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Calle de Válgame Dios

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Inicio de la calle Válgame Dios, desde la esquina con Augusto Figueroa (en 2011)

La calle de Válgame Dios es una breve vía de Madrid (en el barrio de Justicia del distrito Centro) entre las calles de Augusto Figueroa y la de Gravina, en el barrio de Chueca. Anteriormente llevó el antiguo nombre de Santa Bárbara la Vieja hasta que en 1835 se la bautizó con el expresivo y legendario título de Válgame Dios.

Historia

Mencionada por Mesonero Romanos y Pedro de Répide,[1][2]​ entre otros ilustres cronistas de la Villa de Madrid, esta calle aparece aunque sin nombre alguno en el plano de Texeira (1656), y rotulada como calle de Santa Bárbara la Vieja en el de Espinosa.[3]​ Fue cerrada al tráfico en 1745 por decisión del duque de Frías y el conde de Peñaranda,[4]​ aunque pocos años después volvió a «abrirse al tránsito público».[3]

Entre sus ilustres vecinos hay que mencionar a Leonardo Torres Quevedo –como se avisa en una placa de mármol colocada por el Ayuntamiento de Madrid en 1965–,[5]​ y al pintor Eduardo Rosales,[6]​ ambos vivieron y murieron en la casa del número 3 de esta calle. Ya en el siglo xxi, la breve calle es uno de los «hitos del paraíso gay de Chueca».[7]

Una calle con mucho cuento

El curioso nombre de esta calle parte de la narración de un supuesto suceso: dos individuos llamaron una noche a las puertas del convento de San Francisco solicitando el viático para un moribundo. Avisado el prior por el hermano portero se decidió que, por ser hora tan desangelada, acudiera, además de un fraile, un robusto hermano lego; y ante la insistencia de los visitantes de que no sería necesaria tanta compañía, el lego tomó la precaución de esconder entre los hábitos una espada del ajuar de los caballeros sepultados en la iglesia del monasterio. Después de mucho caminar, más allá del calvario y del paraje llamado ‘olivar de Cristo’ vecino al de los ‘caños de Alcalá’, cayó sobre los frailes una cuadrilla de hombres embozados. Quedó entretenido el lego en la pelea con el grueso de asaltantes, mientras el más viejo era raptado y conducido a prisa al fondo de un barran, y allí se vio el religioso en la obligación de dar su última confesión a una mujer con un recién nacido, a los que pensaban matar concluido el sacramento.[a]​ Hizo el fraile lo que le pedían, confesó a la mujer y bautizó a su hijo, y en ese momento, cuando los asesinos iban a culminar su delito y la desespera mujer gritaba «¡válgame Dios!», apareció el lego repartiendo mandobles y escapó de nuevo, pero ahora llevándose a mujer y su bebé, con el fraile portero cubriendo la retaguardia. De regreso en el convento se dio aviso del hecho a la Santa Hermandad que, al día siguiente, y por el conjunto de heridos que encontraron en el barranco, dieron por cierta la aventura nocturna.[2][b]

Notas

  1. Algunas versiones explican que uno de los asaltantes era el marido de la mujer y el niño fruto de una relación ajena, en otras es un amante despechado.
  2. Pedro de Répide recoge la noticia de que el legendario relato fue llevado a la literatura por Manuel Fernández González, que lo adornó con pasajes fantásticos, un palacio abandonado y una ubicación de los hechos ajena a la cronología histórica más elemental.

Referencias

  1. Mesonero, 2010, p. 257.
  2. a b De Répide, 2011, pp. 748-749.
  3. a b Peñasco y Cambronero, 1990, p. 545.
  4. De Répide, 2011, p. 749.
  5. Gea, 2002, p. 682.
  6. De Répide, 2011, p. 748.
  7. Ayer, Diana (26 de junio de 2013). «Vágame Dios». Madriz. Consultado el 26 de febrero de 2018. 

Bibliografía

  • Mesonero Romanos, Ramón de (1861). El antiguo Madrid. Paseos histórico-anecdóticos por las calles y casas de esta villa (segunda parte) (2010 edición). Madrid: edición facsímil de Trigo Ediciones. ISBN 9788489787414. 

Enlaces externos