Expulsión de gitanos de Francia en 2010

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El pre­si­dente de Francia, Nicolas Sarkozy, comenzó en julio de 2010 a eje­cu­tar pla­nes de expul­sión de todos los gitanos no fran­ce­ses que vivían en "situa­ción irre­gu­lar" en este país. La mayo­ría fueron depor­ta­dos a Rumania y Bulgaria, sus paí­ses de origen.[1]

El Gobierno fran­cés inició el des­man­te­lamiento de los asen­ta­mien­tos gita­nos tras los inci­den­tes vio­len­tos que tuvie­ron lugar en la loca­li­dad de Saint Aignan, des­pués de que un poli­cía matase a un joven gitano durante una persecución. El trá­gico epi­so­dio dio lugar a dis­tur­bios calle­je­ros en la loca­li­dad, incluido el ata­que de medio cen­te­nar de per­so­nas al cuar­tel de la Gendarmería.[1]

Antecedentes

El Gobierno fran­cés apli­có de forma sis­te­má­tica y ace­le­rada las expul­sio­nes de gita­nos que ya se venían produciendo desde hacía unos cinco años. Según denunció la Federación Internacional de Derechos Humanos, Fran­cia habría expul­sado a 25 gita­nos búl­ga­ros y ruma­nos al día en 2009, lo que supon­dría un número total de depor­ta­dos ese año cer­cano a 9.000. El Gobierno fran­cés rebajó esta cifra a la mitad, unos 4.500. La ini­cia­tiva fran­cesa siguió al deno­mi­nado "plan de segu­ri­dad" adop­tado por Italia en 2008, cuando el Gobierno de Silvio Berlusconi cali­ficó a los deno­mi­na­dos "nóma­das" de "ame­naza para la seguridad nacional" e impuso una legis­la­ción de emer­gen­cia que pro­pi­ció expul­sio­nes de gita­nos no italianos. Los cen­sos lle­va­dos a cabo enton­ces en los asen­ta­mien­tos gita­nos ita­lia­nos pro­vo­ca­ron el éxodo de unas 12.000 per­so­nas de esta etnia a España, Fran­cia y Suiza.[1]

Población gitana en Francia

La comu­ni­dad gitana en Fran­cia está com­puesta por al menos 400.000 per­so­nas. Las expulsiones, no obs­tante, se cen­traron en las cerca de 15.000 personas que, esca­pando de la pobreza y la dis­cri­mi­na­ción, habían ido lle­gando desde Ruma­nía y Bul­ga­ria desde que estos dos paí­ses ingre­sa­ron en la Unión Europea en 2007. De estos últi­mos, entre 5.000 y 7.000 eran meno­res de edad.[1]

Expulsiones

Los cam­pa­men­tos donde vivían los gita­nos eran des­man­te­la­dos a la fuerza por la poli­cía, gene­ral­mente a pri­mera hora de la mañana. Los expul­sa­dos eran devuel­tos a sus paí­ses de ori­gen en vue­los espe­cial­mente fle­ta­dos para ello. En los pri­me­ros 15 días tras la apro­ba­ción de la medida, las fuer­zas de segu­ri­dad des­man­te­la­ron más de 40 asen­ta­mien­tos. En todo el país exis­tían más de 600. Los depor­ta­dos reci­bieron, aparte del billete de avión, ayu­das eco­nó­mi­cas de 300 euros por cada adulto y 100 por niño.[1]

Posición del gobierno y sociedad francesa

El Gobierno fran­cés con­si­deró a los gita­nos roma­níes que vivían en situa­ción irre­gu­lar un grupo impli­cado en acti­vi­da­des ilí­ci­tas y una ame­naza para el orden público, por lo que, pese a que no se llevaron a cabo pro­ce­sos lega­les en este sen­tido, esgrimió razo­nes de segu­ri­dad y de lucha con­tra la delincuencia para jus­ti­fi­car su decisión. Des­tacó asi­mismo que la mayo­ría vivía en asen­ta­mien­tos ile­ga­les, o cam­pa­men­tos, sin con­di­cio­nes míni­mas de habi­ta­bi­li­dad y con altos índi­ces de cri­mi­na­li­dad y de com­por­ta­mien­tos anti­so­cia­les como "robos reite­ra­dos y men­di­ci­dad agresiva".[1]

No obs­tante, quie­nes cri­ti­caron la medida, entre ellos los par­ti­dos de izquierda, en la opo­si­ción, denun­ciaron que se trataba de un intento del pre­si­dente para aumen­tar su popu­la­ri­dad de cara a las pró­xi­mas elec­cio­nes, ya que la baza de apos­tar fuerte por una polí­tica de segu­ri­dad le había sido favo­ra­ble al jefe del Estado en oca­sio­nes anteriores.[1]

La tasa de popu­la­ri­dad de Sar­kozy recu­peró dos pun­tos entre julio y agosto de 2010 (la pri­mera vez que subía des­pués de varios meses), según el dia­rio Le Parisien, situán­dose en el 34%. Sin embargo, en el último son­deo de este dia­rio, publi­cado el primer fin de semana de septiembre, el por­cen­taje había vuelto a caer al 32%. El 79% de los encues­ta­dos en un son­deo publi­cado por el dia­rio fran­cés Le Figaro se mos­traba a favor del des­man­te­la­miento de los pobla­dos (el 94% entre los votan­tes de dere­chas). Este por­cen­taje se situaba en el 62% en otra encuesta publi­cada por L'Humanité.[1]

Miles de per­so­nas se mani­fes­ta­ron a principios de septiembre en diver­sas ciu­da­des fran­ce­sas con­tra la polí­tica del Gobierno galo de expul­sar a los gita­nos en unas mar­chas con­vo­ca­das por un cen­te­nar de aso­cia­cio­nes y ONG, con el apoyo de par­ti­dos polí­ti­cos de izquierda. A lo largo del día se rea­li­za­ron otras con­cen­tra­cio­nes en las prin­ci­pa­les ciu­da­des euro­peas, entre ellas Madrid, Barcelona, Roma, Londres, Bruselas, Viena y Budapest.[1]

Controversia sobre la legalidad de la medida

Según dijo el minis­tro galo del Inte­rior, Brice Hortefeux, París "está cum­pliendo con las nor­mas euro­peas. De lo que se trata es de que se cum­pla la ley, y cuando un ciu­da­dano euro­peo no tiene medios de sub­sis­tir en Fran­cia, no tiene dere­cho a que­darse más de tres meses".[1]

Ruma­nía y Bul­ga­ria for­maban parte de la Unión Europea desde 2007, pero, como ocu­rre con cual­quier nuevo Estado miem­bro, algu­nos socios comu­ni­ta­rios apli­caron perio­dos tran­si­to­rios con res­tric­cio­nes para los nacio­na­les de estos paí­ses, fun­da­men­tal­mente en mate­ria de trabajo. En el caso de Fran­cia el periodo de tran­si­ción era hasta 2012, aun­que podía ampliarse dos años más. Mien­tras, ruma­nos y búl­ga­ros podían entrar sin nin­gún requi­sito y estar tres meses sin tener que jus­ti­fi­car su estan­cia, pero des­pués se les podía expul­sar si no dis­po­nían de una tar­jeta de resi­den­cia que, a su vez, sólo se obtenía con un con­trato de trabajo. No obs­tante, paradójicamente, no existía nin­guna norma que les impidiera vol­ver a Fran­cia si lo deseaban, y resi­dir de forma legal durante otros tres meses antes de que pu­diesen vol­ver a ser expulsados.[1]

Críticas internacionales a las expulsiones

Las expulsiones fueron muy dura­mente criticadas, tanto por las aso­cia­cio­nes gita­nas como por nume­ro­sas orga­ni­za­cio­nes polí­ti­cas y de defensa de los dere­chos huma­nos de todo el mundo. Tam­bién recibieron la con­dena de orga­nis­mos ofi­cia­les e ins­ti­tu­cio­nes, como las Naciones Unidas, el Parlamento Europeo o el Vaticano.[1]

Las crí­ti­cas se basaban en que, aparte de que la medida iría en con­tra del espí­ritu de la legis­la­ción euro­pea, se trataba de una ini­cia­tiva xenó­foba y dis­cri­mi­na­to­ria, ya que cri­mi­na­lizaba a un indi­vi­duo por su per­te­nen­cia a una etnia determinada.[1]

  • El Comité de las Naciones para la Eli­mi­na­ción de la Dis­cri­mi­na­ción Racial cri­ticó a Fran­cia por las repa­tria­cio­nes y le acon­sejó actuar res­petando plenamente los dere­chos humanos.
  • Amnistía Internacional hizo un lla­ma­miento a las auto­ri­da­des fran­ce­sas para que se cen­trasen en luchar con­tra la dis­cri­mi­na­ción más que en hacer "decla­ra­cio­nes pro­vo­ca­do­ras" que esta­ble­cían víncu­los entre un colec­tivo con­creto y "una supuesta criminalidad".
  • En España, el Movimiento contra la Intolerancia anun­ció que se impul­saría una iniciativa legislativa popular de ámbito euro­peo para garan­ti­zar los dere­chos fun­da­men­ta­les de los gita­nos, la liber­tad de cir­cu­la­ción y la igual­dad de trato. En Madrid, aso­cia­cio­nes gita­nas y otros movi­mien­tos socia­les entre­ga­ron un mani­fiesto a favor de la "ciu­da­da­nía plena" de los gita­nos euro­peos al repre­sen­tante de la Comi­sión Euro­pea en España, y exi­gie­ron al Gobierno espa­ñol que aban­donase el "silen­cio" ante las expul­sio­nes de Francia.

Reacciones en los países de origen

Tras la lle­gada de los pri­me­ros gita­nos depor­ta­dos, el pre­si­dente rumano, Traian Basescu, reclamó un plan de inte­gra­ción a nivel euro­peo. Tanto Ruma­nía como Bul­ga­ria alertaron sobre posi­bles reac­cio­nes xenó­fo­bas y recordaron que no podían cerrar sus fron­te­ras. El minis­tro de Asun­tos Exte­rio­res rumano, Teo­dor Bacons­chi, expresó su "inquie­tud" por el posi­ble riesgo de "una esca­lada popu­lista y reac­cio­nes xenófobas".[1]

Referencias

  1. a b c d e f g h i j k l m n El duro destino de los gitanos de Europa, 20minutos, Miguel Maíquez, 5 de septiembre de 2010, consultado el 19 de febrero de 2011.