Usuario:Bernardobarvac/Taller

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Bernardobarvac/Taller en el Códice Borgia.[1]

Chalchiuhtlicue (del náhuatl: chalcihuītlicueh ‘la que tiene su falda de jade’chalchihuitl 'jade'; ī-, su; cue(itl), falda; -eh, que tiene’) en la mitología mexica es la diosa de los lagos y corrientes de agua. También es patrona de los nacimientos, y desempeña un papel importante en los bautismos aztecas. Preside sobre el día 5 Serpiente y sobre el tricenal de 1 Caña. Fue una de las figuras femeninas más importantes vinculada al líquido en la cultura mesoamericana. Chalchiuhtlicue fue considerada también como la más importante protectora de la navegación costera en el México antiguo.

Diosa Agua.

Mito[editar]

En el mito de los cinco soles, ella alumbró al mundo en el Primer Sol, dominaba el cuarto mundo, en la era Cuatro-Agua. Durante su reinado el cielo era de agua, la cual cayó sobre la tierra como un gran diluvio a manos de esta diosa. Los seres humanos se transformaron en peces. Pareja o dualidad de Tláloc y con él fue madre de Tecciztécatl y rigió sobre Tlalocan. En su aspecto acuático, es conocida como Acuecucyoticihuati, diosa de los océanos, los ríos y todas las aguas que corren, así como patrona de las parturientas. Se dice también que fue esposa de Xiuhtecuhtli. A veces se la asocia con la diosa de la lluvia, Matlálcueitl.

En el arte, Chalchiuhtlicue se ilustra usando una falda verde y con breves líneas negras verticales en la parte inferior de su rostro. En algunos casos pueden verse niños recién nacidos en una corriente de agua que surge de sus faldas. Se la encuentra representada en varios manuscritos de México, incluyendo las placas 11 y 65 del Códice Borgia (precolombino), en la página 5 del Códice Borbónico del siglo XVI, y en la página 17 del Códice Ríos. Sus esculturas están generalmente hechas de piedra verde, como corresponde a su nombre.

Origen[editar]

La Historia de los mexicanos por sus Pinturas narra que los dioses hijos de Tonacatecuhtli (o sean Tlatauhqui Tezcatlipoca, Yayauhqui Tezcatlipoca, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli y Omitecuhtli), después de dar vida a los primeros hombres (Uxumuco y su mujer Cipactonal), de hacer los dias y los meses, la tierra, los cielos y los dioses del inframundo, se juntaron para criar al dios y a la diosa del agua [...] e hicieron a Tlatecutli (Tláloc) y a su mujer Chanchiutlicue [...] Se indica también que ‘En el treceño año después de este segundo cuento de trece, que es el año 26 después del diluvio, visto que estaba acordado por los dioses de hacer el sol y habian hecho la guerra para darle de comer, quiso Quetzalcóatl que su hijo fuese sol, el Tlalocatecutli, dios del agua, hiciese a su hijo de él y de Chalchiuhtlicue, que es su mujer, luna.

Sahagún (1969: 50-51, t. I) compara a Chalchiuhtlicue con Juno, indicando que pintábanla como a mujer, y decían que era hermana de los dioses de la lluvia y que llaman Tlaloques; honrábanla porque decían que ella tenía poder sobre el agua de la mar y de los ríos, para ahogar a los que andaban en estas aguas y hacer tempestades y torbellinos en el agua, anegar los navíos y barcos y otras cosas que andaban por el agua [...][2]

Códice Borgia[editar]

Las formas de representación de esta deidad femenina en los códices del Grupo Borgia son más o menos diferentes, y eso tanto en la comparación de los manuscritos entre sí como también dentro de cada uno en particular. La mayor homogeneidad la muestran las representaciones en el Borgia, al cual debe añadirse, en este aspecto, el Bolonia. En el Bolonia aparece la cabeza de la diosa como acompañante de los signos de los días varias veces. Sin embargo la diosa en figura completa, solamente una vez. Sólo estos dos códices muestran formas determinativas de la indumentaria de Chalchiuhtlicue. Una parte de estas formas ocurre en la representaciones de Chalchiuhtlicue de los demás manuscritos, sin embargo, sin carácter determinante, por el hecho de aparecer varias veces también en otras figuras.

Las figuras de Vaticano se deben unir a las del Borgia de manera no uniforme y solamente en detalles. Una de las figuras del Vaticano (lámina 81) es una representación de Tlazoltéotl, sin embargo, ataviada con el yelmo de cabeza de reptil y el tocado de Chalchiuhtlicue. Los pasajes paralelos representan a Chalchiuhtlicue. En el Bolonia Chalchiuhtlicue está caracterizado por la misma pintura facial que las figuras del Borgia a las cuales corresponde también la indumentaria de una sola figura. La cabeza de la diosa aparece como sexto, decimoquinto, vigésimocuarto, etc. acompañante en la serie de signos de los días en las láminas 1-8, aquí, con una variante de la nariguera de Chalchiuhtlicue que no se presenta de ordinario.[1]

Ceremonias[editar]

El ceremonial consagrado a la Diosa del Agua incluía diversas festividades. En el primer día del mes inicial del año (Atlahualco = “cesan las aguas”), se celebra un ritual en honor de Quetzalcóatl, los Tlaloques y Chalchiuhtlicue con el fin de atraer a las lluvias. este mes era conocido también como Xilomaliztli (“ofrenda de jilotes”) e integraba lo que Carrasco (1979: 56) ha llamado el “segundo ciclo de los dioses del agua, la lluvia y las plantas cultivadas”. Las ceremonias de este periodo estaban relacionadas con las estaciones y los rumbos del mundo, es decir, con el Oriente (Este) lugar donde localizaban el Tlalocan, y con el Oeste asociado al mítico Temoanchan. De tal manera, la mitad del año (cuadrante NE y SE) era la época de las celebraciones a los Tlaloque, en los que se pedía agua, generalmente mediante el sacrificio de infantes, hechos que consigna Sahagún (1969: 109, 137, t. I): “[...] mataban muchos niños sacrificandolos en muchos lugares y en las cumbres de los montes, sacándoles los corazones a honra de los dioses de agua [...]”. Otras Ceremonias consagradas a los dioses del Tlalocan, incluida Chalchiuhtlicue, se realizaban en los meses de Tzotzontli (“pequeña velación”), Etzalcualiztli (“comida de maíz y frijoles”) e Izcalli (“crecimiento” o “resurrección”). También en la décima cuarta fecha movible (en el signo Ce acatl) los aguadores, pescadores, chinamperos “hacían fiestas a la diosa del agua [...]”. Del Paso y Troncoso (1979: 136, 262ss), en sus comentarios del Códice Borbónico, expresó importantes opiniones en relación con la complejidad numinosa de Chalchiuhtlicue, estableciendo su relación simbólica con Chicomecóatl en términos de causa-efecto “frecuentemente observado en ejemplares de nuestras esculturas indianas que presentan los distintivos de ambas diosas” (remite a la página XXXVI del precitado Códice). Hace mención de las funciones análogas de Tláloc y Chalchiuhtlicue en tanto el primero (como “dios de las nubes”) impera sobre las aguas, y la segunda “toma como agente a la nube”, refiriéndose además a la extensa sinonimia de la diosa, recordando que daba nombre a la orilla del mar (Chalchiuhcueyécatl = “sitio de la que tiene saya de piedras preciosas“, la costa de Veracruz). “tal vez por tener entendido que, de la mar, a donde iban las aguas de la tierra, volvían otra vez por conductos subterráneos a los manantiales y veneros de agua”. En este sentido, Chalchihuitlicue aparece representada en el Códice Vindobonensis.

En culto a las Diosas del Agua en Mesoamérica bien podría remontarse a los inicios del proceso civilizatorio. Aquí es necesario tener presente a la enorme estatua monolítica de estilo arcaico hallada en Teotihuacan, que ha sido interpretada como Chalchiuhtlicue en razón de su falda decorada con una franja de volutas semejantes a las que se usaron en los tiempos históricos como signo alt (“agua”), y a las que se adornaron las representaciones pictográficas de la divinidad. De acuerdo con esta orientación, creo que la opinión de Nicholson (1976: 164) en el sentido de que Chalchihuitlicue “probablemente no tenía su correspondiente en la zona maya”, debe ser ampliamente discutida dado que existen importantes elementos que fundamentan una opinión en sentido contrario, planteamiento que desarrolló al final del capítulo con base en sus manifestaciones hierofánicas de carácter selénico, y a sus raíces terrenales propias de una economía agrícola de temporal, dependiente de las estaciones climáticas.[2]

Referencias[editar]

  1. a b Bodo Spranz (1975). Fondo de Cultura Económica México, ed. Los Dioses en los Códices Mexicanos del Grupo Borgia: Una Investigación Iconográfica. María Martínez Peñaloza (Traducción). México. ISBN 968-16-1029-6. 
  2. a b Baez Jorge, Felix (2000). Los Oficios de las Diosas. Veracruz, México: Universidad Veracruzana. 

Véase también[editar]

Enlaces externos[editar]