en específico del teatro. El realismo y el naturalismo surgen como una condición nueva de creación e implementación de obras, que juegan un papel más acertado respecto a nuestra cotidianidad, que las personas se identificaran más con aquello que les resultaba común y propiamente realista. Dejando de lado el ideal de lo “perfecto”. [1]

Contexto histórico

Estas tendencias se desarrollaron en Europa, a mediados del siglo XIX. Iniciando en Francia y teniendo como punto de inflexión a España. Que es el lugar donde surgen transformaciones dentro de la literatura, las artes, la economía y la política. Pues en este periodo se estaban desarrollando momentos importantes, como; la lucha entre los conservadores y los progresistas, y nuevamente la restauración y consolidación de la monarquía.[1]

Pues la sociedad, al estar condicionada por una idealización romántica, con los cambios y la evolución científica e industrial, provocan que el positivismo gane terreno, en conjunto de un realismo impecable y transparente, que deja ver una realidad pura y objetiva. A su vez, nuevas corrientes filosóficas, ponen en práctica cosas como; la experimentación, observación, métodos científicos, conocimiento de las ciencias naturales, entre otros.[2]

El Realismo

Considerado como un movimiento literario, que exhibe y representa una realidad exacta, objetiva y concreta. Claramente omite condiciones subjetivas y se centra en presentar generalmente a la burguesía, enmarca una realidad social a modo de novela, basada siempre en la observación del comportamiento y actuación de los individuos en su época.[3]

Características en la representación teatral

  • En la escena se trata de retratar o reflejar una cotidianidad exacta.
  • En la representación teatral siempre está presente la objetividad.
  • Las actuaciones de los personajes son concretas, es decir; se representan los sentimientos, pensamientos y emociones, tal como lo son en la realidad y sin exagerar.
  • El ambiente o la escenografía es totalmente realista y verídica.
  • El lenguaje usado en las representaciones es coloquial. [3]

Dramaturgia

Los principales dramaturgos y obras relacionadas con el teatro realista son:

El Naturalismo

Considerado como movimiento literario, que pretendía representar el comportamiento, actitudes y estudio del hombre. Claramente esto se veía reflejado en la calidad en la producción de las obras teatrales. Sustentado en una metodología determinista y materialista. Representando los pasajes de la vida de los seres humanos, conflictos y problemáticas sociales, comunes y costumbres de la época. [5]

Características en la representación teatral

  • La actuación de los personajes en el medio tiene una fuerte inclinación, hacia la representación de la decadencia y sentires violentos, dentro de una cruda realidad.
  • La escenografía en conjunto de la ambientación, generan un clima difícil, turbio, agobiante y abrumador, ciertamente de manera objetiva, representando la penumbra de las situaciones que acontecen día a día.
  • El carácter de los actores inundado de la situación moral y psicológica contemporánea, dejando ver los matices de una sociedad que colapsa y es meramente cierta y objetiva.
  • La temática se centra en reflejar las condiciones humanas más deplorables, así como su posicionamiento social y acciones con sus consecuencias. [5]

Escenografías y vestuarios del teatro realista y naturalista

La escenografía generalmente era muy cargada, con indumentaria y materiales de comunes y corrientes, es decir; se utilizaban aparatos, objetos y accesorios del cotidiano. Por ejemplo: sillas, escaleras, vasijas, candelabros, caballetes, bancos de madera, platos, cortinas, etc. Muebles que representan escenas costumbristas y de situaciones o momentos muy íntimos, familiares, privados o públicos, pero muy pocas veces exagerando con elementos subjetivos o surrealistas.[6]

Mecanismos y artefactos novedosos para cambiar la escenografía, rieles y nuevos inventos para hacer la producción más eficaz y sencilla.[6]

Los actores aparecían cada vez que un mecanismo se accionaba para abrir puertas y distintos objetos que cada vez más se fusionaban con nuevas técnicas de movimiento. [6]

La gestualidad era significativa para las escenas, pues tenían que asemejarse con las acciones y la personalidad de personas reales y naturales, sin exageración. Y el vestuario seguía la misma pauta, no tan recargados, y de acuerdo a la moda de la época y claramente adaptados a la situación escénica de cada obra teatral.[6]

Referencias

  1. a b Olivares, César Oliva (2002). «Apuntes sobre historia del teatro: el camino hacia la verdad escénica». Cuadernos para investigación de la literatura hispánica (27): 15-80. ISSN 0210-0061. Consultado el 27 de octubre de 2019. 
  2. Tobar, Leonardo Romero (1998). «Realismo y otros ismos en la crítica de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes (1856-1899)». Pensamiento y literatura en España en el siglo XIX: idealismo, positivismo, espiritualismo, 1998, ISBN 2-85816-370-7, págs. 73-87 (Presses Universitaires du Mirail): 73-87. ISBN 9782858163700. Consultado el 27 de octubre de 2019. 
  3. a b Ambrocio, Mendoza, Fausto, Jorge (2008). El realismo literario del siglo XIX. Perú. Consultado el 2019. 
  4. «HISTORIA DEL TEATRO VII: El teatro realista de principios del siglo XX». 
  5. a b «EL NATURALISMO de Emile Zola: EDICIONES PENINSULA, Barcelona Rústica - Libreria Querubin». www.iberlibro.com. Consultado el 27 de octubre de 2019. 
  6. a b c d Garcías, E. (2001). La escenografía teatral en los inicios del siglo XIX. En BSAL, (pp 211-220).

Enlaces externos