Usuario:Gerchus7777/Taller/Marie Berthe Gardes

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Berta Gardes
Información personal
Nombre de nacimiento Marie Berthe Gardes
Nacimiento 14 de julio de 1865
Bandera de Francia Toulouse, Francia
Fallecimiento 7 de junio de 1943, 78 años
Bandera de Argentina Buenos Aires, Argentina
Nacionalidad francesa
Familia
Padres Hélène Camares
Vital Gardés
Hijos Charles Romuald Gardes (Carlos Gardel)
Información profesional
Ocupación planchadora- personalidad

Marie Berthe Gardes o Berta Gardes (Toulouse, Francia; 14 de julio de 1865- Buenos Aires, Argentina; 07 de junio de 1943) fue según la hipótesis francesista la madre del célebre cantor de tango Carlos Gardel.


La casa familiar[editar]

Hija de Hélène Camares y Vital Gardés, sus padres poseían una fábrica de sombreros con exposición y venta en el barrio Arnaud- Bernaud, cerca de la casa de Cannon D' Arcole Número 4; y su abuelo era Charles Gardés, un militar. A los 25 años conoció a un viajante de comercio llamado Paul Lasalle. En febrero de 1890, Berthe descubrió que estaba embarazada. Este hecho cambiaría decisivamente su vida, porque su pareja nunca reconoció a ese hijo, ya que se encontraba casado con otra mujer [1]

Vital Gardes, había nacido el 3 de abril de 1835. Era el tercer hijo de Jean- Marie Gardes Bonhomme y de Marie Anne Pascale Bonnefoy. Vital se casó con Hélène, oriunda de Albi, hija de Mathieu Camares y de Hélène Cunégonde Barase, el 10 de mayo de 1982. Tuvieron dos hijos: Jean, nacido 11 de abril de 1863 y Marie Berthe, el 14 de 1865, en la casa familiar del 10 de la rue Palaprat, en el barrio de Saint-Aubin, célebre por su iglesia de estilo bizantino.

La infancia de Berthe no fue fácil, tuvo que soportar y padecer escenas de violencia familiar y ver cómo su padre golpeaba e insultaba a su madre, quien harta de las crueldades y humillaciones tomó coraje y recurrió a la justicia. Como sería de grave y evidente su situación que logró, en aquel contexto de machismo judicial imperante, que el Tribunal Instancia de Toulouse, en audiencia pública y en presencia del procurador Dr. Custet, legalizara la separación el 17 de marzo de 1868. [2]

Hélène se quedó con la custodia de sus hijos y abrió una sombrerería en el número 6 de rude des Pretres. Luego formó una nueva pareja con Louis Alphonse Julien Carichou. La irregularidad de su segundo matrimonio hizo que Berthe llamara "tío" a su padrastro, para disimular la situación porque Hélène corría el riesgo de ir presa. Su madre tuvo una hija con Carichou a la que no pudo reconocer. Por ello decidieron alejarse de Toulouse.

Emigraron primero a Burdeos y, luego, a Venezuela cuando Berthe tenía diez años. El 11 de febrero de 1876, en Puerto Cabello, nació su hermano Carlos. Para 1890 se hallaban nuevamente en Toulouse.

Nacimiento de Carlos Gardel[editar]

El 10 de diciembre, al iniciar el trabajo de parto, Berthe debió cruzar el río Garona por el antiguo puente de la ciudad hasta la ribera oeste, donde se encontraba el hospital Saint Joseph de la Grave. En ese mismo establecimiento, fundado en 1647, habían nacido varias generaciones de Gardes. Se trataba de un edificio rectangular, con las clásicas tejas rojas y una cúpula, allí probablemente el jueves 11 de diciembre de 1890 a las dos de la mañana, se haya colgado una bandera blanca de una de las ventanas de la sala de maternidad, en señal de alumbramiento. Se respetaba así una vieja tradición provenzal, de práctica usual en los hospitales franceses, que en este caso anunciaba el nacimiento de Charles Romuald Gardes [3]​. Esa mima tarde Pierre Adouy, adjunto del alcalde de Toulouse, certificó el acta de nacimiento que traducida al castellano decía: "Nacimiento de Charles Romuald Gardes, nacido hoy a las dos horas de la mañana en el hospital De la Grave, hijo de padre desconocido y de Berthe Gardes, planchadora, nacida en Toulouse y domiciliada en la calle Canon D'Arcole 4".

Acta de nacimiento de Carlos Gardel, 11 de diciembre de 1890.

Pocos días después, Berthe y el pequeño Charles abandonaron el hospital. La madre asumía plenamente a su hijo, pero quedaba asentado el estigma que ambos guardarían como un gran secreto durante más de cuatro décadas: "Hijo de padre desconocido".

A partir del nacimiento de su hijo, Berthe abandonó la casa de su abuelo, donde convivía con su familia, la que censuraba su conducta. Aceptó entonces el ofrecimiento de una amiga de la infancia, Odalie Duchase de Capot [4]​, de mudarse a la casa que ella compartía con su esposo y su hijo. Además, como Odalie tenía un taller de modista y de arreglos de sombreros, Berthe se incorporó como trabajadora.

Pero después de algo más de dos años Berthe decidió alearse de Toulouse. Por un lado, porque si situación personal le impedía rehacer su vida plenamente, y por otro lado, a causa de la difícil situación laboral por la que estaban atravesando. En esas circunstancias, Odaline le entregó a Berthe una carta que le había remitido una amiga común desde Buenos Aires. Los flujos migratorios durante el siglo XIX llevaron a buena parte de la población de la región de Aquitania a trasladarse a la Argentina. Y esta amiga, Anaís Beaux, le proponía a Berthe viajar a Buenos Aires, donde contaría con su apoyo y el de su esposo.[5]

Afortunadamente para Berthe y el pequeño Charles, ya en esa época el viaje se realizaba en buques de vapor y los imprecisos dos meses de travesía en los antiguos barcos de vela se habían reducido a casi la mitad, dependiendo de las paradas en el Brasil y en el Uruguay. Viajaron en tercera clase o como pasajeros de proa, entre puente, sin baños o con instalaciones sanitarias deficientes, con comida mala y padeciendo mareos, como la mayoría de los inmigrantes. Las camas tenían colchón de paja y un acolchado de lana, y estaban infestadas de chinches, pulgas y piojos, dado que luego del arribo de los inmigrantes se embarcaban en ese mismo espacio animales, lanas, cueros y cereales. El agua potable solo se podía usar para beber y para cocinar pero no para el lavado y la limpieza.

El 10 de marzo de 1893, después de casi un mes de travesía, los viajeros llegaron al puerto de Buenos Aires [6]​. El verano estaba terminando y el tiempo era agradable, en contraste con la llovizna helada que los había despedido de Burdeos. Berthe, junto a su hijo, ansiaba el encuentro con su amiga Anaís. Una nueva etapa de sus vidas, ahora en la Argentina, estaba por comenzar.

Desembarco en Buenos Aires[editar]

Charles Romuald y su madre arribaron a las nuevas instalaciones del puerto. El 11 de marzo, médicos y funcionarios realizaron la visita sanitaria a la nave y al día siguiente los viajeros pudieron desembarcar. Su ingreso en el país fue anotado en los libros de la Dirección Nacional de Migraciones y Berthe aprovechó ese momento para definir su situación personal registrándose como "viuda".

Al descender del barco, los esperaba Anaís y su esposo Fortunato Muñiz, hecho que marcaba una gran diferencia con la mayoría de los inmigrantes que los acompañaban, ya que no irían a alojarse en el llamado Hotel de la Rotonda o Panorama de Retiro, un edificio circular, construido totalmente de madera, con capacidad para una ochocientas personas. Además, la calurosa recepción de su amiga ayudó a amortiguar la sensación de inseguridad que la mayoría de los recién llegados experimentaba tras el largo viaje y el encuentro con una sociedad totalmente desconocida y en la que se hablaba otro idioma.

La señora Beaux, tolosana como Bertha, les había reservado un alojamiento provisorio y un puesto de trabajo para una amiga en el taller de planchado que ella misma dirigía. En adelante, Berthe y Charles Romuald adaptarían sus nombres al castellano, por lo que pasaron a llamarse Berta y Carlos Gardés.

En la pieza que compartían Carlos y su madre estaban los pocos muebles que les habían regalado Anaís y Fortunato: un ropero con espejo, una cama ancha para ambos, un aparador para utensilios de cocina y una mesa de luz. A ello se sumaban un calentador para preparar la comida e infusiones, particularmente el mate, que de inmediato fue incorporado a la vida cotidiana por ser tan barato.

Frente al domicilio de Berta vivía el gran actor Pablo Podestá [7]​, quien llegaría a ser uno de los clientes más generosos de la futura planchadora. El taller de la señora Beaux estaba a tres cuadras de allí, en Montevideo 463, entre Corrientes y Lavalle, en la zona cercana a los teatros y la Ópera. También estaba próximo a la Avenida de Mayo, donde comenzaron a instalarse los hoteles, grandes demandantes de la tarea de planchado. Así Berta cumplía extensas jornadas de trabajo en el taller de Anaís.

El niño era demasiado pequeño para dejarlo solo, debió hallar una solución. Trabó entonces una relación con Rosa Corrado de Franchini, quien también tenía un taller de planchado en la calle Corrientes, donde además atendían un hogar con varios hijos. Berta dejaba allí al pequeño carlos y marchaba el taller de su compatriota.

El apoyo de Berta a Carlitos Gardel[editar]

"Desde pequeño Gardel amaba la música, toda la música, popular y clásica" contó Terig Tucci, el musicalizador de las películas del cantor en Nueva York. El entusiasmo de Carlos por el divino arte se evidenció el día que pasó por su barrio del mercado del Abasto un desfile por un montón de cuadras, hasta perderse irremediablemente en el laberinto de la ciudad. Afortunadamente, la policía lo encontró y lo llevó a su hogar. De allí en adelante, cuando pasaba una banda de música por la calle o al meno despliegue de redoble de tambores o toques de clarín, la ansiosa madre buscaba a su hijo y lo tenía bajo la más estricta supervisión hasta que la música se perdía a la distancia.

En ese Buenos Aires de fines del siglo XIX había música en las calles, en el conventillo, en los cafés y centros criollos. Cuando aparecía un organito se producía un revuelo. Después de desgranar algunas canciones españolas o italianas, comenzaban a escucharse los compases de algunos tangos, ocasión que aprovechaban los más jóvenes para lucir sus habilidades en los cortes y quebradas. Ése era el ambiente que respiraba asombrado el pequeño al que los niños llamaban "el francesito", y que se expresaba de manera diferente en los distintos lugares que frecuentaba; con su madre y los amigos de la familia conversaba en francés, pero rápidamente aprendió el castellano, o más precisamente el "porteño", que empezó a usar para comunicarse con los chicos del barrio.

En 1897, con seis años recién cumplidos, había llegado para Carlos la hora de la instrucción a su hijo eran encomiables, teniendo en cuenta el contexto de la época, su condición de inmigrantes pobres, y alta dedicación al trabajo que esta humilde planchadora debía sostener en función de generar los ingresos necesarios para el mantenimiento de ambos.

Como parte de esa estrategia, Berta decidió que Carlos fuera a vivir con los Francini desde marzo de ese año. Los hijos del matrimonio eran algo mayores que él y lo cuidarían, aunque por entonces Carlos solía realizar pequeñas desapariciones, que preocupaban a la madre. Uno de los hijos de Rosa de Franchini comentó: "Nosotros vivíamos en la calle Corrientes, entre Paraná y Uruguay, en una casa de inquilinato. Nuestra madre lo quería a Carlitos entrañablemente, y éste la llamaba "mamá Rosa". Doña Berta venía a verlo muy a menudo, y se puede decir que él tenía dos amores maternos. Era de carácter muy vivaz, muy travieso. A los siete años se sentaba en la puerta de la calle para cantar, y enseguida lo rodeaba un mundo de muchachitos, y por intermedio de ellos, muchas familias lo llevaban a sus hogares algunos días".

Por otro lado, Berta era una mujer de solo treinta años y deseaba una mayor intimidad para sus relaciones afectivas. Esta distancia física entre madre e hijo iría modelando una relación compleja. Mujer práctica y trabajadora, Berta se encontró en serios problemas a la hora de disciplinar a Carlos. Cuando el niño empezó a crecer, su grado de independencia aumentó y con ello, la impotencia de su madre para ponerle límites. Sin una figura paterna que impusiera directivas más estrictas y en una ciudad con tantas posibilidades para la aventura, a Berta le resultó difícil controlar la educación de su hijo a la distancia.

"Carlos pasaba mucho tiempo en la calle, y a veces aportaba moneditas haciendo canillita o vendiendo fósforos por el puerto... Los diques lo atraían y se pasaba las horas contemplando la entrada y salida de vapores", contaba Berta a la prensa.

Quizá por ello, para tener mayor control sobre él, cuando el niño cumplió los diez años fue inscripto como pupilo en el Colegio Pío IX- conocido como San Carlos por la parroquia anexa-, allí cursó segundo grado de Artesanos. El actor Pepe Podestá contribuía con la mayor parte de los gastos de estudio, para colaborar con el simpático pibe que llevaba y traía alegremente sus camisas, recién planchadas y almidonadas prolijamente por doña Berta.

Carlos Gardel niño, con sus compañeros de primer grado "C".

Carlos compartió el dormitorio con Ceferino Namuncurá, cuatro años mayor que él. Ceferino era descendiente del cacique Calfucurá, quien había encabezado el gran imperio pampa. [8]

Reencuentro con su hijo[editar]

Berta solía recodar a menudo las andanzas de su hijo travieso. "Una tarde salió de casa y no volvió. Lo busqué como loca por todo Buenos Aires, pero no lo encontré... Viví unos días muy tristes y casi no podía trabajar. Por la tarde, al terminar mi tarea, salía a recorrer las calles, pero todo era inútil. Es una de mis búsquedas, frente a una casa donde había una mudanza vi un gran carro, y sentado en el pescante estaba mi Carlitos, con un aspecto impresionante. Le habían puesto un traje de hombre con pantalones largos a él, que era muy menudito. Las mangas del saco se les había dado vuelta hasta el codo. "¡Carlitos!- le dije- ¿Qué estás haciendo? Y el pobrecito me contestó que estaba trabajando : ¿No ves- me dijo- que estoy cuidando este carro? Mirá, ¡hasta me han puesto un traje nuevo! Lo llevé a casa, lo cambié de ropa y me parecía un sueño volver a tenerlo en mis brazos. Pero a los pocos días, esa fiebre de inquietud que llevaba en el pecho volvía a separarlo de mí".

Con la llegada de ese fin de años, concluyó también para Carlos la etapa de escolaridad y no mucho después, como símbolo de su pubertad, lucía los primeros pantalones largos. En 1904, doña Berta y su hijo se mudaron a la calle Corrientes 1553, a pocas cuadras del domicilio anterior, pero más cerca de varios de los principales teatros de la ciudad.

En adelante, con la primaria terminada, Carlos tendría que cubrir sus gastos, y su innatas condiciones de cantor y su amor por la música lo impulsaron a tomar por el sendero del arte. Doña Berta recordaba: "Yo soñaba que mi hijo sería médico... ¡Si hubiese podido hacerle cumplir ese sueño mío! Pero él siempre decía que quería ser un cantor. Y eso, en aquel tiempo, me daba miedo". Y tenía toda la razón. En aquella época los ambientes que Carlos frecuentaba podían llevarlo al delito o convertirse en un rufián o cantinflero, como se denominaba a quienes explotaban a las prostitutas.

Este momento de la vida de Carlos coincide con una severa crisis en las relaciones con su madre. Berta era muy severa. Por eso, cuando el muchacho sintió un cierto respaldo, también resolvió mudarse sin dejar pistas, en algún momento del año 1905. Tiempo después fue a visitar a su madre para contarle que partía rumbo a Montevideo, donde supuestamente había conseguido trabajo tipográfico, y para reforzar sus palabras aseguró que viajaba con un amigo de su edad. "Esta es la dirección, vieja. Andá si querés, a preguntarle a la madre a ver si es cierto. Claro, el otro le había mentido también a la madre. Desde entonces no volví a tener más noticias de él. Con el correr del tiempo me mudé de la casa donde había vivido hasta entonces y comencé a perder las esperanzas de volver a encontrarlo... Algunas veces imaginé que había vuelto y recorrí los cafés que acostumbraba frecuentar, pero la respuesta era siempre la misma: "No sabemos nada, señora". Nadie sabía nada".

Berta y Carlos volvieron a reencontrarse de una manera un tanto casual, unos cinco años más tarde, en 1910, cuando la mujer escuchó por boca de algunos vecinos que había un joven, al que apodaban "El Morocho", que cantaba por la zona del Abasto. Entonces ella encargó a un amigo Carlitos que le llevase a éste la nueva dirección de su madre, y que le dijese que si aún la quería, que la fuese a ver, pero enseguida.

El reencuentro se produjo dos días después y, tras una larga charla, ambos intentaron recomponer la relación. Así el joven volvió a vivir con su madre en un conventillo de la calle Corrientes 1714, en una pieza chica con dos camitas y un biombo en el medio. Según Berta, a partir de ese momento nunca más se volvieron a separar.

A través de su madre es Gardel conoce a Juan Barena [9]​, quien le aconsejó unirse al guitarrista Francisco Martino y al cantante José Razzano, comenzando así su carrera artística. Ya en 1912, Gardes y Martino decidieron arriesgarse y a partir en giras artísticas rumbo al Oeste, siguiendo la línea del ferrocarril, con Chivilcoy como primera parada. Con el tiempo se sumo a ellos un cantor de voz grave, Saúl Salinas [10]​.

En esa época, Carlos se encontraba bastante a disgusto viviendo con su madre en una pieza; era un adulto pero no podía mantenerse por sí mismo ni manejarse con total independencia. De hecho, a fines de enero de 1913 su madre notificó a la policía su desaparición, cuando había ido al hipódromo y no había vuelto en varios días. La situación quedó en la nada cuando él regresó por su propia cuenta, pero para Carlos debió de resultar una experiencia desagradable.

Para festejar el creciente éxito que obtenía con sus actuaciones, Carlitos- que ya había cambiado su nombre original por el artístico- Carlos Gardel- solía concurrir por las noches, al término de los espectáculos, al antiguo Palais de Glace, en Recoleta [11]​. La zona distaba mucho entonces de ser un paseo elegante y protegido. Muy por el contrario, el barrio tenía un fuerte asesoramiento de prostíbulos y fondas de mala fama.

Berta vivió unos meses en su ciudad natal, en compañía de su madre Hélene y de su hermano Jean. Viajaba como pasajera en segunda clase, pero la oficialidad del barco, prevenida de que se trataba de la madre de Gardel, tenía con ella consideraciones especiales.

Un nuevo hogar[editar]

En 1923 su hijo le dedicó un tango al que titulo Perdón viejita (o Viejita mía).[12]

A mediados de 1927 se le presentó al cantor la oportunidad de adquirir, por primera vez, una casa donde vivir en la calle Jean Jaurés 735, en el barrio del Abasto de Buenos Aires [13]​. "La casa de Mamá", señaló Gardel con orgullo. Ausente a veces más de la mitad del año de la Argentina, el cantor había decidido darle a su madre una residencia fija, que al mismo tiempo fuera un lugar de descanso cuando quisiera alejarse de la vida pública.

Al comienzo, la llegada de visitas a la nueva casa no era frecuente, sobre todo por las reticencias de Berta. Sin embargo, con el paso del tiempo, Gardel comenzó a invitar a los periodistas a realizar las entrevistas en su casa, por lo que la decoración debió tener a la fuerza una buena dosis de cuidado. "Aquello parece un museo", señalaba uno de ellos; "es austero" apuntaba otro. "Modesto", "humilde" y "sencillo" eran calificativos que figurabanen los informes de los miembros de la prensa que se se acercaban a entrevistar al cantor.

La mudanza implicó además, que madre e hijo llegaran a ciertos acuerdos para la futura convivencia. Por primera vez en su vida Carlos debió poner un horario a sus visitas, tanto para atender los asuntos más protocolares, como las contrataciones y planificaciones de las giras, así como para recibir a la prensa.

En esa época, también comenzó a construirse una imagen pública de la madre del artista. "El astro nos recibe en su casa, pacífico reducto criollo en el que hay una reina omnipotente, cuya dulce tiranía soporta de buen grado nuestro héroe", dijo un periodista que ingresó en la residencia de Gardel y tomó los mismos michos del cantor sobre su madre.

Ya fuera porque Berta o Gardel se negaran a otras consideraciones, o por que simplemente no se estilaba, lo cierto es que ella nunca fue fotografiada por la prensa en vida de Gardel, y mucho menos junto con su hijo.

La relación entre madre e hijo mantuvo siempre una ambivalencia que ha dado motivo a especulaciones. Lo cierto es que Berta era una mujer fuerte, que se había atrevido a seguir adelante con su embarazado a pesar de la oposición familiar y los desaires de sus vecinos; que logró sobreponerse a la vicisitudes y crió a su hijo, para lo cual no dudó en atravesar un océano, en tercera clase con un niño que apenas sabía caminar.

Cuando Gardel comenzó a percibir buenas remuneraciones por sus actuaciones, intentó compensar los sacrificios que su madre había hecho para que él no tuviera una vida tan dura como la suya. Cuando al volver de cada viaje ponía los pies en tierra argentina, del puerto corría directamente a su casa y, en el trayecto, los amigos que lo acompañaban lo oían repetir, con la voz entrecortada por la emoción: "Viejita, seguro que me estarás esperando detrás de la puerta...".

Muerte en Medellín y el dolor de Berta[editar]

En 1933 la madre de Gardel se instaló en la casa de su hermano en Toulouse. El martes 25 de junio de 1935, Berta se disponía a comer con su familia, cuando percibió que algo ocurría; su hermano y su cuñada evitaban mirarla y apenas probaban bocado.

Tras exigir una respuesta, Jean la llevó a otra habitación y con mucho tacto lo informó que había llegado la noticia de un accidente ocurrido el día anterior en Medellín, Colombia, en el avión en que viajaba su hijo. Pero no abundó en detalles. En ese terrible accidente además de su hijo, fallecieron el letrista Alfredo Le Pera, los guitarristas Ángel Domingo Riverol y Guillermo Barbieri, así como José Corpas Moreno, que oficiaba como técnico de sonido, y el agente de prensa, Alfredo Azzaff.[14]

Última foto de Carlos Gardel minutos antes de su muerte el 24 de junio de 1935.

La madre de Gardel no lo podía creer. Las noticias que había recibido sobre su hijo en los últimos días non era muchas, teniendo en cuenta que se hallaba de gira y que los medios de comunicación no eran muy eficaces; además, hacía un año que no lo veía. Durante unas horas se negó a la posibilidad de que su hijo hubiera muerto, pero cuando al día siguiente los diarios de Toulouse publicaron la información, se resignó a aceptarlo: "Berta era una persona que tenía mucho valor. Era muy fría, pero sintió mucha pena. Me acuerdo que cuando fuimos a verla al día siguiente, lloraba. Estaba petrificada por la muerte de su hijo. Ella lo adoraba", recordó Henri Brune, su sobrino nieto.

Restos de los aviones después del choque.

El 16 de junio el diario La Depeche du Midi de Toulouse reprodujo un cable enviado desde Bogotá que describía la colisión entre los aviones, ocurrida dos días antes, y anunciaba la muerte de Gardel. Dos días después, el mismo diario envió a un periodista a entrevistar a Berta. La mujer destacó entonces que su hijo tenía una gran aversión a los vuelos en avión y que alguien debió de obligarlo a aceptar aquel vuelo fatal.

El accidente de Medellín trajo aparejada una serie de problemas y reacciones que serían tema de especulación. Incluso hasta nuestros días. La aparición del pasaporte uruguayo entre los restos de Gardel reabrió la polémica sobre su lugar de nacimiento. El presidente del Uruguay, doctor Gabriel Terra, gestionó de inmediato la repatriación de los restos del cantor, sin dejar dudas al respecto de la postura de su país. En la Argentina, la confusión no era menor, y mientras algunos medios se hacían eco de la versión "uruguayista", otros defendían a ultranza la teoría "francesa".

La palabra de Berta dio por concluida la polémica. Cuando la llamó por teléfono desde la Argentina el representante de Gardel, Armando Delfino [15]​, Berta fue terminante: los restos de su hijo debían descansar en Buenos Aires. Poco después, envió la notificación: "Estoy conforme con que usted gestione, en mi nombre, que los restos de mi hijo Carlos Gardel sean repatriados a Buenos Aires. Cariños. Berta".

El féretro con los restos de Carlos Gardel arribando a Buenos Aires, para sus funerales e inhumación, en 1936.

El lunes siguiente Delfino se embarcó en el Massilia rumbo a Francia para buscar a Berta, pues ella había manifestado su deseo de volver a la Argentina; es probable que no quisiera hacer el viaje sola, debido a la edad y la tristeza.

Mientras Delfino realizaba el trayecto, Berta tuvo tiempo para rememorar algunos hechos vinculados con su hijo como, por ejemplo, la última vez que lo había escuchado cantar en vivo, en 1933, una tarde cuando actuaba en el cine Soleil del Abasto; o la última canción grabada, Mi Buenos Aires querido: "Me trajo un disco de prueba, que le habían prestado, cuando vino a verme a Toulouse en septiembre. Lo oí una sola vez, porque se lo llevó consigo, para devolverlo". Cuando el representante de Gardel llegó por fin a Toulouse, se enteró de que Jean Gardes, el hermano de Berta, también había fallecido, sacudido por el pesar ante lo que había ocurrido a su sobrino. Con la muerte de su último familiar directo, Berta ya no quería permanecer en Francia.

Últimos años y muerte[editar]

En 1950 se estrena la película biográfica El morocho del Abasto (La vida de Carlos Gardel) , su papel fue encarnado por la primera actriz Pierina Dealessi.

Tras la repatriación de los restos de Gardel, Berta se encerró aún más en su misma, envuelta en el dolor y la incredulidad: "Par mí es como si no hubiera muerto- comentó . Lo vi partir, y no lo he visto llegar de vuelta. Pero veo sus películas, lo oigo cantar, tengo aquí su rostro y su sonrisa, y me parece como si estuviera vivo, como su estuviera por regresar, como tantas otras veces, de un momento a otro". Una vez por semana, al menos, Berta se acercaba a los cines a ver las películas donde su hijo había intervenido y que volvían a ponerse en cartel una y otra vez. Por su sugerencia, Delfino le compró un automóvil, que conducía un chofer, quien la llevaba a las salas donde se proyectaban los filmes. En muchos de los cines los propietarios, al reconocerla, se negaban a cobrarle entrada: "Siempre que íbamos- recordó el chofer-, los cines estaban llenos de gente deseosa de ver y escuchar una vez más al gran cantor de Buenos Aires. Se comentaba vivamente su actuación y a veces se producían aplausos y hasta ovaciones. A doña Berta la emocionaba hondamente ese entusiasmo que su hijo era tan famoso".

Su madre recordaba en una entrevista[16]​:

"Una vez por semana voy al cine y al cementerio para ver a mi hijo. Aquí dan tres películas en una función. Así me consuelo un poco. Además de esto, yo no deseo ir a ningún lado ni pasear. Cuando estoy en casa escucho por la radio las canciones de mi pobre hijo. Es todo lo que yo deseo. Si tu supieras... nadie lo olvida. Todos los días, todas las radios pasan sus canciones y se dice todo lo bueno que fue para aquellos que lo han conocido. Si tú pudieras ver su mausoleo... Nunca faltan flores el pie de su busto. Todas las personas que pasan le dejan una flor y el día del aniversario de su muerte se llena de gente. Y el día que dan una película suya la sala se llena. La gente no se cansa de verlo. Los niños lo aplauden cuando lo ven aparecer en la pantalla. Es una cosa increíble. Su retrato está en todos lados."

Cuando Armando Defino, apoderado de Gardel, fue a Toulouse para traerla a Buenos Aires, Doña Berta dijo a sus parientes y amigos de allí: «El día que me muera quiero que me entierren junto a mi hijo.»

También fue la encargada de autenticar junto a un notario el testamento de su hijo, ya que si bien la única beneficiaria era su madre y aquellos condonados en sus deudas, este acto era absolutamente imprescindible porque todos los bienes estaban a nombre de Carlos Gardel, que era el nombre artístico y no el verdadero.[17]

Poco a poco la salud de Berta se fue debilitando. Su médico particular, el doctor Horacio Magi, empezó a visitarla diariamente en la cada de Jean Jaurés. La muerte de Gardel le había dejado en el más completo desamparo; no tanto económico- en virtud de la buena gestión de Delfino- como afectivo. Hacia fines de la década de 1930, además, falleció su amiga Anaís. Delfino y su esposa fueron a vivir con Doña Berta, quien tras largos meses de postración, murió el 7 de junio de 1943, a los 78 años.

Cementerio de La Chacarita donde descansan los restos de Carlos Gardel y los de su madre Berta Gardes.

"A veces he pensado que Gardel no quiso de veras a ninguna mujer, que su única y verdadera pasión era su madre- reflexionó Perlita Greco, una amante de Gardel en España-. Siempre hablaba de ella; con cualquier motivo contaba anécdotas y frases suyas. En realidad, su madre era la mujer que llenaba su vida, la que colocaba por encima de todo. Sentía por ella verdadera veneración. En su recuerdo quedó una vez grabado un fandanguillo que una noche oímos juntos: "¿Cómo quieres que te quiera/lo mismo a ti qué a mi madre?/Eso es pedirme la luna/mujeres tengo a millones/y madre no hay más que una...".

Berta legó todos sus bienes a Defino, quien a su vez hizo lo mismo con su esposa al morir en 1958. Adela Blasco vivió hasta 1984 y falleció sin herederos forzosos, legando todos sus bienes a Nuria de Fortuny.[18]

Cuando Armando Defino, fue a Toulouse para traerla a Buenos Aires, Doña Berta dijo a sus parientes y amigos de allí: "El día que me muera quiero que me entierren junto a mi hijo". Sus restos descansan junto a los de Carlos Garden en el cementerio de La Chacarita.[19]


Referencias[editar]

  1. «"El tango: & la historia de Carlos Gardel" Por Jorge Aravena». https://books.google.com.ar/. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  2. «Gardel Por Felipe Pigna». https://books.google.com.ar/. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  3. «Carlos Gardel: La voz eterna del tango que nunca se va a apagar». https://www.pressreader.com/. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  4. «El niño de Toulouse, 1890-1911». https://books.openedition.org/. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  5. «Anaís Beaux- Fortunato Muñiz- Testigos vedados- Por Martina Iñiguez». https://sites.google.com/. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  6. «Marie Berthe Gardés, la mamá de Carlos Gardel». https://radiodon.com.ar/. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  7. «Boliche Pulpería:Carlos Gardel». https://elbolicho.blogspot.com/. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  8. «Gardel y Ceferino, en Viedma». https://www.rionegro.com.ar/. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  9. «El nacimiento del tango canción, 1917-1925». https://books.openedition.org/. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  10. «Saúl Salinas, pionero de la tonada cuyana». https://www.diariodecuyo.com.ar/. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  11. «Palais de Glace: Arcón de Buenos Aires». http://www.arcondebuenosaires.com.ar/. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  12. «Carlos Gardel - Perdón viejita Música y Letra». http://www.topmusicatango.com/. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  13. «Museo Casa Carlos Gardel». https://www.buenosaires.gob.ar/. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  14. «Carlos Gardel y el muñeco de madera que lo ligó con Astor Piazzolla». https://www.pagina12.com.ar/. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  15. «La herencia más íntima de Carlos Gardel actualiza su mito en Buenos Aires». https://www.revistaadios.es/. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  16. «Doña Berta Gardes, la madre de Carlos Gardel». https://www.todotango.com/. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  17. «Se cumplen hoy, 78 años del fallecimiento de Marie Berthe Gardes». https://radiodon.com.ar/. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  18. «Ficha Todo Tango: Carlos Gardel». https://web.archive.org/. Consultado el 11 de octubre de 2022. 
  19. «Las fotos de Marie Berthe Gardès La madre de Carlos Gardel». http://www.noticiariobarahona.com/. Consultado el 11 de octubre de 2022. 

Biografía[editar]

  • «Carlos Gardel: Una historia de vida». Selecciones Reader's Digest 1. Junio de 2005. 
  • Barsky, Osvaldo; Barsky, Julián (2004). Gardel, la biografía. Buenos Aires: Taurus. pp. 234-238. ISBN 9870400132. 
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  • OSTUNI, Ricardo. Repatriación de Gardel. Buenos Aires: Corregidor. ISBN 78-950-05-1114-8.
  • RÍOS, Carlos; y Javier PENELAS: José Razzano, de la sombra al protagonismo. Buenos Aires: AqL, 2010. ISBN 978-987-1159-78-9.
  • RUFFIÉ DE SAINT-BLANCAT, Monique; Juan Carlos ESTEBAN; y Georges GALOPA: Carlos Gardel - Sus antecedentes franceses. Corregidor, BsAs 2006, ISBN 950-05-1634-9

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