Diferencia entre revisiones de «Saturno devorando a su hijo»

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Emplea una gama de blancos y negros, aplicada en manchas de color gruesas, solo rota por el ocre de las carnaciones y la llama fúlgida en blanco y rojo de la carne viva del hijo. Sánchez Cantón lo comparó al que pintó [[Peter Paul Rubens|Rubens]] en [[1636]] para la [[Torre de la Parada]] del [[Palacio de El Pardo|Palacio del Pardo]] de [[Madrid]]. En su estudio señala cómo la violencia del de Goya es muy superior, despojado de su pretexto mitológico, prefigurando con ello el [[expresionismo]].
Emplea una gama de blancos y negros, aplicada en manchas de color gruesas, solo rota por el ocre de las carnaciones y la llama fúlgida en blanco y rojo de la carne viva del hijo. Sánchez Cantón lo comparó al que pintó [[Peter Paul Rubens|Rubens]] en [[1636]] para la [[Torre de la Parada]] del [[Palacio de El Pardo|Palacio del Pardo]] de [[Madrid]]. En su estudio señala cómo la violencia del de Goya es muy superior, despojado de su pretexto mitológico, prefigurando con ello el [[expresionismo]].
saturno era un dios de el mundo moderno a mediados del 1998 tuvo un hijo hermafrodita que se volvio un renegado de la sociedad.


== Notas ==
== Notas ==

Revisión del 23:05 16 mar 2010

Saturno devorando a un hijo
Año 1819-1823
Autor Francisco de Goya
Técnica Óleo sobre revoco trasladado a lienzo
Estilo Romanticismo
Tamaño 146 cm × 83 cm
Localización Museo del Prado, Madrid, España
País de origen España

El cuadro Saturno devorando a un hijo es una de las pinturas al óleo sobre revoco que formó parte de la decoración de los muros de la casa que Francisco de Goya adquirió en 1819 llamada la Quinta del Sordo y, por tanto, pertenece a la serie de las Pinturas negras.

La obra, junto con el resto de las Pinturas negras, fue trasladada de revoco a lienzo en 1873 por Salvador Martínez Cubells, por encargo de Frédéric Émile d’Erlanger,[1]​ un banquero belga, que tenía intención de venderlas en la Exposición Universal de París de 1878. Sin embargo, las obras no atrajeron compradores y él mismo las donó, en 1876, al Museo del Prado, donde actualmente se exponen.

El fresco ocupaba un lugar a la izquierda de la ventana, en el muro del lado este, opuesto a la entrada del comedor del piso bajo de la Quinta del Sordo.

Representa al dios Crono, como es habitual indiferenciado de Chronos, o (Saturno en la mitología romana), en el acto de devorar a uno de sus hijos. La figura era emblema alegórico del paso del tiempo, pues Crono se comía los hijos recién nacidos de Rea, su mujer, por temor a ser destronado por uno de ellos.

Análisis del cuadro

El tema de Saturno está relacionado, según Freud, con la melancolía y la destrucción, y estos rasgos están presentes en las Pinturas negras. Con expresión terrible, Goya nos sitúa ante el horror caníbal de las fauces abiertas, los ojos en blanco, el gigante avejentado y la masa informe del cuerpo sanguinolento de su hijo.

El cuadro no solo alude al dios Chronos, que inmutable gobierna el curso del tiempo, sino que también era el rector del séptimo cielo y patrón de los septuagenarios, como lo era ya Goya.

El acto de comerse a su hijo se ha visto, desde el punto de vista del psicoanálisis, como una figuración de la impotencia sexual, sobre todo si lo ponemos en relación con otro de los frescos que decoraban la estancia, Judit matando a Holofernes, tema pictórico en el que la bella joven judía Judit invita a un banquete libidinoso al viejo rey asirio Holofernes, entonces en guerra contra Israel y, tras unirse sexualmente a él, lo decapita.

El hijo devorado, con un cuerpo ya adulto, ocupa el centro de la composición. Al igual que en la pintura de Judit y Holofernes, uno de los temas centrales es el del cuerpo humano mutilado. No solo lo está el cuerpo atroz del niño, sino también, mediante el encuadre escogido y la iluminación de claroscuro extraordinariamente contrastada, las piernas del dios, sumidas a partir de la rodilla en la negrura, en un vacío inmaterial.

Emplea una gama de blancos y negros, aplicada en manchas de color gruesas, solo rota por el ocre de las carnaciones y la llama fúlgida en blanco y rojo de la carne viva del hijo. Sánchez Cantón lo comparó al que pintó Rubens en 1636 para la Torre de la Parada del Palacio del Pardo de Madrid. En su estudio señala cómo la violencia del de Goya es muy superior, despojado de su pretexto mitológico, prefigurando con ello el expresionismo.

Notas

  1. Cfr. Valeriano Bozal (2005), vol. 2, pág. 247:
    Salvador Martínez Cubells (1842 - 1914), restaurador del Museo del Prado y académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, trasladó las pinturas a lienzo por encargo del que en aquel momento, 1873, era propietario de la quinta, el barón Fréderic Emile d'Erlanger (1832 - 1911). Martínez Cubells realizó este trabajo ayudado por sus hermanos Enrique y Francisco (...)
    Valeriano Bozal, Francisco Goya, vida y obra, (2 vols.) Madrid, Tf. Editores, 2005, vol. 2, pág. 247, ISBN 84-96209-39-3.

Fuentes

  • BOZAL, Valeriano, Francisco Goya, vida y obra, (2 vols.) Madrid, Tf. Editores, 2005. ISBN 84-96209-39-3.
  • D'ORS FÜHRER, Carlos, y MORALES MARÍN, Carlos, Los genios de la pintura: Francisco de Goya, Madrid, Sarpe, 1990, pág. 93. Sección «Estudio de la obra seleccionada», por Carlos D'Orf Führer, págs. 83-93. ISBN 84-7700-100-2
  • GLENDINNING, Nigel, Francisco de Goya, Madrid, Cuadernos de Historia 16 (col. «El arte y sus creadores», nº 30), 1993, págs. 116-122.
  • HAGEN, Rose-Marie y HAGEN, Rainer, Francisco de Goya, Colonia, Taschen, 2003, pág. 76. ISBN 3-8228-2296-5

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