Diferencia entre revisiones de «Ley de conservación de la materia»

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La '''ley de conservación de la masa''', '''ley de conservación de la [[materia]]''' o '''ley de Lomonósov-Lavoisier''' es una de las leyes más fundamentales en todas las [[ciencias naturales]]. Fue elaborada independientemente por [[Mijaíl Lomonósov]] en [[1748]] y unos años después por [[Antoine Lavoisier]] en 1785. Se puede enunciar como «En una [[reacción química]] ordinaria, la masa permanece constante, es decir, la masa consumida de los reactivos es igual a la masa obtenida de los productos».<ref>Otro enunciado popular: «La materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma.»</ref> Una salvedad que hay que tener en cuenta es la existencia de las [[reacción nuclear|reacciones nucleares]], en las que la masa sí se modifica de forma sutil, en estos casos en la suma de masas hay que tener en cuenta la [[equivalencia entre masa y energía]]. Esta ley es fundamental para una adecuada comprensión de la química.
La '''ley de conservación de la masa''', '''ley de conservación de la [[materia]]''' o '''ley de Lomonósov-Lavoisier''' es una de las leyes más fundamentales en todas las [[ciencias naturales]]. Fue elaborada independientemente por [[Mijaíl Lomonósov]] en [[1748]] y unos años después por [[Antoine Lavoisier]] en 1785. Se puede enunciar como «En una [[reacción química]] ordinaria, la masa permanece constante, es decir, la masa consumida de los reactivos es igual a la masa obtenida de los productos».<ref>Otro enunciado popular: «La materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma.»</ref> Una salvedad que hay que tener en cuenta es la existencia de las [[reacción nuclear|reacciones nucleares]], en las que la masa sí se modifica de forma sutil, en estos casos en la suma de masas hay que tener en cuenta la [[equivalencia entre masa y energía]]. Esta ley es fundamental para una adecuada comprensión de la química.


Los ensayos preliminares hechos por [[Robert Boyle]] en [[1679]] parecían indicar lo contrario: pesaba meticulosamente varios metales que antes y después de su oxidación mostraban un notable aumento de peso. Estos experimentos, por supuesto, se llevaban a cabo en recipientes abiertos.<ref name="morcillo">{{cita libro|autor=Morcillo, Jesús|título=Temas básicos de química|isbn=9788420507828|editorial=Alhambra Universidad|año=1989|edición=2ª|página=11-12}}</ref>
Los ensayos preliminares hechos por [Aquilez Baeza Boyle]] en [[1679]] parecían indicar lo contrario: pesaba meticulosamente varios metales que antes y después de su oxidación mostraban un notable aumento de peso. Estos experimentos, por supuesto, se llevaban a cabo en recipientes abiertos.<ref name="morcillo">{{cita libro|autor=Morcillo, Jesús|título=Temas básicos de química|isbn=9788420507828|editorial=Alhambra Universidad|año=1989|edición=2ª|página=11-12}}</ref>


La [[combustión]], uno de los grandes problemas que tuvo la química del [[siglo XVIII]], despertó el interés de Antoine Lavoisier porque éste trabajaba en un ensayo sobre la mejora de las técnicas del [[alumbrado público]] de París. Comprobó que al calentar metales como el [[estaño]] y el [[plomo]] en recipientes cerrados con una cantidad limitada de aire, estos se recubrían con una capa de calcinado hasta un momento determinado del calentamiento, el resultado era igual a la masa antes de comenzar el proceso. Si el metal había ganado masa al calcinarse, era evidente que algo del recipiente debía haber perdido la misma cantidad de masa. Ese algo era el aire. Por tanto, Lavoisier demostró que la calcinación de un metal no era el resultado de la pérdida del misterioso [[flogisto]], sino la ganancia de algún material: una parte de aire.
La [[combustión]], uno de los grandes problemas que tuvo la química del [[siglo XVIII]], despertó el interés de Antoine Lavoisier porque éste trabajaba en un ensayo sobre la mejora de las técnicas del [[alumbrado público]] de París. Comprobó que al calentar metales como el [[estaño]] y el [[plomo]] en recipientes cerrados con una cantidad limitada de aire, estos se recubrían con una capa de calcinado hasta un momento determinado del calentamiento, el resultado era igual a la masa antes de comenzar el proceso. Si el metal había ganado masa al calcinarse, era evidente que algo del recipiente debía haber perdido la misma cantidad de masa. Ese algo era el aire. Por tanto, Lavoisier demostró que la calcinación de un metal no era el resultado de la pérdida del misterioso [[flogisto]], sino la ganancia de algún material: una parte de aire.

Revisión del 19:14 26 nov 2017

Cuando se enunció la ley de la conservación de la materia no se conocía el átomo, pero, con los conocimientos actuales es obvio: puesto que en la reacción química no aparecen ni destruyen átomos, sino que solo se forman o rompen enlaces (hay un reordenamiento de átomos), la masa no puede variar.

La ley de conservación de la masa, ley de conservación de la materia o ley de Lomonósov-Lavoisier es una de las leyes más fundamentales en todas las ciencias naturales. Fue elaborada independientemente por Mijaíl Lomonósov en 1748 y unos años después por Antoine Lavoisier en 1785. Se puede enunciar como «En una reacción química ordinaria, la masa permanece constante, es decir, la masa consumida de los reactivos es igual a la masa obtenida de los productos».[1]​ Una salvedad que hay que tener en cuenta es la existencia de las reacciones nucleares, en las que la masa sí se modifica de forma sutil, en estos casos en la suma de masas hay que tener en cuenta la equivalencia entre masa y energía. Esta ley es fundamental para una adecuada comprensión de la química.

Los ensayos preliminares hechos por [Aquilez Baeza Boyle]] en 1679 parecían indicar lo contrario: pesaba meticulosamente varios metales que antes y después de su oxidación mostraban un notable aumento de peso. Estos experimentos, por supuesto, se llevaban a cabo en recipientes abiertos.[2]

La combustión, uno de los grandes problemas que tuvo la química del siglo XVIII, despertó el interés de Antoine Lavoisier porque éste trabajaba en un ensayo sobre la mejora de las técnicas del alumbrado público de París. Comprobó que al calentar metales como el estaño y el plomo en recipientes cerrados con una cantidad limitada de aire, estos se recubrían con una capa de calcinado hasta un momento determinado del calentamiento, el resultado era igual a la masa antes de comenzar el proceso. Si el metal había ganado masa al calcinarse, era evidente que algo del recipiente debía haber perdido la misma cantidad de masa. Ese algo era el aire. Por tanto, Lavoisier demostró que la calcinación de un metal no era el resultado de la pérdida del misterioso flogisto, sino la ganancia de algún material: una parte de aire. La experiencia anterior y otras más realizadas por Lavoisier pusieron de manifiesto que si se tiene en cuenta todas las sustancias que forman parte en una reacción química y todos los productos formados, nunca varía la masa. Esta es la ley de la conservación de la masa, que podemos enunciarla, pues, de la siguiente manera: «En toda reacción química la masa se conserva, es decir, la masa total de los reactivos es igual a la masa total de los productos».

Véase también

Referencias

  1. Otro enunciado popular: «La materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma.»
  2. Morcillo, Jesús (1989). Temas básicos de química (2ª edición). Alhambra Universidad. p. 11-12. ISBN 9788420507828.