Ladri di biciclette

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Calificaciones profesionales
Calificaciones
FuenteCalificación
Empire link5/5 estrellas
Rotten Tomatoes link10/10 estrellas
The Guardian link5/5 estrellas
The New York Times link5/5 estrellas

Ladri di biciclette (en Hispanoamérica, Ladrones de bicicletas; en España, Ladrón de bicicletas) es una película italiana dirigida por Vittorio de Sica en 1948. Se considera como una de las películas emblemáticas del neorrealismo italiano. En 1970 fue elegida por votación como una de las 10 mejores películas de la historia del cine.[cita requerida]. Ocupa el primer puesto en la lista de "Las 50 películas que deberías ver a los 14 años".

El film está basado en la novela homónima de 1945, escrita por Luigi Bartolini, adaptada a la gran pantalla por Cesare Zavattini. El relato narra un accidente de la vida cotidiana de un trabajador.

Un rasgo característico de este film, y del neorrealismo, es la desaparición de la noción de actor y de la puesta en escena. Los actores que intervienen no son profesionales. Aunque la búsqueda de las personas que interpretarían los personajes fue dura. Un detalle gracioso de la búsqueda del niño, fue que De Sica, tras haber visto cantidad de niños, se decantó por éste debido a su forma de andar. Es más, la prueba de selección de los niños se reducía a verlos caminar.[cita requerida]

Otro rasgo significativo es que todas las angulaciones de cámara están en función de lo que se quiere transmitir. Como por ejemplo, la secuencia en la que con un picado se ve toda la calle mostrándonos la muchedumbre entre la que se pierde el ladrón y la impotencia del trabajador.

Argumento

Roma, segunda posguerra: Antonio Ricci (Lamberto Maggiorani), un desocupado encuentra trabajo pegando carteles, lo cual es un gran logro en la situación de posguerra que vive el país, donde el trabajo escasea y obtenerlo es un éxito excepcional. Pero para trabajar debe poseer una bicicleta. Desafortunadamente, el primer día de trabajo le roban la bicicleta mientras pega un cartel cinematográfico. Antonio persigue al ladrón sin resultado alguno. Decide denunciar el robo ante la policía, pero se da cuenta que las fuerzas del orden no pueden ayudarlo a encontrar su bicicleta. Desesperado, busca el apoyo de un compañero de partido, que a su vez moviliza a sus amigos basureros. Al alba, Antonio, junto a sus compañeros y a su hijo Bruno comienza su búsqueda, primero en la Piazza Vittorio y más tarde en Porta Portese, donde tradicionalmente van a parar los objetos robados. Pero no hay nada que hacer: la bicicleta seguramente ya esté desmontada y será imposible de encontrar. En Porta Portese Antonio ve al ladrón de su bicicleta, mientras negocia con un viejo vagabundo. Lo persigue sin alcanzarlo, regresa a Porta Portese a encontrar al vagabundo, y lo sigue, hasta un comedor social. Allí le pregunta por su bicicleta y por la identidad del ladrón, pero no obtiene ningún resultado. Exasperado, Antonio acude a una vidente, pero la respuesta de ésta es casi una tomadura de pelo: “o la encuentras ahora o no la encontrarás jamás”. Inmediatamente, al salir de la casa de la vidente, se encuentra con el ladrón de la bicicleta que al final es defendido por todos sus colegas. Antonio habla con un carabinero para explicarle la situación. Entonces éste le contesta que sin testigos del robo no se puede hacer nada. Finalmente, mientras Antonio y Bruno esperan el autobús para regresar a casa, el padre se percata de la existencia de una bicicleta que nadie parece custodiar. Intenta robarla pero la muchedumbre se lanza a atraparlo. Solo los llantos de Bruno consiguen frenarlos e impedir que su padre vaya a la cárcel. Antonio se encuentra ahora tan pobre como antes pero con la vergüenza de haberse colocado al nivel de quien le había robado. El film se cierra con la vuelta a casa de Antonio y Bruno mientras cae la noche sobre la ciudad de Roma.

Distinciones

Publicación País Premio Año Puesto
Empire EUA Las mejores películas del cine mundial[1] 2012 4

Curiosidades

  • En la versión española de la película estrenada durante el franquismo, se recortaron varias escenas, como la de la iglesia y, en la escena final, mientras el padre se sumerge en la multitud y su hijo le coge de la mano, se añadió una voz en off que edulcoraba el final y le añadía una moralina cristiana. Decía así:
El mañana parecía lleno de angustia ante este hombre, pero ya no estaba solo. La cálida manecita del pequeño Bruno entre las suyas, hablábale de fe y esperanza en un mundo mejor. En un mundo donde los hombres llamados a comprenderse y a amarse lograrían el generoso ideal de una cristiana solidaridad.

Referencias

  1. «best-Films-of-worldxinema». Empire (en inglés). 2011. Consultado el 17 de diciembre de 2011. 

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