Usuario:Rafstr/Dialéctica negativa

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Primera edición de la Dialéctica negativa, debajo de un metrónomo en el monumento en Fráncfort a Adorno

Dialéctica negativa es el título de un libro de 1966 del filósofo alemán Theodor W. Adorno. Se trata de un eslabón importante de su obra, con el que entronca con el proyecto de una dialéctica de la ilustración, desarrollado junto con Max Horkheimer en la década de 1930.

Según Günter Figal, en ningún otro lugar Adorno “se adentra de manera tan exhaustiva en discusiones sistemáticas y en el examen de posiciones filosóficas básicas”, sin que el libro represente un borrador sistemático en el sentido clásico, sino más bien una metodología. [1]

Antecedentes[editar]

Dialéctica de la Ilustración[editar]

En 1944 Adorno publicó junto con Max Horkheimer la Dialéctica de la Ilustración, considerada una de las obras fundamentales y más discutidas de la teoría crítica de la Escuela de Fráncfort .

Ante el triunfo del fascismo y del capitalismo monopolista como nuevas formas de dominio frente a las cuales la sociedad no ofrecía una resistencia efectiva, los autores sometieron al concepto ilustrado de razón a una crítica radical. Formularon la tesis de que ya al inicio de la historia humana, con la autoafirmación del sujeto frente a una naturaleza amenazante, había prevalecido una razón instrumental, que se solidificó como dominación sobre la naturaleza externa e interna y finalmente en la dominación institucionalizada de las personas sobre otras personas. A partir de este “carácter dominante” de la razón, Horkheimer y Adorno observan un resurgimiento de la mitología, el “retorno de la civilización ilustrada a la barbarie en la realidad”, [2]​ que se manifiesta de diferentes formas en la sociedad contemporánea. Este "entrelazamiento del mito y la ilustración" (Habermas) [3]​ no puso en marcha un proceso de liberación, sino más bien un proceso universal de autodestrucción de la ilustración. Horkheimer y Adorno reaccionaron ante la "disposición enigmática de las masas tecnológicamente educadas" de entregarse al despotismo de las ideologías y formas de gobierno totalitarias, y evaluaron este comportamiento como un "derrumbe de la civilización burguesa" y un hundimiento en un "nuevo tipo de barbarie". . [4]​ A pesar de todo su radicalismo, no hacen de la “liquidación de la ilustración su propio negocio”. [5]​ La crítica dirigida a la Ilustración no rechaza en modo alguno su idea, sino que quiere "elaborar una concepción positiva de ella que la libere de su enredo en la dominación ciega". [6][7]​Un motivo central de los autores era detener este proceso a través de la “autorreflexión” y la autocrítica de la Ilustración.

Dialéctica hegeliana[editar]

Para Georg Wilhelm Friedrich Hegel, la dialéctica es un proceso de comprensión de que las cosas contienen su propia negación y, a través de esta comprensión, las partes se superponen en algo más grande. La dialéctica de Adorno rechaza este elemento positivo en el que el resultado es algo más grande que las partes que lo preceden y defiende una dialéctica que produce algo esencialmente negativo. Adorno escribe que "La dialéctica negativa es una frase que se burla de la tradición. Ya en Platón, la dialéctica pretendía lograr algo positivo por medio de la negación; la figura mental de la 'negación de la negación' se convirtió más tarde en el término sucinto. Este libro busca liberar a la dialéctica de tales rasgos afirmativos sin reducir su determinación.” [8]

Contenido[editar]

El propósito de Adorno es superar los límites lógicos formales de las definiciones previas de la dialéctica poniendo de manifiesto que el nuevo conocimiento surge menos de una unificación hegeliana de categorías opuestas definidas siguiendo la lógica aristotélica, que de la revelación de los límites del conocimiento. [9]​ Tal revelación de los límites del conocimiento alcanza a su objeto experimentado, cuya totalidad escapa siempre a las categorías simplificadoras del pensamiento puramente teórico. [10]​ El propósito es superar la dialéctica de Hegel a través de una crítica del fundamento y restaurar la primacía del pensamiento ligado al contenido. Adorno plantea la posibilidad de que la filosofía y su vínculo esencial con la realidad puedan ser de naturaleza esencialmente epistemológica. [11]​ Su reflexión da un paso más al aplicar el concepto de dialéctica no sólo a los objetos exteriores del conocimiento, sino al propio proceso de pensamiento. [12]

Para resumir, "... esta dialéctica negativa en la que se evitan todos los temas estéticos podría llamarse un "antisistema". Intenta, por medio de la consistencia lógica, sustituir el principio de unidad, y la supremacía del concepto superordinado, por la idea de lo que estaría fuera del alcance de tal unidad. Usar la fuerza del sujeto para romper la falacia de la subjetividad constitutiva: esto es lo que el autor sintió que era su tarea [. . . ]. Trascender estrictamente la separación oficial de la filosofía pura y el ámbito sustantivo o formalmente científico fue uno de sus motivos determinantes.” [13]

Su antisistema se construye gracias a una lógica consecuencial que no busca fundamento sino sólo una justificación. En respuesta a la afirmación de Ludwig Wittgenstein según la cual “uno debe callar sobre aquello de lo que no se puede hablar”, Adorno argumenta que la tarea y desafío de la filosofía, es precisamente la investigación en torno a aquello sobre lo que no se puede hablar, de esta forma pretende mostrar la carácter antifilosófico de la famosa frase wittgensteiniana contenida en el Tractatus logico-philosophicus.

Adorno describe el objetivo de la Dialéctica negativa como: “Se trata de redactar una filosofía que no presuponga el concepto de identidad del ser y el pensar y no termine en él, sino que haga exactamente lo contrario, es decir, la divergencia de concepto y pensamiento”. cosa, de sujeto y objeto y su irreconciliabilidad. [14]

La "separación de concepto y cosa" debe entenderse que la identificación (equiparación, literalmente: igualación) de una cosa con un concepto se basa en el hecho de que las similitudes de cosas diferentes se entienden como su esencia, y la identificación con ella algo de la identidad se corta Cuando las personas se abstraen en conceptos, ejercen una compulsión sobre las cosas que resulta de esta no identidad de cosa y concepto. Con la Dialéctica negativa, Adorno describe una crítica filosófica a este tipo de pensamiento identificativo. Entiende el método, que pregunta por la diferencia entre concepto y cosa, como un método sociocrítico, ya que en su opinión los conceptos se basan en estándares sociales y por lo tanto forman parte de un contexto de delirio total (compárese con el artículo Teoría crítica).

Adorno critica la dialéctica hegeliana de que la afirmación no puede obtenerse de la negación de la negación: dado que la designación de lo no idéntico es a su vez un concepto, lo no idéntico mismo no puede ser captado por completo; la contradicción resultante de la no-identidad no puede por lo tanto ser resuelta sintéticamente a un nivel superior, sino que encarna -según Adorno- opuestos absolutos e irreconciliables que serían evocados por el pensamiento conceptual. La incompletud (la no identidad) del concepto de lo “no idéntico” exige la autorreflexión crítica del pensador dialéctico. Pero: “La autorreflexión de la Ilustración no es su revocación. [15]​ Adorno advierte en particular contra la negatividad absoluta, ya que ésta, como afirmación de la negación, es ella misma positiva y por lo tanto revoca la negación.

La necesidad ontológica y Heidegger[editar]

Para Adorno la ontología de Heidegger no se puede fijar en contenidos determinados y su elusividad se transforma en inexpugnable. La actitud espiritual permanente de Heidegger, del "retorno a", simplemente coloca la pregunta por encima de la respuesta y para Adorno un pensamiento que no se afirma como origen no debe ocultar que no produce, sino que sólo reproduce lo que ya posee como experiencia.

Para Adorno, por tanto, Heidegger absorbe la filosofía kantiana atribuyéndole un contenido ontológico: el hombre, el tiempo y el ser se convierten en fenómenos primarios de la experiencia humana. La dialéctica negativa exige que la objetividad esté siempre subjetivamente mediada, pero Heidegger, para escapar de la jaula de su subjetividad, sacrifica la relación con el concepto discursivo, momento esencial del pensamiento.

Para curar el concepto de ser de la herida de su conceptualidad, la escisión entre pensamiento y pensamiento, Heidegger define el ser sólo a través de sí mismo, cayendo así en la simple repetición del nombre. Evitar la contingencia de lo material no renunciando a la concreción prometida por la palabra existencia. Al sustituir la palabra pensamiento (Gedanken) por la de filosofía, la transforma en un mero gesto ritual, dice Adorno: su verdad es su silencio.

El sujeto, que funda el conocimiento en el idealismo, queda ahora eliminado como un ornamento irritante. Frente al momento limitante y confuso de la subjetividad, la ontología presenta como un positivo la nulidad absoluta de su palabra suprema. El ser se comprime hasta un punto y se transforma en una categoría elevada a la fórmula suprema.

Lo que se necesita en cambio es una recepción crítica del ser. La conciencia no de la identidad de la cosa con su concepto sino de la fractura entre ambos. Lo que pasó como inmediato resulta ser cosificado. La mediación y la inmediatez son sólo momentos y por tanto no constituyen una totalidad. Pero, por otro lado, ningún proyecto ontológico puede evitar absolutizar momentos aislados del resto. Adorno, por tanto, aboga por la necesidad de una crítica de la razón por medio de la razón y no por su destierro o eliminación. Con la prohibición de pensar, por lo tanto, el pensamiento sanciona lo que meramente es.

La palabra ser adquiere su significado y su apariencia de absoluto gracias a la forma de su expresión y esto es posible gracias al efecto de aureola de la palabra ser. La doctrina del ser se reformula como una doctrina del pensamiento que priva al ser de todo lo que sería distinto del puro pensamiento.

Adorno sostiene que la cogencia transsubjetiva se encomienda a un acto de plantear la subjetividad, pero la conciencia que la niega queda descalificada como “olvido del ser”. La reducción del objeto a mero material succiona su propia dinámica; como descalificado está bloqueado, privado de aquello sobre lo que sólo se podría predicar el movimiento. En Heidegger la vida se polariza en totalmente abstracta y totalmente concreta mientras que para Adorno esto sería sólo en la tensión entre las dos.

Quizás la necesidad ontológica sólo expresa la necesidad de no ser sepultado por una dinámica histórica frente a la cual Heidegger se siente completamente impotente. El sujeto en Heidegger espera un orden vinculante del exterior, heterónomo que fija su fracaso: Incapaz de experimentar algo que no está ya incluido en el repertorio de la igualdad constante, cambia la inmutabilidad en la idea de un eterno, el de lo trascendental.

Por eso necesitamos una crítica inmanente, necesitamos volver su propia fuerza contra la ontología. El pensamiento sin concepto no es, y la filosofía del ser fracasa precisamente cuando ese ser, que tendríamos como verdadera tarea del pensar, se cierra a toda determinación del pensamiento. El otro lado de la represión en curso es la maldición del sujeto pensante, el objetivismo de Heidegger.

La cópula no puede ser autónoma y por su mismo sentido se realiza sólo en la relación entre sujeto y objeto. Por tanto, todo intento de pensar el es conduce por un lado al existente y por otro al concepto y sólo porque ciega el conocimiento de los momentos aparece más allá de los momentos. Todo intento de pensar el ser conduce a mediaciones de las que, según Heidegger, el ser debería ser sustraído, pero contra su voluntad el ser se afirma en el ser. Heidegger, al revocar la conciencia, trata de lo inexpresable de manera inmediata, es más, lo convierte en absoluto inmediato, bloqueándolo. Esta es, para Adorno, la miseria de un pensamiento que intenta situarse más allá del tiempo gracias al absurdo de un objeto absolutamente abstracto.

Heidegger se detiene, pues, tras el primer paso de la dialéctica de la filosofía del lenguaje . Quiere restablecer el poder del nombre, pero para Adorno, siguiendo la estela de Karl Kraus, el lenguaje evoluciona constantemente en la tensión entre expresión y cosa. El problema del ser se transforma así en una prohibición de ir más allá de sí mismo, más allá de esa tautología en la que el ser, al manifestarse, no dice otra cosa que ser. En la medida en que trasciende la conciencia, el ser de Heidegger no puede ser ni un existente ni un concepto, pero para Adorno un fenómeno se supera a sí mismo sólo gracias a sus determinaciones. Lo que permanece indeterminado solo puede repetirse una y otra vez.

Después de haber expulsado al ser de la horca, éste reaparece en el discurso sobre la diferencia ontológica . El ser no puede ser determinado, porque eso lo envolvería en la dialéctica sujeto-objeto, y por tanto la única respuesta posible es la de la ontologización de la óntica. El ser se convierte en esencia y el ser equivale al modo de ser del ser. Todo ser es reconducido a su concepto óntico haciendo desaparecer lo que lo hace ser respecto del concepto.

En Hegel, la primacía del sujeto se basa en el hecho de que lo no idéntico solo puede determinarse como un concepto (reducido a identidad) y, por lo tanto, se deja de lado dialécticamente como ontológicamente óntico. No hay identidad sin lo no idéntico y Hegel no se detiene en esto. La categoría de existencia en Heidegger juega la misma ficción.

La existencia es autoritaria en la medida en que la verdad se da sólo en la constelación sujeto-objeto y no puede reducirse al sujeto ni al ser. Lo que es verdadero en el sujeto, argumenta Adorno, se despliega en la relación con lo que él mismo no es, y no en la arrogante afirmación de que es así o de que está ahí . En este panorama de guerra permanente, se consagra la existencia sin que el consagrante deje en el campo una mera afirmación: afirmación de poder.

Conceptos y categorías[editar]

Se ha visto cómo el pensamiento no puede desprenderse del contenido material y cómo el concepto no puede separarse del yo existente. Kant no se percató de la dialéctica sujeto-objeto mientras que Hegel, para asegurar la primacía del sujeto, inicia la lógica con el ser y no con algo. Por otro lado, la crítica de la ontología no apunta a una nueva ontología, ni siquiera a la no ontológica, sino que destaca la primacía del concepto.

Dado que todo concepto cede frente al ser determinado, la filosofía ya no puede aspirar a la totalidad; mientras que en Kant el dominio del concepto quería permanecer constante frente a sus contenidos y por eso se ponían anteojeras para no verlos, en Adorno es indispensable tratar con los contenidos materiales, con lo no conceptual, ya que esto modifica el concepto. Por lo tanto, no es necesario ir más allá del tiempo y el espacio, y uno debe permanecer en el tiempo y el espacio.

Sujeto y objeto no se oponen rígidamente, sino que se interpenetran: el hechizo ejercido por el sujeto (identidad) se convierte en hechizo sobre el sujeto (exclusión de lo no idéntico). La filosofía de Kant es verdadera porque destruye la ilusión del conocimiento inmediato de lo absoluto, pero no verdadera porque la describe como un modelo que corresponde a una conciencia inmediata (separación entre en sí y para sí).

La demostración de esta no-verdad es la verdad del idealismo poskantiano, que a su vez no es verdad porque equipara la verdad subjetivamente mediada con el sujeto en sí mismo. Pero, argumenta Adorno, el pensamiento es capaz de pensar contra sí mismo, contra su normatividad sin renunciar a sí mismo. Nada sale de la conexión dialéctica de la inmanencia sino esto mismo. Esta dialéctica es negativa y su idea expresa la diferencia de Hegel, o de la comprensión de lo no idéntico en una identidad absoluta.

Algunos defienden la necesidad de liquidar la teoría pero para Adorno es necesario pensar en las insuficiencias teóricas que han generado la mala práctica; y en este sentido vemos cómo la praxis es un concepto eminentemente teórico. La dialéctica negativa es, pues, la confrontación pensante entre concepto y cosa; pensar en contradicciones en virtud de la contradicción experimentada en la cosa y contra ella.

Esto es irreconciliable con Hegel ya que la idea de conciliación prohibe su posición positiva en el concepto. La dialéctica negativa es falsa al partir del principio de identidad pero debe corregirse en su desarrollo crítico. La identidad es por tanto la forma original de la ideología, coincide con la doctrina de la adaptación y por tanto se necesita una crítica de la misma que será una crítica de la conciencia constituyente.

Es necesario, pues, penetrar en el principio de identidad, sin descuidar la identidad ya que toda determinación es identificación, pero el fin no es lo idéntico sino lo no idéntico. La fuerza que hace estallar la identidad es la de la identidad misma, es la del pensamiento mismo. El conocimiento de lo no idéntico es dialéctico.

La pregunta es ¿qué es? y no en que categoria esta? La crítica de la identidad, por tanto, no la hace desaparecer, sino que la cambia cualitativamente, ya que la falsedad de toda identidad obtenida es la forma invertida de la verdad . Hegel conoce lo desemejante haciéndolo similar pero de esta manera sólo se conoce a sí mismo.

Por lo tanto, lo singular es a la vez más y menos que lo universal y la contradicción objetiva no puede eliminarse con una inversión conceptual, pero ciertamente puede comprenderse. El movimiento dialéctico se convierte en la autocrítica de la filosofía de Adorno. La síntesis como idea suprema y guía está proscrita porque al hipostasiar el principio de identidad el pensamiento identificador se objetiva a través de la lógica del concepto. Su momento positivo no está pues en la conciliación sino en la negación determinada.

Mientras que Hegel puso en juego una positividad abstracta, la negación determinada no se reduce a sancionar el ser, la idea de reconciliación rechaza irreconciliablemente su afirmación en el concepto. En Adorno, la dialéctica es pues la resistencia del otro frente a la identidad.

La renuncia de la teoría respecto de las obras dadas por las existentes. La singularidad no es para sí sino su otro en sí, está ligada al otro; lo que es, es más que lo que es. El momento unificador sobrevive por el hecho de que no se avanza gradualmente de los conceptos al concepto supremo sino que estos aparecen en constelaciones. La parte más íntima del objeto se revela como exterior a él y la insistencia monadológica, o conciencia de la constelación en la que se encuentra el objeto, sirve para penetrar su interior desde el exterior. Sólo un saber que tenga también en cuenta la constelación histórica del objeto en su relación con los demás es capaz de liberar la historia en el objeto. Actualización y modificación. El conocimiento del objeto en su constelación es conocimiento del proceso acumulado en él.

Negar la esencia significa pues ponerse del lado de la apariencia y lo esencial es tanto contrario a la universalidad dominante, la in-esencia, cuanto que la supera críticamente. La mediación ya no es un momento de subjetividad, sino que se revela en el objeto mismo; si se liberara como sujeto, el sujeto emergería de la objetividad, que depende precisamente de esta emancipación.

El poder abrumador de lo objetivado en los sujetos les impide devenir tales y les impide conocer el objetivo. El concepto es inmediatamente mediación y su malentendido se remonta a la abstracción. Sujeto y objeto son por tanto una estructura no dialéctica en la que tiene lugar toda dialéctica, estos son sólo una expresión de la no identidad, pero no son duales, se constituyen el uno al otro diferenciándose. El sujeto nunca es enteramente sujeto y el objeto nunca es enteramente objeto: la contradicción responde a la totalidad del pensamiento identificatorio.

No debemos devolver la objetividad al sujeto como lo hicieron tanto Kant como Hegel, quienes por falta de autorreflexión han olvidado la mediación en el medio: el sujeto. El momento subjetivo es envuelto por el objetivo, el subjectum se transforma en objectum, él mismo es objetivo, se convierte en algo impuesto al sujeto de forma limitante. El pensamiento crítico, por otro lado, pretende eliminar la jerarquía.

Adorno afirma la preponderancia del objeto: el sujeto se derrumba por un mínimo ya que su pretensión es el todo. Para Adorno, el objeto sólo puede ser pensado por el sujeto, pero es constitutivo del sujeto ser también objeto, mientras que no hay sujeto en el objeto. El sentido de la subjetividad es también ser objeto mientras que el objeto se refiere a la subjetividad sólo en el momento de su determinación.

La primacía del objeto significa pues para Adorno la progresiva diferencia cualitativa de un mediado en sí mismo, un momento de la dialéctica, no más allá, sino articulado en ella. La primacía del objeto sólo es alcanzable por la reflexión subjetiva, y por la que se hace sobre el sujeto.

La mediación del objeto significa, por lo tanto, que no puede hipostasiarse estática y dogmáticamente, sino que sólo es cognoscible en su entrelazamiento con la subjetividad. La mediación del sujeto significa que literalmente no sería sin el momento de la objetividad.

Gracias a la primacía del objeto, la dialéctica se vuelve materialista: lo objetivo en el objeto es lo que no se puede espiritualizar y el objeto se vuelve materia. La dialéctica no es la sociología del conocimiento y el materialismo es la esencia crítica del idealismo. La teoría crítica es autoconciencia teórica y, como teoría inmanente, desmiente la falsa objetividad, la falsa subjetividad y el fetichismo de los conceptos.

La filosofía de la identidad es para Adorno el mito en forma de pensamiento y la violencia implícita en él grita al cuerpo y al dolor, elementos materialistas, para converger con el crítico para pensar en una práctica que pueda cambiar la sociedad. El saber no tiene un archivo de sus objetos, como la policía estatal, sino que los piensa en su mediación. Un pensamiento que refleja está desprovisto de reflexión, es una contradicción no dialéctica, y sin reflexión dialéctica no hay teoría.

Referencias a otras obras.[editar]

En la obra, Adorno ve las consideraciones fundamentales que se llevan a cabo en muchas de sus obras materiales, relacionadas con el contenido. [16]​ De hecho, el enfoque allí descrito también puede encontrarse en otras obras, incluso anteriores, como la Dialéctica de la Ilustración escrita junto con Max Horkheimer, así como en los Minima Moralia. [17]​ Pero el enfoque de la dialéctica negativa también se puede encontrar en obras que no son principalmente de contenido filosófico, como en las Notas sobre literatura [18]​ o en los Escritos sociológicos I. El ensayo Sobre la relación entre sociología y psicología ofrece uno de los muchos ejemplos de cómo Adorno utiliza la dialéctica negativa para cuestionar la verdad de las categorías sociales. [19]

Influencia y crítica[editar]

Adorno concibió la Dialéctica negativa como su principal obra filosófica. Se considera fundamental para entender la filosofía de Adorno. [20][21]Gershom Scholem llamó a la dialéctica negativa la "más casta defensa de la metafísica". [22]​ Dado que Dialéctica negativa no es solo el título de una de las obras de Adorno, sino que también describe la filosofía de Adorno como un término programático, el efecto de la Dialéctica negativa solo puede describirse si uno lo ve en el contexto de las obras de Adorno. (Para una descripción de la crítica de este contexto, véase también el artículo Theodor W. Adorno y los artículos sobre Dialéctica de la Ilustración y sobre Teoría Crítica.) La crítica de Adorno se refiere a menudo al pensamiento descrito en este libro sin referirse explícitamente a la obra Negative Dialektik.

Ediciones[editar]

  • Dialéctica negativa. Suhrkamp, Frankfurt am Main 1966 (primera edición)
  • Escritos completos, Volumen 6: Dialéctica negativa. jerga de la autenticidad. Suhrkamp, Fráncfort del Meno 1970
  • Conferencia sobre dialéctica negativa. Fragmentos de la conferencia de 1965/66. Suhrkamp, Fráncfort del Meno 2007
  • Theodor W. Adorno (1984), Dialéctica negativa, Taurus, Madrid, trad. José María Ripalda

Literatura secundaria[editar]

  • Ulrich Müller: Theodor W. Adornos „Negative Dialektik“. WBG, Darmstadt 2006.
  • Brian O'Connor: Adorno's Negative Dialectic. Philosophy and the Possibility of Critical Rationality. Cambridge 2005.
  • Marc Nicolas Sommer: Das Konzept einer negativen Dialektik. Adorno und Hegel. Tübingen 2016.

Referencias[editar]

  1. Günter Figal: Eintrag Negative Dialektik. En: Franco Volpi (Hrsg.): Großes Werklexikon der Philosophie. Kröner, Stuttgart 2004, p. 10.
  2. Max Horkheimer, Theodor W. Adorno: Dialektik der Aufklärung. Philosophische Fragmente. In: Max Horkheimer: Gesammelte Schriften. Band 5. Fischer, Frankfurt am Main 1987, S. 6.
  3. Vgl. Jürgen Habermas: Die Verschlingung von Mythos und Aufklärung: Horkheimer und Adorno. In: ders.: Der philosophische Diskurs der Moderne. Zwölf Vorlesungen. Suhrkamp, Frankfurt am Main 1985, S. 130 ff.
  4. Zitate aus Vorrede von Max Horkheimer, Theodor W. Adorno: Dialektik der Aufklärung. In: Max Horkheimer: Gesammelte Schriften. Band 5. Fischer, Frankfurt am Main 1987, S. 16 f.
  5. Max Horkheimer, Theodor W. Adorno: Dialektik der Aufklärung. In: Max Horkheimer: Gesammelte Schriften. Band 5. Fischer, Frankfurt am Main 1987, S. 69.
  6. Max Horkheimer, Theodor W. Adorno: Dialektik der Aufklärung. In: Max Horkheimer: Gesammelte Schriften. Band 5. Fischer, Frankfurt am Main 1987, S. 21.
  7. Gerhard Schweppenhäuser: Am Ende der bürgerlichen Geschichtsphilosophie. Max Horkheimer/Theodor W. Adorno: ‚Dialektik der Aufklärung‘ (1947). In: Walter Erhard, Herbert Jaumann (Hrsg.): Jahrhundertbücher. Große Theorien von Freud bis Luhmann. Beck, München 2000, S. 184–205, hier S. 193.
  8. Theodor W. Adorno (1984), p. 7
  9. Theodor W. Adorno (1984), p. 14. "Estamos culpando al método por la falla del asunto cuando objetamos a la dialéctica sobre la base (repetido de las críticas aristotélicas de Hegel en adelante) de que cualquier cosa que entre en el molino dialéctico se reducirá a la forma meramente lógica de contradicción, y que ( (argumento que aún esgrime Croce) se ignorará toda la diversidad de lo no contradictorio, de lo que es simplemente diferenciado."
  10. [(El nombre de) la dialéctica] indica la falsedad de la identidad, el hecho de que el concepto no agota la cosa concebida.
    Theodor W. Adorno
  11. See quote
    Habiendo roto su compromiso de ser uno con la realidad o en el punto de realización, la filosofía se ve obligada a criticarse a sí misma sin piedad.
    Theodor W. Adorno
  12. Theodor W. Adorno (1984), p. 18. "La contradicción llana de este desafío es la de la filosofía misma, que se califica así de dialéctica antes de enredarse en sus contradicciones individuales. El trabajo de autorreflexión filosófica consiste en desentrañar esa paradoja."
  13. Theodor W. Adorno (1984), p. 8
  14. Theodor W. Adorno: Vorlesung über Negative Dialektik. Fragmente zur Vorlesung 1965/66. Suhrkamp, Frankfurt am Main 2007, p. 15f.
  15. Theodor W. Adorno: Gesammelte Schriften, Band 6: Negative Dialektik. Jargon der Eigentlichkeit. Suhrkamp, Frankfurt am Main 1970, p. 160.
  16. Theodor W. Adorno: Vorlesung über Negative Dialektik. Fragmente zur Vorlesung 1965/66. Suhrkamp, Frankfurt am Main 2007, p. 15.
  17. Zum Beispiel im Aphorismus Vor Mißbrauch wird gewarnt, in welchem Adorno beschreibt, dass die Wahrheit und Unwahrheit der Dialektik, die aus dem Sophismus als „Mittel, Recht zu behalten, von Anbeginn auch eines zur Herrschaft“ entstanden sei, in ihrem historischen Prozess zu finden sei: „Die negative Philosophie, universale Auflösung, löst stets auch das Auflösende selber auf. Aber die neue Gestalt, in der sie beides, Aufgelöstes und Auflösendes, aufzuheben beansprucht, kann in der antagonistischen Gesellschaft nie rein hervortreten. Solange Herrschaft sich reproduziert, solange kommt in der Auflösung des Auflösenden die alte Qualität roh wieder zutage.“ in: Theodor W. Adorno: Minima Moralia. Reflexionen aus dem beschädigten Leben. Suhrkamp, Berlin und Frankfurt am Main 1951, p. 475f.
  18. so zum Beispiel im Aufsatz Zu einem Porträt Thomas Manns in Theodor W. Adorno: Noten zur Literatur. Suhrkamp Taschenbuch Verlag, Frankfurt am Main 1981, p. 335–344
  19. Theodor W. Adorno: Zum Verhältnis von Soziologie und Psychologie. In: Theodor W. Adorno: Gesellschaftstheorie und Kulturkritik. edition Suhrkamp, Frankfurt am Main 1975
  20. „Zusammengefaßt ist dieses Programm im Titel eines Buches, das gewiß nicht Adornos bestes, aber philosophisch sein wichtigstes ist: Negative Dialektik.“ Günter Figal: Über das Nichtidentische. Zur Dialektik Theodor W. Adornos. In: Wolfram Ette u. a. (Hrsg.): Adorno im Widerstreit. Zur Präsenz seines Denkens. Alber, Freiburg und München 2004, p. 15f.
  21. „Die kritische Negativität, die der Philosophie Adornos zugrunde liegt, [...]“ Ludger Heidbrink: Die Grenzen kritischer Negativität. Perspektiven im Anschluß an Adorno. In: Wolfram Ette u. a. (Hrsg.): Adorno im Widerstreit. Zur Präsenz seines Denkens. Alber, Freiburg und München 2004, p. 98
  22. Theodor W. Adorno, Gershom Scholem: „Der liebe Gott wohnt im Detail“. Briefwechsel 1939–1969, Berlin 2015, p. 407; Stefan Müller-Doohm: Adorno. Eine Biographie. Suhrkamp, Frankfurt am Main 2005, p. 663.

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