Diferencia entre revisiones de «Fundación de la Nueva España»

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Pasadas las acciones de armas en [[México-Tenochtitlan]] inició en esta la construcción de la [[Ciudad de México]], capital de la Nueva España, tomando como cimientos la antigua ciudad para trazar y fundarla nueva al estilo europeo, al tiempo en que nuevas campañas de expansión y conquista iniciaron bajo el mando principalmente de los capitanes [[Hernán Cortés]], [[Pedro de Alvarado]], [[Cristóbal de Olid]], [[Alvaro de Saavedra]], [[Nuño de Guzmán]] y [[Francisco de Montejo]]. Hernán Cortés ejercería el dominio político principal como Capitán General en los años subsecuentes; luego dos primeras audiencias asentaron el poder imperial hasta que en [[1536]] con la designación del virrey [[Antonio de Mendoza]] inició formalmente el [[virreinato]].
Pasadas las acciones de armas en [[México-Tenochtitlan]] inició en esta la construcción de la [[Ciudad de México]], capital de la Nueva España, tomando como cimientos la antigua ciudad para trazar y fundarla nueva al estilo europeo, al tiempo en que nuevas campañas de expansión y conquista iniciaron bajo el mando principalmente de los capitanes [[Hernán Cortés]], [[Pedro de Alvarado]], [[Cristóbal de Olid]], [[Alvaro de Saavedra]], [[Nuño de Guzmán]] y [[Francisco de Montejo]]. Hernán Cortés ejercería el dominio político principal como Capitán General en los años subsecuentes; luego dos primeras audiencias asentaron el poder imperial hasta que en [[1536]] con la designación del virrey [[Antonio de Mendoza]] inició formalmente el [[virreinato]].
y los mexicanos obtubieron el triunfo ante españa....


== Aspectos económicos ==
== Aspectos económicos ==

Revisión del 07:29 22 nov 2009

El juez indígena Esteban de Guzmán expone problemas del tecpan de México al virrey Luis de Velasco en el Códice Osuna, hecho luego de la visita del oidor Jerónimo de Valderrama en 1565 con las convenciones pictográficas propias de un códice mesoamericano

Se considera como la fundación de la Nueva España al periodo comprendido entre la caída de México-Tenochtitlan y el poblamiento del Altiplano Central del actual México, periodo en el que inició la introducción del dominio político, económico y social del Imperio español sobre las de numerosas etnias indígenas de Mesoamérica. Se dice errónea y tradicionalmente que con la caída del poder mexica se dio punto final a las sociedades indígenas, pero la fundación de Nueva España tomó al menos otras cinco décadas para adquirir solidez y estabilidad,[1]​ además de que estrictamente la expansión española continuó en América hasta el siglo XIX. Fueron muchos los cambios radicales tanto como las continuidades sociales de las sociedades indígenas que persisten incluso en la actualidad, pero tres son los procesos definitivos en los primeros años de la Nueva España:

  • El inicio de la occidentalización por parte del poder español mediante la introducción de entidades y nociones políticas, económicas y sociales europeas centradas en las ciudades, villas, pueblos, encomiendas, obrajes, iglesias, pueblos de indios y las diversas dependencias que de ellas derivaban, así como medidas de tiempo, peso y usos calendáricos, teniendo a la Ciudad de México como foco central y de mayor población. El ejército español se encargó de destruir rápidamente los edificios de poder visibles indígenas y prohibir determinantemente sacrificios humanos y ritos paganos.
  • El proceso de colapso demográfico de las sociedades indígenas, causado principalmente por la explotación laboral hispana, las nuevas enfermedades europeas con epidemias que alcanzaron altos índices de mortandad y las muertes en acciones bélicas derivadas de la Conquista.
  • El sostenimiento imperial de diversas estructuras previas mesoamericanas esenciales como la tributación, el catastro, la impartición de justicia y gobierno a escala local, la movilidad de productos y mercancías y mercados hasta que la burocracia española se fue formando sólidamente.


Aspectos políticos

Nuño de Guzmán rumbo a Xalisco en el Códice Telleriano-Remensis

Pasadas las acciones de armas en México-Tenochtitlan inició en esta la construcción de la Ciudad de México, capital de la Nueva España, tomando como cimientos la antigua ciudad para trazar y fundarla nueva al estilo europeo, al tiempo en que nuevas campañas de expansión y conquista iniciaron bajo el mando principalmente de los capitanes Hernán Cortés, Pedro de Alvarado, Cristóbal de Olid, Alvaro de Saavedra, Nuño de Guzmán y Francisco de Montejo. Hernán Cortés ejercería el dominio político principal como Capitán General en los años subsecuentes; luego dos primeras audiencias asentaron el poder imperial hasta que en 1536 con la designación del virrey Antonio de Mendoza inició formalmente el virreinato.

Aspectos económicos

La primera etapa de la economía de la Nueva España se basó en el otorgamiento y establecimiento de encomiendas, cedidas primeramente a los conquistadores que participaron en las acciones de armas, hasta que su poder aumentó hasta hacerse en muchos casos incontrolable, por lo que el modelo fue terminado luego de la muerte de Felipe II de España.

El proceso mismo de la conquista implicó la ruptura de redes sociales y económicas mesoamericanas, pero la implementación gradual de usos españoles benefició las redes de intercambio, por ejemplo, con la construcción de nuevos caminos y la introducción de mulas y bestias de tiro, aunque no de inmediato por las características organizativas de los transportes indígenas de tamemes. Los nuevos medios de comunicación europeos tuvieron un auge importante hasta finales del siglo XVI, en gran medida por las restricciones impuestas en el transporte humano y por el déficit poblacional.

En cuanto a la tributación, tuvo en la fundación de la Nueva España un enfoque diferente dado por los indígenas y por los españoles: para los primeros fue la manutención de sus poblaciones urbanas y la diversificación del intercambio y para los segundos fue la garantía del ingreso a las rentas reales principalmente, por lo que la estructura española tuvo dicha prioridad y fue razón fundamental de las reformas emprendidas a partir de 1550, en las que el emperador Felipe II ordenó el estudio e intervención del sistema tributario novohispano con el fin de aumentar los ingresos.

El modelo político de la Corona Española exigió gradualmente entre 1525 y 1550 una integración política de los territorios que se iban conquistando, lo que implicó que la movilización de tributos y sus costos recayera directamente en el destinatario y no en los tributarios como en el modelo mexica, por lo que favoreció la red de intercambio indígena para disminuir costos de transporte y se reasignaron funcionarios tributarios como calpixques y tequitlatos hacia las nuevas jurisdicciones tributarias. La red de tributación mexica fue reemplazada por la integración territorial novohispana que tuvo que prescindir del ahorro del costo de movilización de lo tributado, favoreciendo la autosuficiencia regional de artículos básicos y el empleo de tamemes de productos suntuarios o específicos de otras regiones.

En las tres primeras décadas de la Nueva España se realizó una dependencia casi absoluta de este medio de transporte humano,[2]​ aunque el aumento en el uso de arrieros y bestias de carga les remitió a labores secundarias o a la movilización de productos en zonas inaccesibles a la estructura no humana. Desde 1521, se favoreció el flujo de tributos hacia la Ciudad de México por lo que los sistemas de producción regional avanzaron en la autosuficiencia y en la creación de redes de intercambio locales por la dificultad en la comunicación y el transporte hacia la capital del virreinato.

Aspectos sociales

A la llegada de los españoles en Mesoamérica existía un cúmulo de entidades políticas autónomas cada una con un grado variable de organización derivado de procesos convulsivos que transtornaron desde el Clásico el esquema de urbes dominantes como Teotihuacan o Monte Albán, formándose núcleos de poder regionales con identidades distinguibles que hacia 1420 los mexicas pretendieron someter sin conseguir una hegemonía total. Este aspecto fue crucial en la derrota de los mexicas.

La reorganización política de la Nueva España implicó que la nobleza indígena perdiera gradualmente o en muchos casos con rapidez sus prebendas y privilegios tributarios, repercutiendo gravemente en la organización social, ya que el elemento que les otorgó previo a la Conquista una posición económica y status les fue privado. La producción y el intercambio indígena no se mantuvieron estáticos y también entraron a un proceso de modificación y evolución hacia formas europeas en su mayoría, aunque en esencia se mantuviera intacto por largo tiempo en sus relaciones locales.

La primera etapa de la Nueva España -y extensivamente el siglo XVI- se caracterizó por la modificación de la estructura de organización mesoamericana por parte de la jurisdicción española. Para la burocracia española no existió más entendimiento que el de pueblos y villas con caciques que las encabezaban, lo que produjo problemas interétnicos entre señoríos así como la ruptura de lazos de vasallaje y de tributación –situación que fue aprovechada en beneficio de la movilidad social de una parte de la nobleza indígena a partir de la segunda mitad del siglo XVI, ya que muchos indígenas pudieron ascender a una clase privilegiada mediante argucias legales–. A pesar de eso, los flujos tributarios dirigidos a la nobleza indígena fueron gradualmente minimizados y desatendidos por parte de los españoles de las anteriores relaciones de cabecera-sujeto que privaron la realidad de Mesoamérica.

Derivado del intercambio comercial y de la alta inmigración de peninsulares a las nuevas tierras, son traídas nuevas especies animales y vegetales, así como técnicas agrícolas. La implementación de usos sociales nuevas y opuestas a la práctica indígena como las nuevas relaciones monogámicas, la usanza europea en el vestido así como normas y nuevas costumbres fueron implementándose gradualmente junto a las artes y oficios en los indígenas principalmente por los frailes.

En la arquitectura destaca la preeminencia de los conjuntos-monasterio como elemento central que incluyó diversas innovaciones únicas en el mundo con el fin de llevar a cabo su tarea misional. En los edificios civiles y religioss privó un aspecto medievalizante y estilos como el plateresco y el herreriano.

El papel de los Encomenderos

Se trataba de un sistema de dominio indirecto, cuyo punto critico dependía de la efectividad de la intermediación a cargo de nada menos y nada más que del cacique indígena[cita requerida].

Para controlar a los caciques indígenas, los conquistadores crearon la figura de "el encomendero". Así una vez lograda la pacificación, los conquistadores se transformaron en encomenderos. La función del encomendero, era mantener la funcionalidad del sistema y a cambio podía quedarse con el tributo. Por cada señorío indígena, una encomienda española. La otra obligación del encomendero era la conversion y evangelización de los indios. Al menos idealmente, esta era la función principal, pues al español se le encomiendan los indios para su conversion al cristianismo[cita requerida].

Desde el punto de vista europeo de aquel tiempo, la legitimidad de la Conquista Española del Nuevo Mundo venia de la obligación de la Corona Española de convertir a sus recién adquiridos súbditos paganos[cita requerida]. Una continuación de la Reconquista de la Peninsula Iberica, donde las Coronas de Castilla y Aragón (al final del periodo representadas por Isabel la Católica y Fernando), donde por 800 años convertían o expulsaban a los arabes infieles.


El inicio de la conquista espiritual

Al someter a los señoríos indígenas, una de las acciones inmediatas por parte de los conquistadores fue la prohibición de los sacrificios humanos y por otra parte iniciar la introducción de la moral y el sistema de valores judeo-cristiano.

Cabe recalcar que la evangelización de la población indígena no fue inmediata, sino por el contrario un proceso lento, arduo que requirió de mucha perseverancia y creatividad por parte de los misioneros y que tomo la mayor parte del siglo para completarse. Al contrario de lo que se cree comúnmente, la evangelización de los indios no fue un proceso que se completó a "sangre y fuego". La consolidación del Imperio Español en la Nueva España requería de estabilidad política y social.

La justificación legal de la Conquista, se dio como un instrumento de la difusión de la Fe Católica. Al menos en principio, era obligación de los conquistadores, ahora transformados en encomenderos la conversion de los indios. En la practica, esta obligación, sin embargo, tuvo que esperar a la llegada de los frailes. La evangelización, fue confiada por el Papado a los frailes. "Los primeros en establecerse fueron los Franciscanos (1524), seguidos por Dominicos, Agustinos y Mercedarios".

Así como a los encomenderos, a los recién llegados frailes tuvieron que apoyarse en la realidad pre-hispanica. Ajustándose a la disposición de los señoríos indígenas, la jurisdicción de las "doctrinas" (parroquias predicadoras), se calcaba de las de su respectivo señorío indígena.

La red de relaciones se cerraba con el tlatoani (o cacique). Su adhesión a las practicas cristianas era esencial para asegurar la respuesta positiva de su pueblo. Un punto muy sensible, fue lograr la recomposición de las familias conforme al modelo cristiano (monogámico), lo que hizo cambiar normas de matrimonio, parentesco y herencia. Lo cual, simple y sencillamente no se hubiera podido sin el apoyo de las autoridades indígenas locales.

Referencias

  1. "No hay una fecha que marque el final del periodo de conquista, pero éste ocurrió cuando los cambios empezaron a prevaleces sobre las continuidades". García Martínez, Bernardo. "La Cuenca de México, Conquista (siglo XVI, a partir de 1519), Cambios y continuidades" en Arqueología Mexicana 86, México, Editorial Raíces, 2007.
  2. Ross Hassig. Comercio, tributo y transportes. La economía política del Valle de México en el siglo XVI. México, Alianza Editorial Mexicana, 1985.

Bibliografía

  • José Miranda. El tributo indígena en la Nueva España durante el siglo XVI. México, El Colegio de México, 1952.
  • James Lockhart. Los nahuas después de la Conquista. México, Fondo de Cultura Económica, 1999.
  • Charles Gibson. Los aztecas bajo el dominio español. México, Siglo XXI Editores, 1964.
  • Clarence Haring. El Imperio español en América. México, Alianza Editorial Mexicana-CONACULTA, 1990, Colección Los Noventa.
  • Ross Hassig Comercio, tributo y transportes. La economía política del Valle de México en el siglo XVI. México, Alianza Editorial Mexicana, 1985
  • Bernardo García Martínez, et al. Historia general de México. México, El Colegio de México, 2000.