Ir al contenido

Fundación de la ciudad de Santiago del Estero

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Esta es una versión antigua de esta página, editada a las 12:55 16 oct 2014 por Ontzak (discusión · contribs.). La dirección URL es un enlace permanente a esta versión, que puede ser diferente de la versión actual.

Los primeros vecinos de Santiago del Estero son quienes se encontraban en la ciudad al momento de su fundación por los conquistadores castellanos.

Santiago del Estero en el Tucumán

Santiago del Estero es la más antigua ciudad fundada por los conquistadores castellanos en lo que actualmente es el territorio de la República Argentina. Sin embargo aún se manifiestan desacuerdos acerca de quién es su verdadero fundador, disputándose el mérito Juan Núñez de Prado y Francisco de Aguirre.

Si bien el Tucumán, o Tukmán como se lo conocía entonces, -región que difusamente coincide con el noroeste argentino- había sido inicialmente asignado a la gobernación de Nueva Andalucía y adjudicado a don Pedro de Mendoza, su muerte acaecida antes de poder dar cumplimiento a las capitulaciones contratadas con la corona y las guerras civiles desatadas en el Perú determinaron un nuevo mapa de las jurisdicciones en el sur de América.

Las guerras en el Perú y las nuevas jurisdicciones

Una vez pacificado el Perú Pedro de la Gasca entendió que resultaba imprescindible dispersar a una muchedumbre armada concentrada en unas cuantas ciudades, -tal la consecuencia de las guerras intestinas- que podrían ocasionar nuevos conflictos y enfrentamientos bélicos, desarticulando así las viejas parcialidades antagónicas. Por otro lado, se extendía hacia el Sur un inmenso territorio propiedad de la corona de Castilla –según las había recibido de la Santa Sede mediante las Bulas Alejandrinas- que debía ser efectivamente apropiado. Así se desgaja el Tucumán de la Gobernación de Nueva Andalucía entrando en conflicto de jurisdicción con la de Chile, otro desprendimiento del territorio originalmente asignado a don Pedro de Mendoza.

A Juan Núñez de Prado se le encomienda la fundación de una ciudad que por diversas razones –hostilidad de los naturales, inadecuadas condiciones geográficas- modifica su emplazamiento en sucesivas oportunidades. Los conquistadores de Chile entienden que se encuentra ubicada dentro de su jurisdicción y Núñez de Prado es desplazado. Finalmente Francisco de Aguirre –al servicio de las autoridades trasandinas se hace cargo del gobierno, traslada nuevamente la ciudad a un emplazamiento cercano y formaliza la fundación. Se ignora si la anterior fundación a cargo de Núñez de Prado fue formalizada.

Por lo tanto, habiendo desacuerdo acerca de quien es el legítimo fundador de la ciudad, también habría desacuerdo acerca de a quienes corresponde el privilegio de ser considerados primeros vecinos, si a quienes estuvieron presentes cuando Aguirre formaliza la fundación, traslado mediante, o sólo a quienes acompañaban a Núñez del Prado en la fundación de El Barco. Esa dificultad ha sido piadosamente disimulada por la Historia, pues la falta de documentación ha dificultado determinar en muchos casos quienes fueron unos y otros. Sin embargo algunos historiadores han logrado confeccionar un listado incompleto de quienes estuvieron presentes al momento en que Francisco de Aguirre formaliza la fundación, que incluye a muchos de quienes llegaron con Núñez del Prado y a quienes se incorporaron en los tiempos inmediatamente posteriores.

Los dos contingentes pobladores

De este modo, los primeros pobladores de la ciudad provienen de dos contingentes principales, el primero proveniente del Perú, y el segundo, que en definitiva resultó el más numerosos, proveniente de Chile.

Núñez de Prado habría llegado con sesenta hombres, más quince que le proveyó Santa Cruz. A diferencia de los primeros vecinos de Buenos Aires y otras ciudades del litoral, que fueron mayoritariamente criollos, y muchos de ellos mestizos, en este caso se trataba mayoritariamente de españoles peninsulares. A ese número hay que restarle trece que Villagra llevó a Chile, pero sumarle otros siete hombres de su partida que quedaron en la nueva ciudad. A la llegada de Francisco de Aguirre se ausentaron -regresando al Perú- veinte hombres, más dos frailes y el mismo Juan Núñez de Prado. Otros tres fueron ejecutados por orden de Núñez de Prado. El remanente de cuarenta y tres hombres sumado a los sesenta que trajo Aguirre implica que en esa fecha habitaban la nueva fundación ciento tres españoles, a los que podría reconocérseles como primeros vecinos. De ese número se identificaron a las siguientes personas:[1]

Francisco de Aguirre, Juan de Santa Cruz, Martín de Rentería, Sánchez de Vargas, Hernán Mejía de Mirabal, Juan Cerrada, Juan Núñez de Guevara, Rodrigo de Palos, Miguel de Ardiles, Juan Rodríguez, Juan Vásquez, Juan Serrano, Melchor de Salinas, Luis de Gamboa, Muñoz de Illánez, Pedro de Rueda, Martín de Mojica, Juan de Cusio, Lope de Ayala, Antonio Berú, Baltazar Barrionuevo, Luis Gómez, Julián de Umaraán, Diego de Torres, Rodrigo de Aguirre, Gaspar de Medina, Francisco Baldenebro, Diego Carmona, Miguel López, Juan Hurtado, Blas de Rosales, Lorenzo Maldonado Diego, Julián Sedeño, Andrés de Herrera, Juan González, Alonso de Orduña, Rodrigo Fernández, Domingo Pérez, Bartolomé de Mansilla, Nicolás de Garnica, Pedro de Cáceres, Rodrigo de Quiroga, Gonzalo Sánchez Garzón, Santos Blásquez, Juan Rodríguez Juárez, Antonio Álvarez, Francisco de Caravajal, García Sánchez, Pedro Jiménez, Juan Pérez Moreno, Alonso Abat, Cristóbal Pereyra, Luis de Luna, Alonso de Villavicencio, Pedro Palos, Andrés Martín de Zabala, Nicolás Carrizo, Pedro Núñez Roldán, Juan Cano, Pedro de Villarreal, Alonso Díaz Caballero, Pedro Ruiz de Ahumada, Francisco Pérez, Andrés de Valenzuela, Juan Gutiérrez, Alonso de Contreras.


Los primeros pobladores de la ciudad provienen de dos contingentes principales, el primero proveniente del Perú, y el segundo, que en definitiva resultó el más numerosos, proveniente de Chile.

Núñez de Prado habría llegado con sesenta hombres, más quince que le proveyó Santa Cruz. A diferencia de los primeros vecinos de Buenos Aires y otras ciudades del litoral, que fueron mayoritariamente criollos, y muchos de ellos mestizos, en este caso se trataba mayoritariamente de españoles peninsulares. A ese número hay que restarle trece que Villagra llevó a Chile, pero sumarle otros siete hombres de su partida que quedaron en la nueva ciudad. A la llegada de Francisco de Aguirre se ausentaron -regresando al Perú- veinte hombres, más dos frailes y el mismo Juan Núñez de Prado. Otros tres fueron ejecutados por orden de Núñez de Prado. El remanente de cuarenta y tres hombres sumado a los sesenta que trajo Aguirre implica que en esa fecha habitaban la nueva fundación ciento tres españoles, a los que podría reconocérseles como primeros vecinos. De ese número se identificaron sólo a sesenta y nueve personas:[2]

La mayor parte del contingente fundador, proveniente de Perú, estaba formado por la citada cantidad de aventureros españoles y por unos cientos de hombres de armas peruanos (Yanaconas o indios aliados). Estos mismos, que hablaban quechua, tienen que ver con la introducción de esa lengua al territorio. Así, la mayoría en la fundación de la ciudad más vieja de Argentina era nativa de un lugar americano (un poco más al norte) y no de España, si bien esto no era un dato de importancia en tiempos del Virreynato.

La política de la Corona Española de unificar la cristianización de los naturales de estas tierras alentó durante un siglo el uso de las "Lenguas generales" de la tierra, a saber, el náhuatl en México y zona y el Quechua en Perú y su región de influencia. Un siglo después, se prohíben las lenguas americanas y se impulsa el sólo uso de la castellana, lo que borró el quechua de Tucumán, Salta, Córdoba, La Rioja, pero no de Santiago.

Fundación de la Ciudad de ciudades

  • 1550: Juan Núñez de Prado funda, dentro de la Jurisdicción del Tucumán, la ciudad “Del Barco”, en base de la provisión real otorgada por el Lic. Pedro de La Gasca.
  • Julio de 1552: Por múltiples razones, trasladó la ciudad “Del Barco y Nuevo Maestrazgo de Santiago”, asentándola en la margen derecha del Río del Estero (río Dulce)
  • Febrero de 1553: llegó a este tercer asiento Francisco de Aguirre, quien lo tomó por la fuerza, prendiendo a Núñez de Prado y enviándolo a Chile, todo ello actuado por orden de Pedro de Valdivia. Al proceder así pretendía ampliar la jurisdicción chilena hacia el sur y el oriente. Valdivia y Aguirre violaron expresas disposiciones superiores que señalaban que si encontraban que otro hubiese fundado una ciudad dentro de su jurisdicción, debían esperar hasta que la Autoridad más alta resolviese. Por lo tanto, Aguirre usurpó el gobierno de la ciudad “Del Barco”.
  • Diciembre de 1553: Aguirre traslada la ciudad, cambiándole el nombre, por lo que la Ciudad del Barco “jamás fue extinguida”. Aguirre no trajo mandato de fundar, sino de gobernar
  • 1556: Aguirre cometió excesos en su actuación, por lo cual, sus oficiales lo entregaron al Santo Oficio y en 1570 fue desterrado del Tucumán, muriendo en La Serena en el vecino Chile.

La Audiencia de Lima ordenó a Núñez de Prado regresar para ser “restablecido con todos los honores en el gobierno”. Con esto quiso dejar en claro que la jurisdicción del Tucumán dependía del Perú y no de Chile. La Comisión Especial Nacional de la Academia Nacional de Historia, creada con motivo del festejo de los 400 años de Santiago del Estero, dictaminó que “debe tenerse como fundador de Santiago del Estero al insigne Capitán Don Juan Núñez de Prado y como fecha fundacional la del 24 de junio de 1550 y señalar el 23 de diciembre de 1553 como la correspondiente al traslado efectuado por Aguirre”.

La opiniones están divididas entre los que sostienen como fundador al capitán Juan Núñez de Prado y los que afirman que fue el capitán Francisco de Aguirre.

La historia colonial argentina y en el mismo sentido, la de América española, que se ha escrito teniendo en cuenta diversas clases de documentaciones, unas de carácter oficial y otras emanadas de los cronistas, nos expresan la evolución histórica de los pueblos.

El Dr. Levene fue el gran visionario, que dio a luz los viejos “infolios” de los libros capitulares y a través de los cuales se registra paso a paso la vida múltiple de las ciudades coloniales, células primitivas de las urbes modernas que actualmente admiramos en su transformación.

De acuerdo a las aseveraciones del Dr. Alfredo Gargaro en su “Introducción a las Actas Capitulares de Santiago del Estero”, “solo ha sido posible hallar el Acta del 17 de marzo de 1554, donde se encuentra la preciosa documentación que presentara Francisco de Aguirre, al tomar posesión del gobierno del Tucumán, por muerte de Valdivia”, documento inédito cuya copia conservaba un bisnieto del fundador de Santiago del Estero, Capitán Jerónimo Pastere y Aguirre, quien lo presentara para hacer valer sus méritos y ascendencia en 1627 ante las autoridades chilenas, inserto en el expediente respectivo a fs. 14 vuelta y siguientes del volumen 343 del Archivo de la Real Audiencia de Chile.

La pérdida de las referidas Actas que abarcan cerca de dos siglos, privó del conocimiento de la vida realizada en la más antigua ciudad argentina, que en sus primeros años de existencia desarrolló una fecunda acción en beneficio de numerosos pueblos y siendo capital por mucho tiempo de la provincia del Tucumán.

Recibió por Reales Cédulas los títulos de “Ciudad” el 19 de febrero de 1577 y de “Muy Noble” el 22 de mayo del mismo año. En esta última fecha también recibió la concesión del escudo de armas, el que consistía en un escudo, en él un castillo, tres veneras y un río.

Época virreinal

Realizada la fundación de Santiago del Estero, sus primeros años fueron de duro batallar, hasta que el valor de sus fundadores la afianzó y llegó a ser en el curso de los años la capital del antiguo Tucumán. Así nació la más antigua de las ciudades argentinas, la cual se convirtió, en la segunda mitad del siglo XVI, en eje de la conquista del centro y norte del país, sellando en su andar de siglos, el sello indeleble de su influencia en la actividad humana, sobre todo, de aquellos años signados por las luchas y las necesidades.

En adhesión al cuarto centenario de la fundación de la ciudad de Santiago del Estero, la Honorable Junta de Estudios Históricos de Santiago del Estero, organizó el Primer Congreso de Historia Argentina, del 25 al 29 de agosto de 1953, oportunidad en que se rindió homenaje a la gesta conquistadora y al preclaro capitán Francisco de Aguirre, exaltando su figura.

En 1952 la Academia Nacional de Historia dio a conocer un dictamen basado en el informe suscripto por los académicos Doctores Raúl H. Molina, Enrique Udaondo y R. P. Guillermo Furlong S. J., de la comisión especial designada al efecto, en el cual se determinó que la ciudad de Santiago del Estero, fue fundada por Francisco de Aguirre el 25 de julio de 1553, fundamentándose en las actas del cabildo santiagueño del 14 de abril de 1774 y del 21 de julio de 1779.

En su libro “Fundación y Frustración en la Historia Argentina” el Dr. Bernardo Canal Feijoo señala que el rey Carlos V, con “preciso deslinde”, asignó los dos primeros distritos del territorio sudamericano a Pizarro (“Nueva Castilla”) y a Diego de Almagro (”Nueva Toledo”).

Pizarro realizó su fundación sobre el límite sur de su distrito. La guerra civil paralizó la conquista. Las disputas fueron originadas por jurisdicciones imprecisas y ansias de riqueza.

La muerte de Almagro -1538- aligeró la empresa para Pizarro, quién en 1541 extendió en nombre de su majestad el distrito de Nueva Toledo, otorgado a don Pedro de Valdivia. Este acontecimiento preocupó a la Corona y determinó el envío de un hombre enérgico y hábil, el Presbítero Licenciado Pedro La Gasca, miembro de la Santa Inquisición, apodado “El Pacificador”. Pizarro y Carvajal fueron decapitados.

En segunda instancia pasó su mirada al sur. En Chile -1548- se encontraba su fundador, don Pedro de Valdivia. “El Pacificador” otorgó en nombre de su “Católica Majestad” nueva provisión y fijó la jurisdicción entre los paralelos Lat. Sur 27 al 47º y 500 km al naciente a tierra adentro. Lo que consagró un taxativo confinamiento de Valdivia dentro de “El Nuevo Extremo”. La determinación del límite norte (paralelo 27º) no era arbitraria, por una parte alejaba 2º el límite sur, fijado por Carlos V al distrito de Nueva Toledo, por otra encerraba una concesión particular a Valdivia. Allí se encontraba el feudo de uno de sus capitanes más distinguidos Francisco de Aguirre.

  • 1549, La Gasca otorgó provisión de gobernador de las Provincias del Tucumán, Juríes y Diaguitas, al capitan Juan Núñez de Prado, según expresaba el documento era “varón prudente, justo y valeroso”. Detalles en esta provisión. 1º: la insistente determinación de los objetivos de “poblar un pueblo” en la región del Tucumán por todas las vías y formas posibles. 2º: no se fijó límites geodésicos al mandato, considerando a las provincias del Tucumán, Juríes y Diaguitas como ámbitos simplemente etnográficos (jurisdiccionalmente “El Tucumán” se extiende al este de la provincia del Nuevo Extremo, hasta dar con la del Paraguay y Río de la Plata, menos 200 leguas). Con su provisión, Núñez de Prado organizó su tropa y se internó en las provincias asignadas, llevó dos sacerdotes dominicos, los padres Alfonso Trueno y Gaspar Carvajal.
  • 1550 a 1552. Recorrió el territorio buscando el lugar donde “poblar el pueblo”. Intentó tres veces fundar una ciudad que se obstinó en denominar “El Barco” (en homenaje al pueblo de nacimiento de su provisor, la ciudad de El Barco de Ávila, España), la peste, después un malón de indios y más tarde una inundación, frustraron totalmente el intento. El padre Lozano llamará “Ciudad Portátil” al fruto de aquel tres veces fallido conato. Asevera Canal Feijoo que Núñez de Prado, fue el conquistador de peor suerte que pisó suelo suramericano.
  • 1551. En Chile, Valdivia otorgó al más distinguido de sus capitanes y más poderoso en el Nuevo Extremo, Francisco de Aguirre, una provisión que, en cierto modo contestó a la que La Gasca otorgara a Núñez de Prado. Ampliada al año siguiente esta provisión, lo nombró en su Cesáreo nombre por Lugarteniente de Capitán General y Gobernador de la ciudad de El Barco y La Serena y sus términos y jurisdicción de las demás ciudades, villas y lugares que estuviesen poblados, lo que implicó un alzamiento contra el Pacificador del Perú”. Extendió el mandato más allá de los límites de la demarcación asignada a Valdivia. El tono formal, contrastó con el de la que expidió a Núñez de Prado, ésta tenía un propósito de “servicios a nuestro Señor Dios”, la de Valdivia autorizó sin reservas a “hacer todo lo que conviene al servicio de su Majestad”. La Gasca otorgó a Núñez de Prado “por su Católica Majestad”, Valdivia a Aguirre “en su Cesáreo nombre”. Aguirre partió de su feudo de La Serena y Copiapó y atravesó la Cordillera Nevada, a la altura de Santiago del Nuevo Extremo. Tomó rectamente la línea del paralelo 27º y fijó como límite Norte el Nuevo extremo, en el preciso ángulo NE de la demarcación y decidió establecer un primer pueblo. Encontró a Núñez de Prado con su gente y los sacerdotes Trueno y Carvajal, padeciendo penurias, ya que una crecida del Río del Estero, desbarató por tercera vez su intento de “poblar un pueblo”, que denominó El Barco.

Núñez bajó del Perú, camino al Sur, Aguirre se dispuso a cortarle allí el paso. Ambos conquistadores pusieron el pie en la misma raya. En el encontronazo, la alternativa favoreció al valdiviano Aguirre. Frente a él la figura de Núñez de Prado se desdibujó. Para Canal Feijoo, las crónicas muestran a los dos capitanes con perfiles ejemplares, a Núñez de Prado sus actos lo prueban inseguro, mientras que a Francisco de Aguirre firme, eficiente y ambicioso. Al gasquista Núñez de Prado, la historia de la conquista lo olvidaría. Fue de Francisco de Aguirre el triunfo. Núñez renunció a la disputa “en el terreno o lo cedió bajo coacción”, se le envió a Chile y de allí al Perú, dejando libre el camino a Aguirre. Este avanzó tres tiros de arcabuz aguas arriba del lugar donde Núñez del Prado intentó poblar por tercera vez “El Barco”, y pobló su propio pueblo que lo denominó Santiago en homenaje directo a la ciudad que fundó Valdivia en Mapocho, e indirecto al Apóstol Patrono de las Españas y lo apellidó “del Estero”, en homenaje al río que desbarató el último intento de Núñez de Prado.

Nació Santiago del Estero como una ciudad chilena, en oposición a la nonata ciudad peruana de “El Barco”. Valdivia derrocó a La Gasca. Corría de julio de 1553.

  • 1554. Aguirre no trajo sacerdotes en su expedición. Apenas estableció la nueva ciudad le llegó la noticia de la muerte de Valdivia, el que dejó un testamento instituyéndole su sucesor en el gobierno de Chile, lo que fue un arbitrio abusivo, por cuanto la potestad política no era transmisible por sucesión. Aguirre recogió el envite, fue el grave comienzo del fin en el destino del conquistador. Regresó a Chile, dejando al mando de su ciudad al Teniente de Gobernador, Juan Gregorio Bazán.

El 29 de junio de 1550, el capitán Juan Núñez de Prado -proveniente de Potosí y designado desde la Ciudad de los Reyes, Lima- funda en la región del Tucumán la Ciudad del Barco (a la altura de lo que hoy es la localidad tucumana de Monteros), llamándola así en homenaje al sacerdote y licenciado Pedro La Gasca, Presidente de la Audiencia de Lima, que había nacido en la ciudad del Barco de Ávila, en España. En 1551, la lleva más al norte, entre las actuales ciudades salteñas de San Carlos y Rosario de la Frontera. En 1552, la traslada nuevamente más de 270 kilómetros al sur y funda por tercera vez la Ciudad del Barco, entre 1,5 y 2 kilómetros de distancia (sudeste) de lo que hoy es la ciudad de Santiago del Estero. En 1553, el capitán Francisco de Aguirre -proveniente de Chile- traslada la Ciudad del Barco y establece la ciudad de Santiago del Estero, llamándola así por Santiago Apóstol, Patrono de España, y por el río del Estero (nombre que se le daba entonces al río Dulce).

Nunca se ha puesto en duda la obra fundacional de Núñez de Prado con la Ciudad del Barco, ni mucho menos nadie ha pretendido dejar en el olvido lo que hizo, como tampoco es el caso desconocer y revertir el proceso histórico que sobrevino a partir del surgimiento de Santiago del Estero efectuado por Aguirre. Si bien se han encontrado fragmentos del acta fundacional de la Ciudad del Barco, y entre otras consideraciones se argumenta el hecho de que el 13 de febrero de 1555, por decreto de la Real Audiencia de Lima, se manda restituir a Núñez de Prado como gobernador del Tucumán (a partir de lo cual surge el misterio de su nunca develada desaparición, luego de presentarse ante el Cabildo de Chile que anunció públicamente su designación), existen asimismo criterios que sostienen el nombramiento de Aguirre como gobernador en tres oportunidades, la primera partir de marzo de 1554, luego de ser teniente de gobernador de Valdivia, y luego en 1563 y 1569 (nombrado ya por los virreyes del Perú con aprobación real), que llevan a decir que, al momento de surgir Santiago del Estero, no hubo después nada que revocara el hecho, siendo el proceso temporal a través de los siglos -con todo lo que ello implicó y significa-, la afirmación de esta ciudad: “Madre de Ciudades”.

Después de 450 años de existencia, ¿sería el caso cambiar a Santiago del Estero por la Ciudad del Barco, cuando todo lo que ocurrió durante cuatro y medio siglos fue dentro de su seno e identidad?

Desde luego que Núñez de Prado fue el fundador de la primera ciudad que se asentó en nuestro territorio, como también es cierto que Aguirre la mudó y le cambió el nombre, dejando a la posteridad abierta una discusión que parece no haber terminado. Pero de lo que se trata en este año tan particular de 2003, es de celebrar, concretamente, los 450 años de Santiago del Estero, como santiagueños. Sin que ello sea óbice para también conmemorar los 453 años de la primera Ciudad del Barco. En este sentido, podríamos decir que nuestra ciudad capital, y por ende la provincia que surgió de su seno, no dejará de ser lo que es y lo que será por una cuestión de fechas y de nombres que, en definitiva, se confundieron en una época compartida de intrincados episodios que, a pesar de haberle dado origen, están superados en el tiempo, y de ninguna manera alterarán su identidad y destino. Esta ciudad ya no es ni de Prado ni de Aguirre. Obviamente nació con ellos, porque es la consecuencia de lo consumado por ambos. Pero por sobre todo, es de los santiagueños y sus generaciones venideras, como lo fue de sus ancestros que cobraron y nos dieron identidad propia, contribuyendo a la formación, independencia y crecimiento de nuestro país. Más allá de lo hecho en su tiempo por Núñez de Prado y Francisco de Aguirre; el primero por su génesis fundacional, y el segundo por dar nacimiento desde Santiago del Estero a nuevas poblaciones, costándole en ello hasta la vida de su hijo Valeriano en un enfrentamiento con los calchaquíes, Santiago del Estero es el resultado definitivo de lo que fue una ciudad itinerante que, al cambiar de nombre y de lugar, se convirtió en madre de ciudades. La presente síntesis no tiene la intención de derrumbar criterios formados, cualesquiera sean, ni mucho menos apuntar a un juicio de valor particular en la visión de los hechos. La cuestión medular de todo esto, y si cabe algún juicio y revisión de la misma exigiendo una mayor profundización en su tratamiento, no corresponde al caso y finalidad de este texto que está dirigido a mostrar en forma sintética lo que fue el proceso fundacional de la ciudad de Santiago del Estero. Esta reseña, sólo pretende contribuir a dar una breve información, lo más clara posible, sobre los hechos fundacionales de la Ciudad del Barco y Santiago del Estero -lo que implica al mismo tiempo el origen de nuestra provincia y desde luego de la Patria-, como un aporte a nuestra comunidad y a quienes visiten nuestra ciudad en sus 450 años.

Independencia

Notas y referencias

  1. José María Lami Hernándezz, España y la corriente colonizadora del Perú. Francisco de Aguirre fundador, Talleres gráficos de Editorial El Liberal, 1992, Santiago del Estero.
  2. José María Lami Hernándezz, España y la corriente colonizadora del Perú. Francisco de Aguirre fundador, Talleres gráficos de Editorial El Liberal, 1992, Santiago del Estero.