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Revisión del 10:03 4 jun 2014
Las perras | ||
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de SUPER MARIO BROS | ||
Género | Masculino | |
Idioma | Español | |
País | Plantilla:PERRACA | |
Fecha de publicación | Ayer | |
Formato | Piedra | |
Mario MaxiVergas Llosa | ||
La casa verde (1966) | Las perras | Conversación en La Catedral (1969) |
Los cachorros es un novela breve del escritor peruano y Premio Nobel de literatura 2010 Mario Vargas Llosa, publicada por primera vez en 1967 por la editorial española Lumen en su serie Palabra e Imagen.
En este relato se muestra la intuición de su autor, el dominio de las técnicas, que consiguen una prosa fluida, impactante, que deja huella. La historia tiene además la grandeza de ser muy local y muy universal, a la vez simbólica y realista. Consiguiendo su máximo afán: la totalidad.
Tema
No es fácil determinar el tema principal de esta novela breve. Se suele relacionar directamente con "La ciudad y los perros", por el argumento (la adolescencia y la juventud, los problemas de adaptación, la sociedad fiera que castiga al que no sigue sus reglas o cumple sus requisitos...). La novela muestra la falta de adaptación propiciada por algo insalvable, la castración física. Esta castración puede simbolizar esa falta de machismo en el personaje (Pichula Cuéllar), rasgo que caracteriza esta sociedad retratada. Cuéllar, sin embargo, nunca rechaza este machismo, sino que intenta adaptarse a él, aun sabiendo que no puede.
Puede tomarse, pues, como una crítica a la presión que la sociedad ejerce sobre el individuo diferente. La pandilla de amigos (que representa la sociedad), le aceptan, le toleran, pero cuando se hacen mayores y su rebeldía cesa, se apartan de él. Los padres del chico son también parte de esta sociedad. No facilitan el camino a su propio hijo, no le incitan a la autorreflexión, ni reflexionan ellos, tan solo se compadecen, e intentan ocultar el problema. Hay, entonces, también, una crítica personal muy fuerte, lo que realmente causa la infelicidad de Cuéllar: su malestar, su conducta, es su falta de reflexión y conocimiento de sí mismo. Cuéllar no se acepta, mantiene en completo silencio su problema, intenta seguir los cánones del grupo, que nunca podrá seguir plenamente por su castración.
Sólo hay un momento que permite ver una especie de pensamiento más profundo y de rebeldía frente al grupo, es el enamoramiento de Teresita. Con la llegada de la chica, Cuéllar siente cosas nuevas. Incluso aparecen nuevos intereses que desconciertan a sus amigos que piensan que quiere admirarla, hablando de “cosas raras y difíciles” (1967:93) como la religión, la política, el espiritismo... Cuando el protagonista revela a sus amigos su amor por ella confiesa, casi inaudiblemente, que no quiere empezar una relación con la chica, porque no quiere luego dejarla. Pero no busca soluciones. Pronto, y ante la incomprensión del grupo rechaza sus primeros sentimientos, no encuentra una resolución que no sea el miedo, y vuelve a fracasar, lo que le provocará una caída cada vez más fuerte.
Estructura
"Los cachorros" tiene seis capítulos, en los que su protagonista, Pichulita Cuéllar va pasando por todas las fases de la vida: infancia, adolescencia, juventud y madurez (a la que nunca llega psicológicamente). El capítulo cuarto es, por así decirlo, el punto de inflexión. Hasta él, Cuéllar había experimentado el fracaso y el aislamiento por su problema, pero no había llegado a afectarle tan profundamente. De hecho, queda siempre cierta esperanza. Con la aparición de este enamoramiento, vemos que el personaje trata de superar su problema: promete que se declarará, busca una solución médica... Sin embargo, su inmovilidad le conduce de nuevo al fracaso. A partir de este momento vemos la decadencia del personaje, que vuelve a la adolescencia, a sus demostraciones de fuerza y valor, y a una degradación cada vez mayor.
LOS CACHORROS (Mario Vargas Llosa) Siguiendo las pautas de "La ciudad y los perros" y "La casa verde", Vargas Llosa continúa con un experimentalismo, que consigue efectos muy intensos. Lo más destacable en la lectura de esta obra es la velocidad narrativa, su viveza, la impresión de que el relato se desborda, cae fluidamente. Para conseguir esto, utiliza una serie de procedimientos muy amplia. Para empezar destaca la acumulación narrativa. Todo es posible dentro de una misma frase: diálogo, narración, descripción, sonidos, fantasías, pensamientos... Por ejemplo, esto se ve claro con uno de sus recursos estilísticos más utilizados, el estilo indirecto libre. Los diálogos son introducidos sin marcas previas, buscando la velocidad, el desconcierto, pues no se sabe quién habla exactamente.
La escena de la castración es magistralmente relatada, mediante el ladrido del perro amenazante que interrumpe la narración, creando sobresalto y angustia:
A veces ellos se duchaban también, guau, pero ese día, guau guau, cuando judas se apareció en la puerta de los camerinos, guau guau guau, sólo Lalo y Cuéllar se estaban bañando: guau, guau, guau, guau. (1967:59)
La cantidad de ladridos muestra la cercanía cada vez mayor del perro. Mediante estos recursos de creación de imágenes sonoras se ayuda a crear las visuales.
Otro de los procedimientos innovadores que utiliza, y el que resalta por encima de los demás es el cambio de persona verbal en una misma frase varias veces, la falta de concordancia sujeto-verbo, la supresión de verbos... Vemos ya en novelas anteriores el afán de totalidad del autor, el deseo de narrar desde todos los puntos de vista. En "Los cachorros" intensifica esta concepción del punto de vista total. Nunca sabemos quién es el narrador, puesto que hay un continuo juego: “Lo vieron pasar uno, dos, y al tercer tumbo lo vieron, lo adivinamos meter la cabeza, impulsarse con un brazo para pescar la corriente, poner el cuerpo duro y patalear.” (1967:106) “Entonces volvíamos a nuestras casas, y se duchaban y acicalábamos”.
El juego entre la primera persona narrativa y la narración omnisciente es constante. Esa primera persona narrativa representa la voz de uno de “los cachorros”, pero, intencionadamente, según parece, no se puede saber cuál, todos ellos forman una unidad. Puede parecer incluso que ese “nosotros” incluye al lector. Llama la atención que Cuéllar no es nunca el narrador, es el diferente, el que no es parte de ellos. La inclusión del lector como parte de la narración se consigue también por la lengua utilizada: jerga colegial, juvenil, local... Se crea intimidad con el uso de diminutivos, y la lengua infantil usada, por ejemplo, por Teresita. Vargas Llosa logra apresar ambientes, recobrarlos vivamente gracias al tratamiento formal.
Donde no hay experimentalismos es en el tiempo y el espacio, perfectamente delimitados. El tiempo es lineal y recorre todas las etapas de una vida.[1]
Referencias
- ↑ Vargas Llosa, Mario (1989). Los cachorros. Cátedra. ISBN 84-376-0355-2.