La unción de Jesús es uno de los escasos episodios narrados por cada uno de los cuatro Evangelios, aunque los detalles difieren en los relatos. Todos relatan la unción de Jesús con un perfume caro de nardo por una mujer, que vierte sobre Jesús el contenido de un tarro de alabastro , un perfume muy costoso. La unción irrita a algunos espectadores porque el perfume podría haber sido vendido por un año de salario -que el Evangelio de Marcos valora en 300 denarios- y dar el dinero a los pobres. El Evangelio de Mateo afirma que los discípulos estaban indignados y el de Juan establece que fue Judas quien estaba más ofendido. Juan añade que se molestó porque Judas era un ladrón y deseaba el dinero para sí mismo. Se describe como Jesús justifica la acción de la mujer al afirmar que los pobres siempre existirán y pueden ser ayudados siempre que lo deseemos.
La identificación de la mujer por Lucas como una que vivía una vida pecaminosa y por Juan como María de Betania desempeñó un papel en la identificación duradera de María Magdalena por la Iglesia de Occidente como una ex prostituta, toda vez que se creía que las tres figuras eran la misma Magdalena compuesta. La identificación de la mujer se encuentra en Juan 11: 1-2, donde un hombre llamado Lázaro estaba enfermo. Él era de Betania, el pueblo de María y su hermana Marta. Esta María, cuyo hermano Lázaro estaba ahora enfermo, fue la misma que derramó perfume sobre el Señor y se enjugó los pies con sus cabellos.
La unción honorífica con perfume es una acción frecuentemente mencionada en la literatura de la época. Sin embargo, usar pelo largo para secar los pies de Jesús, como en Juan y Lucas, no se registra en ninguna otra parte, y debe considerarse como un gesto excepcional.
6 Cuando Jesús se encontraba en Betania, en casa de Simón el leproso,
7 se acercó una mujer con un frasco de alabastro, que contenía un perfume valioso, y lo derramó sobre su cabeza, mientras él estaba comiendo.
8 Al ver esto, sus discípulos, indignados, dijeron: «¿Para qué este derroche?
9 Se hubiera podido vender el perfume a buen precio para repartir el dinero entre los pobres».
10 Jesús se dio cuenta y les dijo: «¿Por qué molestan a esta mujer? Ha hecho una buena obra conmigo.
11 A los pobres los tendrán siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre.
12 Al derramar este perfume sobre mi cuerpo, ella preparó mi sepultura.
13 Les aseguro que allí donde se proclame esta Buena Noticia, en todo el mundo, se contará también en su memoria lo que ella hizo».
1 Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes Acimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia, para darle muerte.
2 Porque decían: «No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el pueblo».
3 Mientras Jesús estaba en Betania, comiendo en casa de Simón el leproso, llegó una mujer con un frasco lleno de un valioso perfume de nardo puro, y rompiendo el frasco, derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús.
4 Entonces algunos de los que estaban allí se indignaron y comentaban entre sí: «¿Para qué este derroche de perfume?
5 Se hubiera podido vender por más de trescientos denarios para repartir el dinero entre los pobres». Y la criticaban.
6 Pero Jesús dijo: «Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una buena obra conmigo.
7 A los pobres los tendrán siempre con ustedes y podrán hacerles bien cuando quieran, pero a mí no me tendrán siempre.
8 Ella hizo lo que podía; ungió mi cuerpo anticipadamente para la sepultura.
9 Les aseguro que allí donde se proclame la Buena Noticia, en todo el mundo, se contará también en su memoria lo que ella hizo».
36 Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa.
37 Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume.
38 Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
39 Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!»
40 Pero Jesús le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». «Di, Maestro!, respondió él.
41 «Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta.
42 Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos amará más?».
43 Simón contestó: «Pienso que aquel a quien perdonó más». Jesús le dijo: «Has juzgado bien».
44 Y volviéndose hacia la mujer, dijo de Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos.
45 Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies.
46 Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies.
47 Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor».
48 Después dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados».
1 Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado.
2 Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales.
3 María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume.
4 Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo:
5 «¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?».
6 Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella.
7 Jesús le respondió: «Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura.
8 A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre».
Las cuatro tienen como escenario una casa para una comida, una mujer, y el perfume caro que se vierte sobre Jesús a lo que alguien se oponen.
Ubicación: Todos excepto Lucas lo identifican con Betania.
Anfitrión o casa: Mateo y Marcos dicen en el hogar de Simón el Leproso; Juan no ofrece un anfitrión o una casa definitiva; Lucas dice que es la casa de un fariseo llamado Simón.
Descripción de la mujer: Juan la identifica con María de Betania, Lucas una mujer en esa ciudad que vivió una vida pecaminosa, que generalmente se ha interpretado como una prostituta. Mateo y Marcos sólo dicen una mujer.
Donde se vierte: sobre la cabeza según Marcos y Mateo, o los pies según Juan y Lucas. Limpiando con el pelo los pies en los dos relatos mencionados antes.
Los comentarios de Jesús: Mateo, Marcos y Juan son muy similares, registrando expresiones ligeramente diferentes a Los pobres los tendréis siempre con vosotros y Al derramar este perfume sobre mi cuerpo, ella preparó mi sepultura. Estas no están en Lucas, que en su lugar registra comentarios sobre la hospitalidad y el perdón de los pecados que no están en los otros relatos.