Diferencia entre revisiones de «Referencias históricas no cristianas sobre Jesús de Nazaret»

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== Plinio el Joven ==
== Plinio el Joven ==


[[Plinio el Joven]], entre el año [[112]] y [[113]] escribió al emperador [[Trajano]] acerca de los cristianos la siguiente carta, en la que se menciona tres veces a Cristo, como hombre al que los cristianos seguían, al que "cantaban un himno como a un Dios", y al que debían negar y maldecir para enmendarse de su condición cristiana (evidentemente censurada):
[[Plinio el Joven]], entre el año [[100]] y [[112]] escribió al emperador [[Trajano]] acerca de los cristianos:


{{cita|''...cármenqüe Christo, quasi Deo, dícere''<br />''pervicacia et inflexíbilis obstinatio.''<br />
{{cita|''Sollemne est mihi, domine, omnia de quibus dubito ad te referre. Quis enim potest melius vel cunctationem meam regere vel ignorantiam instruere?''<br />''Cognitionibus de Christianis interfui numquam: ideo nescio quid et quatenus aut puniri soleat aut quaeri. Nec mediocriter haesitavi, sitne aliquod discrimen aetatum, an quamlibet teneri nihil a robustioribus differant; detur paenitentiae venia, an ei, qui omnino Christianus fuit, desisse non prosit; nomen ipsum, si flagitiis careat, an flagitia cohaerentia nomini puniantur. Interim, iis qui ad me tamquam Christiani deferebantur, hunc sum secutus modum. Interrogavi ipsos an essent Christiani. Confitentes iterum ac tertio interrogavi supplicium minatus; perseverantes duci iussi. Neque enim dubitabam, qualecumque esset quod faterentur, pertinaciam certe et inflexibilem obstinationem debere puniri.''<br />''Fuerunt alii similis amentiae, quos, quia cives Romani erant, adnotavi in urbem remittendos. Mox ipso tractatu, ut fieri solet, diffundente se crimine plures species inciderunt. Propositus est libellus sine auctore multorum nomina continens. Qui negabant esse se Christianos aut fuisse, cum praeeunte me deos appellarent et imagini tuae, quam propter hoc iusseram cum simulacris numinum afferri, ture ac vino supplicarent, praeterea male dicerent '''Christo''', quorum nihil cogi posse dicuntur qui sunt re vera Christiani, dimittendos putavi. Alii ab indice nominati esse se Christianos dixerunt et mox negaverunt; fuisse quidem sed desisse, quidam ante triennium, quidam ante plures annos, non nemo etiam ante viginti. Hi quoque omnes et imaginem tuam deorumque simulacra venerati sunt et '''Christo''' male dixerunt.''<br />''Affirmabant autem hanc fuisse summam vel culpae suae vel erroris, quod essent soliti stato die ante lucem convenire, carmenque '''Christo''' quasi deo dicere secum invicem seque sacramento non in scelus aliquod obstringere, sed ne furta ne latrocinia ne adulteria committerent, ne fidem fallerent, ne depositum appellati abnegarent. Quibus peractis morem sibi discedendi fuisse rursusque coeundi ad capiendum cibum, promiscuum tamen et innoxium; quod ipsum facere desisse post edictum meum, quo secundum mandata tua hetaerias esse vetueram. Quo magis necessarium credidi ex duabus ancillis, quae ministrae dicebantur, quid esset veri, et per tormenta quaerere. Nihil aliud inveni quam superstitionem pravam et immodicam.''<br />''Ideo dilata cognitione ad consulendum te decucurri. Visa est enim mihi res digna consultatione, maxime propter periclitantium numerum. Multi enim omnis aetatis, omnis ordinis, utriusque sexus etiam vocantur in periculum et vocabuntur. Neque civitates tantum, sed vicos etiam atque agros superstitionis istius contagio pervagata est; quae videtur sisti et corrigi posse. Certe satis constat prope iam desolata templa coepisse celebrari, et sacra sollemnia diu intermissa repeti passimque venire carnem victimarum, cuius adhuc rarissimus emptor inveniebatur. Ex quo facile est opinari, quae turba hominum emendari possit, si sit paenitentiae locus.|Epistolae 10:96}}
...le cantan himnos a Cristo (casi Dios, según dicen)<br />con perseverancia e inflexible obstinación|''Epístolas'' 10:96}}
{{cita|Señor, es regla mía someter a tu arbitrio todas las cuestiones en las que tengo alguna duda. ¿Quién mejor para encauzar mi inseguridad o para instruir mi ignorancia? Nunca he llevado a cabo investigaciones sobre los cristianos: no sé, por tanto, qué hechos ni en qué medida deban ser castigados o perseguidos. Y harto confuso me he preguntado si no se debería hacer diferencias a causa la edad, o si la tierna edad ha de ser tratada del mismo modo que la adulta; si se debe perdonar a quien se arrepiente, o bien si a quien haya sido cristiano le vale de algo el abjurar; si se ha de castigar por el mero nombre (de cristiano), aun cuando no hayan hecho actos delictivos, o los delitos que van unidos a dicho nombre.
Entre tanto, así es como he actuado con quienes me han sido denunciados como cristianos. Les preguntaba a ellos mismos si eran cristianos. A los que respondían afirmativamente, les repetía dos o tres veces la pregunta, amenazando con suplicio; a quienes perseveraban, les hacia matar. Nunca he dudado, de hecho, fuera lo que fuese lo que confesaban, que tal contumacia y obstinación inflexible merece castigo al menos. A otros, convictos de la misma locura, he hecho trámites para enviarlos a Roma, puesto que eran ciudadanos romanos. Y muy pronto, como siempre sucede en estos casos, propagándose el crimen al igual que la indagación, se presentaron numerosos casos distintos. Me fue enviada una denuncia anónima que contenía el nombre de muchas personas. Quienes negaban ser haber sido cristianos, si invocaban a los dioses conforme a la fórmula que les impuse, y si hacían sacrificios con incienso y vino a tu imagen, que a tal efecto hice instalar, y maldecían además de '''Cristo''' –cosas todas ellas que, según me dicen, es imposible conseguir de quienes son verdaderamente cristianos– consideré que debían ser puestos en libertad. Otros, cuyo nombre me había sido denunciado, dijeron ser cristianos pero poco después lo negaron; lo habían sido, pero después habían dejado de serlo, algunos al pasar tres años, otros más, otros incluso tras veinte años. También todos estos han adorado tu imagen y las estatuas de nuestros dioses y han maldecido a '''Cristo'''. Por otro lado, ellos afirmaban que toda su culpa o error había consistido en la costumbre de reunirse un día fijo antes de salir el sol y cantar a coros sucesivos un himno a '''Cristo''' como a un dios, y en comprometerse bajo juramento no ya a perpetuar cualquier delito, sino a no cometer hurtos, fechorías o adulterios, a no faltar a nada prometido, ni a negarse, a hacer un préstamo del depósito. Terminados esos ritos, tienen por costumbre separarse y volverse a reunir para tomar alimento, por lo demás común e inocente. E incluso de estas prácticas habían desistido a causa de mi decreto por el que prohibí las asociaciones, siguiendo tus órdenes. He considerado necesario arrancar la verdad, incluso con torturas, a dos esclavas que se llamaban servidoras. Pero no conseguí descubrir más que una superstición irracional y desmesurada.
Por eso, tras suspender las indagaciones, acudo a ti en busca de consejo. El asunto me ha parecido digno de consultar, sobre todo por el número de denunciados: Son, muchos, de hecho de toda edad, de toda clase social, de ambos sexos, los que están o estarán en peligro. Y no es sólo en las ciudades, también en las aldeas y en los campos donde se ha difundido el contagio de esta superstición. Por eso me parece necesario contenerla y hacerla acallar. Me consta, de hecho, que los templos, que habían quedado casi desiertos, comienzan de nuevo a ser frecuentados, y que las ceremonias rituales que hace tiempo habían sido interrumpidas, se retoman, y que se vende en todas partes la carne de las victimas que hasta la fecha tenían escasos compradores. De donde puede deducir qué gran cantidad de hombres podría enmendarse si se aceptase su arrepentimiento.|Epístolas 10:96}}


El segundo verso no se encuentra en algunas ediciones de Plinio. Véase, por ejemplo, el texto en [http://students.gf.nsu.ru/medieval/latin/fplinius.html Students.gf.nsu.ru].
Aunque hay que tener en cuenta que los rituales descritos los saca Plinio de testimonios de cristianos, conviene considerar que Plinio personalmente testifica de su elevado número, así como el convencimiento que ellos tenían de su creencia, hasta el punto de que se decía, según Plinio, que un verdadero cristiano nunca negaría a Cristo, ni se separaría de esa "irracional superstición".

Este escrito de Plinio representa, además, una de las fuentes históricas de la [[Persecución a los cristianos]] durante los primeros siglos de nuestra era.
Este testimonio deja claro que el testimonio se transmite literalmente de las retractaciones de los propios condenados por cristianismo, cuyas declaraciones son la única fuente que Plinio menciona.


== Tácito ==
== Tácito ==

Revisión del 17:30 17 may 2010

Las referencias históricas no cristianas sobre Jesús de Nazaret complementan a los evangelios, del resto de libros del Nuevo Testamento y de los escritos cristianos apócrifos. La alusión más antigua no cristiana a Jesús de Nazaret se encuentra en la obra de Flavio Josefo Antigüedades judías (escrita hacia los años 93-94), más de medio siglo después de la muerte de Jesús (alrededor de 30). Todavía en el siglo II las menciones son muy escasas. Ninguna de ellas aporta información sustancial para conocer la vida o el mensaje de Jesús de Nazaret. Mucha información se perdió durante la prohibición del cristianismo primitivo y el incendio de Jerusalén.

Jesús aparece en repetidas ocasiones en obras de escritores clásicos como Tácito, Suetonio, Josefo y Plinio el Joven, entre otros. The New Encyclopædia Britannica (1995) afirma: “Estos relatos independientes demuestran que en la antigüedad ni siquiera los opositores del cristianismo dudaron de la historicidad de Jesús, que comenzó a ponerse en tela de juicio, sin base alguna, a finales del siglo XVIII, a lo largo del XIX y a principios del XX”.

Las referencias más citadas se describen aquí:

Flavio Josefo

Las Antigüedades judías son una crónica del historiador judeorromano Flavio Josefo que narra la historia del pueblo judío de una manera razonablemente completa. Los intereses de Flavio Josefo —entre ellos, ganar la simpatía de Roma hacia los judíos— lo llevan, sin embargo, a minimizar las noticias que pudieran resultar conflictivas.

Josefo no menciona a los líderes del pequeño grupo de cristianos (Pedro y Pablo) ni a María, la madre de Jesús. Sin embargo, dos párrafos tratan directamente de Jesús:

  • En el capítulo 18, párrafos 63 y 64 se encuentra un texto denominado tradicionalmente testimonio flaviano (Antigüedades judías, 18:3:3):
Por aquel tiempo existió un hombre sabio, llamado Jesús, [si es lícito llamarlo hombre], porque realizó grandes milagros y fue maestro de aquellos hombres que aceptan con placer la verdad. Atrajo a muchos judíos y a muchos gentiles. [Era el Cristo.] Delatado por los principales de los judíos, Pilatos lo condenó a la crucifixión. Aquellos que antes lo habían amado no dejaron de hacerlo, [porque se les apareció al tercer día resucitado; los profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él.] Desde entonces hasta la actualidad existe la agrupación de los cristianos.
Antigüedades judías18:3:3.

La autenticidad del fragmento ha sido cuestionada filológicamente e historiográficamente. Aunque no faltan quiénes dudan de la autenticidad de este texto, la mayoría de los historiadores y filólogos consideran que es auténtico, salvo los extractos señalados entre corchetes, que son sin duda interpolaciones cristianas.

Según el profesor Antonio Piñero[cita requerida], el estilo y las ideas son típicamente flavianas y, además, este texto figura entre una lista de personajes negativos que influyeron en la revuelta judía del año 66, por lo que es dudoso que un cristiano hubiese ubicado un párrafo sobre Jesús en una lista de hechos malos.

Cristo crucificado, obra de Diego Velázquez.
  • En el capítulo 20 se menciona indirectamente a Jesús al relatar la muerte de su hermano Jacobo Santiago (contracción del latín Sanct’ Iagus, esto es, san Jacobo):
Ananías era un saduceo sin alma. Convocó astutamente al Sanedrín en el momento propicio. El procurador Festo había fallecido. El sucesor, Albino, todavía no había tomado posesión. Hizo que el sanedrín juzgase a Santiago, el hermano de Jesús, [llamado Cristo]y a algunos otros. Los acusó de haber transgredido la ley y los entregó para que fueran apedreados.
Antigüedades judías, 20:9:1.

Esta cita ayuda a datar la muerte de Santiago, hermano de Jesús, en el año 62. El texto del capítulo 20 es filológica e historiográficamente más consistente que el testimonio flaviano. Coincide formalmente con el estilo de Josefo, y parece poco probable una interpolación cristiana por la falta de énfasis hagiográfico y la mención de un «hermano de Jesús», que habría resultado conflictiva para una fe que proclamaba la virginidad de María -conflictiva para un ambiente cristiano poco instruído, ya que esto último hay que entenderlo por el contexto hebreo en el que se desarrolló, en donde la palabra "hermano" era aplicado a casi la totalidad de los parientes cercanos (primos, etc)-.

De este segundo texto se discute si es una interpolación el texto entre corchetes, aunque, siguiendo de nuevo al profesor Antonio Piñero, la mayoría de los historiadores y filólogos se inclinan por su autenticidad porque Josefo cita en su libro a muchos personajes de nombre Jesús y no parece extraño que añadiese algo al nombre para distinguirlo.

En otro pasaje (Antigüedades judías 18:5:2) se hace referencia a la muerte de Juan el Bautista a manos de Herodes, pero sin mencionar su relación con Jesús.

Plinio el Joven

Plinio el Joven, entre el año 100 y 112 escribió al emperador Trajano acerca de los cristianos:

...cármenqüe Christo, quasi Deo, dícere
pervicacia et inflexíbilis obstinatio.
...le cantan himnos a Cristo (casi Dios, según dicen)
con perseverancia e inflexible obstinación
Epístolas 10:96

El segundo verso no se encuentra en algunas ediciones de Plinio. Véase, por ejemplo, el texto en Students.gf.nsu.ru.

Este testimonio deja claro que el testimonio se transmite literalmente de las retractaciones de los propios condenados por cristianismo, cuyas declaraciones son la única fuente que Plinio menciona.

Tácito

Tácito aporta otra referencia histórica en el año 116 ó 117:

Ergo abolendo rumori Nero subdidit reos et quaesitissimis poenis adfecit, quos per flagitia invisos vulgus Chrestianos appellabat. Auctor nominis eius Christus Tibero imperitante per procuratorem Pontium Pilatum supplicio adfectus erat; repressaque in praesens exitiabilis superstitio rursum erumpebat, non modo per Iudaeam, oríginem eius mali, sed per urbem etiam, quo cuncta mundique atrocia aut pudenda confluunt celebranturque.
Por lo tanto, aboliendo los rumores, Nerón subyugó a los reos y los sometió a penas e investigaciones; por sus ofensas, el pueblo, que los odiaba, los llamaba “cristianos”, nombre que toman de un tal Cristo, que en época de Tiberio fue ajusticiado por Poncio Pilato; reprimida por el momento, la fatal superstición irrumpió de nuevo, no sólo en Judea, de donde proviene el mal, sino también en la metrópoli [Roma], donde todas las atrocidades y vergüenzas del mundo confluyen y se celebran.
Anales, 15:44:2-3

Aunque la autenticidad del texto de Tácito no ha sido cuestionada, numerosos autores han indicado que se desconocen sus fuentes. Se ha barajado la posibilidad de que se basara en Plinio (ver supra) o en las confesiones de los propios cristianos frente a la persecución policial. El fragmento aparece en el contexto de una larga diatriba contra los males del gobierno de Nerón, y se ha indicado que el interés de Tácito no estaba en el fenómeno cristiano en sí mismo, sino en la crítica al emperador. “A los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía” (Hch 11:26.) Es posible que este nombre ya se usara en el año 44 E.C., cuando ocurrieron los acontecimientos narrados en este relato del libro de los Hechos, aunque la estructura gramatical del texto no lleva necesariamente a esa conclusión.[cita requerida] Algunos creen que esta denominación se originó poco tiempo después.[cita requerida] En todo caso, es probable que el término ya fuera utilizado cuando se escribió el libro de Hechos de los Apóstoles, ya que su autor lo pone en labios del rey Agripa II: “Por poco me convences de hacerme cristiano”. (Hch 26:28)

Suetonio

Gayo Suetonio Tranquilo (75-160), escribió alrededor del 120 que el emperador Claudio expulsó de Roma a judíos instigados por un tal 'Chrestus':

Iudaeos, impulsore Chresto, assidue tumultuantis Roma expulit.
A los judíos, instigados por Chrestus, los expulsó de Roma por sus hábitos escandalosos
De Vita Caésarum. Divus Claudius, 25.

Algunos estudiosos dieron por sentado que el nombre 'Chrestus' equivale a 'Cristo' y que la diferencia reside simplemente en un problema ortográfico; sin embargo, se trata apenas de una presunción. Chrestus es un nombre común en la Roma imperial, atestiguado en lápidas e inscripciones; en latín significa «buen hombre», «íntegro», «útil», pero también se podía usar en el sentido peyorativo de «simple», «ingenuo», «tonto», y los mismos que defienden esta hipótesis arriesgan que era un apelativo aplicado a los esclavos (entre los que la doctrina cristiana supuestamente tenía más éxito).

Pero Suetonio dice que el emperador expulsó a judíos, no a cristianos, y Chrestus en el texto aparece como un revoltoso en Roma de alrededor de los años 50 y no un predicador de los 30s en Israel. Más allá del nombre, no parece haber relación entre 'Chrestus' y 'Cristo'.

Años más tarde Suetonio escribió, en una lista de las actividades realizadas por Nerón:

Multa sub eo et animadversa severe, et coercita, nec minus instituta [...]
afflicti suppliciis Christiani, genus hominum superstitionis novae ac maleficae
.
Bajo éste [su reinado] se reprimieron y castigaron muchos abusos, dictándose reglamentos muy severos [...]
Nerón infligió suplicios a los cristianos, un género de hombres de una superstición nueva y maligna.
De Vita Caesarum. Nero, XVI.2.


La carta de Mara Bar-Serapion

En un manuscrito siriaco del siglo VII, que se encuentra actualmente en el Museo Británico de Londres, se recoge una carta de un tal Mara Bar-Serapion. La escribe desde la cárcel a su hijo, exhortándole a buscar la sabiduría. No hay acuerdo sobre la antigüedad de la carta, pero la mayoría de los estudiosos la fechan en la primera mitad del siglo II o incluso en el último cuarto del siglo I. Otros estudiosos afirman que fue escrita en el siglo III. En la carta hay una referencia a un «rey sabio», que ha sido interpretada por varios autores como una alusión a Jesús de Nazaret:

¿Qué ventaja obtuvieron los atenienses cuando mataron a Sócrates? Carestía y destrucción les cayeron encima como un juicio por su crimen. ¿Qué ventaja obtuvieron los hombres de Samo cuando quemaron vivo a Pitágoras? En un instante su tierra fue cubierta por la arena. ¿Qué ventaja obtuvieron los judíos cuando condenaron a muerte a su rey sabio? Después de aquel hecho su reino fue abolido. Justamente Dios vengó aquellos tres hombres sabios: los atenienses murieron de hambre; los habitantes de Samo fueron arrollados por el mar; los judíos, destruidos y expulsados de su país, viven en la dispersión total. Pero Sócrates no murió definitivamente: continuó viviendo en la enseñanza de Platón. Pitágoras no murió: continuó viviendo en la estatua de Hera. Ni tampoco el rey sabio murió verdaderamente: continuó viviendo en la enseñanza que había dado.
citado desde Penna, Romano: Ambiente histórico-cultural de los orígenes del cristianismo: textos y comentarios, pág. 319, Bilbao, 1994.

Algunos autores han interpretado que la abolición del reino de los judíos a que se hace referencia es la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70, y el «rey sabio» por cuya muerte los judíos fueron castigados, Jesús de Nazaret.

El texto parece poco fiable, porque contiene inexactitudes históricas sobre Sócrates y Pitágoras. Además, no hay ninguna prueba de que el «rey sabio» al que alude Mara Bar-Serapion sea Jesús de Nazaret. Podría referirse a algún otro de los líderes judíos que en época aproximadamente contemporánea a Jesús de Nazaret se arrogaron el título de Mesías, o incluso podría hacer referencia a algún rey de Judá, anterior en muchos siglos a Jesús de Nazaret.[cita requerida]

No se han encontrado más referencias históricas relevantes de procedencia no cristiana acerca de Jesús del siglo I o principios del siglo II, al margen del Nuevo Testamento, pese a que numerosos historiadores y pensadores documentaron bastante exhaustivamente la época (entre ellos Filón de Alejandría, Juvenal, Séneca, Plutarco, Apolonio, Luciano, Aulo Gelio, Dión Crisóstomo y Valerio Flaco).

Bibliografía adicional

  • José Miguel García (2007). Los orígenes históricos del Cristianismo. Ediciones Encuentro. ISBN 978-84-7490-837-4. 
  • Giovanni Castelli e Maurizio Lana (con un saggio di Mario Pomilio), "La pietra scartata. Antologia di testi di Tacito a Agostino sulla figura di Gesù Cristo a cura di". Civiltà letteraria di Grecia e di Roma. Testi per la scuola italiana. Ed. PARAVIA
  • Joseph Klausner (2005). Jesús de Nazaret. Su vida, su época, sus enseñanzas. Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona. ISBN 978-84-493-1834-4. 

Véase también