Miguel Álvarez Castro
Miguel Álvarez Castro | ||
---|---|---|
Información personal | ||
Nacimiento |
1795 Departamento de San Miguel (El Salvador) | |
Fallecimiento |
1855 Departamento de San Miguel (El Salvador) | |
Causa de muerte | Tuberculosis | |
Nacionalidad | salvadoreña | |
Información profesional | ||
Ocupación | político | |
Años activo | Siglo XIX | |
Género |
poesía | |
Miguel Álvarez Castro (Departamento de San Miguel, 1795 – 1855) fue un político salvadoreño. También es considerado como el primer poeta, desde la fundación de su país, en orden cronológico.
Nació en una hacienda cercana a la ciudad de San Miguel. En su juventud estudió en Antigua Guatemala en el Colegio de Infantes, pero no pudo concluir su carrera por el fallecimiento de sus padres. Fue diputado al Congreso Constituyente de 1822 del Primer Imperio Mexicano.
En tiempos de la Federación Centroamericana, bajo el régimen de Francisco Morazán, logró ser diputado y Ministro de Relaciones Exteriores. Fiel seguidor de este militar y político, le acompañó en su exilio hacia Costa Rica hasta su fusilamiento.
En El Salvador participó en el intento de derrocamiento de Francisco Malespín, hecho que le valió exilarse en Nicaragua. Caído este del poder, regresó a su país donde se retiró de la vida pública. Su obra es recogida en antologías como Guirnalda Salvadoreña (1884) de Román Mayorga Rivas y Galería poética centroamericana (1888) de Ramón Uriarte. Murió en condiciones paupérrimas en 1855.
De acuerdo a Juan Ramón Uriarte:
Hombre de Estado, músico y poeta, dedicaba sus ocios a componer y cantar sus versos…De simple escribiente llegó a ser Ministro del Gobierno Federal…es el poeta patriótico, el poeta de las libertades públicas…Delicado y correcto en la forma, su inspiración vuela noble y serena. Pero más que todo fue un poeta humano como Horacio.
Fragmento de su poesía
AL CIUDADANO JOSÉ DEL VALLE
A par de los robustos
Árboles corpulentos,
O del cedro que altivo se levanta,
No es dado a los arbustos
Formar altos intentos;
Y al par de la dulcísima garganta
Con que el jilguero canta,
La débil avecilla
Teme soltar su voz, teme y se humilla.
Así yo me contemplo
Ante el coro armonioso
De los sagrados cisnes de Hipocrene
Tomo la lira y templo,
Mas el labio medroso
Por un secreto impulso se detiene.
Se anima, y le contiene
El respeto que sólo
Vosotros me inspiráis, hijos de Apolo.
De GUIRNALDA SALVADOREÑA, San Salvador, 1884.
Referencias
- Cañas Dinarte, Carlos (2000). Diccionario escolar de autores salvadoreños. San Salvador: Dirección de publicaciones e impresos.
- Escobar Galindo, David (1995). Índice antológico de la poesía salvadoreña. San Salvador : UCA Editores. ISBN 8484050548.