Ennio Moltedo

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Ennio Moltedo
Información personal
Nacimiento 1931 Ver y modificar los datos en Wikidata
Viña del Mar (Chile) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 14 de agosto de 2012 Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Chilena
Información profesional
Ocupación Poeta
Lengua literaria Castellano

Ennio Moltedo Ghio (Viña del Mar, 1931 - ibídem, 14 de agosto de 2012)[1]​ fue un poeta, articulista de prensa y editor chileno que trabajó en su ciudad natal y en Valparaíso.

Biografía

Toda su obra poética se realizó en Valparaíso, editada, preferentemente, por los sellos Editoriales Universitarios y Ediciones Altazor de Viña del Mar.

En 2005 el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes definió la publicación de su obra poética completa, al cuidado de los poetas y profesores Guillermo Rivera y Claudio Gaete.

Moltedo dirigió, entre otras, la Colección Universitaria “Breviarios del Valparaíso Regional”. Asímismo, durante años fue director de la Revista literaria “Libertad 250” de la Sociedad de Escritores de Chile, Filial Viña del Mar. Sus textos han sido recogidos en distintas antologías y ha sido reseñado ampliamente en publicaciones especializadas.[2]

Perteneció a la Sociedad de Escritores de Chile, al informal grupo de los porteñistas[3]​ y a la Academia Chilena de la Lengua.

Su discurso de incorporación a la Academia abordó el paso de la lectura a la escritura y constituye una travesía por Valparaíso sobre los moldes de la palabra.[4]

Ennio Moltedo declaró el 2002 que llevaba más de 27 años sin visitar Santiago, en silenciosa protesta contra el centralismo.[5]

Poetas, profesores de literatura y artistas visuales de generaciones posteriores han dejado testimonio de sus conversaciones con Moltedo. Consta ello respecto de Eduardo Embry, Sergio Holas, Luis Andrés Figueroa, Andrés Fisher, Jorge Polanco Salinas, Ismael Gavilán Muñoz y Allan Browne.

En mayo de 2012, el poeta Gonzalo Villar intervino los recuerdos de Ennio Moltedo, visitando junto a él Villa Alemana y el desaparecido muelle de Caleta Abarca.[6][7]

Falleció el 14 de agosto de 2012

Obra

Sergio Holas Véliz registra que, a enero de 2007, su obra comprendía las siguientes publicaciones:

  • Cuidadores, Santiago, Editorial Universitaria, 1959;
  • Nunca, Santiago, Editorial Universitaria, 1962;
  • Concreto azul, Santiago, Editorial Universitaria, 1967;
  • Mi tiempo, Valparaíso, Ediciones Universitarias, 1980;
  • Playa de invierno, Valparaíso, Meridiana Editorial, 1985;
  • Día a día, Valparaíso, Editorial Vertiente, 1990;
  • Regreso al mar, Valparaíso, Ediciones Universitarias, 1994;
  • La noche, Viña del Mar, Ediciones Altazor, 1999;

Además, ha publicado, en colaboración con Pablo Neruda (traductor), 44 poetas rumanos, Buenos Aires, Editorial Losada, 1967. Recientemente ha sido publicada su Obra poética, Valparaíso, Ediciones del Chivato, 2006. [8]

Posteriormente publicó Neruda: poeta del cerro Florida (2007) y Las cosas nuevas (Ed. Altazor, 2011).

En noviembre de 2011, Moltedo participó en una experiencia interdisciplinaria, uniendo su poesía a pinturas de Eduardo Mezquida y fotografías de Jorge Salomó, exponiendo en la Sala El Farol de la Universidad de Valparaíso bajo la etiqueta Valparaíso, sueño y sentido futuro.[9]

Muerte

El poeta Ennio Moltedo falleció la madrugada del 14 de agosto de 2012, a los 81 años. Sus restos descansan en el Cementerio N° 1 del cerro Cárcel de Valparaíso.[1]

Premios

Ha recibido el Premio de la Sociedad de Escritores de Valparaíso en 1962, el Premio Regional de Literatura Joaquín Edwards Bello en 1981, el Premio Municipal de Literatura de Valparaíso en 1994 y el Premio Especial del Círculo de Críticos de Arte de Valparaíso en 1997.

Valoración de su obra y su carácter

Su obra ha sido objeto de examen crítico por parte de Adolfo de Nordenflycht, Sergio Holas y Luis Andrés Figueroa.

La periodista Claudia Carreño testimonia que el poeta "siempre va distraído, con su carpeta de papeles, claro: es el jefe de una importante editorial universitaria, pero juraría que sólo lleva bocetos garabateados, papeles manchados de café y versos, muchos versos garabateados por ahí . También está medio miope, es cierto, pero juraría que anda paseando en otro planeta siempre.... intentando agarrar como sea las palabras sueltas que flotan sobre su cabeza, que se le escapan caprichosas y perversas, para hacerle más difìcil la vida, la escritura"[10]

La periodista Monserrat Madariaga describe a Moltedo como uno de aquellos tipos duros que no baila. Ennio Moltedo explica que el buen poeta jamás es el alma de la fiesta. Escribe para evitar hablar y si pudiera sería invisible.[11]

Relata que Moltedo empezó a devorar libros para entretenerse, ya que era el único hombre entre sus hermanas y su mamá. Su padre murió cuando él tenía alrededor de cinco años y efectuaba una vida muy independiente. Para él, los libros son como pasteles que se pueden saborear a cualquier hora.

Moltedo no buscó la poesía como un oficio. Luego de la Enseñanza Media, estudió contabilidad y su primer trabajo fue de junior en una empresa inglesa. En los años sesenta llegó a ser gerente de una empresa de gas y desde los ochenta se dedica al trabajo editorial.

Francisco Mouat se aproxima a la obra de Moltedo expresando que "su poesía es original y escrita toda la vida cerca del mar, la mirada crítica, corrosiva, sensible, a ratos humorística, despreciadora del mercado, enjuiciadora de las últimas demoliciones y las nuevas construcciones, por momentos de una delicadeza fuera de serie".[12]

El profesor Marcelo Novoa describe a Moltedo como un ciudadano alejado de los círculos infernales de las habladurías, que nunca trastabilló tras despreciable presea de popularidad. Su silencio es consecuencia de su palabra. Nada tiene que decir la crítica que no toma el peso de su oficio. Aquí hablamos de un camino difícil, ejemplar. La búsqueda de astillas en un bosque de contradicciones. Y que no salgan ahora con homenajes sin previa lectura o acaso quisieran acallar con aplausos su impagable ocio sagrado. Poeta desde el interior de sí mismo no necesita del espejo complaciente de ninguna publicidad.[13]

Para Adolfo De Nordenflycht Bresky, profesor de literatura, "la palabra de Moltedo se distancia de la altisonancia y del experimentalismo superficial para dar cuenta, en vez, de una experiencia poética auténtica, a través de la configuración de un universo trabado v coherente, animado por una personal comprensión de la existencia. De modo que el conjunto de la producción de Moltedo se revela como una propuesta en sucesión, una obra en marcha que se profundiza y enriquece con cada poema, con cada libro, con cada giro, los cuales se corresponden y reflejan como las piezas de un prisma."[14]

Juan Cameron, certero tasador de la poesía porteña, describió "La Noche", el octavo poemario de Moltedo explicando que la portada repite "El imperio de la luz" de René Magritte. Oculta, tras ella, en la contraportada aparece su texto nº 15: "Noche, del latín nocte; éste del griego nyntos; y éste, a su vez, del sánscrito nakta. En alemán se dice nacht; en inglés night; en italiano, notte; en portugués, noite; en francés, nuit; en catalán, nit; en walón, nute". En Chile la noche es eterna. La opción es clara: hacia el fin de la noche apunta el escriba. Y quien mire este libro al trasluz descubrirá su contenido. [15]

Jorge Polanco Salinas, conmovido por "La Noche", resalta la diferencia de esta obra respecto de otros libros en la extensa trayectoria poética de Moltedo. En este texto se acentúa la ira y el desencanto, fenómeno que muchos poetas muestran en este milenio. Quizás se podría esgrimir que la razón consista en que la labor misma del poeta y el intelectual es estar incómodo con su tiempo. Sin embargo, la honda desazón que provoca Chile en los escritores nacionales es un elemento reiterativo peculiar, incluso digno de un estudio literario-político-sociológico sistemático. Ahora bien, con respecto al libro de Moltedo sería trivial señalar que la poesía manifiesta una sintomatología del momento histórico de su presente y, en este caso, sería la del desencanto. Decir esto no indica mucho. Lo que no es obvio es aquello que Moltedo poetiza sobre una memoria que suprime ritos, que se escabulle en un recuerdo exiliado y que requiere ilusamente –por eso su insistente ironía- de la vuelta de su diáspora. “Para no fastidiar, para despejar cielo y tierra de tanto desarrollo y que vuelva el misterio a la historia, llamo a los poderes primero y segundo (bien, y siguientes) y les recomiendo legislar un paso más hacia la noche: la esclavitud de nuevo. Volveremos a destruir el presente perpetuo de tanta maravilla”. [16]


Gonzalo Villar sostiene que en “La Noche”, Moltedo ha abordado con singular lucidez la tragedia de la tiranía militar que aún sigue instalada en nuestro espíritu y nuestra cultura, devorándonos como una Noche Eterna.

Observa en el texto un llamado a poner nuestro oído sobre la tierra; escuchar allí claramente el nombre de los asesinos y una exhibición franca de su propio pesar por haber callado, no haber empleado los dardos de su palabra, no haber imitado a Dante.

Sancionándose, Moltedo declara un cambio de posición política, identificándose con Dionisio Ridruejo, integrante del círculo íntimo de José Antonio Primo de Rivera, Jefe de la Propaganda Franquista durante la Guerra Civil Española, voluntario en la División Azul y luego, paulatinamente, opositor a Franco y propiciador de la Democracia Cristiana en España.

Usándose a sí mismo de ejemplo, Moltedo se reclama ¿ Por qué no pronunciaste una sola palabra en tiempos de muerte, mierda? y nos enseña que el silencio permisivo - que nos envía a unas lúgubres catacumbas- es tan reprochable como la acción directa, la ejecución material de los crímenes, el hecho de herir con el corvo o martillar con la propaganda.[17]


Andrés Fischer resalta la relación entre Moltedo y el mar. Destaca que más allá de ser un eje temático esencial en esta poesía, el mar se convierte en el sustrato material desde donde se mira al mundo.

Fisher apunta que Ennio Moltedo escribe desde la costa y el bordemar, es decir, desde los márgenes de la ciudad. Y esa costa, ese margen urbano es específicamente el de la Avenida España, que une las ciudades de Valparaíso y Viña del Mar. A la que el poeta se refiere en un poema de título homónimo de su libro Playa de Invierno (1985), (…) aquel viaje, en bus, por el mar. Viaje que tiene un precedente en uno de los poemas fuertes del autor, No viajaré, que abre su libro Mi Tiempo (1980): No viajaré a parte alguna, ya lo he dicho antes. Desde aquí veo más de lo necesario./ Cuatro viajes diarios, al trabajo, en micro, me cansan, pero cuatro sueños me despiertan. Esos cuatro viajes diarios suceden en la costanera que une las dos ciudades en las que Ennio Moltedo ha vivido y trabajado durante toda su vida y de las que apenas, por voluntad propia, ha salido. [18]

Para el investigador Ismael Gavilán Muñoz, "Moltedo y su escritura pueden afiliarse, por mero acomodo cronológico y de ordenamiento, a la denominada “generación del 50” –o “del 57” si deseáramos ser más rigurosos con los esquemas clasificatorios propuestos por Goic- Pero más allá de detectar con prontitud la legitimidad de tal aseveración, no puede desconocerse que a mediados de siglo pasado, tal como han señalado Enrique Lihn, Eduardo Llanos Melussa y Andrés Morales, entre otros, se advierte un momento crucial en la comprensión histórica del desenvolvimiento de la poesía escrita en Chile: el impulso vanguardista rastreable en Vicente Huidobro, el grupo surrealista Mandrágora y/o la figura y obra de Humberto Díaz-Casanueva, Rosamel del Valle y el Pablo Neruda “residenciario” ha jugado sus mejores cartas y se apronta a abandonar la primacía del discurso poético. Asimismo, con la aparición en 1954 de Poemas y antipoemas de Nicanor Parra y de Estravagario de Pablo Neruda, como a su vez el surgimiento de un puñado de poetas más jóvenes (Arteche, Lihn, Rubio, Barquero, Lastra, Teillier, Uribe) que desde fines de los años 40 y durante toda la década de los 50 publican sus primeros, segundos y hasta terceros libros, se evidencia un giro hacia un entendimiento más localizado de lo que debería ser la poesía y su ejercicio: por un lado, el compromiso con el avatar histórico y la consolidación –proveniente ya desde los autores de la generación del 38- de una idea o concepto de literatura que mostrase la vinculación explícita con el devenir, encarnado éste en la emergencia social que adquiría un tono perentorio, dado el paulatino proceso de modernización impulsado por el estado y el conflicto que ello significaba política y simbólicamente (y que puede rastrearse, por ejemplo en la poesía de Efraín Barquero), como por otro lado, la necesidad de dar cuenta de una densidad subjetiva manifestada en tanto “experiencia interior”, en algunos casos con un tono “existencialista” de la comprensión de lo humano y su miseria, ( y que puede advertirse en la poesía de aquellos plazos escrita por Lihn, Rubio y Uribe) como en otros, la de una crisis de fuerte cariz religioso y hasta confesional (Arteche). A su vez, el experienciar por vez primera -como síntoma de ese mismo proceso de modernización- la aparición de una sensibilidad característicamente urbana que revierte en la necesidad de articular simbólicamente el arraigo, o su virtual desacralización o destrucción, propicia por otro lado, el cultivo de la memoria en variantes que ya no son meramente descriptivas como fue la oleada criollista de principios de siglo y que redundará posteriormente en la denominada poesía lárica. En todo esto se advierte la búsqueda y la necesidad de una inmediatez expresiva que se condiga con la vivencias de una subjetividad en plena crisis de acomodos modernizadores, pero sin abandonar la mediación del poema en tanto forma y que se muestra como contraste frente a la comprensión que de lo poético poseen los proyectos de estos poetas de los 50 en torno a la recepción y modulación de la noción de “vanguardia” recibida de la generación inmediatamente precedente. Tratando de sintetizar en una fórmula operativa que nos muestre tal contraste, tal vez los poetas de la denominada generación del 50 dan menos énfasis a un tratamiento “lúdico” del lenguaje que a uno “expresivo” o “existencial”.[19]

Enlaces externos


Notas y Referencias

  1. a b «Esta madrugada falleció el poeta porteño Ennio Moltedo». http://soychile.cl. Consultado el 14 de agosto de 2012. 
  2. http://www.ecos.cl/2011/01/presentacion-libro-las-cosas-nuevas-de.html www.ecos.cl Estudios Contemporáneos
  3. http://www.culturart.cl/Entrevistas/Allan%20Browne/allan.htm
  4. http://www7.uc.cl/letras/html/6_publicaciones/pdf_revistas/anales/a12_12.pdf Discurso de Incorporación a la Academia Chilena de la Lengua
  5. http://www.mercuriovalpo.cl/site/edic/20021228192732/pags/20021228225958.html
  6. http://www.crecersindios.com/2012/05/intervencion-los-recuerdos-de-ennio.html
  7. http://www.crecersindios.com/2012/05/ennio-moltedo-paseando-por-caleta.html
  8. http://www.uvm.cl/educacion/publicaciones/analecta/2/holas.pdf Sobre lo delicado y lo efímero Revista Analecta, Universidad de Viña del Mar
  9. http://www.uv.cl/pdn/?id=3997 Portal de la Universidad de Valparaíso
  10. Ennio Moltedo, Blog de Claudia Carreño; acceso 25.05.2012
  11. Ennio Moltedo, el poeta invisible, www.ciudaddevalparaiso.cl; acceso 25.05.2012
  12. Las Cosas Nuevas, El Catalejo de Mouat; acceso 07.06.2012
  13. El resto, el silencio... nos dice el poeta Ennio Moltedo, www.letras.s5.com; acceso 26.05.2012
  14. Ética y poética del hombre invisible: siete notas sobre la escritura de Ennio Moltedo , Revista Signos; acceso 26.05.2012
  15. Ennio Moltedo y la noche , www.letras.s5.com; acceso 26.05.2012
  16. http://www.lospoetasdelcinco.cl/antano/Luces/Ediciones/ed05022005/jorgepolanco001.htm Ennio Moltedo, La noche ], www.lospoetasdelcinco.com; acceso 26.05.2012
  17. La Noche de Moltedo y Ridruejo, www.crecersindios.com; acceso 27.07.2012
  18. [http://www.letrasenlinea.cl/?p=2040 Las Cosas Nuevas y las Anteriores de Ennio Moltedo , www.letrasenlinea.cl; acceso 26.05.2012
  19. Articulación del concepto de experiencia en la Obra Poética de Ennio Moltedo, Ensayo publicado en Anales de Literatura Chilena, Pontificia Universidad Católica de Chile, n° 12, diciembre de 2009.; acceso 26.05.2012