Demogorgon

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Demogorgon en la Cueva de la Eternidad de Hendrick Goltzius.

En la Antigüedad, se conoce como demogorgon o demogorgón (de daimon, genio, georgos, que trabaja la tierra) a la divinidad o genio de la Tierra. En la cultura clásica es un demon a menudo asociado con el inframundo; probablemente una deformación de «demiurgo». Su carácter ctónico o infernal ya fue alabado por Milton, en El paraíso perdido; dice «Orco y Ades y el terrible nombre de demogorgón».[1]

Demogorgon es mencionado por primera vez en la Tebaida de Estacio, que menciona al «ser supremo del triple mundo» (triplicis mundi summum). En un manuscrito, el autor dice de Estacio: Dicit deum Demogorgona summum, cuius scire nomen non licet («habla del Demogorgón, el dios supremo, cuyo nombre no está permitido conocer», o acaso «habla de un dios, Demogorgón el supremo»). Antes de Lactancio, ningún escritor, pagano o cristiano, menciona en ninguna parte al supuesto «demogorgón».[2]

En la Alta Edad Media, demogorgon aparece mencionado en las Adnotationes super Lucanum del siglo X, una serie de breves notas a la Farsalia de Lucano que se incluyen en los Commenta Bernensia, los "escolios de Berna sobre Lucano".

Los orígenes del nombre demogorgon no están del todo claros, aunque probablemente nos encontremos con una interpretación errónea del griego δημιουργόν (dēmiourgón, caso acusativo de δημιουργός, «demiurgo») basada en las variaciones manuscritas de la primera referencia explícita conocida en Lactancio Plácido.[3]Boccaccio, en su influyente Genealogia deorum gentilium, cita una obra hoy perdida de Teodoncio y la reconocida fuente bizantina de ese maestro «Pronápides el ateniense» como autoridad para la idea de que Demogorgon es el precursor de todos los dioses. El historiador del arte Jean Seznec concluye que «demogorgon es un error gramatical, convertido en dios».[4]

El demogorgon de Boccaccio se menciona como dios «primigenio» en bastantes textos renacentistas, e impresionantemente glosado como «Demon-Gorgon», es decir, «demonio del rerror» o «dios de la tierra». El historiador y mitógrafo francés Jean Seznec, por ejemplo, determina ahora en Demogorgon una alusión al Demiurgo («Artesano» o «Hacedor») del Timeo de Platón.

Entre las variantes del nombre citadas por Ricardus Jahnke figuran las latinas demoirgon, emoirgon, demogorgona, demogorgon, y el primer editor crítico Friedrich Lindenbrog conjeturó en 1600 que "δημιουργόν" era el prototipo. Varias otras teorías sugieren que el nombre se deriva de una combinación de las palabras griegas δαίμων daimon ('espíritu' dadas las connotaciones cristianas de 'demonio' a principios de la Edad Media)-o, y γοργός gorgós ("rápido") o Γοργών Gorgṓn, los monstruos de la mitología griega antigua que aparecen por primera vez en la Teogonía de Hesíodo.

Demogorgon es un ser primitivo, sin ningún origen, padre de los dioses y el origen de todo el Universo. Según Teodoncio y Boccaccio es un anciano desaseado y cubierto de musgo, escuálido y desfigurado que tiene su morada en el seno de la Tierra, su hija , donde tiene por compañeros a la Eternidad y el Caos. Demogorgon, aburrido y cansado de la soledad, se hizo una pequeña bola o globo sobre el cual se sentó y lanzándose por los aires dio una vuelta alrededor de la tierra: de este modo formó el Cielo, su otro hijo.

De la Tierra, o como dicen algunos autores de los montes Acroceraunios, esto es, heridos por el rayo, sacó la bola inflamada o el fuego de la que por haberla enviado al cielo para iluminar el mundo quedó formado el Sol, uniéndole en matrimonio con la Tierra. Los otros hijos que hizo nacer de la misma suerte, se llamaron Pan, las tres Parcas y Pito. Después de la Tierra, su octavo hijo, tuvo a Erebo el noveno que dejó gran posteridad. Demogorgon recibió de los arcadios todo género de adoraciones con un respeto tal que no les era lícito pronunciar su nombre.

Demogorgon es el símbolo de la Naturaleza bajo cuya denominación se le representa y la divinidad madre, esposa o hija de Júpiter. En la Diana de Éfeso se vio que sus emblemas ofrecían la Naturaleza con todas sus perfecciones. Por este motivo la antigüedad admitió y sostuvo la creencia de que existía un Dios particular de la naturaleza humana, el cual por lo que parece debió ser el que conocemos con el nombre de Genio En el sistema de los Platónicos, del que habla Virgilio en sus bellos y armoniosos versos copiados y comentados por Spinoza, es la Naturaleza, el Supremo Hacedor, el dios que reúne en sí mismo todos los seres.

Véase también[editar]

Referencias[editar]

Juan Bautista Carrasco (1864). Mitología universal: historia y esplicación [sic] de las ideas religiosas y teológicas de todos los siglos, de los dioses de la India, El Thibet, La China, El Asia, El Egipto, La Grecia y el mundo romano, de las divinidades de los pueblos eslavos, escandinavos y germanos, de la idolatria y el fetichismo americanos y africanos, etc. Imp. y Libr. de Gaspar y Roig. pp. 459-. 

  1. John Milton: El paraíso perdido II, 966
  2. Estacio: Tebaida 4.516
  3. Jahnke 1898, Sweeney 1997, Solomon 2012
  4. Seznec, Jean (1940). La Survivance des dieux antiques. Publicado por Bollingen. Traducido por Sessions, Barbara. Princeton, New Jersey: Princeton University Press (publicado en 1972). págs. 221–222.