El águila no siempre fue un águila. El águila, antes de convertirse en águila, era Ukatangi, el parlanchín. Ukatangi hablaba y hablaba. Hablaba tanto que sólo se oía a sí mismo.
No oía el río, no oía el viento, ni siquiera oía al lobo.
El cuervo se acercó y le dijo "el lobo está hambriento, si dejas de hablar, le oirás, y al viento también, y cuando escuches el viento, entonces podrás volar".
Así que dejó de hablar y salió su naturaleza, el águila. El águila se alzó y su vuelo dijo todo lo que necesitaba decir.