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PRIVATIZACIÓN DE LA GUERRA[editar]

“Privatización de la guerra” es un concepto que hace referencia al proceso por el cual los conflictos y la violencia caen en manos de o están influenciados cada vez más por actores no estatales, tanto compañías militares o de seguridad privadas como organizaciones terroristas, grupos paramilitares, milicias, guerrillas, señores de la guerra, mafias, etc., es decir, se da un proceso de debilitamiento del monopolio estatal de la violencia. Este es un fenómeno que se está observando con intensidad desde la segunda mitad del S. XX hasta la actualidad, presentando numerosos retos para la política internacional.

CONTEXTO[editar]

No se trata de un fenómeno nuevo o reciente, ya que desde los inicios de la historia de los conflictos entre seres humanos existieron los mercenarios, o los corsarios, o compañías mercantiles, es decir, actores que ejercían violencia que no pertenecían al Estado, sino que eran entidades privadas en el ejercicio de la guerra. La obtención por parte del Estado del monopolio de la violencia es algo tardío, no la norma general a lo largo de la historia, en la que predomina el uso de grupos privados para la violencia. El fenómeno, sin embargo, disminuye conforme avanza el proceso de fortalecimiento del Estado a lo largo de la época moderna, cuando se avanza a la idea de Estado-nación que tenemos actualmente, según la cual, el ejercicio de la guerra y la violencia pertenecen al Estado, es parte de su poder legítimo. Esto comienza con la Paz de Westfalia en 1648, cuando nace la concepción moderna que tenemos hoy en día del Estado. En este momento, la seguridad nacional pasa a ser algo público, ya no una lucha de poderosos. Los ejércitos y soldados se profesionalizan y se vuelven permanentes. Tras las guerras de Napoleón, la Revolución Francesa y el inicio de la era contemporánea, cambia el entendimiento de la guerra, esto se produce acompañado de un gran cambio social. Uno de los grandes rasgos de la nación, que nace ahora, es su voluntad y capacidad de uso de la fuerza militar, de esta manera se excluye a los mercenarios.[1]​ Se da, por tanto, un proceso de consolidación de esta situación a lo largo del S. XIX y principios del S. XX, con un modelo vigente hasta la actualidad, cuando se vuelve a apreciar una tendencia hacia esa privatización de la guerra, con todos los desafíos que ello supone.

A partir de la Guerra Fría es un fenómeno cada vez más común y vuelve a estar en auge esta privatización del conflicto y la violencia, que presenta tanto beneficios como riesgos. El mundo que surge a partir de 1945 es un mundo de conflicto, de enfrentamiento entre dos grandes: EEUU vs URSS; acompañado esto de todo el proceso de descolonización, la formación de la ONU, nuevos Estados que buscan definirse y construir sus fronteras, la seguridad dentro de ellas, y que en muchas ocasiones van a ser el escenario de los conflictos entre las dos grandes potencias de la Guerra Fría. Así, rebrotan con fuerza estos actores violentos no estatales, muchos grupos armados que disputan al Estado su monopolio legítimo de la violencia, lo que a su vez demuestra el debilitamiento estatal y la trascendencia cada vez mayor de estas entidades, la creciente privatización de la guerra. Esta situación ha sufrido un auge en los últimos tiempos, sobre todo la industria de seguridad privada y compañías militares, especialmente en el transcurso de las intervenciones militares en Afganistán e Iraq tras los ataques del 11S.[2]​ Por lo tanto, siempre han existido los mercenarios y ciertos grupos parecidos, pero en los últimos tiempos se ha producido un incremento del uso privado de la fuerza y la violencia en operaciones militares y conflictos armados, es decir, un proceso de privatización de la violencia y la guerra, cuestiones que eran específicamente nacionales y públicas. Esto quiere decir que la violencia deja de ser llevada a cabo directamente por los Estados, mientras que los actores violentos no estatales crecen exponencialmente en número e importancia en los conflictos modernos, lo que los transforma. De esta manera, cambia la manera en la que entendemos la guerra, la forma de llevarla a cabo, el empleo de la violencia y el Derecho Internacional. Este es un aspecto a tener en cuenta en el mundo de las Relaciones Internacionales del S. XXI.

PAZ DE WESTFALIA, 1648, SE SIENTAN LAS BASES DE NUESTRO CONCEPTO DE ESTADO NACIÓN

Habría que diferenciar, por un lado, esa industria de seguridad y militar privada que puede ser contratada, que es un tipo de empresa que tiene un contrato legal y oficial con un Estado. Por otra parte, estarían grupos violentos como organizaciones terroristas, milicias, grupos paramilitares, señores de la guerra, etc., estos actores violentos no estatales se han convertido en un reto para los Estados nación. Esto es un cambio fundamental que se ha ido apreciando como un fenómeno global, en parte porque los desafíos violentos han ido adoptando diferentes formas a lo largo del mundo. Hoy por hoy suponen un desafío a los Estados y a la forma de hacer la guerra como la conocemos.

ACTORES VIOLENTOS NO ESTATALES[editar]

Entre estos encontramos diferentes variedades, organizaciones terroristas como Al Qaeda, organizaciones de tráfico de droga como las que amenazan el Estado mexicano, milicias como las que se forman en Río de Janeiro en lugares donde el Estado no es capaz de llegar, en Colombia guerrillas como las FARC. Estos son solo algunos ejemplos.

Una de las razones para entender el aumento de estas formas de violencia no estatales es la globalización, que es un obstáculo para la capacidad estatal a la hora de manejar los conflictos. Por ejemplo, la venta de armas ya no es control exclusivo de los estados, por lo que el acceso a armas de tecnología avanzada por parte de ciertos grupos, individuos, que persiguen ciertos intereses ya no es tan difícil. Además, la globalización permite que se desarrollen redes transnacionales, apoyos, alianzas, difíciles de destruir por completo.[3]

En algunos casos, estos actores violentos no estatales se convirtieron en una parte fundamental del proceso de descolonización, principalmente con la intención de tomar parte en el control del Estado ellos mismos antes que extranjeros. Muchos de ellos han emergido por la creciente debilidad de muchos Estados y contribuyen a perpetuar esa debilidad.[4]​ En general, los Estados fuertes se caracterizan por contar con una autoridad, legitimidad, ofrecer a los ciudadanos bienes colectivos y públicos, por tener control económico, por primar los intereses de la colectividad sobre la individualidad y por buscar la inclusión de todos los miembros de la sociedad. Los llamados “Estados débiles”, por el contrario, carecen de legitimidad o tienen muy bajo nivel, carecen también de capacidad de proveer de bienes públicos, y poca inclusividad. Cuando esto sucede, es más probable que surjan este tipo de grupos.

Uno de los elementos que destaca de estos actores violentos no estatales sería su variedad, su desafío hacia los Estados, hacia las formas convencionales de llevar a cabo una guerra produciendo una “nueva guerra”, una transformación de los conflictos modernos.[5]​ Este es un tema sobre el que todavía hay que analizar y estudiar. Por otra parte, algunos expertos han considerado que la lucha contra el terrorismo, que ha caracterizado buena parte de la política occidental en el S. XXI, ha ayudado a incrementar el uso de compañías militares privadas. El terrorismo no es nuevo, pero es cierto que tras los atentados del 11 de septiembre la actitud respecto a él cambió.[6]​ Al Qaeda, por ejemplo, tiene sus propias características, y cuenta con redes transnacionales, con presencia a nivel global, representando grandes retos para los Estados que aún buscan aprender a responder.

COMPAÑÍAS MILITARES PRIVADAS (CMP)[editar]

Es importante también mencionar a las compañías de seguridad o militares privadas. Se ha producido una proliferación de esta industria, se ha aumentado exponencialmente su demanda y han ido incrementando sus servicios y funciones. Entre ellas se encuentran cuestiones como el asesoramiento, el apoyo operativo, es decir, asistencia militar en combate, el apoyo logístico o la inteligencia, vigilancia y funciones relacionadas con este ámbito.[7]​ Tanto EEUU como Gran Bretaña son las principales contratistas de estas empresas y siguen diferentes modelos a la hora de lidiar con estas compañías. En EEUU, actualmente estas compañías desempeñan funciones que anteriormente eran competencia de las Fuerzas Armadas. En el Reino Unido esto cambia y las compañías militares privadas se usan de manera distinta, con otros objetivos y son más pequeñas.

“Mientras en el año 2003 el mercado de servicios militares era de unos 900 millones de dólares, en la actualidad podría estar comprendido entre los 20 mil y los 100 mil millones”. [8]

LOGO DE LA CMP ACADEMI, RESPONSABLE DEL CASO BLACKWATER

En el transcurso de la Guerra de Irak, en determinado momento, se habla de que 1 de cada 6 personas que combatían pertenecían a estas empresas.[9]

DILEMA Y PROBLEMÁTICA[editar]

El dilema de las CMP es todo un debate a día de hoy, algunas de las cuestiones que generan problema sería la regulación de estas compañías o la manera en que implementar el Derecho Internacional Humanitario (DIH). [10]​No es que sean una novedad, sino que su número ha aumentado muy significativamente y sus actividades han cambiado, dentro de este proceso de “privatización de la guerra”. Lo que preocuparía sería qué obligaciones y derechos tienen estas empresas y cuáles son las obligaciones de los Estados que las contratan. Realmente, las personas que trabajan para este tipo de empresas no estarían dentro del grupo de  los soldados y, por tanto, como apuntan algunos autores, no entrarían dentro de lo recogido por el DIH, ni por aquello que dictan las Convenciones de Ginebra, como sí lo están los soldados.[11]​ Por otro lado, estas compañías harán lo que sea mejor para su propia empresa y su interés y, al mismo tiempo, el interés de aquel que la contrata, quedando a un lado el bien internacional. Uno de los casos más conocidos polémicos ocurridos con una CMP se dio durante la Guerra de Irak, en septiembre de 2007, el caso Blackwater, cuando la empresa estadounidense Academi mató a ciudadanos corrientes, incluyendo niños y mujeres, sin justificación. Estos son algunos los riesgos que supone el uso de CMP. Por otra parte, también presentan algunos beneficios como la ayuda a ONG, cubriendo necesidades de seguridad o realizando tareas que ahorran la actividad de los ejércitos nacionales.

Otro problema vendría al usar estas compañías con el objetivo de mantener la paz o involucrarse en conflictos internacionales y no tanto en la propia nación. Dejando a cargo a estas empresas de estas tareas, el país inicialmente involucrado se va desvinculando de los conflictos y muchas veces estas CMP cometen infracciones del derecho internacional. Además, los estudios demuestran que el uso de estas empresas tiende a disminuir el periodo de paz.

En definitiva, estamos ante una situación de cambio en los conflictos internacionales, lo que se han llamado “nuevas guerras” en las que ya no son los Estados los que tienen determinados enfrentamientos, para los cuales usan sus ejércitos, sino que los conflictos se caracterizan por ser extremadamente variados, muchas veces dentro de los propios Estados combatiendo grupos violentos, sobre todo en lo que se han denominado “Estados débiles”, donde el Estado no es capaz de mantener el monopolio de la fuerza y da lugar a que puedan surgir grupos como guerrilleros, rebeldes, terroristas, etc. Este panorama, junto con la proliferación de las CMP lleva a replantarse los nuevos retos, desafíos y maneras de afrontar y regular los conflictos internacionales y sus participantes. El grado de dispersión de estos nuevos actores, su influencia y sus efectos en la política internacional hace necesario que se establezcan estrategias nuevas y se replanté la política internacional.[12]

REFERENCIAS[editar]
  1. Iglesias, Mario A. Laboire (2008). «La privatización de la guerra. El auge de las compañias militares privadas (I)». Boletín de Información (306): 84-86. ISSN 0213-6864. Consultado el 19 de octubre de 2022. 
  2. Bellal, A. (2009). «Global Challenges - New Grammars of War: Conflict and Violence in the 21st Century». Global Challenges (en inglés británico). Consultado el 19 de octubre de 2022. 
  3. Williams, Phil (2008). «Violent Non-State Actors and National and International Security». International Relations and Security Network ISN: p. 8. Consultado el 19 de octubre de 2022. 
  4. Núñez Villaverde, Jesús A. (2009). «Privatización e internacionalización del uso de la fuerza: Los mercenarios como lacra del marco de seguridad del siglo XXI». La privatización del uso de la fuerza armada. Problemas jurídicos y prácticos.: 2. Consultado el 20 de octubre de 2022. 
  5. Alonzo, Rodrigo. «LA PRIVATIZACIÓN DE LA GUERRA». Academia. Consultado el 19 de octubre de 2022. 
  6. Holmqvist, Caroline (2005). «The global war on terrorism and privatization of security». Private Security Comapnies The Case of Regulation, Stockholm International Peace Research Institute: 35. Consultado el 19 de octubre de 2022. 
  7. Arango, M. J. (2007). «La privatización de la guerra: nuevas perspectivas para el siglo XXI | Revista Ágora Internacional». ANU-AR. Consultado el 19 de octubre de 2022. 
  8. Iglesias, Mario A. Laboire (2008). «La privatización de la guerra. El auge de las compañias militares privadas (I)». Boletín de Información (306): 80. ISSN 0213-6864. Consultado el 19 de octubre de 2022. 
  9. Alonzo, Rodrigo. «LA PRIVATIZACIÓN DE LA GUERRA». Academia. Consultado el 19 de octubre de 2022. 
  10. «Retos Contemporáneos del DIH: privatización de la guerra». 2013. Consultado el 20 de octubre de 2022. 
  11. Núñez Villaverde, Jesús A. (2009). «Privatización e internacionalización del uso de la fuerza: Los mercenarios como lacra del marco de seguridad del siglo XXI». La privatización del uso de la fuerza armada. Problemas jurídicos y prácticos.: 12. Consultado el 19-10-22. 
  12. Mandel, R. (2001). «The Privatization of Security». Armed Forces & Society 28 (1): 146-148. Consultado el 23 de octubre de 2022. 
BIBLIOGRAFÍA[editar]

Alonzo, R. "La Privatización de la Guerra". Academia. pp.1-5 www.academia.edu

Arango, M. J. (2007) "La privatización de la guerra: nuevas perspectivas para el S. XXI". Asociación para las Naciones Unidas de la República Argentina. www.anu-ar.org

Bellal, A. (2009). "The Privatisation of War". Global Challenges-New Grammars of War. https://globalchallenges.ch/

Holmqvist, C. (2005). "The global war on terrorism and privatisation of security". Private Security Comapnies, The Case of Regulation, Stockholm International Peace Research Institute, pp. 35-41

Laborie Iglesias, M. A (2008)."Privatización de la guerra. El auge de las compañías militares privadas (I)". Boletín de Información del Ministerio de Defensa, nº 306, pp. 99-132

Mandel, R. (2001): “The Privatization of Security”, Armed Forces & Society, Vol. 28, nº 1, pp. 129-151

Núñez Villaverde, J. A (2009). "Privatización e internacionalización del uso de la fuerza: Los mercenarios como lacra del marco de seguridad del siglo XXI". La privatización del uso de la fuerza armada. Problemas jurídicos y prácticos, IECAH, pp.1-17

"Retos contemporáneos del DIH: privatización de la guerra - Panorama", Comité Internacional de la Cruz Roja, 2013, www.icrc.org

Williams, P. (2008). “Violent Non-State Actors and National and International Security”. International Relations and Security Network ISN, pp.4-21