Identidad cultural

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Identidad cultural es un conjunto de valores, orgullos, tradiciones, símbolos, creencias y modos de comportamiento que funcionan como elementos dentro de un grupo social y que actúan para que los individuos que lo forman puedan fundamentar su sentimiento de pertenencia que hacen parte a la diversidad al interior de las mismas en respuesta a los intereses, códigos, normas y rituales que comparten dichos grupos dentro de la cultura dominante.[cita requerida].

Construcción de identidad

La construcción de identidades

“no es un fenómeno que surge de la dialéctica entre el individuo y la sociedad”.[1]​ Las identidades se construyen a través de un proceso de individualización por los propios actores para los que son fuentes de sentido[2]​ y aunque se puedan originar en las instituciones dominantes, sólo lo son si los actores sociales las interiorizan y sobre esto último construyen su sentido. En esta línea, Castells[3]​ diferencia los roles definidos por normas estructuradas por las instituciones y organizaciones de la sociedad (e influyen en la conducta según las negociaciones entre individuos y dichas instituciones, entre organizando así las funciones) y las identidades definidas como proceso de construcción del sentido atendiendo a un atributo o conjunto de atributos culturales (organizando dicho sentido, entendido como la identificación simbólica que realiza un actor social del objetivo de su acción). De alguna manera, se puede interpretar que se están reforzando las propuestas tendentes a reconocer los procesos de identificación en situaciones de policulturalismo[4]​ o momentos de identificación[5]​ que se dan en la sociedad-red, emergiendo pequeños grupos y redes (en plural).

Críticas a los modelos

Las críticas que se pueden hacer al modelo esencialista son que la cultura no es algo que se hereda totalmente, y por lo tanto, la identidad cultural tampoco puede ser heredada férrea e inflexiblemente. Si así lo fuera, todo el mundo lucharía contra todo el mundo, porque en algún momento del pasado siempre ha habido un conflicto entre dos o más grupos. Si así fuera, los ciudadanos de Pamplona, por ejemplo, seguirían luchando entre ellos, debido a que en el pasado se produjo un conflicto entre los ciudadanos de los tres burgos que formaban la ciudad. Por lo tanto, puesto que la cultura no es algo inmutable, sino que se transforma continuamente, la identidad cultural tampoco es algo inmutable y se transforma continuamente, convirtiendo a los que antes eran enemigos irreconciliables en un único pueblo y a los que antes eran un único pueblo en entidades culturales opuestas.

Respecto a la perspectiva constructivista, las críticas que se le pueden hacer son que la identidad cultural tampoco depende únicamente de factores coetáneos, sino que existe una transmisión modificable a lo largo del tiempo. No es simplemente una construcción que se realiza desde cero, sino que existe un sustrato básico sobre el que se trabaja y se moldea una identidad cultural determinada o excluidas.

Identidad cultural como oposición a otras

Algunos autores han empezado a estudiar las identidades culturales no solamente como un fenómeno en sí mismas, sino como un fenómeno en oposición a otras identidades culturales. En esta corriente se considera que la identidad cultural se define por oposición a otras. En grupo se define a sí mismo como tal, al notar y acentuar las diferencias con otros grupos y culturas. Según esta corriente, cualquier cultura se define a sí misma en relación, o más precisamente en oposición a otras culturas. Así, la gente que cree pertenecer a la misma cultura, tienen esta idea porque se basan parcialmente en un conjunto de normas comunes, pero la apreciación de tales códigos comunes es posible solamente mediante la confrontación con su ausencia, es decir, con otras culturas, académicamente esto es conocido como la "otredad".

La dinámica de la auto-definición cultural implica un continuo contacto entre culturas. Más aún, esas relaciones nunca son de igualdad, dado que nunca se manifiestan de manera aislada: la complicada red de relaciones creada por la superposición de relaciones políticas, económicas, científicas y culturales, convierte cualquier relación entre dos culturas en una relación desigual.

El hecho mismo de que dentro de una cultura o práctica cultural exista la conciencia de una identidad común, implica que también hay un impulso hacia la preservación de esta identidad, hacia la auto-preservación de la cultura. Si la identidad es construida en oposición a los extraños, las intrusiones de otras culturas implican la pérdida de autonomía y por lo tanto la pérdida de identidad.

Las convenciones compartidas en las que se basa una identidad son frecuentemente implícitas. Para que el funcionamiento interno de una cultura sea posible, ciertas reglas básicas y significados que subrayan su producción son generalmente dadas por hecho por los participantes.

Referencias

  1. BERGER, P. L. y LUCKMAN, T. (1988): La construcción social de la realidad. Buenos Aires, Amorrortu, p. 240.
  2. GIDDENS, A. (1995): "La trayectoria del yo", en Modernidad e identidad del yo. Barcelona, Península, pp. 93-139.
  3. CASTELLS, M. (1998): "Paraísos comunales: identidad y sentido en la sociedad red", en La era de la información. Economía, sociedad y cultura. Vol. 2. "El poder de la identidad". Madrid, Alianza, pp. 28-29
  4. MAFFESOLI, M. (1990): El tiempo de las tribus. Barcelona, Icaria.
  5. JENKINS, R. (1996): "Theorising social identity", en Social Identity. Londres, Routledge, pp. 19-28.

Bibliografía

  • Anderson, Benedict te, Dominique (1974). Le français national: Politique et pratique de la langue nationale sous la Révolution. Paris: Hachette.
  • Bourdieu, Pierre (1980). L'identité et la représentation. Actes de la recherche en sciences sociales 35, 63–70.
  • [1]
  • de Certeau, Michel; Julia, Dominique; & Revel, Jacques (1975). Une politique de la langue: La Révolution française et les patois. Paris: Gallimard.
  • Fishman, Joshua A. (1973). Language and Nationalism: Two Integrative Essays. Rowley, MA: Newbury House.
  • Gellner, Ernest (1983). Nations and Nationalism. Oxford: Basil Blackwell.
  • Gordon, David C. (1978). The French Language and National Identity (1930-1975). The Hague: Mouton.
  • Laitin, David. (1995). Transitions to Democracy and Territorial Integrity. Capítulo 1. En "Adam Przeworski et al Sustainable Democracy". Cambridge: Cambridge University Press, pp. 19-33.
  • Méndez, Castro Palmira (2008). "concepto de identidad" Tomo 1 y único. Nauatl, Aghev.
  • Robyns, Clem (1999). Traducción e identidad cultural. In Montserrat Iglesias Santos, Teoría de los polisistemas. Madrid: Arco/Libros.
  • (In English: Translation and discursive identity. In Clem Robyns (Ed.), Translation and the Reproduction of Culture. Leuven: Cetra. Also in Poetics Today 15 (3), 405–428
  • [2]
  • Robyns, Clem (1995). Defending the national identity. In Andreas Poltermann (Ed.), Literaturkanon, Medienereignis, Kultureller Text. Berlin: Erich Schmidt Verlag ISBN 3-503-03727-6.
  • [3]
  • Woolf, Stuart. Europe and the Nation-State. EUI Working Papers in History 91/11. Florence: European University Institute.

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