Persecución religiosa de Veracruz

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La Persecución religiosa de Veracruz fue un periodo de enfrentamiento entre el Gobierno del Estado de Veracruz contra la Iglesia católica establecida en el estado a través del Obispado de Veracruz durante la década de los años 30 del siglo XX que junto con el estado de Tabasco fue una extensión de la rebelión cristera en el centro del país derivada de la promulgación de leyes locales anticlericales basadas en la reglamentación de la Constitución Política de 1917.[1]

Antecedentes

En el año de 1926 ante una tensión entre la Iglesia católica y el estado que ya llevaba una década y ante la persecución desatada por el gobierno del Presidente Plutarco Elías Calles que daría origen al movimiento cristero. Tras el cese al fuego de los rebeldes cristeros en el centro del país y el frágil arreglo del gobierno de Emilio Portes Gil con la alta jerarquía católica mexicana los templos fueron reabiertos al culto público.

Esta medida de supuesta tolerancia para la sociedad católica se topó con el fanatismo anticlerical del gobernador de Veracruz Adalberto Tejeda Olivares, un antiguo revolucionario que consideró necesario reformar los artículos constitucionales que limitaban la libertad de cultos y las prácticas religiosas externas prolongando aún más tiempo el conflicto religioso en el estado en los años siguientes con el objetivo de terminar con el fanatismo religioso de la población por lo que a lo largo de los siguientes años el gobierno se dedicaría a perseguir a los ministros de culto y a clausurar templos.

Ley 197

El conflicto alcanzaría su máxima intensidad con la promulgación de la Ley 197 que limitaba el número de sacerdotes en el estado causando la protesta de la Iglesia católica encabezada por el Obispo Rafael Guízar y Valencia.

Asesinato del Padre Darío Acosta

Tras un fallido intento de asesinato del gobernador Tejeda, diversos grupos de anticlericales atentaron contra templos religiosos disparando contra los asistentes a los templos. El 26 de julio de 1931 en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción del Puerto de Veracruz, el padre Ángel Darío Acosta originario del municipio de Naolinco se encontraba realizando bautizos cuando un grupo desconocido de anticlericales irrumpió en el templo disparando contra el sacerdote asesinándolo lo cual causó un repudio popular y una enérgica protesta del Obispo Guízar.[2]

Referencias