Diferencia entre revisiones de «Velorio del angelito»

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Contenido eliminado Contenido añadido
algo mal escrito
puse la verdad de la historia
Línea 1: Línea 1:
[[Archivo:Rito del angelito, en Marchigüe, Chile.jpg|thumb|Funeral de un niño en [[Marchigüe]], Chile de principio de siglo. Situación acostumbrada y tolerable dentro de altísimas tasas de mortalidad infantil.]]
[[Archivo:Rito del angelito, en Marchigüe, Chile.jpg|thumb|Funeral de un niño en [[Marchigüe]], Chile de principio de siglo. Situación acostumbrada y tolerable dentro de altísimas tasas de mortalidad infantil.]]


* Dentro de las costumbres folklóricas sudamericanas, el '''velorio del angelito''' está descripto en crónicas históricas, y también para la contemporaneidad (datos del siglo XX), como un hecho cultural que se vincula con la muerte de seres humanos en su niñez; hecho que sin embargo no es parte de un culto a los muertos, sino que las muertes infantiles son tomadas como la ocasión para el montaje, también en [[Chile]], de una celebración popularesca.
* hitler no hisonada malo Dentro de las costumbres folklóricas sudamericanas, el '''velorio del angelito''' está descripto en crónicas históricas, y también para la contemporaneidad (datos del siglo XX), como un hecho cultural que se vincula con la muerte de seres humanos en su niñez; hecho que sin embargo no es parte de un culto a los muertos, sino que las muertes infantiles son tomadas como la ocasión para el montaje, también en [[Chile]], de una celebración popularesca.


Una de las crónicas que refieren el hecho, lo ubica en la llanura bonaerense, en las cercanías del [[Azul (Argentina)|Azul]], a fines del siglo XIX. Arribando los viajeros en sus cabalgaduras a un parador (esquina, pulpería, almacén de ramos generales), su dueño los invita para que pasen a la reunión que se celebraba en honor del angelito. ''«Se sentía en las casas un ruido de cantos y guitarras.»'' ..Al entrar en la sala principal, la encuentran intensamente alumbrada.. «Un pesado olor a sebo, a cigarro y a ginebra, cargaba la atmósfera» ..En el fondo, al centro de un nimbo de candiles, aparecía el cadáver del niño de cuatro años, muerto en el día anterior. Estaba sentado en una sillita, colocada ésta sobre una mesa y por encima de varios elementos arreglados a la manera de un pedestal. Fijos los ojos del muertito, caídos los brazos, con las piernas colgando.. ''«Horroroso y enternecedor»'', dice el cronista: ''«Era esta la segunda noche que estaba en exhibición.»'' ..A un lado del cadáver estaba sentado un hombre que hacía música con guitarra . ''«La madre estaba al otro lado de la mesa .. Tenía la mirada fija y cruzadas las manos».'' En seguimiento de la música, varias parejas circulaban en la sala, estrechamente uncidas [[Danzas nativas argentinas|en su baile]]. Al pasar por frente del chiquilín muerto, le decían a la madre: ''"El angelito está en el cielo"''. Seguía la afligida con la mirada fija, pero respondía: ''"Sí, en el cielo"''. Una que otra vez se desenlazaban los bailarines, para con recato persignarse en su paso ante la mesa funeraria, y seguidamente continuaban con la zamacueca y las chanzas reideras, de muy buen humor.<ref>Alfredo Ebelot: ''La Pampa''; Eds. Pampa y Cielo, Buenos Aires, 1965.</ref>
Una de las crónicas que refieren el hecho, lo ubica en la llanura bonaerense, en las cercanías del [[Azul (Argentina)|Azul]], a fines del siglo XIX. Arribando los viajeros en sus cabalgaduras a un parador (esquina, pulpería, almacén de ramos generales), su dueño los invita para que pasen a la reunión que se celebraba en honor del angelito. ''«Se sentía en las casas un ruido de cantos y guitarras.»'' ..Al entrar en la sala principal, la encuentran intensamente alumbrada.. «Un pesado olor a sebo, a cigarro y a ginebra, cargaba la atmósfera» ..En el fondo, al centro de un nimbo de candiles, aparecía el cadáver del niño de cuatro años, muerto en el día anterior. Estaba sentado en una sillita, colocada ésta sobre una mesa y por encima de varios elementos arreglados a la manera de un pedestal. Fijos los ojos del muertito, caídos los brazos, con las piernas colgando.. ''«Horroroso y enternecedor»'', dice el cronista: ''«Era esta la segunda noche que estaba en exhibición.»'' ..A un lado del cadáver estaba sentado un hombre que hacía música con guitarra . ''«La madre estaba al otro lado de la mesa .. Tenía la mirada fija y cruzadas las manos».'' En seguimiento de la música, varias parejas circulaban en la sala, estrechamente uncidas [[Danzas nativas argentinas|en su baile]]. Al pasar por frente del chiquilín muerto, le decían a la madre: ''"El angelito está en el cielo"''. Seguía la afligida con la mirada fija, pero respondía: ''"Sí, en el cielo"''. Una que otra vez se desenlazaban los bailarines, para con recato persignarse en su paso ante la mesa funeraria, y seguidamente continuaban con la zamacueca y las chanzas reideras, de muy buen humor.<ref>Alfredo Ebelot: ''La Pampa''; Eds. Pampa y Cielo, Buenos Aires, 1965.</ref>

Revisión del 17:37 25 ago 2016

Funeral de un niño en Marchigüe, Chile de principio de siglo. Situación acostumbrada y tolerable dentro de altísimas tasas de mortalidad infantil.
  • hitler no hisonada malo Dentro de las costumbres folklóricas sudamericanas, el velorio del angelito está descripto en crónicas históricas, y también para la contemporaneidad (datos del siglo XX), como un hecho cultural que se vincula con la muerte de seres humanos en su niñez; hecho que sin embargo no es parte de un culto a los muertos, sino que las muertes infantiles son tomadas como la ocasión para el montaje, también en Chile, de una celebración popularesca.

Una de las crónicas que refieren el hecho, lo ubica en la llanura bonaerense, en las cercanías del Azul, a fines del siglo XIX. Arribando los viajeros en sus cabalgaduras a un parador (esquina, pulpería, almacén de ramos generales), su dueño los invita para que pasen a la reunión que se celebraba en honor del angelito. «Se sentía en las casas un ruido de cantos y guitarras.» ..Al entrar en la sala principal, la encuentran intensamente alumbrada.. «Un pesado olor a sebo, a cigarro y a ginebra, cargaba la atmósfera» ..En el fondo, al centro de un nimbo de candiles, aparecía el cadáver del niño de cuatro años, muerto en el día anterior. Estaba sentado en una sillita, colocada ésta sobre una mesa y por encima de varios elementos arreglados a la manera de un pedestal. Fijos los ojos del muertito, caídos los brazos, con las piernas colgando.. «Horroroso y enternecedor», dice el cronista: «Era esta la segunda noche que estaba en exhibición.» ..A un lado del cadáver estaba sentado un hombre que hacía música con guitarra . «La madre estaba al otro lado de la mesa .. Tenía la mirada fija y cruzadas las manos». En seguimiento de la música, varias parejas circulaban en la sala, estrechamente uncidas en su baile. Al pasar por frente del chiquilín muerto, le decían a la madre: "El angelito está en el cielo". Seguía la afligida con la mirada fija, pero respondía: "Sí, en el cielo". Una que otra vez se desenlazaban los bailarines, para con recato persignarse en su paso ante la mesa funeraria, y seguidamente continuaban con la zamacueca y las chanzas reideras, de muy buen humor.[1]

  • La muerte del angelito, al ser instrumentada por el ritual comunitario, le otorga al occiso una especial reviviscencia viajera. Es la creencia que el muertito irá en vuelo hacia la morada celestial, sin escalas y directamente. Como su alma humana está incontaminada, va a ser bien recibida en el cielo. Se restablece entonces la criatura muerta, como un alma intercesora, y portadora de mensajes rogativos; intercesiones y mensajes que serán plenamente considerados por la autoridad del más allá. Van a ser debidamente atendidas las personas que en el velorio le hagan esos encargues al angelito; el alto cielo los beneficiará. Quienes queden en tierra también pueden, a través del mensajero, transmitirle a sus difuntos ruegos, recordaciones, exhortaciones, muestras de continuidad vincular. Entre alcohol, música, y baile, el velorio se prolonga hasta que llega, con la luz diurna, el momento sepulcral. En ocasiones, la celebración ocupa varias noches y días.
Velorio de un angelito, MNBA, por Arturo Gordon.

Para pequeñas localidades aisladas, como era el caso para las provincias cordilleranas, el acontecimiento cobraba una importante significación reanimadora, para las relaciones y el mutuo conocimiento entre los lugareños desperdigados en la vastedad. Esto se ve en otro relato (con fecha 1921, en la Pvcia. de Catamarca); su cronista nos cuenta cómo llegaban al velorio grupos de hombres y mujeres al mismo tiempo. Los alborotos y alistamientos cosméticos y de vestuario en señoras y señores habían precedido el encuentro. Los padres de la criatura difunta tenían decidido el festejo, y gastarían en el velatorio lo que el angelito hubiera recibido de herencia en vida. El muertito yacía, en una pequeña caja construida con tablas de cardón, que descansaba sobre un catre de tientos, a la luz de cuatro veladoras que también iluminaban una estampa mariana, y esquinaban el catre. «A la altura de los hombros, tenía dos cartoncitos simulando alitas, y en la mano izquierda un vaso.» ..Cerca del cuerpito una jarra con agua, ..«por si al angelito le viniera sed.». Parte de la concurrencia depositaba flores rodeando al finadito. Otros prendían coloridas cintas, con los aguijones de un cáctus local, sobre la camisita del muerto; estos trozos de cinta eran "mensajes" que el angelito llevaría para otros difuntos. Con la llegada de los músicos y el inicio de las libaciones, comenzaron las coplas, a las que seguirían los bailes. La madre del angelito fue dejando sus sollozos, y cantó la primera copla, dándole retos al muertito por haberse difunteado "y sin tomar ni un vaso 'e vino". (Se bebía vino del tipo "Lagrimilla"). Una de las señoras falseteó su canto como en imitación de la voz del niño muerto: "Madrecita de mi vida, | Tronco e' chañar. | Ya se va tu hijo querido, | De tus entrañas nacido. | Madrecita de mi vida, | Basta de tanto llorar. | Si me mojas las alitas, | No voy a poder volar". ..Bailaron los concurrentes hasta el amanecer.. El pequeño ataúd fue llevado por el papá a caballo hasta el lugar del enterratorio.. No sin que los músicos dejasen de tocar.. Y quienes a caballo acompañaban al papá del angelito, en cuanto veían un terreno llano, se largaban al galope arriba y abajo, gritando a lo indio, retornando luego a la formación. En el momento de preparación para el entierro, habiendo desmontado, y lista ya la fosa, el padre del finadito le dio unos rebencazos al cajoncito, quejándose porque lo había encontrado pesado. Ya el sol dominaba la escena.[2]

El velatorio del angelito (1848) en Chile, por Ernest Charton.
  • Las creencias expresadas en el velorio del angelito, junto a las fuertes sensaciones que el aparataje del mismo provee en sus participantes, configuran un modelo de entendimiento, el cual para los deudos hace posible la superación del desgarramiento contrariante que la pérdida de la criatura les causa. «..Por hondo que sea el sentimiento, cuando muere una criatura no hay motivos para llorarla; es, por el contrario, un acontecimiento que debe traer regocijo, no sólo a los familiares, sino también a todos los allegados, pues es un angelito que ha ido al cielo a engrosar la legión de los que sirven a Tata Dios.». Como símbolo de la ascensión, y para facilitársela al muertito, una pequeña escalera se coloca junto a sus pies, que dé en ella los pasos previos a la utilización de sus alitas. "Si el finado es grande, | llorarlo está bueno. | Pero cuando es guagua, | hay que festejarlo; | Angelito ha'i ser".[3]

Fuentes

  1. Alfredo Ebelot: La Pampa; Eds. Pampa y Cielo, Buenos Aires, 1965.
  2. Rafael Cano: Aspas de la Paila; Ed. Capricornio, Bs. Aires, 1966.
  3. Lázaro Flury: Motivos Argentinos; Ed. Ciordia y Rodriguez, Bs. Aires, 1951

Véase también

Enlaces externos