Usuario:SCS academic/Ángel del hogar

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Emily, la esposa de Coventry Patmore, modelo del Ángel del hogar, retrato de John Everett Millais.

Ángel del hogar es el título de un poema del poeta y crítico inglés Coventry Kersey Dighton Patmore, más conocido como Coventry Patmore, el cual fue publicado en 1854 y expandido hasta el 1862 .[1]​ Fue un poeta consolidado de su tiempo, pero este poema concretamente, según autoras cómo Sarah Kühl y M. Ángeles Cantero Rosales, se considera que ha tenido más resonancia en tanto a sus efectos políticos y sociales que no a su calidad literaria.[2][3]​El poema era un relato de la relación de Patmore con su primera esposa, Emily Augusta Andrews (1824-1862), con la cual se casó el 1847 y a la cual consideraba el ideal de mujer victoriana.[4]​ En el poema, exalta varias calidades consideradas deseables en las mujeres de la época: doméstica, asexuada, sumisa, abnegada, llena de dulzura, pasiva en contraposición al hombre y solo definida en relación con él, de forma dependiente y siempre como esposa y madre.[5][6]

Sin embargo, este concepto ha trascendido social y políticamente cómo el condicionante social de las mujeres que también es presente en varios países y culturas, encontrando también su variante a España el concepto de “la perfecta casada”, también surgido de una obra literaria anterior incluso al ángel del hogar de Patmore, la obra homónima de Fray Luis de León publicada al 1538.[4][2][7][8]​ En esencia, estos conceptos presentan el rol de la mujer en la sociedad “en calidad de esposa, madre y ama de casa, era la encargada de la familia del hogar”.[6]​ En el siglo XIX los manuales de conducta se revalorizaron, haciendo que esta figura reemergís en España a través de la figura de Pilar Sinués de Marco al 1874, que publicó la obra "El ángel del hogar" con multitud de reediciones hacia el principio del siglo XX.[9]

El modelo del ángel del hogar, en definitiva, se trata de un ideal masculino que ha tenido resonancia a diferentes países europeos, imponiendo una imagen mitificada de la posición de la mujer en la sociedad desde el siglo XVII hasta la actualidad con evidentes reformas y adaptaciones a través del tiempo.[4][2]​ Todavía ser un concepto asociado en el siglo XIX, la figura del ángel en el hogar ha conseguido llegar hasta nuestros días y, a través de ciertas manifestaciones y de culturas también en este siglo XXI existe.

Coventry Patmore fue un poeta consolidado de su tiempo, pero este poema concretamente, según autoras #cómo Sarah Kühl y M. Ángeles Cantero Rosales, se considera que ha tenido más resonancia en tanto a sus efectos políticos y sociales que no a su calidad literaria.[2][3]

Historia[editar]

Portada de la obra "la perfecta casada" escrita por Fray Luis de León y publicada en 1584

Los paradigmas femeninos o modelos que marcan la feminidad, son, de forma general, ideas y presunciones establecidas desde fuera de las mujeres, que se inculcan y se naturalizan a través de la educación y socialización de estas, con un papel vital de la literatura de la Europa de los siglos XV-XVI.[7]​ Una de las primeras manifestaciones escritas españolas de este ideal femenino anterior a la obra de Patmore fue la obra "la perfecta casada", escrito por Fray Luis de León. De acuerdo con el espíritu de la Contrarreforma[8]​, Fray Luis de León defendía en el 1583 la reclusión de las mujeres, las cuales tenían que ofrecer a los hombres "puertos deseados y seguros en que, viniendo a sus casas, reposen y se rehagan de las tormentas de negocios pesadísimos que corren fuera de ellas".[10]

Se presenta un modelo sacralizado de la mujer, que exige el sacrificio o renuncia a ellas mismas para guiarlas en un estado de subordinación aparentemente natural.[7]​ El contexto general del siglo XVI marca cómo las mujeres eran más visualizadas como imperfectas con relación al hombre y por lo tanto menos valiosas e inferiores a este. Esta obra destaca que, aunque la mujer sea por naturaleza inferior al hombre, es posible llegar a la perfección del mismo modo que un hombre también puede llegar. Evidentemente, los humanistas de la época hacen una clara diferenciación entre la educación de los hombres (que tiene que potenciar sus virtudes y desarrollar el raciocinio) mientras que las indicaciones hacia la mujer son completamente las contrarias. Las principales virtudes o tareas marcadas para llegar a la excelencia por parte de las mujeres se basan, primeramente, en el matrimonio y la maternidad.[11]​ Tal como explicita el propio título, no se habla en ningún momento de la educación de la mujer como sujeto activo, sino con relación al hombre, al ser la esposa. Por lo tanto, se especifica que esta había ser honesta, fiel, doméstica, tenía que atender al marido en todo momento y en todo el necesario y no ser ociosa, sino ser trabajadora y cuidar de los hijos con diligencia.

Aunque entre esta obra y la obra de Pilar Sinués de Marco haya dos siglos de diferencia, el modelo sigue conectado en un proceso de renovación constante.[8]

Es a partir del poema de Coventry Patmore "el Ángel del hogar", que este modelo de conducta femenina quedó plasmado en el ámbito literario de este conjunto de virtudes o características que eran socialmente aceptadas y deseadas por las mujeres, primero al Reino Unido y después a varios países occidentales y diferentes culturas.

El poema plantea un proceso de deshumanización y dominación a través de la idealización de unos valores y tareas muy concretas. Se consideraba que las mujeres victorianas tenían que ser:[2][4][5][8][12]

  • Asexual, pura y casta, aunque su tarea fuera tener hijos
  • Virtuosa e ignorando del mundo peligroso de fuera del hogar, por lo tanto, también tenía que recluirse a la domesticidad de la esfera privada.
  • Superior en la autoridad sentimental y emocional del marido, pero en ningún momento igual a él en ninguno otro ámbito.
  • Sumisa y abnegada, siempre posando por ante la felicidad y los deseos del marido y de la familia por encima de su propia.
  • Alegre y dulce, la encargada del hogar y la cura de la familia de forma incondicional como esposa y madre.

Este concepto era apoyado por un rígido sistema patriarcal orientado a tener poder sobre las mujeres al mismo tiempo que constituía una manera de controlar la institución burguesa por excelencia del nuevo siglo XIX: la familia.[2][13]​ De este modo, el ángel del hogar puede ser considerada como "la figura que sostiene y mantiene a la familia", siendo, por lo tanto, un elemento clave de ambas estructuras: la patriarcal y la capitalista.[4]​ No solo proporciona roles muy definidos y sancionados religiosamente por el marido y por la mujer, sino que en combinación con las pocas alternativas por las mujeres el matrimonio dicotomizando los géneros y crea todo un imaginario colectivo alimentado por diferente literatura popular de la época que presenta la imagen "natural" de la dominación masculina hacia la sumisión femenina. Adicionalmente, la construcción de este ideario, en origen victoriano, se trata también de un proceso fundamental de diferenciación respecto a la burguesía y, por lo tanto, un elemento importante a su construcción en oposición a la aristocracia y a la burgesía.[8]

Por lo tanto, aunque había cierta consonancia entre los discursos burgueses de final del siglo XIX, principios del siglo XX respecto a este ideal femenino, Catherine Jagoe destaca la idea que la aceptación de este discurso en muchos países occidentales sucedió al entrar a la modernidad.[12]​ A escala legal, Cristina Enríquez de Salamanca concluye que, dentro del análisis de los discursos legales y jurídicos de la época, existe una falta de acuerdo entre los diversos ideales de género y el ángel del hogar contribuyó al hecho que perdurara una fuerte influencia misogina anterior al mundo liberal.

Críticas[editar]

Virginia Woolf, en la Women's Service League de 1931 hace referencia a este concepto. Ella comenta que ha vivido dos crisis sobre su vida profesional: por un lado, batallar contra el espectro de la respetabilidad Victoriana (que denomina "el Ángel del hogar" como burla del poema de Patmore) y la lucha para "decir la verdad sobre mi propia experiencia como cuerpo".[14]​ Afirma que la primera batalla la ha ganado, pero no la segunda, siendo estas dos luches partes integrales de su liberación como escritora.[15]​ Así pues, define al ángel del hogar de la siguiente manera:

Era intensament simpàtica. Era immensament encantadora. Era totalment desinteressada... Se sacrificava diàriament...; en resum, estava tan absorbida que mai tenia una ment o un desig propi, sinó que preferia simpatitzar sempre amb les ments i els desitjos dels altres. Per sobre de tot... era pura. Se suposava que la seva puresa era la seva principal bellesa... els seus rubors, la seva gran gràcia. En aquells dies -els últims de la Reina Victòria- cada casa tenia el seu Àngel.

Woolf, en su ensayo titulado "Profesiones de la mujer" visualiza esta figura cómo una mujer joven y grácil, que flota al suyo cercando y le murmura sus consignas de mujer ideal. Afirma con rotundidad que esta figura nunca ha sido una mujer real, sino un ideal masculino. Cuando murió su padre, ella afirma que su imaginación fue liberada y que había conseguido "matar el ángel del hogar".[5]

Josune Muñoz, investigadora y crítica literaria, hace mención otras tantas autoras que a través de su irrupción en diferentes ámbitos cómo el literario o el científico, mujer valor a estas más allá de la enorme sombra que proyecta Virginia Woolf. #Muñoz afirma que “todas ellas buscaban una habitación propia, una narración personal y social para agrietar el ángel del hogar” y posa como ejemplo a Vita Sackville-West y Agatha Christie como ejemplos disruptius del modelo de la domesticitat.[16]

El Ángel del hogar en España[editar]

En España, la idea de la domesticidad femenina era un conjunto poco definido de ideas tradicionales, religiosas y valores burgueses.[8]​ A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, la influencia liberal, y más concretamente el papel de la ciencia, influyeron en la transformación de los valores asociados a la idea del ángel del hogar.

Una diferencia sustancial respecto a otros países con la cultura liberal, es que en España esta corriente no fue capaz de superar las antiguas concepciones de las mujeres. Así pues, otros países transitaron de la misoginia tradicional basada al hacer que las mujeres eran inferiores a los hombres y moralmente despreciables a una que dignificaba a partir de la maternidad y de una supuesta espiritualidad superior a la de los hombres, caso que no pasó en España.[4][8]​ Sin embargo, dos sectores liberales mostraron interés para constituir un #modelo de feminidad alternativo y diferente del heredado del Antiguo Régimen: los krausistas y los positivistas. La introducción de la doctrina positivista en 1875 implicó consecuencias negativas a la visión social de las mujeres, tratando de justificar una supuesta inferioridad biológica de estas hacia los hombres mientras que los krausistas se dedicaron a demostrar esta supuesta inferioridad femenina.

Este ideal de la domesticidad transita hacia una clase mediana burguesa hacia el siglo XIX, adaptándose a este nuevo #modelo burgués de madre y esposa ilustrada. Es por este motivo que las mujeres proletarias y labradoras, alejadas de la clase mediana y alta, no cumplían ya de base esta idea de domesticidad, en necesidad de trabajar debido a sus escasos ingresos. Es, por lo tanto, que estos #modelo de conducta podían comportar una distinción no solo de género, sino también de clase. No entraban en el #modelo de mujer ideal ideado por la gran mayoría de pensadores de los siglos XVIII y XIX. Así mismo, también encontramos una vertiente interseccional, en cuanto que las mujeres pertenecientes en otros colectivos como por ejemplo racializadas y con necesidades especiales tampoco eran tenidas en cuenta dentro de este ideal.[2]

La década de 1840 resultó en el impulso de la escritura femenina española, resultado de las fisuras que las a salto de mata románticas y liberalistes provocaron al "discurso machista de la incapacidad intelectual femenina" promovido por los positivistas.[9][8]​ Pasaron de ser entesas como inferiores a ser consideradas, simplemente, diferentes. Esto las acercó hacia una idea de independencia en tanto a sujetos activos y no tanto pasivos de la acción, en este caso, de la literatura. Todavía así, al colisionar con la presión masculina que suponía que el mero hecho de escribir era antinatural por las mujeres, contribuyó que se formara "un grupo de escritoras isabelinas a representarse #cómo el máximo estándar de mujer virtuosa para ganarse un espacio literario propio".

El Ángel del hogar de Pilar Sinués de Marco[editar]

María del Pilar Sinués de Marco, litografía de José Foso y Galeazo. Ilustración de su obra La ley de Dios. Colección de leyendas. Madrid, 1858. Biblioteca Nacional de España.

También en el mismo siglo XIX, se crea la obra "Lo Ángel del Hogar" (publicada entre 1864 y 1869) la cual funcionaba como "manual de urbanidad" para mujeres de la burguesía, mostrando con claridad los cargos y expectativas propias de las mujeres de la época a #España.[9]​ El uso exacto del concepto victoriano es una señal, no solo de la influencia entre culturas que estos ideales comportan, sino en el resurgimiento de las ideas ya presentadas por Fray Luis de León en su obra "la perfecta casada".

La obra consiguió gran éxito, reeditándose durando al menos cuarenta años, con la última edición en 1881.[9]​ Su directora, Pilar Sinués de Marco, junto con Angelina Grassi y Faustina Sáez de Melgar, se dirigían hacia un público femenino ilustrado y liberal de la burguesía, con un contenido basado reseña de moda, secciones pedagógicas o moralizadoras y crítica literaria con una clara inclinación cristiana católica. Uno de sus principales aspectos es la importancia que da la revista al ser un referente en la formación de las mujeres y concretamente en su educación moral.[17]

Sinués de Marco, editada a lo largo del siglo XIX, promovía la imagen de la mujer según doctrinas católicas y patriarcales regnants en la época, un modelo de conducta que también se podía encontrar al resto de Europa. Es también de destacar que no solo se definía y desitjaba cierto modelo de mujer, sinò que también encontramos ejemplos de la demonització de la desviación de este modelo cómo la presentación que hace Pérez Galdós en la obra "Fortunata y Jacinta".[18][19]​ La literatura decimonónica nos sirve para descubrir las imágenes que los hombres establecen respeto los roles de las mujeres, siendo el objeto de debate también del concepto de ángel del hogar que proviene precisamente de un recurso literario: la poesía.

Todavía y que su obra haya comportado una guía moral por la educación de las "mujeres virtuosas", según Molina Puertos también defendía un pensamiento liberal según el cual defendía una educación por la mujer, aunque esta fuera diferenciada y adecuada a unos estándares muy concretos. La alternativa conservadora era la idea de la inferioridad de la mujer por razón de su sexo, de forma que aunque podríamos leer la defensa de Pilar Sinués de Marco como una limitación clara de los roles de género y de las expectativas de las mujeres de la época, también es posible considerar que defendía una educación liberal para ellas, superiores a los hombres en aspectos relacionados con la espiritualidad aunque fuera en tanto a "educadora y esposa competente".[9]

El ideal de la domesticitat al franquismo[editar]

Reparto de comida por mujeres de la Sección Femenina

El franquismo comportó un retroceso en numerosos derechos sociales y políticos que fue especialmente acusado por el caso de las mujeres, habiendo conseguido el voto en el 1931 durante la Segunda República Española y ahora se veían abocadas al regreso de este ideal, a la limitación de las profesiones a las cuales se podían dedicar, a la indumentaria aceptada... En resumen, al regreso a la esfera privada después de una guerra civil en que han participado activamente y contribuido tanto #cómo el resto de mujeres europeas a la Segunda Guerra Mundial[20]​.

La creación de "la Sección Femenina" en España por el dictador Francisco Franco revivió la imagen angelical de este #modelo, de manera coetánea a medidas parecidas a la alemana nazi.[20]​ Esta contribuyó a difundir los modelo válidos de feminidad aceptados por la dictadura de Franco de 1938 a 1945.[21]​ En un análisis del se dos principales revistas falangistas dirigidas a mujeres por Angela Cenarra Lagunas, podemos encontrar que, por un lado, devolvieron a conceptos #cómo la abnegación y el servicio, no solo al marido si no también a la patria y la particular labor de ser "callada y silenciosa (...) para romper con el excesivo y arriesgado desplazamiento hacia el que es masculino que desestabilizaba la tradicional separación de ámbitos de actuación por hombres y mujeres". Por otro lado, recurrieron a la noción de complementariedad entre hombre si mujeres y, las que eran ejemplares en varios ámbitos #cómo el literario, el político o el artístico, eran reconocidas en tanto como excepciones dentro de un marco que ya era misógino. Por lo tanto, todavía haber devuelto a ideas establecidas de las mujeres del siglo pasado, "es innegable que el franquismo, igual que otros regímenes fascistas, había previsto un «mundo pequeño» para las mujeres, frente al «mundo grande» de los hombres".

El poema[editar]

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  "There does, beyond desert, befall

(May my great fortune make me great!)

  The first of themes sung last of all.

In green and undiscover'd ground,

  Yet near where many others sing,

I have the very well-head found

  Whence gushes the Pierian Spring."

Then she: "What is it, Dear? The Life

  Of Arthur, or Jerusalem's Fall?"

"Neither: your gentle self, my wife,

  And love, that grows from one to all."
Allà, més enllà del desert, succeeix

(Que la meva fortuna em faci gran!)

El primer dels temes cantats a l’últim de tots

En terra verda i sense descobrir,

Però a prop d’on molts altres canten,

He trobat el mateix cap de pou

D’on brota el manantial de Pierian.

Aleshores ella: “Què és, estimat? La vida d’Arturo o la caiguda de Jerusalem?”

“Cap de les dues coses: la teva gentil persona, la meva esposa,

I l’amor, que creix d’un cap a tots”

— Part I, Book I, Prologue: 3.10–4.4

El Parangón[editar]

But when I look on her and hope

  To tell with joy what I admire,

My thoughts lie cramp'd in narrow scope,

  Or in the feeble birth expire;

No skill'd complexity of speech,

  No simple phrase of tenderest fall,

No liken’d excellence can reach

  Her, the most excellent of all,

The best half of creation’s best,

  Its heart to feel, its eye to see,

The crown and complex of the rest,

  Its aim and its epitome.

Nay, might I utter my conceit,

  'Twere after all a vulgar song,

For she's so simply, subtly sweet,

  My deepest rapture does her wrong.

Yet is it now my chosen task

  To sing her worth as Maid and Wife;

Nor happier post than this I ask,

  To live her laureate all my life.
Però quan la miro i espero

De dir amb alegria el que admiro

Els meus pensaments s’acullen en un àmbit estret, O en el dèbil naixement expiren;

No hi ha una complexitat hàbil en el discurs,

Cap frase simple de la més tendre caiguda,

No hi ha excel·lència comparable que pugui aconseguir Ella, la més excel·lent de totes,

La millor meitat de la millor creació,

El seu cor per sentir, els seus ulls per veure,

La corona i la complexitat de la resta,

El seu objectiu i el seu epítom

No, podria pronuncia la meva presumpció,

‘Seria després de tota una cançó vulgar,

Perquè ella es tan simple, subtilment dolça,

La meva més profunda exaltació li fa mal.

No obstant, és ara la meva tasca escollida,

Cantar el seu valor com a donzella i esposa;

No demano una posició més feliç que aquesta,

Per viure la seva llorejada tota la meva vida.

— Part I, Book I, Canto II: I.25–I.44

La tragedia de la esposa[editar]

Man must be pleased; but him to please

  Is woman's pleasure; down the gulf

Of his condoled necessities

  She casts her best, she flings herself.

How often flings for nought! and yokes

  Her heart to an icicle or whim,

Whose each impatient word provokes

  Another, not from her, but him;

While she, too gentle even to force

  His penitence by kind replies,

Waits by, expecting his remorse,

  With pardon in her pitying eyes;
L’home ha de ser complagut; però complaure-ho a ell

És el plaer de la dona; per l’abisme

De les seves necessitats empàtiques,

Ella dóna lo millor de sí mateixa, es llença

Quantes vegades es llença per res! I s’aferra a un caramell o a un capritx, El seu cor a un caramell o a un capritx,

Primera paraula del qual impacient provoca

Una altra, no d’ella, sinó d’ell;

Mentrestant que ella, massa gentil inclú per forçar

La seva penitència amb respostes amables,

Espera el seu remordiment

Amb perdó en els seus ulls compasius;

— Part I, Book I, Canto IX: I.1–I.12

Jane a su madre[editar]

Mother, it's such a weary strain

The way he has of treating me

As if 'twas something fine to be

A woman; and appearing not

To notice any faults I've got!
Mare, és una tensió tan esgotadora

La manera que ell té de tractar-me

Com si fos una cosa bona ser

Una dona; i aparentant no

Notar qualsevol defecte que tingui!

— Part II, Book I: XIV.22–XIV.26

Referencias[editar]

  1. Herbermann, Charles George (1907). The Catholic encyclopedia; an international work of reference on the constitution, doctrine, discipline, and history of the Catholic Church. New York, The Encyclopedia Press. 
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  4. a b c d e f Hoffman, Joan M. (2007). «"She Loves with Love That Cannot Tire": The Image of the Angel in the House across Cultures and across Time». Pacific Coast Philology 42 (2): 264–271. ISSN 0078-7469. 
  5. a b c Ruddick, Sara (1 de enero de 1977). «Learning to live with the Angel in the house». Women's Studies 4 (2-3): 181–200. ISSN 0049-7878. doi:10.1080/00497878.1977.9978416. 
  6. a b Nash, Mary (2012). Mujeres en el mundo: historia, retos y movimientos. ISBN 978-84-206-0916-4. 
  7. a b c Graciela, Rios Mabel (2013). «Mujeres: Educación y subordinación, en la obra de Fray Luis de León "La Perfecta Casada"». XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza: 1-18. 
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  9. a b c d e Molina Puertos, Isabel (2009). «La doble cara del discurso doméstico en la España Liberal: El «Ángel del hogar» de Pilar Sinués». Pasado y Memoria. Revista de Historia Contemporánea: 181-197. 
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  11. Cortázar, Blanca Castilla (1994). «Arquetipo de la feminidad en "La perfecta casada", de fray Luis de León». Revista agustiniana 35 (106): 135–170. ISSN 0211-612X. 
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  21. Lagunas, Angela Cenarro (2017). «La Falange es un modo de ser (mujer): discursos e identidades de género en las publicaciones de la Sección Femenina (1938-1945)». Historia y política: Ideas, procesos y movimientos sociales (37): 91–120. ISSN 1575-0361. 

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