Hernando Ixtlilxóchitl

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Hernando Ixtlilxóchitl
Información personal
Nacimiento 1500 Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 1550 Ver y modificar los datos en Wikidata
Familia
Padre Nezahualpilli Ver y modificar los datos en Wikidata

Hernando Ixtlixóchitl o Ixtlilxóchitl II[1]​ fue hijo de Nezahualpilli, tlatoani de Texcoco. Él inicia una guerra, al morir su padre, en 1516, contra su hermano Cacamatzin a quien disputa la sucesión del trono. Aprovecha la llegada de los conquistadores para aliarse con ellos contra su hermano y sus aliados mexica, y pàrticipa en el asedio de Tenochtitlan (1521), después de subir al poder con ayuda de los conquistadores, quienes torturaron y ejecutaron al legítimo (aunque realmente no se sabe si era legìtimo debido a que Moctezuma Xocoyotzin lo puso en el trono para por fin tener un control total sobre la Triple Alianza) soberano de Texcoco, Cacamatzin. Se convirtió en uno de los principales aliados de Hernán Cortés en la guerra con los Mexicas. Fue bautizado después de convertirse al cristianismo, recibiendo el nombre de Hernando. Habiendo quedado del lado vencedor, amenazó al pueblo de Texcoco, incluyendo a su madre Yacotzin, con la muerte si no se convertían al cristianismo.[2]

Fue bisabuelo del escritor Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, a quién heredo el apellido Cortés, ya que al ser bautizado adquirió el nombre Hernando Cortés Ixtlilxóchitl, tomado del conquistador.[1]

El bautizo de Ixtlilxochitl, de José Vivar y Valderrama, siglo XVIII. Al ser bautizado toma el nombre y apellido del conquistador.

En Historia de la Nación Chichimeca, es referido en los siguientes términos:

«"Desde que tuvo siete años comenzó a formar escuadrones y ejércitos con los muchachos, haciendo a sus ayos y maestros que hiciesen cantidad de pelotas de espadaña y junco, y muchas flechas de lo mismo, con que peleaban y les servían de munición; y muchas veces cuando se le venían a acabar, aguijaba las piedras y guijarros, con que lastimaba y descalabraba a muchos de los muchachos, y traía a la ciudad con gran alboroto y alarido de muchachos; y el rey su padre le pasaba que hiciese semejantes demasías y reprendía a sus ayos y maestros porque le iban a la mano. Dos señores de los consejeros de su padre le dijeron que mirase que convenía quitase la vida a este infante, pues siendo tan muchacho era tan demasiado de bullicioso, que si él venía a ser hombre había de poner en muy gran riesgo a todo el imperio, porque tenía los pensamientos demasiado altos y soberbios, por cuya causa desheredaría a sus hermanos y a otros señores; y aunque el rey no condescendía con su consejo, mas todavía le ponían en cuidado sus travesuras y reprendía ásperamente a sus maestros. No faltó quien de todo lo tratado con su padre se lo dijese y sus maestros le rogaron que se fuese a la mano, y no le viniese a suceder lo que se pretendía por los consejeros del rey su padre, pues no solamente a él le costaría la vida, sino que también pagarían con ella ellos, pues eran sus maestros, culpándolos por negligentes en su enseñanza y buena doctrina. Oyendo Ixtlilxóxhitl estas razones, una noche cogió a tres o cuatro mancebos de los de su guarda y enseñanza en el arte militar, de quienes mucho se fiaba, y con ellos se fue a las casas de estos dos consejeros, y aquella noche los hizo ahorcar a ambos, de manera que cuando vino a amanecer ya estaban ahorcados, sin que tuviesen lugar de librarse porque los llamaba a solas, y de secreto como que quería tratar con ellos negocios que importaban, y como venían a solas y libres de tal desgracia, los mancebos que llevaba consigo en un instante les fueron dando garrote y los colgaron como dicho es. Cuando amaneció y supo el rey lo que había hecho, lo mandó llamar ante sí, y le preguntó que ¿cómo había cometido una maldad tan grande en matarle sus consejeros? Respondió: "señor, nunca ofendí vuestros consejos, para que me desearan la muerte, e indignaran a vuestra alteza a que, si no fuera tan sabio y prudente, por su causa me mandase quitar la vida, sin haber cometido cosa que sea en contra de vuestras leyes y mandatos, y el ser yo belicoso y aficionado a la milicia, es lo más estimado y tenido en vuestro reino; y lo que es natural y viene de lo alto, es atrevimiento muy grande quererlo contrastar, y muy gran imprudencia oprimir la fuerza de la naturaleza, y crueldad desear la muerte al que no ofende, y así poderoso señor, quise ganar por la mano en quitar la vida a vuestros consejeros, pues quisieron contrastar la mía; y de esto no hay en toda vuestra corte persona alguna que sea culpada más de tan solamente la mía, porque si ayuda tuve, mis criados hicieron lo que deben a su señor.»

Referencias

  1. a b Alva Ixtlilxóchitl, 2008; 13
  2. León-Portilla, 2009; XXV

Bibliografía