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'''Julio César Arana del Águila''', fue un empresario y político [[Perú|peruano]], [[Caucho|cauchero]], y presunto genocida de miles de indígenas de la selva, que nació en [[Rioja (Perú)|Rioja]] en [[1864]] y murió en su retiro del [[distrito]] de [[Distrito de Magdalena del Mar|Magdalena del Mar]], en [[Lima]] en [[1952]].
'''Julio César Arana del Águila''', fue un empresario y político [[Perú|peruano]], [[Caucho|cauchero]], que nació en [[Rioja (Perú)|Rioja]] en [[1864]] y murió en su retiro del [[distrito]] de [[Distrito de Magdalena del Mar|Magdalena del Mar]], en [[Lima]] en [[1952]].




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Existían en los territorios de la Peruvian Amazon Company, más conocida como la "Casa Arana", unos asentamientos en donde se recogía el caucho. Allí vivían los caucheros, se encontraba las viviendas de los "muchachos" que eran huérfanos de la misma cauchería, que los caucheros educaban con el fín que, armados con escopetas obligaran a los indígenas todos los días a trabajar. En esos lugares de acopio, usualmente existían las construcciones destinadas a las torturas, de las que eran víctimas los indígenas si no llevaban la cantidad de caucho correspondiente. Las torturas podían ir desde latigazos, mutilaciones, el "cepo", que era un tronco en donde se amarraban de pies y manos, o la muerte por inanición, insolación o incineración.
Existían en los territorios de la Peruvian Amazon Company, más conocida como la "Casa Arana", unos asentamientos en donde se recogía el caucho. Allí vivían los caucheros, se encontraba las viviendas de los "muchachos" que eran huérfanos de la misma cauchería, que los caucheros educaban con el fín que, armados con escopetas obligaran a los indígenas todos los días a trabajar. En esos lugares de acopio, usualmente existían las construcciones destinadas a las torturas, de las que eran víctimas los indígenas si no llevaban la cantidad de caucho correspondiente. Las torturas podían ir desde latigazos, mutilaciones, el "cepo", que era un tronco en donde se amarraban de pies y manos, o la muerte por inanición, insolación o incineración.


En el ámbito internacional se empezó a hablar de los "crímenes del Putumayo", a raíz de las torturas y asesinatos de [[indígena]]s cometidos por algunos empleados de las firmas [[Caucho|caucheras]], delitos que, se decía, eran conocidos por los directivos de esas empresas. Esta versión tuvo eco en [[Inglaterra]] y fue el pretexto ideal para que los ingleses intervinieran en el conflicto proclamando su interés por proteger a los nativos de la zona.
En el ámbito internacional se empezó a hablar de los "crímenes del Putumayo", a raíz de las torturas y asesinatos de [[indígena]]s cometidos por algunos empleados de las firmas [[Caucho|caucheras]], delitos que, se decía, eran conocidos por los directivos de esas empresas. Esta versión tuvo eco en [[Inglaterra]] y fue el pretexto ideal para que los ingleses intervinieran en el conflicto proclamando su interés por proteger a los nativos de la zona.


Los relatos recogidos por quienes pudieron tomar nota de ello son realmente aterradores: el consul inglés de Río, que enviara la corona para investigar: Roger Casement, y algunos viajeros que pasaron por esos territorios. En sus informes se habla de atrocidades sin nombre, que van desde obligar al indígena a comer partes de su cuerpo, hasta de arrojar a los perros las cabezas de los indígenas incinerados vivos.
Los relatos recogidos por quienes pudieron tomar nota de ello son realmente aterradores: el consul inglés de Río, que enviara la corona para investigar: Roger Casement, y algunos viajeros que pasaron por esos territorios. En sus informes se habla de atrocidades sin nombre, que van desde obligar al indígena a comer partes de su cuerpo, hasta de arrojar a los perros las cabezas de los indígenas incinerados vivos.

Revisión del 14:01 15 may 2010

Julio César Arana del Águila, fue un empresario y político peruano, cauchero, que nació en Rioja en 1864 y murió en su retiro del distrito de Magdalena del Mar, en Lima en 1952.


La explotación del caucho en la selva peruana a finales del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX, despertó la vocación aventurera de numerosas personas oriundas de esa región y de otras latitudes. Entre los que participaron en esa bonanza que trajo el caucho se encuentra Julio C. Arana del Águila.

Su inserción en el comercio y la explotación del caucho se inició en Yurimaguas en 1881. Casi una década después, hacia 1889, se trasladó a Iquitos y en algunos años amplió sus operaciones, a la compra del caucho del Putumayo. La cercanía de la zona con Colombia le permitió enlazarse con compañías de ese país, como Larrañaga, Ramírez y Cía., de La Chorrera, entre otras, cuyas explotaciones se realizaban en la riberas del río Igaraparaná y el río Caraparaná, afluentes del río Putumayo.


Sus éxitos como comerciante del caucho lo catapultaron a la alcaldía de Iquitos, a la que fue elegido en 1902. A partir de esa fecha asumió diversos cargos públicos, entre ellos el de presidente de la Cámara de Comercio y de la Junta Departamental.

La bonanza de sus negocios lo llevó a instalar una sucursal en Manaos, Brasil, en 1903, con la intención de evitar la intromisión de agentes comisionistas. Dueño ya de una sustanciosa fortuna, constituyó la sociedad J.C. Arana y Hnos. y rápidamente adquirió la cesión de derechos de los ocupantes de muchos gomales, llegando a tener hasta 45 centros de recolección. No bastándole los negocios en territorio peruano, abrió exitosamente agencias en Londres y Nueva York, sustituyendo la sociedad familiar por la Peruvian Amazon Rubber Company, constituida en Londres en 1907 y respaldada con capital de £ 1.000.000. En esta nueva compañía se mantuvo como gerente , asesorado por cuatro directores ingleses.

Esta situación lo convirtió en un hombre de gran poder económico, el cual le permitió adquirir de caucheros colombianos rivales diversas tierras en el río Putumayo, muchos de los cuales alegaron en el gobierno colombiano, que su método de adquirir sus propiedades se fundamentaba en la amenaza directa con sus hombres armados. Ante estas denuncias el gobierno colombiano nunca quiso realizar alguna investigación o intervención verdadera. Sus competidores reaccionaron divulgando una propaganda hostil que lo presentaba como un genocida. Parece que esta imagen del cauchero peruano como un explotador sin escrúpulos alimentó años después parte del argumento de la novela colombiana La vorágine de José Eustasio Rivera, que tiene como escenario la frontera del Perú y Colombia, el que se valió de testimonios directos de los hechos.

Existían en los territorios de la Peruvian Amazon Company, más conocida como la "Casa Arana", unos asentamientos en donde se recogía el caucho. Allí vivían los caucheros, se encontraba las viviendas de los "muchachos" que eran huérfanos de la misma cauchería, que los caucheros educaban con el fín que, armados con escopetas obligaran a los indígenas todos los días a trabajar. En esos lugares de acopio, usualmente existían las construcciones destinadas a las torturas, de las que eran víctimas los indígenas si no llevaban la cantidad de caucho correspondiente. Las torturas podían ir desde latigazos, mutilaciones, el "cepo", que era un tronco en donde se amarraban de pies y manos, o la muerte por inanición, insolación o incineración.

En el ámbito internacional se empezó a hablar de los "crímenes del Putumayo", a raíz de las torturas y asesinatos de indígenas cometidos por algunos empleados de las firmas caucheras, delitos que, se decía, eran conocidos por los directivos de esas empresas. Esta versión tuvo eco en Inglaterra y fue el pretexto ideal para que los ingleses intervinieran en el conflicto proclamando su interés por proteger a los nativos de la zona.

Los relatos recogidos por quienes pudieron tomar nota de ello son realmente aterradores: el consul inglés de Río, que enviara la corona para investigar: Roger Casement, y algunos viajeros que pasaron por esos territorios. En sus informes se habla de atrocidades sin nombre, que van desde obligar al indígena a comer partes de su cuerpo, hasta de arrojar a los perros las cabezas de los indígenas incinerados vivos.

Hay que recordar que estas acusaciones se produjeron en el marco de una ya larga disputa de límites entre el Perú y Colombia. Todos estos problemas llevaron a Julio César Arana del Águila a defenderse ante la Cámara de los Comunes en Londres. En el juicio, su principal defensa fue presentándose como "civilizador de indios". En breve tiempo redactó diversos escritos en Inglaterra y España con la intención de apuntalar su defensa, uno de los cuales es el libro Las cuestiones del Putumayo (1913). En los procesos abiertos por estos crímenes en Colombia el Perú, se llegó a hablar de hasta 30.000 indígenas asesinados. Finalmente, los directivos acusados en Iquitos -255 personas- no llegaron a ser juzgados y los delitos prescribieron sin que se sancionase a nadie. Los gobiernos colombianos antes de 1930, nunca hicieron algo frente a las atrocidades de la compañía de Arana, porque por un lado, poco o nada les interesaba lo que les sucediera a los indígenas, y por otro, desde los orígenes de la explotación del caucho en el Amazonas colombiano, tenían buenas relaciones con Arana. Por ejemplo, en el gobierno del general Reyes (1905-1910) el cónsul en Manaos era un cauchero peruano, y el mismo general en tiempos de juventud había tenido negocios con Arana, ya que él y su familia tenían el negocio de la explotación de la quina, y utilizaban las mismas rutas que el caucho. Por tanto, alquilaban las embarcaciones de la Casa Arana.

En la actualidad, los indígenas que habitan el norte del río Putumayo, recuerdan las historias de sus abuelos, como las más atroces que hayan vivido estas naciones, principalmente los uitoto, pero también los nonuya, muinane, andoke, bora y miraña.

Instalado nuevamente en el Perú, Arana se interesó otra vez en la política, y en la década de los años 1920, fue elegido senador suplente por el departamento de Loreto. Su labor en el parlamento estuvo orientada a promover el progreso de la región amazónica, con iniciativas como la de la creación de un régimen de protección a las propiedades indígenas, en 1923; la reducción de los cánones tributario para la explotación del petróleo en la montaña, también de 1923; o la creación del Colegio Nacional de Iquitos, efectuado mediante Ley Nº 5100 del 18 de mayo de 1925.

Fue uno de los más teneces opositores al Tratado Salomón-Lozano de 1927, porque éste estipulaba que el Perú renunciaba a la margen izquierda del río Putumayo -donde Arana tenía propiedades concedidas por el gobierno peruano- y desconocía la nacionalidad peruana de sus pobladores. Incluso escribió un texto donde defendía su posición adversa a este tratado: El protocolo Salomón-Lozano (1927).

Su vida política duró hasta la caída del oncenio de Augusto B. Leguía y Salcedo (27 de agosto de 1930), tras lo cual decidió retirarse de la vida pública. Julio C. Arana fue notoriamente una de las figuras más controversiales de la selva peruana y de la historia del Perú, pues para unos fue un inclemente explotador de indios, mientras que otros vieron en su figura a un fervoroso defensor de la soberanía nacional. Alejado de la selva en la que tanto bregó, murió en Lima.

El tema de la empresa de Julio César Arana, la "Casa Arana", ha sido objeto de estudios acerca de lo que es capaz el ser humano de hacer por un negocio. Es el caso de los estudios de Michael Taussig acerca del terror y la tortura.

Lectura relacionada

Taussig, Michael "Cultura del terror-espacio de la muerte: el informe Putumayo de Roger Casement, la explicación de la tortura" Revista Amazonia peruana, vol. III, nº 14, mayo: 7-36.Lima, 1987 y "Arana Rey del caucho terror y atrocidades en el alto amazonas" de Ovidio Lagos.

Véase también